El Secreto de los Marrowbone se sitúa en el año 1969, en una granja abandona de la localidad de Marrowbone en el estado de Kentucky a la que se trasladan cuatro hermanos y su madre después de huir de su abusivo padre. La cosa se complica con la muerte de la matriarca dejando solos a sus cuatro hermanos. Al ser menores de edad se recluyen en la casa esperando a que el mayor de ellos, el introspectivo y responsable Jack, alcance la mayoría edad; intentan así evitar ser separados y que su padre les encuentre. Pero en la antigua granja se suceden hechos inexplicables que llevan a los jóvenes a establecer unas normas muy claras para evitar que los fantasmas regresen para atormentarlos con su pasado. Una sinopsis esta que nos da una idea del tipo de película que tenemos entre manos y de cuyo guion su director también es responsable. Es una propuesta clásica, en la que prima la ambientación y la atmósfera por encima de cualquier otro criterio cinematográfico. Un filme que mantiene el suspense mediante inquietantes crujidos, sustos que buscan pillarnos desprevenidos y un misterio a desvelar con vuelta de tuerca final.
El apartado técnico alentado por la magnífica fotografía de Xavi Giménez es una de las principales virtudes de una cinta con un ritmo bien planteado y una correcta banda sonora a cargo de Fernando Velázquez. En general, visualmente no cabe reproche al trabajo de sus responsables, es este un apartado cuidado, tratado al detalle y con un tono perfectamente hilado con la historia. Todo funciona en este punto y supone un valor añadido por el que se mueven los personajes, aunque quizás acaba siendo un decorado demasiado frio para la voluntad que demuestra la historia en abordar sentimientos y emociones de trazo fino. La cinta logra encandilarnos con su narración pero sus giros y vueltas de tuerca nos dejan inexplicable anestesiados. Hay una intención clara por acercarse más al thriller psicológico que a la película de terror y la ambigüedad entre ambos mundos funciona muy bien durante gran parte del largometraje. Por desgracia, sus intenciones se subrayan en exceso, se anuncian con demasiada antelación y provocan que ciertas revelaciones lleguen desgastas y carentes de sorpresa.
El filme de Sergio G. Sánchez se trastabilla él mismo al seguir al mismo tiempo dos caminos, al jugar con los puntos de vista de forma tan abierta y romper el misterio decantándose por una resolución que aunque bien hilvanada deja al espectador indiferente al ser un recurso demasiado empleado en el cine de género. En este punto, el terror desaparece de la ecuación y se nos obliga a reinterpretar todo lo que hemos visto en pantalla. Una mecánica muy habitual en el cine moderno pero que ya no es ingeniosa. Puede que este ejecutada de manera harto elegante en El Secreto de Marrowbone, pero en cualquier caso sabe a salida fácil. El final intenta ser al mismo tiempo arriesgado y melancólicamente conservador, un navegar por dos aguas que también se observa a lo largo del filme y que no acaba del todo de cuajar pese a unir bastante bien los puntos. En este sentido, hay un interés por el retrato psicológico algo tramposo que se sirve de trucos de la vieja escuela y unos jóvenes actores entregados y predispuestos a sumergirse en sus distintos roles.
En reparto está lleno de promesas de futuro, empezando por George MacKay en el papel del hermano mayor Jack, actor al que hemos visto hace poco en la aplaudida Captain Fantastic de Matt Ross y en la miniserie de televisión 22.11.63 que adapta la novela homónima de Stephen King. En el papel de su hermana Jane tenemos a Mia Goth (Everest, La cura del bienestar) a la que veremos el próximo año en el remake de la mítica Suspiria de Dario Argento compartiendo espacio con Dakota Johnson, Tilda Swinton y Chloë Grace Moretz. El más iracundo Billy queda en manos de Charlie Heaton al que muchos conocerán por su papel de Jonathan Byers en la exitosa Stranger Things de Netflix. El actor será también parte del reparto de Los Nuevos Mutantes de Josh Boone junto a su compañera Anya Taylor-Joy que ha participado en producciones recientes como La Bruja, Morgan o Múltiple. Ella interpreta en El Secreto de Marrowbone a la entrañable Allie, completado el plantel principal que cierra el pequeño Matthew Stagg (Guerra y Paz) haciéndose cargo del tierno y asustadizo Sam.
En los hombros de George MacKay descansa gran parte del componente dramático de la cinta. Sus tablas aguantan el peso con una estoica interpretación cuyos matices solo salen a la luz hacia el final del metraje. También aguantan muy bien el envite el resto del joven reparto dando una sensación muy homogénea en este aspecto concreto, en parte por un apartado técnico que limita sus responsabilidades y amolda sus interpretaciones al tono general del filme. Habría que destacar la labor de Anya Taylor-Joy que ya demostró sus tablas en la ya mencionada La Bruja y aquí sabe cómo vender su personaje por encima de ese conjunto aglutinador. El resto de sus compañeros cumple con los requerimientos, construyendo personajes que aunque carecen de recorrido resultan dimensionales y creíbles. No obstante, castrados por una dirección medida que no acaba de transmitir la intensidad necesaria en algunos de sus principales pasajes. El Secreto de Marrowbone es un producto muy controlado, lo que implica una virtud por parte de sus responsables, pero al mismo tiempo un hándicap que no permite respirar a algunos de sus apartados.
La cinta dirigida por Sergio G. Sánchez es un debut prometedor, hay mucho talento que se deja entrever en la película y que responden a una buena labor de dirección. Por otro lado, como producción del género es demasiado acomodada, su apego al detalle visual inspirado por J.A. Bayona la convierte en una réplica espiritual del cine de este, pero no nos dice nada de su verdadera director. En ese sentido, nos falta ver la personalidad real como cineasta de Sánchez que sumada a su manejo de lo visual y su buen hacer en la dirección de actores puede darnos un perfil muy interesante de cara al futuro. En otros aspectos, El Secreto de Marrowbone es una cinta correcta que queda en parte lastrada por su ambigüedad y a la que hiere de gravedad alguna de sus vueltas de tuerca. En ese sentido, la película no deja un poso en el espectador, su manejo de terror es efectivo pero una vez el misterio queda totalmente revelado la tendencia es a dejarlo a un lado. De esta manera, pese a demostrar buen oficio y elegancia, la producción apadrinada por J.A. Bayona intenta medir tanto su apuesta que acaba siendo demasiado previsible y falta de intensidad.
VALORACIÓN GLOBAL
Dirección - 8
Guión - 6
Reparto - 7
Apartado visual - 8
Banda sonora - 6
7
Previsible
El Secreto de Marrowbone es un meritorio debut en la gran pantalla para Sergio G. Sánchez, aunque su apego a las directrices del cine J.A. Bayona le impide desarrollar un producto con personalidad propia. El filme destaca especialmente en su apartado técnico, eclipsando incluso las interpretaciones de un reparto bien avenido que se ve involucrado en una propuesta que pese a manejar con eficiencia su trama, peca de ser algo previsible y carente de originalidad a la hora de dar alguna vuelta de tuerca a sus intenciones.