Si por algo se caracteriza el cine actual, es por la explotación masiva de franquicias de éxito como sin duda lo es El Señor de los Anillos. Con una taquilla post pandemia del Covid-19 en la que cada vez es más difícil contentar a los espectadores, las películas basadas en franquicias comercialmente seguras son muchas veces la única apuesta segura de los distintos estudios cinematográficos, sin que en muchas ocasiones baste con eso para recaudar una cifra reseñable.
En ese sentido, a franquicias que más o menos gozan de buena salud como las adaptaciones de cómics de Marvel o DC, así como Star Wars, se unen nuevas películas que expanden los universos de entre otros muchos, Indiana Jones, Cazafantasmas, o incluso Robocop.
Es decir, tanto da continuar franquicias recientes, como resucitar películas más antiguas y expandir las franquicias que éstas forman o incluso crear franquicias donde antes no las había.
En el caso de El Señor de los Anillos, si bien la trilogía literaria escrita por JRR Tolkien en 1954 era sobradamente conocida y merecidamente famosa mucho antes de que Peter Jackson la llevara al cine, la realidad es que fue con esta trilogía de adaptaciones estrenada entre los años 2001 y 2003 con las que el fenómeno de la lucha entre Sauron y los pueblos libres de la Tierra Media alcanzó la fama de fenómeno mundial de masas y en este caso, muy merecidamente.
Nos gusten más o menos, la realidad es que estas películas son a día de hoy un referente en lo que a superproducciones millonarias se refiere, así como en lo relativo a llevar mundos de fantasía heroica a la gran pantalla. Sin el trabajo previo de Peter Jackson, resultaría casi imposible imaginar hoy series de alto presupuesto como Juego de Tronos o La Casa del Dragón.
Alumbradas en una época en la que los efectos digitales estaban todavía en pañales respecto de lo que se vería pocos años después, la trilogía de El Señor de los Anillos producida por New Line Cinema y Warner Bros demostró como hace más de veinte años era perfectamente posible combinar estos efectos con un alto presupuesto invertido en armas y armaduras reales que daban la sensación de que los sucesos que estaban teniendo lugar en la gran pantalla eran más reales que nunca.
De hecho, si hoy en día nos atrevemos a revisionar estas películas veremos que las mismas han envejecido muy bien, salvo quizás por escenas muy concretas como el famoso Troll de Moria de La Comunidad del Anillo o el ataque de los Olifantes de El Retorno del Rey.
De hecho, técnicas como la de los trajes de captura de movimiento que convirtieron a Andy Serkis en Gollum, no solo a día de hoy siguen resultando casi perfectas, sino que influenciaron a muchas otras películas que llegaron después como Avatar o el remake en forma de trilogía de El Planeta de los Simios.
Tal fue el éxito de aquella trilogía de películas, que nueve años después, en 2012, comenzó la adaptación fílmica de El Hobbit, la primera parte literaria de El Señor de los Anillos que Warner Bros decidió llevar a cines con tres películas de dudosa calidad que a priori iban a ser dirigidas por Guillermo del Toro pero que más tarde serían realizadas por un Peter Jackson que dada la velocidad exigida por el estudio cinematográfico y la diferencia de estilo con su predecesor, no sería capaz de repetir el éxito previo, con unos efectos digitales que, a pesar de ser de una década posteriores a los de la primera trilogía de El Señor de los Anillos, resultan mucho peores y en no pocas ocasiones, un auténtico suplicio visual.
Ya en el año 2022, Prime Video, la plataforma de streaming de Amazon, decidió continuar la franquicia con, Los Anillos de Poder, una serie que narraba los orígenes de los Anillos con los que Sauron corrompió a Enanos, Elfos y Humanos, de la cual hemos podido ver su segunda temporada este año 2024, una serie de gran calidad que ha devuelto la fe, al menos a quien esto escribe, en lo que a adaptaciones live action de El Señor de los Anillos se refiere.
Pues bien, también este año, y como apuesta de Warner Bros y New Line Cinema para este mes tan navideño, llega El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, una película que narra la guerra civil que tuvo lugar en Las Marcas de Rohan ciento ochenta y tres años antes de los acontecimientos narrados en La Comunidad del Anillo y que, curiosamente, resulta ser una película animada de estilo anime japonés dirigida por Kenji Kamiyama, director nipón muy conocido por su trabajo con la franquicia Ghost in the Shell.
Resulta curioso que Warner Bros se atreva con el terreno de la animación para la que sin duda es una de sus mayores franquicias cinematográficas junto con Harry Potter y DC Comics, sobre todo si hablamos de una película para cines y no para estreno directo en plataformas de streaming. Sin embargo, ello no es extraño para una saga como El Señor de los Anillos, cuya primera adaptación fílmica ya fue animada y llevada a cabo en 1978 por Ralph Bakshi.
Centrándonos en La Guerra de los Rohirrim, la película arranca con una breve introducción que sitúa los hechos de la película en la cronología del universo ficticio creado por JRR Tolkien con una banda sonora de apertura que es la misma que la de la trilogía original de Peter Jackson.
Y es que, no hay que olvidar que Warner quiere aquí apostar por lo seguro, siendo estas breves notas musicales una forma muy sencilla de que el espectador nada más comenzar la película, ya se sienta como en casa.
El trabajo de Kenji Kamiyama en la dirección es razonablemente bueno, con unos planos amplios que dejan ver a la perfección cada uno de los enclaves en los que se va a desarrollar la acción, para después centrarse individualmente en cada castillo, cada cuadra y cada salón del trono, con unas panorámicas que juegan muy bien tanto con los planos generales como con los más particulares, teniéndose constantemente una sensación de movimiento que hacen de la animación elegida no solo un gran acierto, sino una elección que no desentona en absoluto con el universo creado por JRR Tolkien.
En lo relativo al guion, éste está llevado a cabo por Phoebe Gittins, Arty Papageorgiou, Jeffrey Adiss y Will Matthews, con una historia ideada por estos dos últimos y por Philippa Boyens, que basado en los textos de JRR Tolkien sobre los Jinetes de Rohan y su historia, nos narran la caída de Helm Mano de Hierro, Rey de Rohan, y de sus hijos Hera, Hama y Halef que se enfrentan a la rebelión de los Dulneldinos, comandados por Wulf, un joven que se crio con Hera la hija más joven de Helm y que culpa al padre de ésta y actual Rey de Rohan de la muerte de su padre, que previamente desafiara por el trono a Mano de Hierro.
Si bien estamos ante un argumento bastante simple en el que los buenos (con Hera como absoluta protagonista y personaje que hace las veces de motor de la trama) son muy buenos y los malos son muy malos, esa simpleza no desemboca en una mala película, ya que el universo del que parte La Guerra de los Rohirim, el creado por JRR Tolkien, es ya de por sí un mundo de alta fantasía en el que apenas si existen los grises, con personajes que siempre están muy bien posicionados en el lado de la balanza que ocupan.
El desarrollo y la resolución final de la trama resultan también muy convencionales, pero todo ello se compensa con una película bien conducida y creíble que consigue con acierto que volvamos a revisitar las salas de aquel paso de Cuernavilla que por los sucesos que se narran en esta película terminarían por rebautizar la antigua fortaleza como El Abismo de Helm (ubicación de una de las más recordadas batallas de El Señor de los Anillos).
En cuanto al reparto, aquí hablamos de actores de doblaje, al tratarse de una película animada, habiendo podido juzgar muy poco (apenas por el trailer de presentación de la película) el trabajo en versión original de Brian Cox (Helm Mano de Hierro), sempiterno Logan Roy en Succession, Gaia Wise (Hera) o Luke Pasqualino como Wulf, pero estando muy contento con las voces para el mercado español de Joan Massotkleiner (Helm), Ainhoa Maiquez (Hera) o Jordi Navarro (Wulf) entre otros.
En lo relativo a fotografía y apartado visual, estamos aquí ante la división animada de Warner Bros que trasladan al espectador unas Marcas de Rohan que en su versión animada, resultan casi idénticas a las que conocimos en la trilogía de Peter Jackson (quien colabora aquí en la producción de la película) que ya dejan atisbar ese mundo fantástico en decadencia que trata de vivir sin éxito acorde a épocas pretéritas en las que el esplendor reinaba en sus parajes.
Finalmente, y en cuanto a la banda sonora, como ya hemos comentado al principio, la misma utiliza tanto temas propios, como temas propios de la trilogía original de El Señor de los Anillos, estando llevada a cabo en esta ocasión por Steve Galagher a quien conocemos de otros proyectos como Earthlings o Mystic.
El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirim no es una gran película, pero sí un añadido estupendo para los fans de la trilogía previa que demuestra que hay muchos modos de reinterpretar una franquicia concreta, siendo la elección por la animación japonesa todo un acierto que consigue expandir la franquicia de El Señor de los Anillos para un público que creció con las películas de Peter Jackson.
Dirección - 7
Guión - 5
Reparto - 7
Apartado visual - 6.5
Banda sonora - 7
6.5
Entretenida
El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, sin ser una gran película resulta un añadido animado muy apto e innovador a la trilogía original dirigida por Peter Jackson hace ya más de dos décadas.