#ZNCine – Crítica de The Neon Demon, de Nicolas Winding Refn

Reseña del polémico estreno de Nicolas Winding Refn, acerca del mundo de la moda desde el género de terror.

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Dirección: Nicolas Winding Refn.
Guión: Nicolas Winding Refn/Mary Laws/Polly Stehnman.
Música: Cliff Martínez.
Fotografía: Natasha Brier.
Reparto: Elle Fanning, Jenna Malone, Bella Heathcote, Abbey Lee, Karl Glussman, Desmond Harrington, Keanu Reeves, Christina Hendricks, Charles Baker.
Duración: 118 minutos.
Productora: Space Rocket Nation/Vendian Entertainment,Bold Films.
Nacionalidad: Francia/USA/Dinamarca.

 

La belleza, ese concepto tan abstracto y, como tal, inalcanzable plenamente. Es relativo, pero es un objetivo. Cualquier creación artística tiene como objetivo acercarse lo máximo posible ese ideal o, por el contrario, alejarse y resultar lo más desagradable posible. Y aún así, no hay ninguna magnitud que lo englobe. ¿Qué es la belleza? Las definiciones oficiales son tan vagas, como amplios la cantidad de opiniones y visiones de lo que es o no bello. Con el inexorable paso del tiempo, lo que históricamente se consideraba bello, hoy se considera anodino, y lo que hoy nos parece el súmmum puede que nuestros nietos se rían de ello.

Esa meta para muchos/as que consagran todos y cada uno de sus segundos en un culto absoluto al cuerpo. Es una salvación para otros, para aquellos/as que carecen de otros atributos que le hagan destacar. Una salida en la ciudad de los sueños y los ángeles en un primer nivel, y de los monstruos y de las pesadillas subterráneos, que a visión de un director tan particular como el danés (aunque es más bien un ciudadano de ninguna parte, o de todas) Nicolas Winding Refn puede alcanzar lo grotesco.

Es de subrayar lo obvio decir que The Neon Demon no es una película abierta para el gran público ni, seguramente, lo sea tampoco para el minoritario. La nueva obra del siempre polémico y nunca conformista director es, tal vez, su obra más ególatra, más exigente, más narcicista y mas autoindulgente. Es Refn en estado puro, guste o no al espectador. El director entiende que cualquier creación artística debe embriagar o incomodar al espectador, y si lo deja indiferente, la obra es un fracaso. Con esa concepción, se ha labrado una carrera coherente y, sobretodo, autoral. Es de los pocos directores que contemporáneos a los que puedes reconocer con ver un plano suyo, ya tiene su propia voz, y le encanta oírla. No le importa quién le siga y quien, no. Tan solo hace y va a seguir haciendo sus aportaciones.

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Para comprender, la nueva incursión del danés, habría que reflexionar en su carrera hasta llegar a este punto. El momento de inflexión en su carrera se produjo con esa potentísima oda a la creación y a la violencia que fue Bronson (que no pocas similitudes guarda con La Naranja Mecánica), aunque ya hubieron cierto ramalazos en la fallida Fear X. Pasó del realismo documental y sucio que es como se presentó en la trilogía de Pusher, cuya temática sí que ha mantenido, a poner un muy minucioso cuidado en el apartado estético, a la saturación extrema en la iluminación, a una fotografía que siempre busca unos planos muy coloristas y artificiales, a la teatralidad y a la abstracción narrativa, cosa que va innegablemente a su proceso creativo: rueda en orden cronológico y va construyendo con el equipo técnico y artístico la película sobre la marcha, sus guiones no son lo realmente trascendental para él, y muestra de ello es un cine progresivamente más antinarrativo y más poético.

Tras ello volvió a reunirse con Mads Mikkelsen para hacer una revisión personal de la mitología escandinava. En esta ocasión tenemos a un mudo guerrero tuerto hastiado de la humanidad de carácter de enviado por los dioses. Y en Drive no desaparece esa simbología, ya que el personaje de Gosling, no guarda pocas similitudes: es la encarnación del héroe según su director, el caballero de la blanca chaqueta. Y en Only God Forgives, ya traiciona absolutamente cualquier atisbo de conexión argumentativa, si no que pretende realizar un viaje onírico lleno de simbología, que nace de las obsesiones, de las filias y fobias del autor, con una muy problemática producción (que se puede apreciar en My Life Directed by Nicolas Winding Refn, el documental dirigido por su mujer acerca de la producción de esta película).

Todas ellas tienen en común aparte de lo ya mencionado, que se tratar de reflexiones acerca de lo que es y significa la masculinidad en la actualidad. Los personajes femeninos en estas obras, han sido absolutamente accesorios (salvo, tal vez, el papel de la madre de ese Edipo con ganas de enfrentarse a Dios, que es el protagonista de Solo Dios Perdona). Nicolas no teme hacer miradas acerca de lo testosterónico, de la parte más animal y más macabra del hombre, y como esta puede resultar hasta positiva, en determinadas circunstancias. Hay un alto grado de ambigüedad (absolutamente deliberado) acerca de los mensajes que se nos quiere transmitir, y las posibles lecturas a sus obras. Y es que Winding Refn no trata al espectador como idiota. Si bien, está controlado y lo importante es su punto de vista, descifrarlo resulta todo un estimulante acertijo, suponiendo que haya una respuesta a todas sus divagaciones.

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Y es que para alguien que afirma sentir una gran admiración por las féminas, resulta curioso que no se hubiese aproximado de forma directa a ese universo. La respuesta a ello se llama The Neon Demon. Una película que nació en el momento de que Winding Refn se dio cuenta de su propia fealdad, frente a la belleza de su mujer y se cuestionó ¿Cómo debe ser vivir habiendo sido siempre preciosa?

La historia de Jesse en Los Angeles es como la de muchas otras: alguien que llega a la ciudad irónicamente llamada Los Ángeles, cuando parece ser habitada por más demonios que por creaciones divinas puras, para lograr triunfar y cumplir todas sus ambiciones como modelo, a pesar de ser menor de edad, cosa que no resulta problemático en ese ambiente. Y es que en el mundo de la moda, según Winding Refn, o eres sexo o comida. Esa dualidad cimentada desde el principio, está presente a lo largo de todo el metraje, ya sea de forma implícita o explícita, y con personajes absolutamente binarios y antagónicos.

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El mundo de la apariencia, los flashes, los vestidos luminosos, los cuerpos esbeltos y el neón maquilla la profunda decadencia interior que tienen todos y cada uno de los personajes que cuyas peripecias se dan en el nivel del ello freudiano. Y es que los personajes se comportan como salvajes, cuando la imagen que proyectan es absolutamente la contraria: la de la belleza, ya sea virginal, interior, artificial o natural. Todos y cada uno de los personajes, tienen conflictos interiores y una densísima capa de contradicciones que los enriquecen a un nivel intelectual.

Y lo mismo se podría decir del trabajo de Refn, que a pesar de tener una grandiosa depuración estética, unos colores muy llamativos (causado por un defecto en la vista del director, que le hace exigir a los directores/as de fotografía con los que ha trabajado un extraordinario contraste para poder captar la colorimetría él mismo), el absoluto barroquismo a todos los niveles, resulta un director tremendamente frío, áspero, que no solo te exige que entres en su mundo, si no que apela más a tu intelecto que a tus emociones.

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Con todo, a pesar de que afirma constantemente que su única referencia visual es lo que él desea ver o no como espectador, es impensable que no se haya visto influenciado especialmente por el cine de David Lynch (a pesar de que van por derroteros considerablemente distintos, ha bebido de Mullholland Drive), o del cine del no menos incómodo Gaspar Noé (del cual es fiel admirador, y la participación del protagonista de Love, es buena señal de ello).

En la simbología de esta película reside su esencia. Refn es puro posmodernismo, e, inspirado por su mentor: Alejandro Jodorowsky, juega habitualmente a dar grandes signficados detrás de sus películas. El realizador opta todo el rato por sacar partido a los recursos en forma de imágenes, y de formas, además de evocar sutilmente, de nuevo, a figuras mitológicas y/o literarias clásicas, aunque en esta ocasión, la referencialidad también se acerca más a algunos elementos contemporáneos de la cultura popular (los catalogos de moda, la trifuerza de Zelda, que se repite en uno de los vestidos que luce Jesse…). Por último, Refn quería hacer una historia de terror acerca de la belleza, y lo logra buscando mas la incomodidad atmosférica, que a través de los recursos formales propios del género. Hay brujería, hay vampirismo, hay canibalismo, pero al contrario que en sus otras obras, lo hay de forma indirecta, deja la violencia más fuera de plano que en otras ocasiones, lo cual hace que el espectador se estremezca más, ya que ninguna imagen podrá superar al sadismo de la imaginación. Y esa simbología, también está presente gracias a la presencia de animales salvajes que aparecen en la vida de la protagonista, como buenas anticipaciones y/o proyecciones de la verdadera naturaleza de la protagonista, sin necesidad de una lógica argumental canónica.

Pero esta es una película, al igual que su puesta en escena, de constante contraste. El mundo frívolo como modo de ocultar el mundo oculto, esotérico y oscuro. La belleza más pura, es la más monstruosa. Los personajes pueden actuar de una forma, y de la contraria, y no se sacrifica la verosimilitud por un instante. Los códigos de esta película son binarios salvo por una cuestión: todo el mundo es hostil. Eso se traduce en la iluminación, en determinados tiros de cámara aberrantes, en el enfoque de la postproducción, etc.

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Las interpretaciones son frías, inexpresivas, ya que no es una película que pretenda ser emocional. Son personajes cuya profundidad reside más en lo que representan que en lo que realmente son, o las peripecias que llevan a cabo. Sin embargo, son papeles exigentes y todo el reparto ha conseguido estar a la altura, independientemente de la trascendencia del papel. Cabe destacar, en ese aspecto, el esfuerzo de Refn de haber sabido posicionar a los personajes masculinos, en este caso, en el lugar que clásicamente ha estado ocupando los personajes femeninos (subtramas amorosas del héroe, posición secundaria/terciaria para añadir mayor emoción a la trama, sin ningún peso dramático más allá de eso. Personajes absolutamente dependientes de la figura masculina, sin los cuales no tendrían ninguna función…).

Considero, a su vez, que si la forma es prodigiosa, el fondo no se queda atrás. A un servidor, le ha bastado con esa ruptura narrativa y en intuir más que en explicar. Creo que el director tenía algo que contar, aunque lo cuente de una forma transgresora. Y creo que la preponderancia de la puesta en escena, no traiciona al mensaje, si no que lo apoya. Al contrario que me sucede con otros directores, creo que su obra no es tan solo un envoltorio precioso para un regalo insulso, si no que consigue mantener ese equilibrio cuando se pone una apuesta tan evidente por potenciar las imágenes. En ningún momento resulta irregular, en ningún momento me dio la impresión de que me aburría, en ningún momento me dio la impresión de que Refn no es más que un niño pequeño en busca de ser el centro de atención.

La banda sonora de Cliff Martínez, otro colaborador habitual del director, vuelve a ser uno de los grandes puntos de apoyos en la construcción ambiental de la película, hasta tal punto, que seguramente la película perdería de forma notable efectividad si se prescindiese. Se fusiona hasta tal punto con la imagen, que todo se convierte en un uno, con unos sonidos electrónicos, eléctricos, en ocasiones marcianos, pero enérgicos. Martínez subraya la artificiosidad que reina el ambiente, y da un aire sórdido al conjunto de la obra muy meritorio. La compenetración y entendimiento con Refn ahora mismo es total, y en sus aportaciones se puede apreciar.

The Neon Demon puede que tenga cosas que pulir (los evidentes excesos, para algunos espectadores pueden resultarle desagradables ejercicios de onanismo por parte del director, tal y como recibió críticas en Cannes), pero lo que es indiscutible es que es una película que te embriaga, que se queda contigo tras el visionado, que deja que des tú el resultado de 2+2, que, perdura en la memoria. y que representa una visión particular del mundo, y te hace partícipe de ella. Y me temo que, como ejemplo paradigmático de los objetivos que debe obra cumplir una obra para poder alzarla como arte, son cumplidos con creces, guste o no, se esté o no de acuerdo con el punto de vista del director. Esperemos que dure.

  Dirección: Nicolas Winding Refn. Guión: Nicolas Winding Refn/Mary Laws/Polly Stehnman. Música: Cliff Martínez. Fotografía: Natasha Brier. Reparto: Elle Fanning, Jenna Malone, Bella Heathcote, Abbey Lee, Karl Glussman, Desmond Harrington, Keanu Reeves, Christina Hendricks, Charles Baker. Duración: 118 minutos. Productora: Space Rocket Nation/Vendian Entertainment,Bold Films. Nacionalidad: Francia/USA/Dinamarca.   La belleza,…
Dirección - 9
Guión - 7
Reparto - 7.5
Apartado visual - 9
Banda sonora - 8.5

8.2

Vosotros puntuáis: 8.86 ( 5 votos)
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Parménides
Parménides
Lector
4 diciembre, 2016 8:05

Totalmente de acuerdo con tu reseña, Pedro (magnífica y bien documentada, por otro lado).

La película es magnética, hipnótica, poética, simbólica, cáustica. Es tremendamente incómoda y, al mismo tiempo, desasosegadoramente atractiva.

Tiene el adictivo halo electrónico de «Drive» (que me pareció magistral) y el incómodo simbolismo de «Only God Forgive» (que me pareció insoportable). Y el resultado, pese a ser frío y difícil de digerir, funciona.

Si te gusta Lynch y el terror (pese a no seguir la linealidad facilona que habitualmente transita el género), la fría modernidad de «The Neon Demon» te va a encantar.