#ZNCine – Especial Regreso al Futuro: The Power of Love

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Well, it’s an oldie where I come from

21 de octubre de 2015. Ya estamos aquí. Seguro que habéis sufrido durante los últimos días, meses y años un montón de imágenes en vuestras redes sociales anticipando lo que hoy se celebra, la fecha marcada en el salpicadero de un DeLorean DMC-12 modificado con algunas mejoras como un condensador de fluzo en el asiento de atrás. Muchos jugaron con nuestros sentimientos al afirmar equivocadamente que tal o cual día era el momento en el que el Doctor Emmet Brown, familiarmente conocido como Doc, llevaba a Marty McFly y Jennifer Parker al futuro. “Se equivocan”, bramábamos con un toque adventista los fans acérrimos, “no ha llegado aún el día”. Pero el tiempo, amigos, es algo inexorable, así que aquí estamos. Hoy Internet (esa abstracción llena de sabiduría, memes y vídeos de gatos que ni Robert Zemeckis ni Bob Gale pudieron predecir) explotará en multitud de artículos, homenajes, chistes sobre la ausencia de coches voladores y maratones de la trilogía en una fecha única dentro de las celebraciones fílmicas: una conmemoración que no es un aniversario, sino un alcance metafórico de la realidad con una ficción que hemos hecho tan nuestra que ha pasado a formar parte de nuestro calendario nostálgico. Algo tan especial, tan absurdo y emocionante a la vez, que no podíamos pasar por alto desde Zona Negativa, acostumbrados como estamos a las absurdas emociones en forma de viñetas y grapas. Por esa misma razón, por tratarse más de un viejo amigo que de un simple conocido, no queríamos dedicarle unas simples palabras, un sesudo análisis pormenorizado de su making of o una enumeración de las anécdotas de sus gadgets, que de eso ya os bombardearán hoy por todos lados con anuncios de zapatillas que se abrochan solas, patinetes magnéticos o refrescos estilizados. Así que, jóvenes, maduros y ancianos del lugar, os pido un favor: intentad no leer lo siguiente como si fuera una factura o una recopilación de vídeos graciosos, o un clickbait al uso (“¡entra para ver qué ideas de Regreso al Futuro II se han cumplido en la realidad!”): en su lugar, echad la vista atrás y tratad de recordar la primera vez que se os dilataron las pupilas al ver al DeLorean bajar por la rampa en el centro comercial Twin Pines. Seguro que no lo habíais visto antes en ningún tráiler destripador. Intentad capturar la esencia de ese momento y la de pensar que, cuando llegue a 140 kilómetros por hora, algo increíble va a pasar. Olvidaos de la fecha de hoy, una mera excusa para volver a regresar al futuro. ¿Nos acompañáis?

Supongo que no estáis preparados para esto, pero les encantará a vuestros hijos

Todo comenzó cuando Bob Gale, coguionista de la saga junto a Robert Zemeckis, descubrió en una visita a casa de su familia el anuario del instituto de su padre, donde figuraba como presidente de su clase. Gale pensó en la idea de si hubiera sido amigo de su padre de haber coincidido ambos en secundaria y de ahí, todo un universo de posibilidades en la historia sobre viajes en el tiempo que Gale y Robert Zemeckis siempre habían querido escribir. Corría el año 1984 y los dos guionistas llevaron la historia de Marty, Doc y compañía a varios estudios, rechazando todos el guion. Disney se echó las manos a la cabeza, preguntándoles cómo podrían creer que aceptarían rodar una película donde se insinúa un incesto entre una madre y su hijo. El propio concepto de conocer a tus padres cuando eran jóvenes era revolucionario en sí mismo, como hacer una película sobre el típico trauma de encontrarte a tus progenitores manteniendo relaciones sexuales. Cada nueva generación ha sido repetidamente incapaz de dejar de verse a sí misma como el centro del Universo o tener cierta empatía hacia otras generaciones, tanto ascendentes como descendentes. Así que aquella primera Regreso al Futuro, a pesar de su engañoso título, no quería hablarnos del futuro sino de nuestra relación con el pasado. Era un guion que nos llevaba a repasar las aspiraciones, los sueños y los errores de nuestros padres, cómo a veces los repetimos y cómo en ocasiones tenemos la oportunidad de evitarlos. Bajo toda su envoltura de ciencia ficción, Regreso al Futuro ocultaba una historia clásica contada de manera inusual pero tremendamente divertida. Con ese perfil de guion, el único que podía hacerles caso en la época tenía una productora llamada Amblin y respondía al nombre de Steven Spielberg, quien quedó prendado de la historia y que terminaría ayudando a sus viejos amigos Bob Gale y Robert Zemeckis a realizarla.

Para el recuerdo de la preproducción quedan anécdotas como esa absurda petición de uno de los productores de cambiar el nombre a la cinta por el de “Spaceman from Pluto” (sí, el libro de ciencia ficción que lee Sherman, el hijo del señor Peabody, cuando descubren el DeLorean recién estrellado contra su granero). O el primer concepto de máquina del tiempo, que Gale y Zemeckis imaginaron como una nevera en la que te metías para viajar. Al final, el título y su delicioso juego de perspectivas se mantuvo, y la máquina del tiempo tomó la ya mítica forma de un DeLorean; curiosamente los DeLorean ya habían dejado de fabricarse por aquel entonces, y tras el descomunal éxito de la película el propio John DeLorean envió una carta a Gale y Zemeckis agradeciéndoles el homenaje a su coche. Todas estas historias pertenecen ya a la leyenda de Regreso al Futuro y han pasado a formar parte de la mitología que todo fan de la saga conoce. Pero hubo otros detalles y decisiones que contribuyeron a que la película fuese una pieza única en su momento y a que siga siendo de algún modo algo atemporal, entre ellas el quién y el dónde.

Si vas a construir una máquina del tiempo en un coche, ¿por qué no hacerlo con clase?


Todos sabemos que Eric Stoltz se hizo con el papel de Marty McFly en primer lugar, aunque los productores siempre quisieron a Michael J. Fox, e incluso que llegó a rodar un par de semanas de metraje. El problema con Michael J. Fox es que ya era una estrella de la televisión gracias a Enredos de Familia (Family Ties), pero el calendario de la serie le impedía compaginarlo con una producción como Regreso al Futuro. Tras ver algunas escenas rodadas con Stoltz, Gale, Zemeckis y el propio Spielberg coincidieron en que el actor no estaba reflejando el tipo de personaje que querían que fuese Marty, así que en una decisión tremendamente inusual en el mundo de Hollywood se decidió despedir a Stoltz y regrabar esas dos semanas de rodaje esta vez con Michael J. Fox, por el que pelearon y suplicaron a NBC. Al final el actor grababa durante el día la serie de televisión para saltar por la noche al rodaje de Regreso al Futuro, todo un maratón agotador que a punto estuvo de pasarle factura. Pero Michael J. Fox era (y sería ya para la eternidad) Marty McFly, con su monopatín y sus aspiraciones de estrella de rock (el propio Michael J. Fox sabía tocar la guitarra y se aprendió al dedillo Johnny B. Goode para tocarla en la mítica escena del baile de Encantamiento Bajo el Mar). Como explicaban los guionistas, Marty era el “alien” en 1955, y necesitaban que el actor que lo interpretase estuviera en un constante estado de reacción ante el hecho de encontrarse en una época que no era la suya, pero a la vez rodeado de personajes familiares, trabajo que Michael J. Fox bordó en las tres películas. El joven actor estaba acompañado de un fantástico reparto, donde destacaba un Christopher Lloyd, aunque no lo parezca todo un actor serio y de corte clásico que interpretaría a un delicioso personaje como Doc Brown, aportándole ese punto de científico loco y entusiasta que se golpea la cabeza contra el váter colgando un reloj y se le ocurre cómo viajar en el tiempo. La química entre dos actores tan diferentes como Michael J. Fox y Christopher Lloyd trascendió a sus propios personajes, la indivisible pareja de amigos a través del tiempo. Tras ellos dos, auténticos puntales de la historia, actores como Lea Thompson (Lorraine), Tom Wilson (Biff) o Crispin Glover (George McFly), atrapados ya para siempre en el ámbar de sus personajes de Regreso al Futuro.

El “quién” era inmejorable, pero aún estaba el problema del “dónde”. Para recrear Hill Valley (oxímoron que se burlaba de la nomenclatura habitual de los pueblos cinematográficos estadounidenses) se decidió que era inviable elegir una población y rodar allí: había demasiados inconvenientes a la hora de recrear el vestuario, el tráfico y el aspecto general de una típica ciudad americana en los años 50. Así que el rodaje se estableció en el Backlot de Universal Studios, donde sólo tuvieron que añadir la parte superior del reloj al mítico edificio de los juzgados de Hill Valley (más tarde reconvertido en centro comercial). El rodaje en un estudio cerrado, donde se habían grabado las películas de los mismos años 50, ayudó sobremanera a recrear esa misma época en la mente del espectador. Utilizaron sabiamente una recreación ficticia de una época para darle veracidad a la misma y a la vez darle un aire de atemporalidad (parece mentira) a la película. Otro juego más de perspectivas.

El reloj que coronaba el ayuntamiento terminó convirtiéndose en un protagonista más de la trama. En un principio para solucionar el problema de los 1,21 Gigowatios (¡válgame Cristo!) necesarios para que Marty regresara al futuro, Gale y Zemeckis pensaron en colar el DeLorean en una prueba atómica en el desierto, tan comunes en los años 50. La escena se desestimó de nuevo por un problema presupuestario: rodar ese final costaría un millón de dólares de la época, inasumibles para la producción. El rayo impactando contra el reloj servía para cerrar más aún la trama y mantener el rodaje en el interior del set donde se rodaba gran parte de la película. El guion comenzaba a funcionar nunca mejor dicho como un reloj: el folleto de “salven el reloj de la torre” con el teléfono de Jennifer detrás que Marty guarda en su bolsillo y donde se detalla cuándo caerá un rayo era el perfecto enlace con el clímax de la película.

Sabemos dónde va a caer un rayo
Sabemos dónde va a caer un rayo

Aquí tengo que detenerme, ya que hablamos del funcionamiento del guion y la dirección, y alabar por un instante la figura del filmmaker. Es una lástima que no tengamos un término así en castellano (o no se me ocurre ninguno que le haga justicia); es algo diferente a la figura del mero director y no tan ambiciosa como la de autor, pero es la auténtica base que hizo grande a la industria del cine de entretenimiento hollywoodiense que tantas alegrías nos ha dado. Para muestra, un botón de la mano de Bob Gale y Robert Zemeckis en la escena que abre Regreso al Futuro, donde la cámara pasa por un enjambre de relojes en funcionamiento y en una pequeña secuencia se nos describe perfectamente (¡sin conocerlo!) al personaje de Doc. No sólo al personaje, sino incluso su historia con tan sólo unos recortes de periódico. Una perfecta introducción que se corona con la entrada de Marty, la explosión del amplificador (los excesos ochenteros en su máximo exponente) y la genial entrada de Huey Lewis and the News con The Power of Love. Narrativa, ritmo, tempo, llámalo como quieras. Funciona.

Esa extraña atemporalidad de la que hablábamos más arriba y que hace que Regreso al Futuro sea una saga que ha soportado casi mejor que ninguna el paso del tiempo creo que se resume en el propio Huey Lewis, del que Zemeckis era fan, ya que hablamos de él. Impagable su aparición en la película como cabeza del jurado que excluye al grupo de Marty del concurso de bandas con el mítico “Me temo que sois demasiado ruidosos, no debemos de olvidar que Huey Lewis and the News son un exponente de lo que fueron los años 80, donde recordemos está ambientada Regreso al Futuro. Los 80. Posiblemente la época más hortera de la Historia reciente de la Humanidad (aunque la pobre imitación involucionada ochentera que fueron los 90 le van a la zaga). Y tenemos muchos ejemplos de películas ochenteras que vistas hoy parecen completamente desfasadas. Os pongo un ejemplo con el propio videoclip oficial de The Power of Love, tema principal de la película:

Impresionante, ¿verdad? Un compendio de todo lo que hace que veamos material audiovisual de la década de los 80 con una mezcla de incredulidad y cachondeo. Pero esa regla no se aplica a Regreso al Futuro: claro está que gran parte de la película estaba situada en los 50, pero aun así tampoco la vemos como una película de época. Quizás sea por lo que hablábamos al principio, y que para muchos fue la clave de su éxito internacional: contaba la historia del cambio generacional, de las similitudes entre padres e hijos, del paso del tiempo y cómo nos volvemos unos extraños los unos de los otros. Algo arraigado en todas las culturas del planeta. Decía Robert Zemeckis alabando el género histórico en el Cine que “cualquier película histórica recrea el pasado y sus eventos, y puede recrear la verdad de esos eventos porque puede mirar al pasado a través del prisma del tiempo”.

Pero más allá de divagaciones y teorías, creo que la clave del éxito de Regreso al Futuro es que todo en ella caía bien. Todos éramos (y seguimos siendo) un poco Marty McFly, queriendo ser únicos, estrellas del rock pero en realidad atrapados entre generaciones. Regreso al Futuro triunfó en sus pases previos, logrando una conexión total con la audiencia que entraba al juego de manera inmediata con la trama y los personajes. No sólo eso, el humor de cada escena afectaba al espectador de una u otra forma dependiendo de a qué generación perteneciese, logrando una película con uno de los targets de audiencia más alocados que se recuerdan. Claro que el final representaba las ansias de los 80: el coche, la chica, el éxito… pero el corazón narrativo de la película ha mantenido su encanto hasta nuestros días, y aunque siga siendo considerada una gran película de ciencia ficción hay un dato que sigue descolocando: en toda la película apenas hay una treintena de planos con efectos especiales. No, definitivamente lo fantástico no era el mayor atractivo de Regreso al Futuro ni el responsable de su magia. Con estos cimientos tan poderosos, era cuestión de tiempo (nunca mejor dicho) que se pensara en una secuela.

Nadie… me llama… gallina

Ah, las secuelas. Hoy en día estamos tan acostumbrados a ellas como a los remakes, reboots y precuelas. Normalmente (y más tratándose de blockbusters) son pretextos para coger una fórmula de éxito e intentar repetirla intentando que no pierda la gracia del original. El problema aquí estribaba en que no nos encontrábamos ante un cineasta dado al convencionalismo sino ante Robert Zemeckis; baste decir que en los tiempos en los que se empezó a preparar Regreso al Futuro 2, se encontraba en Londres rodando esa joya que es Quién Engañó a Roger Rabbit, algo completamente diferente a sus anteriores trabajos. Así que cuando Bob Gale le envió un borrador del guion para la segunda parte en la que Marty viajaba desde el futuro de vuelta esta vez a la década de los 60, con las protestas contra la guerra de Vietnam y el flower power como ganchos, Zemeckis comprendió que lo estaban enfocando mal. No era sólo cuestión de repetir la jugada con nuevos chistes, sino ir a alguna parte con la historia y los personajes. Las bases del futuro alternativo donde Biff ha conseguido el almanaque y el nuevo presente distópico de Marty ya estaban sentadas, y vinieron dadas por la negativa de Crispin Glover a volver (el actor pidió, al parecer, unas condiciones económicas demasiado exigentes y no quiso dar marcha atrás con las mismas); de este modo George McFly era eliminado del guion de Regreso al Futuro 2, dejando abierta la trama en la que Biff y Lorraine terminan juntos. Teníamos conflicto y un tono abiertamente más oscuro pero Zemeckis buscaba algo realmente desafiante, y vaya si lo encontró.

Póster de Regreso al Futuro 2, primera vez que Drew Struzan utilizaba un posado para dibujarlo
Póster de Regreso al Futuro 2, primera vez que Drew Struzan utilizaba un posado para dibujarlo

En Regreso al Futuro 2 se volvió a constatar que la saga era de todo menos conformista, y es que a Zemeckis se le ocurrió la brillante y arriesgadísima idea de que Marty no regresase a la década de los 60, sino de nuevo a 1955. A la primera película. Eso significaba recrear escenas de la primera parte con los mismos protagonistas y añadiendo a los actores interpretando las tramas de la secuela. Todo un desafío para el equipo de diseño de producción y a nivel técnico, con la incorporación de un nuevo modelo de cámara que permitía superponer a varios actores en la misma escena. A nivel narrativo, Regreso al Futuro 2 daba una bofetada al concepto mismo de secuela, reinterpretando su propia mitología y multiplicando los géneros en los que se movería la saga y que culminaría en la tercera parte con Marty yendo a rescatar a Doc al Viejo Oeste y sacándose de la manga un western de ciencia ficción. De hecho en un principio la parte del Oeste estaba incluida en el primer borrador de guion de Regreso al Futuro 2, pero al ver que sería una película demasiado larga e inabarcable decidieron algo tan habitual hoy en día pero casi inédito en aquellos tiempos como fue rodarlo todo de manera consecutiva y luego montar dos películas diferentes. Ya teníamos la trilogía en marcha.

El resumen gráfico de la saga
El resumen gráfico de la saga

La sensacional vuelta de tuerca que supuso Regreso al Futuro 2 propició florituras narrativas como que la saga se hiciera guiños a sí misma, con escenas como los tres despertares idénticos de Marty junto a su madre, las entradas a la plaza de Hill Valley o la escena del bar con George McFly y Marty McFly Jr. en 1955 y en el futuro. El futuro. Vaya, creo que esa parte de la película es la que nos ha traído hasta aquí hoy con este pequeño homenaje. La fecha elegida por Doc para el viaje. 21 de octubre de 2015. Representar un mundo treinta años en el futuro no resulta fácil y con Regreso al Futuro 2 nos descubrieron un 2015 que a día de hoy sigue siendo fascinante: si habéis leído hasta aquí os sabréis de memoria todos los cachivaches y guiños con los que Zemeckis y compañía retrataron el mundo de 2015, léase coches voladores, chaquetas con autosecado, tráilers de cine mediante hologramas (impagable la puya a “Max” Spielberg: “El tiburón aún parece falso”), recreativas con juegos “retro” y el sempiterno y soñado hoverboard. Pero para desilusión de muchos, Zemeckis desvela un detalle en los documentales sobre el cómo se hicieron las películas, y es que no estaba interesado en absoluto en la parte en la que Marty viaja al futuro: lo que para muchos era fascinante, para el director suponía sencillamente una molestia en la que tenían que discernir cómo sería el mundo dentro de treinta años a sabiendas de que no acertarían en la mayoría de cosas. Y sí, sabían que no tendríamos coches voladores pero, como bien dice Bob Gale, “por supuesto que teníamos que incluirlos”. Lo que sí cambiaron con respecto a la época fue el tono del futuro: si en los 80 predominaba el estilo sucio y oscuro impuesto por cintas como Blade Runner, en Regreso al Futuro 2 se intentó dar un carácter esperanzador al futuro, una versión mucho más luminosa y mucho menos aterradora que la imagen que se tenía de los años venideros por entonces.

Otro problema fue el tener que empezar desde donde lo habían dejado en la primera parte. Muchos piensan que el final estaba escrito con la secuela en mente, pero Gale y Zemeckis escribieron el regreso de Doc desde el futuro para avisar a Marty como una broma final; “si hubiera sabido que habría secuela, nunca hubiera metido a Jennifer en el coche”, bromea Zemeckis, quien despachó a la novia de Marty (interpretada por Claudia Wells, quien no pudo rodar la segunda parte por encontrarse su madre enferma y fue sustituida por Elizabeth Shue) en apenas unos minutos tras comenzar la segunda parte dejándola inconsciente y demostrando que no todo estaba atado para continuar la historia. La ausencia de Crispin Glover se solventó mostrando en los dos momentos en los que aparece su personaje a un George McFly boca abajo o en segundo plano.

El final de Regreso al Futuro y el comienzo de Regreso al Futuro 2. Nótese el cambio de Jennifers.
El final de Regreso al Futuro y el comienzo de Regreso al Futuro 2. Nótese el cambio de Jennifers.


Tanto Regreso al Futuro 2 como Regreso al Futuro 3 fueron producciones mucho más desafiantes a nivel técnico, qué duda cabe, pero también abrieron una brecha de calidad en cuanto a qué esperar de una saga. De hecho para el propio Robert Zemeckis, Regreso al Futuro 2 sigue siendo una de las películas más interesantes de su filmografía. Un desafío como guionista y como director que le llevó de la ciencia ficción a la aventura y de la comedia al western en un viaje único como creador, y tuvo la gran recompensa de ver su carrera lanzada con la primera parte y confirmarse como uno de los grandes directores contemporáneos de Hollywood al terminar la trilogía. De repente, aquella historia sobre viajes en el tiempo se les había escapado de las manos, convirtiéndose en algo mucho más grande de lo que jamás habían soñado.

Regreso al Futuro 3. Y de repente, un western.
Regreso al Futuro 3. Y de repente, un western.

¿Qué nos pasa en el futuro, Doc? ¿Nos volvemos gilipollas o algo así?

Podríamos seguir hablando largo y tendido de Regreso al Futuro. De Pete Townshend, Jimmy Hendrix y Chuck Berry, media historia del Rock resumida en una sola actuación; de rodar una persecución a caballo tras una locomotora que empuja un DeLorean y de los homenajes a John Ford; del cambio del personaje de Doc Brown, que quería dedicarse al estudio del otro gran misterio del Universo: las mujeres, y termina enamorado de una maravillosa Mary Steenburgen con la que comparte la afición de leer a Julio Verne, cuyo espíritu tanto tuvo que ver con lo visionarios que fueron Bob Gale y Robert Zemeckis; de Alan Silvestri, que no quiso hacer una banda sonora llena de rock y sintetizadores, como era la moda en la época, sino que nos regaló una partitura repleta de épica y aventura con espléndidas variaciones en cada entrega. Pero creo que va siendo hora de recapitular. Este artículo no pretendía ser un resumen de la saga, sino más bien una reflexión sobre la huella que nos dejó a tantos que crecimos entre gruesas carátulas de VHS de videoclub, a los que estaban antes y a los que llegaron después. Y aquí estamos, en pleno 21 de octubre de 2015. El presente nos ha alcanzado y aún estamos intentando averiguar por qué nos gusta tanto Regreso al Futuro. Parece que, como dice Marty, nos hemos vuelto gilipollas intentando averiguarlo, de hecho; tanto como para que Pepsi vaya a hacer realidad la Pepsi Perfect o que Universal haya realizado un tráiler de Tiburón 19. O que cada dos semanas tengamos noticias del avance en la tecnología del patinete volador, tan popular que el Oxford English Dictionary ha incluido la palabra “hoverboard” en el diccionario inglés. En 1986, durante el equivalente al debate sobre el estado de la nación estadounidense, el presidente Ronald Reagan (quien por cierto dicen que rio a carcajadas durante un pase de la primera película en la Casa Blanca con su mención cuando Doc pregunta quién es presidente en el futuro de Marty) mencionó a Regreso al Futuro con su famosa frase: “A donde vamos no necesitamos carreteras”.


No, Regreso al Futuro se convirtió en algo más grande, en parte de la propia cultura popular. Una cinta tan extrañamente inusual que ha logrado sobrevivir en la memoria y el corazón de generaciones de espectadores aunque haya sido alcanzada durante el día de hoy por su propio futuro. Siempre he visto Regreso al Futuro como el gran cajón de juguetes del cine de entretenimiento, ése donde cada vez que rebuscas aparece algo nuevo, donde todo es absurdo y a la vez acaba cobrando todo el sentido del mundo. La destrucción del DeLorean al final de la tercera parte era la forma que Zemeckis tenía de decir que la diversión se había acabado (casi un salto de la juventud a la madurez que supone la despedida de Marty de su viejo amigo Doc) y que nunca permitiría una cuarta entrega, una honrosa excepción en la época cinematográfica en la que vivimos en la que levantamos sin miramientos a los muertos de sus tumbas para que vuelvan a caminar convertidos en meros zombis y donde cada día nos levantamos con el anuncio de un nuevo saqueo a nuestra nostalgia. En ese aspecto, Regreso al Futuro sigue siendo un pequeño tesoro al que se le respeta tanto como a un recuerdo de la infancia. No hay más que ver el recibimiento emocionado de la audiencia cuando Michael J. Fox, ya aquejado de la enfermedad de Parkinson que padece desde 1991 y que no le ha impedido seguir trabajando (su maquiavélico Louis Canning de The Good Wife, alejado completamente del buenismo de Marty McFly, le ha deparado tres nominaciones consecutivas al Emmy) y Christopher Lloyd se reunieron durante una entrega de premios con motivo del homenaje a los 25 años de Regreso al Futuro; y ya estos días de celebración, para charlar sobre las predicciones de la cinta en el marco de un anuncio de Toyota. Aún hay algo en el hecho de verlos juntos que hace que se nos pongan los pelos de punta y que nos hace pensar en todo lo que ha trascendido la saga con el paso del tiempo.

Marty y Doc, amigos en el tiempo
Marty y Doc, amigos en el tiempo

Precisamente porque ayuda a comprender tanta locura con querer participar de la celebración de la llegada de Marty McFly al futuro, locura de la que este mismo artículo es partícipe, me alegra que el 21 de octubre de 2015 haya coincidido en el tiempo con la resaca del último tráiler de Star Wars (un anacronismo para el lector que relea esto en el futuro, pero seguro que como buen viajero temporal será permisivo con el ejemplo). Star Wars es otro gran ejemplo de nostalgias cinematográficas que van más allá de la razón, y que apelan a un sentimiento de pertenencia cultural a una historia tan arraigado que logra que la hagamos nuestra sin importar edad, género o procedencia. Y ahí está la clave. Hemos visto a padres emocionados pasando (o intentando pasar) la antorcha de su emoción a sus hijos con hilarantes resultados, pero más allá de lo anecdótico tenemos el salto generacional del que trata al fin y al cabo Regreso al Futuro y que en algunos casos como el que nos ocupa deja de pertenecer solamente a sus contemporáneos y se convierte en un legado. O quizás es que nos hemos vuelto gilipollas como decía Marty. Quién sabe.

Regreso_Al_Futuro_Día

Epílogo – ¿Hay alguien en casa, McFly?

Me gustaría terminar esta humilde oda a Regreso al Futuro con alguien a quien he nombrado más bien poco durante el artículo a pesar de su importancia en la trama, y que no es otro que Biff Tannen. El eterno abusón pero a la vez el único que fue proactivo a la hora de viajar en el tiempo, y que sólo por su mala cabeza de joven (su experimentado yo del futuro –menudo lío- ya se dio cuenta en el pasado de que su yo joven –es decir, él mismo- era todo un pazguato) nos llevó a ese futuro apocalíptico en el que se convirtió en, sí, todo un supervillano. Biff (y Griff, y Budford “perro loco” Tannen) siempre fue la cabeza de turco de Regreso al Futuro, el que tenía que salir perdiendo para que el continuo no se estropeara debido a los viajes de Marty y Doc. Qué queréis que os diga, me da cierta pena pensar en el muchacho atrapado en una eterna derrota en la persecución por la plaza de Hill Valley, eternamente bañado en estiércol. Y todos los participantes en el rodaje coinciden en que era extraño ver a alguien con un carácter tan generoso y apacible como el del actor Tom Wilson dando vida a alguien tan pérfido como Biff Tannen. Por eso me gustaría terminar con el homenaje que el propio Wilson, atrapado para siempre en el tornado cultural que representa Regreso al Futuro para los participantes en su producción, dedicó a las continuas preguntas que inexorablemente y pase el tiempo que pase (y supongo que hoy especialmente), todo el mundo le hace sobre Regreso al Futuro. Así que quitémosle hierro a la parrafada anterior y concluyamos que, a pesar de todo, es sólo una película. Pero una que no puedes dejar de ver una vez escuchas anunciar a Huey Lewis and The News que no necesitas dinero, ni fama ni tarjeta de crédito para coger este tren que te llevará a saber de dónde viene el nombre del centro comercial Twin Pines o a arreglar el continuo espacio tiempo consiguiendo que George saque a Lorraine a bailar al ritmo de Earth Angel de Marvin Berry & The Starlighters. Creo que este amor es para siempre.

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Lector
21 octubre, 2015 10:52

muy buena reseña,samuel.

a mí lo que más me fastidia es que tanto Michael j.fox(con su perenne cara de niño.mismamente como el mítico rooney) o el mismo Christopher Lloyd(echad un vistazo a su cameo en 1000 MANERAS DE MORIR EN EL OESTE.sorprendente como aguanta el tipo) aún podrían haberse currado alguna secuela más.

lastima de esa enfermedad puñetera que trunca, en parte, la carrera del actor.

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Lector
21 octubre, 2015 10:54

eso,sí,aquí creo que diferiría con el amigo jorgenexo,pero la tercera es ,efectivamente,pelín liosa.

ya menos,claro,cuando la has visto docenas de veces,pero en su momento de estreno…

Mr. Cesar
Lector
21 octubre, 2015 11:34

Una de mis trilogías favoritas, que no me canso de ver una y otra vez (siempre que la veo haciendo zapping me quedo a verla hasta el final) y que hizo que quisiera ser propietario de un flamante DeLorean. ¡¡¡Larga vida a Marty, Doc y compañía!!!
¡Ah! y gracias Robert Zemekis por no permitir una secuela-precuela-reboot mientras sigas vivo.

Hombre de Trapo
Lector
21 octubre, 2015 13:02

Estupendo artículo, Samuel, muy bien documentado y escrito con auténtico sentimiento. ¡Si hasta has conseguido emocionarme!

Pues nada, esta tarde me largo al cine a ver la trilogía en versión original, que la ocasión lo merece.

Save
Save
Lector
21 octubre, 2015 14:34

A mí no me parece que los 90 sean una imitación de los 80 ni de lejos, pero eso es otra historia. Gran artículo y gran saga.

Sergio Robla
Autor
21 octubre, 2015 15:15

OMG! El señor Peabody y su hijo Sherman! Acabo de pillar el chiste!

hermenauta
hermenauta
Lector
21 octubre, 2015 15:39

Apuntaria una ultima guinda a la descripción de la estupenda escena inicial como justificación del saber hacer del realizador: la presencia del mega-amplificador de guitarra no es mas que una explicación rapida y cinematográfica del porque de la relación entre Marty McFly, un jovencito guayón y modernete, y Doc Brown, un cientifico loco, ya que de otra forma, esta premisa inicial necesaria para el desarroyo posterior de la trama, seria dificilmente justificable.

Por lo demás, magnifico articulo, ha sido divertido volver a recordar esta divertida trilogia.

Aun recuerdo la sensacion de maravilla que me invadia cuando sali de cine Regio Palace, despues de ver la segunda parte de Regreso al Futuro, completamente emocionado y ansioso al descubrir que ya estaban preparando la tercera!

Igverni
Lector
21 octubre, 2015 16:15

Felicidades, Samuel!!

No hay nada como leer a alguien que escribe desde el corazón. ¡Articulazo a favoritos!!

Otro muy fan de Regreso al futuro, gran día el 21 de Octubre de 2015!!!!

Dultyx
Dultyx
Lector
21 octubre, 2015 18:09

¡Impresionante reseña! La verdad, Regreso al Futuro siempre ha sido, para mí, el ejemplo de cómo debería ser el cine mainstream o de entretenimiento. Divertida, dramática, con mensaje y con su propia mitología (el almanaque, las frases, el uso de un Delorean como máquina del tiempo, la indumentaria de cada personaje…).

BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
21 octubre, 2015 19:22

Bueno,Biff Tannen que da cierta pena….

-Aparte de dedicarse a hacer daño y putear a todo lo que se le pone a tiro, intenta violar a la madre de Macfly en un aparcamiento (y aun así le dan trabajo años después…increible-ble)
-En la realidad alternativa ORIGINAL es un parásito que vive a costa del dinero y del trabajo del patriarca Mcfly, como venganza por haber conseguido llevarse a la chica que le gustaba en el instituto.
-En la que genera con el almanaque (por cierto es el mismo Biff que come estiércol en la 1º entrega): quema su instituto, destruye el sistema de justicia y asesina al padre de Marty, dejando alcoholica perdida a su madre. No hace lo mismo con el propio Marty de puro milagro.
-Sus parientes no son mejores: su hijo y nieto buscan enmarronar a su descendencia en algún crimen para que su familia se hunda en el estiércol social y su antepasado era un asesino de gatillo fácil.

Se puede ver que los McFly y los Tanner tienen algún vínculo kármico de enemistad, estilo abusón-víctima,que excede el espacio y el tiempo y que abre la teoría de que no son los viajes en el tiempo sino el propio universo quien se está re-configurando a sí mismo.

Cortocordobes
Cortocordobes
Lector
21 octubre, 2015 19:53

Enhorabuena, señor Secades. No ha hecho usted que broten lagrimillas de mis ojos. No. Por que las que brotaban era como puños. Nostalgia con mayúsculas. Nostalgia de no volver a ver esta historia desde los ojos del joven deslumbrado, sino con los del padre que espera ilusionado que un día su hijo pueda disfrutar esta u otras historias ( las suyas) como yo disfruté esta en su tiempo.

¿Cómo es posible que el corazón se ponga a latir como un loco cada vez que el Delorean empieza a acelerar, si ya se de antemano que esta vez va a ocurrir exactamente lo mismo que la anterior vez que vi la peli?

Dynamo
Dynamo
Lector
En respuesta a  Cortocordobes
23 octubre, 2015 13:35

Esta semana le pude a mi hijo de 9 años la trilogía entera y disfrute el doble. Viendo la película y viendo a mi hijo emocionarse como cuando yo la vi la primera vez.
Fue acabar y pedirme la cuarta. Le dije que no había más y que mejor que no hubiera más.

Roskat_vm
Roskat_vm
Lector
21 octubre, 2015 22:27

Me ha encantado el artículo! De todo lo que he leído hoy, y visto en medios «serios» nadie ha hecho un análisis tan divertido y útil como este. Y no es peloteo, eh. Para mí, el guión es como un mecano que encaja a la perfección, y que se ríe mucho de sí mismo (otra escena que se repite es la de una chica entrando justo en el momento de la demostración con la maqueta; aunque solo se repite en dos, y justo coincide con las que hay interés romántico en medio). Se quedará obsoleta, pero sigue siendo una trilogía muy divertida de ver.

Juan Iglesia Gutiérrez
22 octubre, 2015 0:53

Fantástico artículo!
Par cualquier deceíta de pro, la trilogía de Regreso al Futuro bien podría llamarse Crisis en Hill Valley! Viajes en el tiempo, realidades alternativas, paradojas, contradicciones, distintas versiones del mismo personaje conviviendo, …

Franz
Franz
Lector
22 octubre, 2015 4:17

Tal y como sus personajes conquistaron el tiempo en la ficción, esta trilogía lo hizo en la vida real. Habran paso a las leyendas del cine.

flashpoint
flashpoint
Lector
22 octubre, 2015 5:39

Muy buen artículo… hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo uno.

Estamos todos de acuerdo que debe de ser una de las trilogías más exitosas y más aclamadas del cine. Es tan tremenda la saga y el final tan inesperado que se les olvida un detalle:

Zemeckis, Gale y Spielberg siempre pensaron en hacer una segunda trilogía, fue Michael J Fox quién tuvo una carrera meteórica hasta el parkinson el que se negaba a hacerla porque no quería encasillarse en el personaje.

Por algo se hizo el viaje temático en Los Estudios Universal, o Christopher Lloyd aparece de convención en convención disfrazado como el Doc sobre un DeLorean firmando autógrafos. Incluso para los que no recuerden se hizo una muy lamentable serie animada para la TV donde los protagonistas eran los hijos del Doc.

Claro que luego de tantos intentos de reunir el reparto, un sin fin de re-escrituras del guión, la enfermedad de Fox quién hace poco habló con Zemeckis y dijo que sólo volvería en un papel si interpretaba un rol como el del Doc… la cosa no toma mucha forma.

Por eso no se equivoquen Zemeckis si le tiene echado el diente a una nueva trilogía, el asunto está en el temor de hacerlo con nuevos actores, tal cómo sucedió con Indiana Jones, o podríamos caer en el seguro fiasco del remake de los Caza Fantasmas.

Es por eso que llamó mucho la atención el comercial de Toyota.
Primero porque sale Michael J Fox, lo cual habla que ya está más que dispuesto a volver al papel y segundo porque gracias a esto SÓLO ES CUESTIÓN DE TIEMPO para que Hollywood haga una nueva trilogía.

Mr. Cesar
Lector
En respuesta a  flashpoint
22 octubre, 2015 12:50
Dynamo
Dynamo
Lector
23 octubre, 2015 13:33

Extraordinario, señor Secades. Por mi parte no sólo soy fan de la saga. Es que no hay para mí otra saga que me guste más.
Tendrá sus fallos si los buscas, pero es genial de principio a fin.

Dynamo
Dynamo
Lector
23 octubre, 2015 14:09

Extraordinario artículo señor Secades.
Yo soy fan de la trilogía, hasta el punto que mi saga favorita por encima de ningún otra.
Por supuesto que tendrá sus fallos si los buscas, pero es tan genial que no me importan. Es una trilogía redonda .
Edito: no me aparecía el comentario anterior o y lo he repetido. Perdón .

HenryJones
HenryJones
Lector
23 octubre, 2015 21:14

Genial articulo felicidades. El día señalado me vi la segunda como tocaba y sigue siendo excepcional. De todas formas me sigo quedando con la primera, para mi no le falla nada, lo tiene todo, amor, tensión, aventura, comedia… y el coche 🙂

frankbanner49
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Lector
26 octubre, 2015 10:21

ayer,domingo,viendo la tele,me dí cuenta de dos cosas: de lo buenorra que estaba emily blunt en DEATH RACE.EL ORIGÉN(es una señora que no me resulta atractiva,y a la que incluiria,de hecho,en la clasificación de «feapa») de que la peli que vino justo despues de MAD MAX:MÁS ALLÁ DE LA CUPULA DEL TRUENO,esta dirigida por george miller..y por otro director(¿por que pasó eso?),y que leyendo un libro sobre los nostalgicos 80,leo que hubo un actor,eric stoltz,que se cascó practicamente la pelicula de REGRESO AL FUTURO,para que finalmente,los productores decidieran reemplazarlo por michael j.fox,que rodó la pelicula entre periodos de descanso de la serie que rodaba por aquel entonces:enredos de familia.
al,parecer ,la decisión de eliminarlo,vino por que detectaron que existia escasa quimica con el personaje de doc brown.curiosa anecdota.¿es así como la he leido?.

no sé,oye,cosas que se me vienen a la cabeza,y las suelto aquí. 🙂

p.d:si alguien pilla un enlace con la b.s.o. de DEATH RACE:THE ORIGIN,que rule,please.algun tema me llegó a llamar la atención. 😉

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Lector
27 octubre, 2015 10:35

si es que hay dias que estoy especialmente espeso,samuel.y eso que el articulo lo he disfrutado de arriba a abajo.en fín… 🙂

lo mismo que atribuir el cuerpazo de nathalie martinez al de emily blunt en la peli de death race:origin.

(sic).

busco eso de eric stoltz.

evidentemente,alguien no ha hecho los deberes bien.la info la encontré o en el estupendo libro YO FUÍ A E.G.B.,o en otro del mismo corte que no recuerdo ahora.