Hoy se celebra Halloween y, siguiendo la iniciativa del resto de secciones de ZN, y como ya hemos hecho otros años, aprovechamos la ocasión para hablar de películas y series de terror. Porque los fotogramas siguen siendo esa fuente inagotable de pesadillas por la que pululan monstruos, fantasmas y maldiciones de todo tipo. La oferta es tan inabarcable que con esta lista no pretendemos, ni recomendar los clásicos por todos conocidos, ni tampoco las últimas y aplaudidas piezas del género… ¡es un poco de todo!
Esta lista solo responde a los gustos personales y caprichos de nuestros redactores: Juan Luis Daza, siempre de punta en blanco con esos trajes de piel humana tan elegantes; Sergio Fernández, el hombre que comía cerebros y todo lo demás; Giovanni Casella, psycho killer nivel mis víctimas me piden autógrafo antes de amachetarlas; Pedro de Mercader, y su tierna mirada de máscara de hockey; y Jordi T. Pardo, que lleva años sin cortarse las uñas por emular a su ídolo del barrio de Elm Street. ¿Y vosotros, alguna propuesta cinéfila para esta noche?
La semilla del diablo (1968), de Roman Polanski
La primera película de esta lista por orden cronológico, no es ni más ni menos que una obra maestra del género del terror, y por extensión, del cine universal. Polanski nos introducía en una historia familiar insana que sacudiría los cimientos de este tipo de filmes. Su influencia e importancia nos ha llegado hasta nuestros días; véase, por ejemplo, esa «raíz de tanis» que se tomaba Toni Collette en la contemporánea y muy reciente Hereditary. Con un maravilloso tándem protagonista formada por Mia Farrow y John Cassavetes, habría que hacer una mención especial a los vecinos de este matrimonio, sobre todo, a Ruth Gordon, que interpreta de manera magistral a uno de los más terroríficos e inquietantes personajes de la historia del cine. Para el recuerdo ese final que es todo un prodigio y un portento en el que su director con toda la maestría del mundo nos infunde miedo profundo sin mostrarnos nada.
Pesadilla diabólica (1976), de Dan Curtis
Con una carrera muy extensa dentro del medio televisivo, fue el creador de la famosa soap opera Dark Shadows, y una no tan pródiga en pantalla grande el productor, guionista y director estadounidense Dan Curtis es uno de los mejores y más infravalorados autores de ficción de género de la década de los 70. En aquella década rodó la que es conocida como su mejor obra para la pantalla grande, Burnt Offerings, Pesadila Diabólica en España, una adaptación al celuloide del best seller homónimo escrito por Robert Marasco. Burnt Offerings es una obra de culto merecedora de inmediata reivindicación, no sólo por el sobresaliente trabajo de su co guionista y director, capaz de capturar con el objetivo de su cámara la morbidez y el horror sin recurrir a la explicitud, o por la mastodónitica labor de su reparto con caras conocidas de la época como Oliver Reed, Karen Black, Bette Davis o Burgess Meredith entre otros, sino por asentar las bases, nunca reconocidas, de la nueva edad dorada vivida por el subgénero de casas encantadas al que más tarde se sumarían El Resplandor, Al Final de la Escalera (The Changeling) o La Centinela. Una obra maestra perfecta para degustar por primera vez, o revisionar, durante estas fechas.
Suspiria (1977), de Dario Argento
El maestro Argento creó escuela entre todos los que han querido acercarse al género. La primera parte de la trilogía de las tres madres quedó como una de las obras indispensables tanto del director como del giallo. Estamos aquí en la victoria de la forma frente al fondo. Una película en la que la historia está al servicio de la puesta en escena, pero en la que el espectador pasa por tal stehndalazo que acepta la obra sin ningún pero. Una experiencia perturbadora y absolutamente mágica. Una película tan fresca pasar una vez cada mucho. Tiene muchos factores para que la película te expulse, de hecho no te da ninguna razón para que sigas, pero logra lo contrario de forma milagrosa. Recordad, antes de ver la nueva versión, haceros el favor de revisar de nuevo esta pieza. Será más ambiciosa, puede que hasta sea más portentosa y pretenciosa, pero dudo que sea tan deliciosamente irreemplazable. Una obra que saca pecho de lo que es. Que hace de sus carencias, virtudes. Y, sobre todo, que tiene una atmosfera muy particular. ¿Quién necesita sustos?
El misterio de Salem’s Lot (1979), de Tobe Hooper
Después de varios intentos por parte de Warner Bros para llevar a la pantalla grande la novela El Misterio de Salen’s Lot, de Stephen King, con George A. Romero como director la productora tomó la decisión de llevar dicha traslación a imagen real a la pequeña pantalla y prescindir de los servicios del padre del género zombie para que ocupara su lugar Tobe Hooper, autor de la incontestable La Matanza de Texas. Finalmente una miniserie de televisión, titulada Salem’s Lot compuesta por dos entregas de 90 minutos cada una, sirvió para adaptar al medio audiovisual la palabra del escritor de Maine y de paso dejar una profunda huella en el imaginario colectivo de la época gracias a la peculiar visión que ofrecía sobre el vampirismo. Salem’s Lot es un clásico del tubo catódico, un producto hecho con escaso presupuesto, pero mucha profesionalidad, con un puñado de iconografía y pasajes inolvidables. La casa Marstern asentada en una colina a las afueras del pueblo, el pequeño Ralphie Glick vampirizado arañando la ventana del dormitorio de su hermano, el imponente Kurt Barlow de Reggie Naldder o un enorme James Mason en la piel de Richard K. Straker son varios de los alicientes que hacen de la miniserie de Tobe Hooper una cita indispensable para todos los seguidores de la ficción terrorífica.
Al final de la escalera (1980), de Peter Medak
La Cosa (1982), de John Carpenter
Ahora que el nombre de John Carpenter vuelve a salir a la palestra por el estreno de La noche de Halloween, es buen momento para reivindicar la que sigue siendo la obra magna de su autor.
Hellraiser (1987), de Clive Barker
Hace ya unos cuantos lustros desde que Stephen King pronunció esa célebre sentencia: “He visto el futuro del terror y su nombre es Clive Barker”. Tiempo pasado, seguramente sean palabras ciertamente sobredimensionadas. Pero es de una miopía asombrosa el negar su influencia en el devenir del terror contemporáneo. Un niño tierno todavía leyó el libro de Barker y quedó impactado con las imágenes que planteaba y el modo de trasladarlas a la palabra. Probablemente la lectura se produjo antes de tiempo, pero sin duda es una obra que puede llegar a ser fundacional de la pasión a este género. Es sobrecogedora y tomando ciertos elementos del terror cósmico, los reconvierte en una cosa nueva. Por no hablar de su simbolismo y de la iconicidad de unos personajes como los cenobitas. Así que no dudéis es probar y acercaos a una obra os epatará y os alimentará la imaginación, una de las cosas más terroríficas y poderosas que poseemos. ¿Ah, pero que se ha hecho una película? Bueno, de eso ya se hablará cuando toque.
Lecturas diábolicas (1989), de Tibor Takács
Aunque a partir de los primeros años de la década de los 90 se vio relegado la Serie B más cutre el cineasta canadiense Tibor Tákacs rodó un par de piezas de culto, adscritas al terror, a finales de los 80. La mejor de ellas fue indudablemente I. Madman, conocida como Lecturas Diabólicas aquí en España, una mezcla entre slasher, giallo, pulp y noir cuyo guión jugaba a placer con los resortes de una metatextualidad tremendamente atractiva. Protagonizada por Virginia (Jenny Wright) la dependiente de una librería asistiendo a cómo los hechos narrados en una novela de terror que está leyendo titulada «I. Madman» van tomando forma en la realidad. Sin saber si el maníaco doctor homicida que protagoniza el libro ha salido de las páginas del mismo con la misión de matarla o si todo es una broma pesada o producto de su imaginación Virginia se verá en la obligación de salvar su vida y desvelar el misterio que se esconde detrás de su última lectura. A día de hoy olvidada, pero manteniendo soberanamente bien la compostura después de más de treinta años de su estreno, Lecturas Diabólicas merece ser recuperada para aquellos amantes del cine y la literatura de misterio que todavía no la conozcan.
Open Grave (2013), de Gonzalo López-Gallego
Como sabemos que muchos de vosotros, queridos lectores, sois fans del género, desde esta humilde redacción también queremos sacar a la luz perlitas ocultas que pocos conoceréis. Pese a ser una producción estadounidense, Powers), que parece sufrir algún tipo de amnesia. Una mujer muda le ayuda a salir de allí y pronto se juntará con otros individuos en su mismo estado. Las dudas entre ellos comenzarán a surgir y el juguetón guion (obra de Chris y Eddie Borey) se encargará de darnos más de una sorpresa que desembocará en un fantástico final. Desgraciadamente, es posible que tengáis que recurrir a métodos clandestinos para poder ver Open Grave pero, si lo hacéis, disfrutaréis intentando encajar las piezas como si de una sala de escape se tratara. Con cierto toque del subgénero survival, que tan bien funciona en el mundo gamer, la cinta dirigida por López-Gallego, que a su vez filmó dos episodios de, la excelente, La Zona, ganó el premio al mejor guion en la vigésima edición del FANT Bilbao.
It Follows (2014), de David Robert Mitchell
La mejor manera para ver It Follows es no saber nada de ella previamente. Lo ideal sería entrar en una sala de cine a oscuras y dejarse llevar. It Follows hace honor a su título, ya que es una cinta que te atrapa de tal manera que cuando sales del cine, te sigue a todas partes. Se pega a ti como una lapa, y su singularidad es digna de mención. Una de las grandes películas del género en los últimos años que destacaba, sobre todo, por su particular propuesta. Una metáfora sobre el sexo, la juventud y otras cosas que mejor no decimos. David Robert Mitchell demostraba que se podía hacer terror adolescente con cabeza, criterio e inteligencia. No nos cortamos al decir que es un clásico contemporáneo y que, con el paso de los años, irá ganando más y más fuerza.
Más allá del Jardín (2014), de Patrick McHale
No solo a los adultos les gusta pasar miedo, los más pequeños aprenden muy pronto el gusto por el terror. Para ellos (y para nosotros) Más allá del Jardín ha sido todo un regalo, la miniserie creada por Patrick McHale para Cartoon Network. Esta cabecera de solo 10 episodios narra las aventuras de los hermanos Wirt y Greg en su deambular por Lo desconocido, un extraño bosque en el que se han perdido. En él se encontrarán con todo tipo de criaturas, en algunos casos especialmente sombrías y terroríficas. La sinopsis de la historia es un arquetipo en sí mismo del género que nos narra las peripecias de unos Hansel y Gretel modernos que lo resuelven todo gracias a su ingenio, su optimismo y un buen surtido de pegadizas canciones. El apartado visual hace única a esta producción cuyos cómics ha comenzado a publicar recientemente en nuestro país Norma Editorial. La serie podéis encontrarla completa en el catálogo de Netflix y si no la conocéis todavía os sorprenderá descubrir en ella una de las propuestas más tiernas, originales y divertidas de la animación de los últimos años. No es propiamente una serie de terror, pero son continuas sus referencias al género con pasajes y personajes terriblemente inquietantes. La devorarás y querrás más, puedes estar seguro.
Hush (2016), de Mike Flanagan
Ha habido una gran recepción para Hill House (sin ir más lejos, una de nuestras recomendaciones). Finalmente se ha puesto a Mike Flanagan bajo el foco que merece desde hace tiempo. Prueba de ella es la modesta película que está en el catálogo de Netflix que, bajo el titulo Hush, nos propone una pieza que, al contrario de muchas otras películas con mayor renombre, trata de aportar algo nuevo e interesante a los precedentes de los que parte. La protagonista es una escritora sorda que debe afrontar una home invasión a manos de un asesino con una máscara blanca (que parece salido de un slasher). Y hasta ahí la premisa de una película que hace malabares jugando entre el minimalismo y una inteligente y audaz puesta en escena de un Mike Flanagan consciente de a lo que está jugando. Este director sin hacer ruido, cual artesano, está ganándose un hueco dentro de este complejo panorama a base de su trabajo, en apariencia, discreto. Hush es una película que experimenta con el uso del sonido en el cine de terror, barriendo con los tropos que recuerda el poder ese aspecto. Solo por eso…
Crudo (2016), de Julia Ducournau
Porque no todo va a ser ver películas y leer cómics, también proponemos la especialidad culinaria del día: carpaccio humano. Desde nuestro querido país vecino, nos llegaba el año pasado
Un lugar tranquilo (2018), de John Krasinski
El actor John Krasinski nos sorprendió este año situándose detrás de las cámaras para rodar Un lugar tranquilo, una cinta con guion de Bryan Woods y Scott Beck que nos traslada a un futuro postapocalíptico en el que una familia vive aislada en el bosque cuidándose de no emitir ningún sonido para evitar alertar a las horribles criaturas que se ocultan en la oscuridad. La cinta protagonizada por Emily Blunt y el propio John Krasinski -pareja en la vida real- ha sido una de las pequeñas sorpresas de esta temporada, un filme que deja claro que todavía quedan maneras de innovar en el género terror y puntos de vista por explorar. La película nos deja algunas de las escenas más tensas e inquietantes del año, jugando hasta el extremo con la paciencia y los nervios del espectador. Puede ser predecible y forzada a medida que el clímax de la historia se deja entrever, pero la ejecución técnica y su puesta en escena nos aseguran pasar un buen rato. La dirección de John Krasinski resulta notable y logra mantenernos pendientes de cada uno de sus silenciosos y medidos planos. Es una elección segura para una noche de Halloween.
La maldición de Hill House (2018), de Mike Flanagan
En relación con el género de terror, siempre ha estado muy de moda el uso de frases hechas en la crítica especializada del tipo «la película más terrorífica de la década», «una vuelta de tuerca al género» y similares. Normalmente, suelen ser exageraciones y eso hace que las expectativas de muchos aficionados se disparen para, posteriormente, hundirse en el abismo del «no es para tanto». Eso seguramente está pasando con La maldición de Hill House, una de las últimas series de Netflix que vuelve a adaptar el famoso libro del mismo nombre Shirley Jackson ya llevado a la gran pantalla en alguna ocasión. El responsable es Mike Flanagan que ya se encargó para la compañía de la adaptación de El juego de Gerald y ha merodeado el género con historias como Hush, Absentia y Oculus: El espejo del mal. Pero es con esta miniserie de 10 capítulos que Mike Flanagan ha dado un salto de calidad ofreciendo una inteligente propuesta que va más allá de buscar el susto fácil, abordando todo un crisol de perfiles psicológicos vinculados a la tradicional casa encantada que nos mantienen pegados a su historia y no tanto por el terror (que también). La serie se mueve en varios planos temporales y destaca tanto por su guion como por su apartado técnico, mucho más ambicioso que la media de producciones del género. La mejor opción para pasar toda la noche de Halloween en vela.