No cabe duda de que el estreno de
El cine debe ser algo más que solo entretenimiento.
Por ello no voy a hablar de los aspectos técnicos de la cinta. No hablaré del guion, las interpretaciones, la iluminación, los efectos especiales, el sonido, el montaje… pues mucho se ha dicho y argumentando (o no dependiendo de donde se lea la información) ya al respecto, de gente mucho más versada que yo en la materia.
Por eso voy a hablar de emociones y de sentimientos. Y lo voy a hacer desde mi propia persona, siendo esto solo una opinión más, sin apenas valor, a la hora de transmitir todo aquello que una cinta como la de Wonder Woman 1984 ha logrado remover en mi interior. En definitiva, una opinión visceral que nace de dentro.
No me tengo como una persona especialmente sensible, al menos de un tiempo a esta parte, ya que durante el último año mucho hemos cambiado todos, y en mi caso creo que han caído muchas de esas barreras autoimpuestas por la socialización, en la que sentir es sinónimo de debilidad. Con este nuevo yo, con el que estoy empezando a lidiar y a sentirme a gusto, acudí a la sala de cine con ganas de sentarme y disfrutar de una cinta en la que la mayor heroína de DC Comics saltaba de las viñetas a la imagen real por segunda vez. Una película largamente pospuesta que llegó en el mejor momento posible, familiarmente hablando.
He de hacer una confesión, pues tengo por costumbre ir al cine el último día del año con mi hija. Es una de esas cosas que un padre espera algún día recuerde con afecto. El proceso en bien sencillo: nos sentamos, miramos juntos la cartelera y decidimos que película queremos ir a ver. Puede parecer un ejercicio poco estimulante, pero en realidad se comparten instantes muy interesantes que atesoro con verdadero placer. Pero este año no ha sido así. Este año todo es distinto. Este año no nos sentamos a ver que nos ofrecía la cartelera, pues la decisión fue tomada tan pronto como Warner anunció que la película llegaría a los cines el 18 de diciembre de 2020. Ya no había nada más que pensar, ni negociar. Ambos sabíamos que esa era la película que teníamos que ir a ver.
Y ahí acabamos, el 31 de diciembre a las 17:00, sentados en la fila 11, con la mascarilla puesta, esperando con ganas que empezara la proyección. Lo que vino a continuación fue del todo inesperado.
Wonder Woman lleva un tiempo, demasiado largo, perdida en su propia colección. Varios son ya los autores que han pasado por la serie sin acabar de entender al personaje. Es necesario buscar a la mejor Wonder Woman en otra serie, la Liga de la Justica Oscura, pues en su colección mensual está más que desaparecida, con historias que apenas son capaces de rascar la superficie de todo su potencial.
Tras acabar de ver WW84, sus dos horas y media, secar las más que copiosas lágrimas que se deslizaron por mis mejillas, comprendí que el objetivo de la cinta estaba más que cumplido. Había experimentado con esa historia de renuncia todo un tsunami emocional que no me esperaba y que de alguna forma había trasladado a la Diana de las viñetas al celuloide (me voy a permitir esta analogía obsoleta) de forma honesta, inteligente y certera, pues Diana será una amazona, será una guerrera, pero lo que la hace única, lo que la hace especial, lo que la hace fuerte, es su capacidad para sentir amor por todo cuanto la rodea.
Me emocione, me permito hablar de esto antes de entrar en las emociones más personales, cuando vi aparecer el avión invisible y como un concepto que puede chirriar en los cómics, acaba plasmado en la gran pantalla de manera que se convierte en todo un momento primordial en la cinta. Me emocione cuando Diana vuela, cuando se hacen homenajes nada velados al Superman de Reeve. Cuando se produce ese momento en el que asume su propia realidad e interioriza que su renuncia responde a un bien común mucho más grande que ella misma. Me emocione pensando en la dirección que podría tomar la cinta con la evolución de Maxwell Lord, para entender que algo así no era posible…
Son emociones de aficionado a los cómics. Son emociones especialmente potentes que se encienden gracias a llevar tanto tiempo, tal vez ya demasiado, leyendo cómics de superhéroes.
Sin embargo, donde la película si supo dinamitar todas mis defensas, fue en otros aspectos. Fue el momento en el que Diana debe renunciar a su deseo. Fue en el momento en el que un padre arrepentido recibe la mayor de las lecciones cuando le dicen que el amor no nace del orgullo, sino que solo es amor. Fue el momento en el que comprendí que por mucho que la película mande un mensaje que para muchos pueda ser una simple fábula, es sin duda un deseo y un anhelo que me resisto a perder. Fue el momento en el que Diana guiña un ojo a una niña. Fue el momento en el que Diana comprende que la generosidad es el verdadero poder al que todos aspiramos. Fue el momento en el que Diana aprende que no se puede ganar si se hace trampas y que la justicia empieza por la verdad. Fue el momento en el que debemos entender que no somos más por tener, ni conseguir lo que creemos desear, sino somos más cuanto más creamos en nosotros mismos.
En definitiva, WW84, me ha llevado a sitios en los que he podido sentir mucho más que emociones sensoriales, por lo que para mi la cinta triunfa abiertamente en eso para lo que creo que se hace cine: para emocionar.
Que todo cambie para que todo siga igual. Nos las prometíamos muy felices. En el particular vía crucis del tándem DC-Warner en la gran pantalla, la primera entrega de Wonder Woman había resultado ser un oasis en medio del desierto. Tras el éxito como solistas de Aquaman, la mujer maravilla e incluso Joker, la brújula de Warner se estropeó y el plan A pasó a ser el plan B, para que el plan B se convirtiera en plan C. Si no le gustan mis principios, tengo otros. No hay nadie al volante. A rebufo del éxito estructural del universo cinematográfico de Marvel, Warner da un paso hacia adelante seguido de tres largos pasos hacia atrás. Así no hay quien viva.
Uno de los principales atractivos de esta secuela era ver a Cheetah en acción. Por su vis cómica, Kristen Wiig no parecía la mejor elección para el papel. Tal vez, debimos haber visto las señales. Toda una declaración de intenciones de lo que estaba por venir. Como comentaba nuestro compañero Jordi T. Pardo en su estupenda reseña, el tratamiento del personaje es muy similar al de Catwoman en Batman Returns. Sin embargo, lejos de parecerse a la felina interpretada por Michelle Pfeiffer, en realidad tiene más puntos en común con aquella película de la que (casi) no hablamos protagonizada por Halle Berry. La aparición de Cheetah se hace esperar, siendo Bárbara Minerva en su proceso de transformación quien tiene mayor cuota de pantalla. En el tercer acto, por fin, tiene lugar el anticlimático enfrentamiento entre los dos personajes quedando un tanto descafeinado por, entre otras cosas, un CGI bastante cantarín.
Pero si hablamos de cante, podemos continuar con Pedro Pascal. El actor chileno cuenta en su filmografía con dos de los papeles más cool de la historia reciente en la pequeña pantalla: Oberyn Martell (Juego de tronos) y Din Djarin (The Mandalorian). No podemos poner ni un pero a su trabajo, pero esta vez lo tenía muy complicado para lucirse. El yuppie reconvertido en genio de la lámpara, Max Lord, se muestra excesivo a todos los niveles y resulta cargante con tanto histrionismo. La sátira social es más que evidente, pero se ha hecho en tantas ocasiones y, porque no decirlo, la mayoría de las veces mejor, que el mensaje acaba distorsionándose. El sueño americano, el consumismo exacerbado… son tratados con nula sutileza, provocando un efecto parodia que nada bien sienta a la película.
Más allá de momentos muy puntuales, el cine de superhéroes es sustituido por el de catástrofes. La acción no destaca en ningún momento y el único punto álgido coincide con una pieza que ni siquiera pertenece a Hans Zimmer. El Adagio en D Menor de John Murphy pone la piel de gallina a nada que lo acompañes de un par de bellas imágenes. En la mejor escena de Wonder Woman 1984, Diana despega por los aires prometiéndonos una épica de la que nunca más supimos.
Los particulares Juegos Olímpicos de Temiscira son la excusa perfecta para el notable prólogo mucho más deudor de la Wonder Woman original, que de la absurda trama que vendrá después. Ese dogma de conseguir la victoria sin hacer trampas se antojará clave en el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, la historia de Steve Trevor (Chris Pine) había quedado tan bien cerrada que no podemos sino torcer el gesto ante la decisión tomada. No estaría de más que, por una sola vez, el componente romántico no fuera el recurso con el que salvar/condenar a una amazona que ha demostrado, por activa y por pasiva, puede cuidarse por si sola. El fanboyismo no nos deja ver el bosque. DC-Warner necesita, de manera urgente, un arquitecto que pueda diseñar un proyecto coherente. No más palos de ciego. Las potentes franquicias de las que disponen, con un potencial espectacular, merecen ser tratadas con mucho más cariño.
Por fin. La espera se ha hecho larga. Y es que, aunque reconozco que castigo sin piedad al cine superheroico que no es del MCU, la perspectiva de un 2020 sin películas protagonizadas por semidioses empijamados, acostumbrado como ya estoy desde hace unos años a ver al menos unos cinco de estas al año se me hacía insoportable. Por suerte, Nuevos Mutantes (correcta y nada más pero entretenida) hizo la espera algo más llevadera y este fin de año se ha cubierto de gloria con Wonder Woman 1984. Baste comenzar con decir que si la primera película protagonizada por la Princesa de Themyscira ya rompía moldes con respecto a sus predecesoras del DCEU, en esta película Patty Jenkins continúa haciendo lo mismo y en mi opinión, lo hace mejor.
Y es que, ya en la primera cinta de Wonder Woman, a pesar de algunos toques cobrizos aquí y allá y algún momento de pretenciosidad pasajero, se dejaba claro que la visión que tenía Jenkins del personaje no tenía nada que ver con la que Snyder presentó en Batman vs. Superman, y que huía de toda grandilocuencia innecesaria y mal enfocada, y ello a pesar de que Diana Prince se trata del único personaje principal de DC que en sí misma es una diosa, o al menos hija de uno, por lo que quizás era la más proclive a ser tratada de esta manera. Pero Jenkins sabía lo que se hacía y nos presentó a un personaje divertido, inmaculado pero no por ello soso, que iba poco a poco descubriendo al hombre y a su mundo, para llevarse una profunda decepción.
Pes bien, casi siete décadas han pasado desde la primera película, y Diana, va haciendo el bien aquí y allá cuando se la necesita, pero sin dejarse ver demasiado, desencantada como está de las guerras y de un hombre que vive por destruirse a sí mismo, pero del que no deja de aprender cada día. En su recuerdo, estará siempre un Steve Trevor con el que no terminó nunca de despedirse como ambos merecían.
Pronto, y en medio de una estética ochentera reflejada de una forma sorprendentemente fiel, Diana que compagina su actividad superheroica con la de investigadora en el popular museo Smithsonian, descubre tras un robo una piedra aparentemente inservible que resulta ser la legendaria piedra de los deseos, catalizador utilizado para que entren en escena los dos enemigos de la amazona interpretada por Gal Gadot: Cheetah y Maxwell Lord. La primera, sin tratarse de una némesis especialmente recordable cumple perfectamente su papel, y nos muestra en qué podría convertirse Wonder Woman si dejara que el odio al mundo del hombre la poseyera por completo, pero el segundo… nos muestra un Pedro Pascal que a estas alturas parece que no es capaz de hacer nada mal. El Mandaloriano y Agente Whiskey que acabó con el narcotráfico en la Colombia de la década de los noventa, interpreta aquí a un empresario megalómano y sin escrúpulos con el poder de conceder cualquier deseo, lo que da muchísimo juego de cara a un desastre en el que la escalada apocalíptica aumenta exponecialmente sobre toda la película, dejándonos unos de los mejores villanos y a su vez, enemigo a batir (el deseo mismo) del DCEU.
Por otro lado, Wonder Woman 1984 huye aún más que su predecesora de esa seriedad impostada de la que hacía gala el cine de Snyder. Esta película es heredera de su primera parte, no cabe duda, pero lo es quizás más en espíritu de Aquaman o Shazam, las dos cintas que revitalizaron el cine superheroico de DC, y en el que ahora mismo, al margen de continuidades o universos compartidos se están realizando películas divertidas y sin complejos en el que el heroísmo de la Golden Age se respira durante todo el visionado. Una visión distinta del género que es a su vez la más clásica de éste y que hace a esta película, curiosamente, más cercana al Superman de Richard Donner que al de Zack Snyder.
Entretenida y divertida manera de finalizar el año y de recordar que este 2020, tuvimos buenas cintas de superhéroes, aunque solo fuera una.
Por fin llegó el día del estreno de WW84, un regalo de Navidad adelantado. La película debutaba en nuestro país este pasado diciembre. El ansia por ver un film ya de por sí muy esperado, incrementada por la incertidumbre y los continuos retrasos, le juegan una mala pasada a la cinta protagonizada por Gal Gadot. Sin embargo, resulta una buena y bonita película que en mi opinión no resulta excelsa.
La cinta arranca con una espectacular escena recreando los juegos de Themyscira, probablemente la más dinámica de la película, donde una joven Diana aprende, a su pesar, cómo se debe ganar. Un gran inicio que promete compensarte por todo lo que has esperado por esta secuela. Por desgracia, a partir de aquí el ritmo decae poderosamente, con escenas necesarias para la trama, ninguna está de más, incluso son grabadas con acierto, gracia y diálogos convenientes, pero todas, sin excepción, duran más de lo necesario. Tampoco ayuda la escena de acción en el centro comercial, con unos maleantes excesivamente absurdos y un abuso del Lazo de la Verdad en la coreografía, exceso que se da también en la gran mayoría de peleas del film, siendo especialmente sangrante en el último enfrentamiento contra Cheetah, luchando colgadas del “tiovivo”, a oscuras, para acabar bajo el agua donde se ve aún menos la acción. Un enfrentamiento final que no está a la altura de lo esperado.
Desde mi punto de vista estos son sus principales defectos, pero tiene muchas virtudes, empezando por lo villanos. Maxwell Lord poco o nada tiene que ver con el inteligente manipulador que es en los cómics (el de la película es inteligente y manipulador… igual sí que se parece), pero es un personaje propio, bien interpretado por Pedro Pascal, del que se entienden sus motivaciones y anhelos a la vez que se siente peligroso por lo desbordado que empieza a verse una vez se van sucediendo los deseos concedidos. Este es otro punto fuerte de la película, la representación del mundo si todos pidiéramos un deseo y este fuese concedido a través de la magia está muy conseguida. Sobre todo si a hombres con poder político se les concedieran esas peticiones. El mundo dado tras el cúmulo de deseos concedidos resulta ingenioso, interesante y perturbador al mismo tiempo.
Cheetah, la otra villana del elenco, también está bien interpretada por Kristen Wiig. Su aspecto físico cumple, algo de lo que se dudaba en los meses anteriores a la visualización. Recordando inevitablemente a la Catwoman de Burton (como ya recalcara mi compañero Jordi T. Pardo en su análisis de la película) la cinta se preocupa por darle minutos al personaje para que el espectador empatice con él, pero quizás sus motivaciones sean algo menos contundentes que las de su compañero. Con todo, cumple sobradamente como enemigo físico de la amazona.
Una excepcional banda sonora a cargo de Hans Zimmer, una gran escena de lucha entre tanques, la mejor de la película, la gran química entre Steve y Diana, buenas interpretaciones y sobre todo, un gran final que pone de manifiesto todo lo que hace a Wonder Woman única y especial, además de remarcar lo que nos han querido enseñar a lo largo de toda la película, uniendo principio y fin. Virtudes nada desdeñables que colocan WW84 como una cinta notable. Aciertos ensombrecidos por un tono infantil (creo que se podría realizar la misma película limando un poco este aspecto) y sobre todo, una falta de ritmo motivado por el alargamiento de multitud de escenas, en donde el espectador ya ha entendido el propósito de la misma mucho antes de que termine.
A pesar de las críticas mixtas a la película de Patty Jenkins y a la pandemia mundial que todos sufrimos, Warner parece estar contenta con los resultados de esta secuela y ya preparan una tercera parte. Una excelente noticia para los seguidores de Wonder Woman que ven como, interpretada por Gal Gadot, el personaje que leyeron cobra vida ante sus ojos.
Parafraseando a este Maxwell Lord interpretado (brillantemente) por Pedro Pascal: La película está bien… ¡pero puede ser mejor!. Así es como la siento. No puedo hablar mal de las interpretaciones, ni de la fotografía, banda sonora ni siquiera de la dirección de Patty Jenkins. Es un sentido global de que algo no me termina de motivar en esta película. No encuentro la grandiosidad ni la épica de la primera parte. No encuentro justificado que tenga que estar ambientada en 1984 sin una referencia más relevante durante toda la trama de la obra de Orwell, si es eso lo que se pretendía porque ya lo dudo demasiado.
Es genial que, después de haber retrasado el estreno en un primer momento, antes de la pandemia, para alejarlo del Joker, se haya podido ir al cine a ver la cuarta interpretación de Gal Gadot como Wonder Woman. Porque soy de los que ya la daban por carne de HBO Max sabe Dios cuándo. Pero encuentro el enfoque un tanto edulcorado. No me transmite un temor de que la escalada de poder de Lord es irreversible. Encuentro la elección de éste como villano desacertada, al menos otro tipo de encarnación hubiera sido más adecuada que un aspirante a magnate del petróleo convertido en Rumpelstiltskin. Toda la escalada de poder, aunque llega a crear un caos mundial, da la sensación que se va a desinflar tan rápido como se crea. Y así acaba siendo. Con una resolución muy infantil, un tanto deus ex machina (y yo preguntándome si adaptarían del cómics ese gran final de Wonder Woman preguntándole con el lazo a Lord sobre cómo solucionarlo y éste contestando «mátame»), que deja con las ganas de ver a Diana batirse en un duelo más intenso del que nos regalan contra Cheetah, traída bastante bien en la enésima reinvención del personaje.
Me encanta la escena del vuelo, preciosa y poética. Entiendo todo lo de Steve Trevor pero lo prefería muerto desde el principio. Gal Gadot brilla en todas las escenas, en las intensas y las relajadas, en las de acción y las románticas. Sin embargo, me pesa más la sensación de que la película no termina de funcionar. Me falta un tono más dramático, más personal y menos superficial, por mucho que llegue a ver vacas pastando por el centro de la gran ciudad y carreteras apocalípticas. Todo parece una estructura muy ocasional que deja al personaje sin el desarrollo necesario para identificarlo como la única esperanza para la humanidad. Y me da igual que quisieran justificar lo dicho en BvS de que Wonder Woman había vivido escondida mucho tiempo, necesitaba verla encumbrada como salvadora del mundo. Por ello me hubiera dejado de la nostalgia ochentera y la hubiera ambientado en el presente.
En definitiva, está llena de buenas intenciones, pero adolece de una ejecución que no termina de profundizar. Al menos, para mí.
Después de mucho tiempo de espera por fin llegó a las salas de cine españolas la secuela de la adaptación cinematográfica de Wonder Woman de Patty Jenkins protagonizada por Gal Gadot.
Esta vez Jenkins ofrece un planteamiento bastante diferente al de la primera entrega: sacrifica considerablemente la acción (hay muy pocas escenas en el metraje) y profundiza en el desarrollo de personajes. Hay elementos que chirriaban pero que por suerte salen airosos como la resurrección del Steve Trevor de Chris Pine que no desentona y además se nota que el actor se lo pasa bien interpretando al piloto así como su gran química con Diana. Cabe destacar como no, la sobresaliente banda sonora de Hans Zimmer para la ocasión.
En el lado antagónico están por un lado dos villanos cuyos mythos son muy difíciles de trasladar del cómic al celuloide y se han “readaptado” para la ocasión. Por un lado la Barbara Ann Minerva de Kristen Wiig cuya evolución de personaje es notable en el filme pero cuya batalla final está un poco pillada por los pelos en el metraje, y por otro lado el Max Lord de Pedro Pascal, que parece la antítesis de su personaje en The Mandalorian por sobreactuación y exceso de expresividad.
WW 1984 es una agradable adaptación, mejor que la primera parte. Es cierto que puede pecar de naif en varias ocasiones así como de algunas decisiones que se pueden considerar cuestionables del guion de Geoff Johns. Pero en líneas generales satisface la impronta del buen hacer de Jenkins con el personaje.
En el año 2017 DC Entertainment y Warner Bros estrenaron la que podríamos considerar una de las películas más sólidas del DC Extended Universe, Wonder Woman. Con guión de Allan Heinberg, a partir de una historia escrita por él mismo junto a Zack Snyder y Jason Fuchs, dirección de Patty Jenkins y un reparto encabezado por una superlativa Gal Gadot que había nacido para interpretar al personaje creado en 1941 por William Moulton Marston y H. G. Peter. A pesar de alguna carencia relacionada con su aparatosa recta final, Wonder Woman resultó una impecable película de superhéroes localizada en un contexto bélico, la Primera Guerra Mundial, que sabía aunar un tono clásico con la visión contemporánea que tiene Hollywood de lo que debe ser un blockbuster. Su éxito fue tal que los mismos productores dieron al personaje más minutos en la posterior La Liga de Justicia, cuya producción comenzó mientras Wonder Woman arrasaba en taquillas de medio mundo con la crítica también muy a su favor.
Como era de esperar la confirmación de la secuela fue inmediata y en la misma volvería a contarse con Gal Gadot y Patty Jenkins que habían formado un dupla impecable como directora y actriz principal. Allan Heinberg no regresaría a ejercer como escritor, pero su lugar lo ocuparían la misma Patty Jenkins, Dave Callahan y Geoff Johns, uno de los guionistas más prolíficos de DC Comics y profundo conocedor de los personajes de la editorial, habiendo demostrado su valía escribiendo historias para los mejores de la misma, incluida Wonder Woman. En el reparto repetían Chris Pine, unas breves Connie Nielsen o Robin Wright y se sumaban como nuevos fichajes Kristen Wiig o Pedro Pascal entre otros. Después de retrasos por culpa de la pandemia Warner Bros toma la valiente decisión de estrenar la película en cines y a la vez en su plataforma HBO Max, llegando a España el pasado 18 de diciembre de 2020.
La trama está localizada en el año 1984 del título y sigue los pasos de Diana Prince (Gal Gadot) como antropológa en el Instituto Smithsonian de Washington, D.C. donde comienza a estrechar lazos con Barbara (Kristen Wiig) una apocada empleada que sufre abuso verbal por parte de sus superiores y compañeros de trabajo. Todo dará un giro inesperado cuando entre en acción el carismático y mediático empresario Maxwell Lord (Pedro Pascal) interesado por una pieza recién adquirida por los trabajadores del museo conocida como la Piedra de los Sueños, capaz de conceder cualquier deseo a quien matenga contacto con ella. La aparición del misterioso mineral permitirá a Diana cumplir el deseo de que Steve Trevor (Chris Pine) resucite y pueda volver a su lado, pero poco después nuestra protagonista, y el resto de personajes, descubrirán que todo aquello que piden a la piedra tiene también sus peligrosas consecuencias.
Aunque tenía todos los ingredientes, no sólo para ser una digna secuela de su predecesora, sino una de las cintas más potentes del DC Extended Universe es su misma conceptualidad la que mata a la película ya desde su planteamiento inicial. Utilizar la Piedra de los Sueños como un burdo MacGuffin que todo lo puede y permite, desde resucitar a los muertos hasta dar poderes a personas pasando por derrocar países enteros, y que a nivel argumental es utilizado como excusa para que los guionistas puedan llevar a cabo cualquier disparate sin sentido, destruye toda construcción narrativa lógica sobre la que se pueda sustentar la obra. Si a eso sumamos que una vez Maxwell Lord puede hacer uso expreso del don proporcionado por la piedra las reglas establecidas por el guión con respecto a la misma son de una maleabilidad y aleatoriedad sonrojante tomando como culmen, entre otros desatinos, la «posesión» del huésped de Steve Trevor, persona por la que nadie parece preocuparse aunque le hayan robado la vida, la hecatombe artística se antoja total.
Desde ese momento un servidor queda completamente fuera de un tipo de historia que posiblemente en los cómics funcione de alguna manera, a lo mejor en la ingenuidad propia de la silver age, pero que en una película de superhéroes en pleno siglo XXI no tiene pies ni cabeza. Resulta obsceno a que a otras producciones se les saque punta a cualquier mínima incongruencia narrativa o estructural y tanta gente haya pasado por alto con Wonder Woman 1984 que su guión es de una naturaleza caprichosa e infantiloide imposible de digerir ni un en un mundo tan flexible y dado a la fantasía como el del cine protagonizado por personajes de las viñetas. No se pueden establecer unos códigos que a los pocos minutos de metraje son volados por los aires en pos del impacto gratuito, el fanservice condescendiente y la incongruencia narrativa en sesión continua. Todo envuelto en una pátina de falso buenrollismo naif que haría dar arcadas al mismísimo Paulo Coelho.
El desastre es de tales dimensiones que ni una esforzada y espectacular Gal Gadot puede hacer algo por levantar el proyecto, ya que la acción en la película llega con cuentagotas, su relación romántica con el Steve Trevor de un pobre Chris Pine no se sostiene por ningún lado cayendo en todos los tópicos posibles y las decisiones rocambolescas del libreto eclipsan su labor protagonista. Kristen Wiig también hace lo que puede con un personaje cuyo arco ha sido robado impunemente del de Selina Kyle en Batman Vuelve (Tim Burton, 1992) y destilando un mensaje final de supuesto empoderamiento femenino bordeante en la vergüenza ajena. Sólo Pedro Pascal, que se rumorea se inspiró en Nicolas Cage o Donald Trump para su trabajo, dando vida a un histriónico Maxwell Lord se salva de la quema porque parece ser el único en no tomarse en serio un proyecto en el que disfruta dando vida a un villano que no desentonaría en cualquiera de las entregas de Austin Powers.
No es plato de gusto poner de vuelta y media una película de la que esperaba bastante teniendo en cuenta el resultado de su predecesora y lo bien que ha estado siempre Gal Gadot como la Princesa Guerrera de las Amazonas incluso en Batman v. Superman: El Amanecer de la Justicia y La Liga de la Justicia. Pero Wonder Woman 1984 es un sinsentido mayúsculo repleto de decisiones incongruentes que, en ocasiones, introducen el proyecto en los pantanosos terrenos de la comedia involuntaria y el aburrimiento somnoliento. Sigo sin dar crédito a que estando casi los mismos responsables de la primera Wonder Woman y el mismo Geoff Johns en el guión esta secuela se haya convertido en una nueva confirmación de que en DC Entertainment y Warner Bros andan completamente perdidos y sin saber que hacer con su microcosmos cinematográfico. Esperemos que las secuelas de Aquaman y Shazam, Escuadrón Suicida, Black Adam, The Batman o la idea de crear un Multiverso audiovisual encarrilen el DCEU, porque su futuro no puede resultar más incierto en este momento.
En primer lugar debo decir que no soy seguidor de la amazona. Este hecho no obedece a ningún odio acérrimo. La causa obedece a tres motivos, uno de ellos la pereza de lo que hay detrás, el segundo el espacio (no puedo más con la cantidad de comics de todos estos años) y tercero el económico (un presupuesto cerrado o la ruina).
Dicho esto he entrado en la sala puro e inmaculado. No tengo conocimientos del personaje para decir si la película respeta al personaje o no. Por otro lado, no vi ninguna escena que circulase por la red. Así las cosas he de decir que he disfrutado como un niño pequeño.
También debo aclarar que estoy enamorado de la sonrisa de Gal Gadot. He traicionado a Charlize Theron, puesto que desde que vi la primera película de Wonder Woman quedé prendado de la actriz. Creo sinceramente que se ha hecho con el papel. Emana solemnidad, comprensión, poder y amor. Sin ser experto considero que es la esencia del personaje. Su mirada lo dice todo, y eso es digno de mencionar.
Por otro lado la película es soberbia. Entretenimiento y sentimientos. Ciertas partes del metraje, sin soltar spoiler, han conseguido hacerme llorar (no “a moco tendido”, sino lagrimitas), y eso me encanta porque consigue hacer aflorar sentimientos. El momento clave de la película tiene una intensidad que para mí es maravilloso. Cómo se narra y plasma en la pantalla hace que el espectador sienta lo que sienten los personajes. Esta película es de Wonder Woman, pero es una película centrada en Diana.
Las escenas de acción son impresionantes y el comienzo es de lo mejor que he visto en mucho tiempo. El metraje dura dos horas y media y en ningún momento estamos ante una película que resulte larga ni pesada. Los grandes expertos en cine probablemente critiquen esta entrega, por cuestiones que escapan a mi conocimiento, pero lo que si que debo decir es que cumple sobradamente con lo que yo espero de una película: diversión y sentir lo que siente el personaje y sus secundarios.
Solamente criticaría la interpretación de Maxwell Lord. Desconozco si el cómic trata al personaje como la ha caracterizado Pascal, pero me ha resultado un poco cargante. Por lo demás, también debo destacar esa escena entre Lord y su hijo que ha llegado a mi corazón.
En definitiva, por mi parte estamos ante una película mucho más interesante que la primera entrega y desde luego con Wonder Woman sí que se ha acertado.
Es totalmente comprensible que haya división de opiniones con Wonder Woman 1984. En primer lugar, porque tiene el gran problema de las secuelas, que es ser las segundas partes de una primera parte… vaya, me estoy explicando como los Hermanos Marx, pero el caso es que siempre digo lo mismo: hacer una película de orígenes es relativamente sencillo argumentalmente hablando; ya sabéis la fórmula, se suele hacer con escuadra y cartabón y puede salir mejor o peor, pero casi siempre es algo resultón porque puedes rellenar fácilmente los minutos, y cuando parece que tienes que hacer algo más con tu personaje, ya se ha acabado la película. Pero las secuelas, eso es otro cantar. Ahí las cartas ya están presentadas, y toca jugar con ellas. Muchas secuelas optan por ser más grandes sin medida, sencillamente dando dos tazas de lo mismo, pero, y aquí voy a piropear al normalmente denostado género superheróico, creo que hemos tenido bastante suerte echando la vista atrás dentro del panorama comiquero, aunque saltemos a Marvel para demostrar mi argumento: la reivindicable Iron Man 2 jugaba con desventaja frente al descomunal éxito de la primera parte, pero enfrentaba a Tony Stark con la sombra de su padre y de su propio éxito; en El Soldado de Invierno, Steve buscaba su lugar en un mundo que le era extraño con tremendas consecuencias; en Thor: El Mundo Oscuro… bueno, ese ejemplo no es tan válido, pero creo que sabéis por dónde voy. Qué decir de Guardianes de la Galaxia Vol. 2, donde el cariño de James Gunn por sus personajes alcanzaba cotas maravillosas. Patty Jenkins no lo tenía fácil, porque desgraciadamente el DCU nada tiene que ver con el MCU, y no hablo ya de calidad en sí, sino de carecer de un esqueleto vertebrador que le dé sentido a lo que estás haciendo. La visión de Jenkins de Wonder Woman, y ahora lo sabemos más en profundidad, no es la misma que tenía la productora o el propio Zack Snyder, que ya usó al personaje en Batman v Superman y la infausta Liga de la Justicia. Sin planes de futuro para los personajes y con una continuidad en riesgo, Jenkins se encontró con una secuela de Wonder Woman en la que tenía que dar sentido a Diana, que había aparecido en tres películas cada cual más diferente. Y creo que lo ha conseguido con creces.
Wonder Woman 1984 me ha parecido, lo voy a dejar claro ya, una de las mejores películas de DC desde que tengo memoria. Aquí llegamos al segundo lugar que comentaba al principio a la hora de explicar la división de opiniones sobre la película: sé que a muchos compañeros les ha disgustado profundamente esta WW84, y a parte de la audiencia también; como espectador, sé cuáles pueden ser sus puntos débiles: agujeros de guion, situaciones forzadas, decisiones cuestionables: todas las películas los tienen, dependiendo del ojo que mire (me encanta la expresión inglesa, Eye of the Beholder, también una olvidada película de Ewan McGregor -dios, cómo me gusta irme por las ramas-), pero ese Eye of the Beholder muchas veces dictamina si nos va a gustar o no en este caso una película que estemos viendo. En mi caso particular, Wonder Woman 1984 me ha hecho desactivar todas mis alarmas desde el principio: ya me tenía con ese espectacular prólogo en Themyscira sentando unas bases argumentales sencillísimas sobre lo que vamos a ver a continuación: el precio de los deseos (maldito Chris Pine y su frase final que ha metido algo en mi ojo), las trampas de los caminos fáciles y el valor de la integridad. Ayudó a relajarme como cínico espectador el apabullante aspecto visual de la película, la luz que Patty Jenkins inyecta al mundo de Wonder Woman que tanto me ha recordado al Superman de Richard Donner y la fenomenal banda sonora de Hans Zimmer (uno de sus mejores trabajos a la hora de dar color y luz a una película desarrollando de manera espectacular los temas de la primera cinta); pero también ayudó el hecho de ver personajes como el de Kristen Wiig, mucho mejor de lo que me esperaba con un gran desarrollo, y ese villano histriónico y desesperado al que da vida Pedro Pascal; el propio objeto de los dioses que desencadena los hechos me parece un mcguffin sensacional, que encaja a la perfección con la trama y el desarrollo de Diana, y es tan fantasioso, absurdo y comiquero como el resto de la película, que, al fin, no tiene vergüenza de mostrar las absurdas fantasías de las viñetas: deseos concedidos por los dioses, armaduras doradas, jets invisibles, lazos prodigiosos y guiños cómplices.
Quizás también es la película que necesitaba en estos días. En el reino de los quizás, uno no sabe muy bien por qué le ha gustado una película más que a otra persona. Sólo sé que Wonder Woman 1984 me ha parecido una auténtica maravilla valga la redundancia, me ha dado todo lo que esperaba sobre el personaje, lo ha hecho avanzar, me ha emocionado, me ha entretenido y me ha fascinado con muchas de sus soluciones visuales y narrativas. Me alegró la noche en que la vi, que no es moco de pavo. Y que me hablen de alegría, de corazón, de esperanza, de integridad y de superheroínas que irradian luz, empatía y capacidad de sacrificio en pleno 2021… qué queréis que os diga. Wonder Woman, Gal Gadot y Patty Jenkins me tienen enamorado por levantar una película tan poco cínica en la era del cinismo. Ojalá alguien así para hacer una película de Superman que seguimos necesitando más que nunca.
Gustavo Higuero - 8
Sergio Fernández Atienza - 3
Rául Gutiérrez - 7
Paulo Hernando - 7
Víctor José Rodríguez - 5
Nacho Pena - 7
Juan Luis Daza - 3
Juanjo Carrascón - 8.5
Samuel Secades - 9
6.4
La segunda entrega en solitario de Wonder Woman aprueba con una nota decente mostrando el claro contraste entre los redactores que han tenido con la película casi una experiencia religiosa y los que piensan que visionar sus dos horas y media de metraje es lo más parecido a sufrir torturas de la inquisición. En todo caso Diana sigue en buena forma y esperemos que sea así por muchos años más.
Una atrocidad, ni con fast forward la podía terminar de ver. Puedo asegurar que el guión no aprueba el primer año de un terciario de cine. Una cosa rarisima, lo que está haciendo Warner, hubo una época en que los productores sabían de cine…
Es evidente que querían rendir tributo a Richard Donner con esta película, pero Patty no es tan buena directora como para recrear la atmósfera de estas obras en pleno 2020 y que te salga bien, y Geoff Johns sabrá escribir cómics pero de películas ha quedado claro que aún necesita madurar un poco. Espero que Tom King tenga mejor suerte con el libreto de Nuevos Dioses. Aún así, como cinta familiar, la veo guay.
No la he visto pero reconozco que este tipo de pelis los spoilers no me importan mucho así que he leido las reseñas… y no me puedo creer que hablen de la misma película!
La polarización en opiniones muchas veces esconde un buen material detrás pero veo que las mejores valoraciones vienen del lado del sentimiento, la lagrima en la mejilla, etc. y yo no he conseguido aún que el mensaje de una película de superheroes me despierte ese nivel de emoción hasta la fecha así que no las tengo todas conmigo.
Pero la veré libre de prejuicios y pondré mi opinión aunque sea dentro de un tiempo. Espero que no me pase como en la Liga de la Justicia que por mucho que puse de mi parte no conseguí verle el lado bueno.
Lo que hice con la primera también lo hice con ésta, y me alegro de no haber pagado por verla porque sabía que no debía esperar mucho. Es demasiado «azucarada» para gustar.
Madre mía, todas las notas por encima del 7 no sé si habrán visto la misma película que yo… Es una basura de proporciones bíblicas… Y vale más ni tocar con un palo el tema del regreso del noviete de Wonder Woman usurpando el cuerpo de otra persona, porque hay mucha tela que cortar ahí…
No la he visto todavía, pero ¿me podéis confirmar si es verdad que Cheetah solo sale 2 minutos en su transformación final?
Porque si esto es así, me parecería igual de penoso que el Venom de Spiderman 3.
Sale solo dos minutos en su transformación final, su origen es ridículo y el cgi hace parecer al de Cats el mejor jamás hecho. Con respecto a si fue un error de casting, es discutible. Lo que creo que esta errado es el tono de la película. Con esa historia tendría que haber tirado para el lado de Guardianes o Thor: Ragnarok, no tomarse todo tan en serio, ser un delirio pop y poner musica ochentosa a todo volumen. Dentro de ese tono la actriz hubiera funcionado…
Me ha escrito una amiga que iba ahora a verla y que luego me contaba, aunque le gusto el Episodio IX así que me fio bien poco jajajaja.
Pinta mal lo de Cheetah por lo que me comentáis y me parece una oportunidad perdida de presentar al personaje como se merece.
No entraré a valorar la película porque ya lo hice en otro post anterior, pero sí quiero comentar que me parecen bastante exageradas esas críticas de que Wonder Woman «viola a un hombre».
Violación, en un contexto REAL, implica no consentimiento por parte de la persona que es violada, y dominio, abuso y violencia por parte de la persona violadora, y por lo tanto es condenable bajo cualquier punto de vista.
Pero en Wonder Woman entramos en un terreno fantástico, y de hecho en casi todo el metraje a quién vemos es a Trevor, no al otro individuo (salvo los momentos en que se ve reflejado en el espejo). Trevor «sustituye» al otro individuo y por lo tanto con quién hace el amor Diana es con él, no con el otro; hay consentimiento y no hay ni forcejeo ni abuso ni violencia, por lo que hablar de «violación» me parece exagerado.
Sí que creo que Patty Jenkins y los guionistas no supieron calcular las implicaciones de su solución para «resucitar» a Trevor, de ahí esas interpretaciones, que yo considero un tanto retorcidas, y más en el contexto del film, que en todo momento pone el empeño en trasmitir un mensaje y unos valores positivos. Es cierto que Diana hace «uso» del cuerpo de un hombre cuya mente está ausente, ocupada por la de otro, y por lo tanto su actitud puede ser cuestionada, especialmente porque nadie se preocupa de qué ha pasado con ese tipo, dónde ha ido parar.
Insisto, porque no quiero que se me malinterprete, en ningún momento estoy tratando de justificar un acto de violación, que me parece absolutamente condenable, pero no veo una violación como tal en este film, porque en ningún momento creo que esa fuese la intención de la directora ni de los guionistas. Veo más una solución desafortunada para traer de vuelta a Trevor, que se hubiese podido resolver fácilmente haciendo que se reencarnase en un tipo ya fallecido.
La prueba del algodón es bien sencilla, cambia los géneros de los personajes y mira a ver que dirías.
Si perdonaron la violación que ocurrió en la primera película de «Los cazafantasmas», seguro también perdonarán esto.
Recién vuelvo de verla en cine (dudé, dudé, pero mi hermano finalmente me convenció para ir juntos). Le pongo una calificación de 5 puntos y puedo estar siendo ligeramente generoso (podría ser un 4…). El argumento es tontorrón a más no poder. Los dos villanos, estereotipados y sobreactuados, me dieron vergüenza ajena. El tono, azucarado hasta llegar al pico de diabetes. Giros de guión difíciles de tragar. Escenas recargadas de sentimentalismo… No le pongo una nota menor porque tiene algunas secuencias buenas, la fotografía está OK, la banda sonora está OK, los efectos especiales están OK.
La primer película me pareció un 6/7 puntos, nunca entendí lo mucho que se la festejó, esta secuela está dos puntos abajo como mínimo. Debí seguir mi intuición y verla gratis en casa, si tuviera un par de niños ya es otro cantar, seguramente la hubiesen disfrutado desde su óptica. Productos asimilables (Aquaman, Capitán América: el primer vengador) son infinitamente superiores, ni hablar ya de El soldado de invierno o Iron Man.
Ya era difícil cagarla con un personaje tan cojonudo. En los cómics, sobretodo en la etapa de Greg Rucka en Renacimiento, se cuenta el pasado de Barbara y es buenísimo.
Lo de la actriz, hasta que no vea la película yo no puedo opinar, pero en todas partes estoy leyendo que ha sido un error de casting.
Gracias Staple.