ESOS DÍAS QUE DESAPARECEN
«¿La peli de La sustancia no es el argumento de Upgrade Soul?» Jordi T. Pardo
Tal vez por tratar de abarcar varios asuntos a la vez o por mostrarme crítico con el último capítulo de Agatha, ¿quién si no? (no creo en las brujas pero, haberlas, haylas), eliminé el primer borrador que dediqué a La sustancia. Probablemente, si este hubiera sido referente a otra película, habría desistido en mi empeño de seguir con el plan establecido. Una señal del destino advirtiéndome de que bajara el pistón. Sin embargo, la cinta dirigida por Coralie Fargeat bien merecía tener su reseña en nuestra web. Armándome de paciencia, y asumiendo que las palabras no serán las mismas, vuelvo a levar anclas para diseccionar una de las películas más disruptivas del presente año.
La sustancia gira alrededor de Elisabeth Sparkle, una actriz de Hollywood en horas bajas que, tras sufrir un accidente de coche, recibe un misterioso mensaje que promete cambiar su vida. Si se inyecta el componente que pone nombre al título, de Elisabeth surgirá una versión más joven, más guapa y más perfecta. Más allá del anónimo emisor, de quien no sabemos nada ni falta que hace, este particular pacto con el diablo viene acompañado de unas instrucciones de uso que hay que cumplir a rajatabla. El problema de las reglas, como ocurriera en Gremlins, es que están ahí para romperse. Aunque se subraye la importancia de que ambas deben alternarse en el tiempo (una semana para cada una), intuimos desde el principio que esto no será así. La duda surge de si será Elisabeth o Sue (el nuevo alter ego) quien traicione a su otra parte.
Ya en su ópera prima, Revenge, Coralie Fargeat llamó poderosamente la atención con una sanguinolienta historia en la que denunciaba la violencia ejercida contra las mujeres. En aquella ocasión, una joven era violada por un amigo de su amante quien la arrojaba por un precipicio ante la insistencia de ella por presentar una denuncia. Dada por muerta, Jen (Matilda Anna Igrid Lutz) se levantaba para vengarse de semejantes desgraciados. La sustancia juega en la misma liga que Revenge pero la cineasta parisina se nutre del body horror para construir su particular sátira. Al más puro estilo David Cronenberg, Fargeat sitúa al monstruoso enemigo de la humanidad dentro del propio cuerpo. La dictadura del edadismo impuesta por la sociedad patriarcal ha excluido históricamente a las mujeres cuando estas dejan de ser jóvenes y apuestas. Tratadas como objetos, como carnaza, la fecha de caducidad es un obstáculo insuperable.
Fargeat provoca al espectador tratando de despertar conciencias. La sustancia es una película extrema que busca incomodar desde el primer momento. Los fluidos, la sangre y las vísceras contrastan con una belleza que oculta algo mucho más oscuro. Pese a que, como hemos mencionado anteriormente, sea el director de Una historia de violencia el primer referente que se nos venga a la cabeza, hay planos de Fargaet que nos retrotraen a Stanley Kubrick y otros tantos a David Lynch. Al igual que sus personajes, Coralie Fargaet se alimenta de grandes nombres (homenajes a Vértigo o Carrie incluidos) para mutar en busca de su propia identidad.
Más allá de la excelente labor de su directora, cabe resaltar el extraordinario trabajo de su pareja protagonista. Para interpretar el papel de Elisabeth, pocas opciones parecen mejores que Demi Moore. Tras unos primeros años de carrera en los que destacó por sus actuaciones en La séptima profecía, Ghost o Algunos hombres buenos, la actriz nacida en Roswell fue sexualizada hasta el paroxismo en cintas como Una proposición indecente, Acoso o Striptease. Tratando de dar un volantazo a su carrera, Moore se rapó la cabeza en 1997 para interpretar a la Teniente O’Neil poniéndose a las órdenes de Ridley Scott. Aquello no funcionó y más allá de papeles secundarios en películas menores, el estrellato de Moore comenzó a difuminarse. Si bien nunca ganó un Oscar como el personaje que interpreta en La sustancia, las semejanzas que guarda con Elisabeth no son pocas.
Al más puro estilo Jane Fonda, Elisabeth ha alcanzado la madurez en muy buena forma y presenta un programa televisivo de gimnasia. No obstante, esto no es suficiente para Harvey (a quien da vida un histriónico Dennis Quaid), productor del show que quiere reemplazar a Elisabeth por alguien más joven. El recuerdo de un afamado pasado y la consciencia de que su tiempo ya pasó impulsa a la protagonista a tomar la decisión más drástica de su vida. La excesiva competitividad y su consiguiente locura recuerda al Cisne negro de Darren Aronofsky con una pátina de Doctor Jekyll y Mister Hyde.
De esta forma surge Sue, la versión más joven de Elisabeth. Pese a que el contacto de La sustancia se empeña en repetir a ambas que son la misma persona y, por ello, no deben entrar en conflicto, el modo autodestrucción no tardará en hacer acto de presencia. Margaret Qualley hace tiempo que dejó de ser, únicamente, la hija de Andie MacDowell para convertirse en una de las actrices con más futuro (y presente) en la industria del cine. Forjada en la maravillosa The Leftovers, Qualley tuvo papeles secundarios en cintas como Dos buenos tipos, Death Note o Érase una vez en… Hollywood. Tras compartir escenas con su progenitora en la miniserie La asistenta, la actriz nacida en Montana acumula trabajos con directores de la talla de Ethan Coen o Yorgos Lanthimos. En La sustancia, Qualley se muestra arrebatadora en pantalla pero su particular metamorfosis kafkiana permite que su innegable talento se expanda.
Como en Esos días que desaparecen, La sustancia explora la dualidad de un mismo personaje. Sin embargo, si en el cómic de Le Boucher, entre otras muchas cosas, podíamos observar la lucha de clases, en la cinta dirigida por Fargeat el conflicto es generacional. Más allá de la polémica, La sustancia ya ha cosechado el premio al mejor guion en el Festival de Cannes y el Premio del Público en el último Festival de Toronto a pesar de no ser apta para todo el mundo. Más que golpear en la boca del estómago La sustancia es una película que nos retuerce hasta la náusea utilizando todo tipo de estridencias.
LO MEJOR
+ El ímpetu de Coralie Fargeat a la hora de criticar la dictadura del edadismo.
+ La perfecta simbiosis entre Demi Moore y Margaret Qualley, dos caras de una misma moneda.
+ La capacidad que tiene La sustancia de alterar nuestros sentidos provocando absoluta repulsión
LO PEOR
– No es una película apta para estómagos delicados.
– Que, en algunos casos, los árboles (el horror corporal) no deje ver el bosque (espíritu crítico).
– El desatadísimo último acto puede resultar un tanto caricaturesco.
Dirección - 9
Guión - 8.5
Reparto - 8
Apartado visual - 9
Banda sonora - 7
8.3
Oh là là !
Coralie Fargeat firma, en clave feminista, una de las cintas más perturbadoras de este 2024. Grotesca, pero no exenta de humor negro, Fargeat realiza una crítica contra el edadismo y la sociedad patriarcal. La simbiosis entre Demi Moore y Margaret Qualley, acompañando su impactante estilo visual, otorga a La sustancia la eterna etiqueta de culto.
La fui a ver atraído por la promesa de un buen body horror y salí muy satisfecho. Los ecos a David Cronenberg o Society, de Brian Yuzma, le dan puntos extras. Gracias por el artículo!