#ZNDayTimSale – Catwoman: Si vas a Roma

En este día no podía faltar la versión del maestro Sale de la Catwoman más dura y sensual que pudiéramos imaginar

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Repasar “Catwoman: When in Rome” tras la pérdida de Tim Sale ha sido doloroso, no puedo negarlo. La primera vez me gustó, pero, quizá por cansancio de su bicefalismo con Jeph Loeb, no llegué a apreciarlo tanto. Ahora sin embargo lo he devorado, he bebido de cada viñeta y he sentido una profunda tristeza al pensar que este genio de la narración no esté ya entre nosotros para ofrecernos nuevas historias.

La obra es una continuación, la puntilla, o incluso podríamos llamarlo un spin-off de El Largo Halloween y Victoria Oscura, ya que no es necesario para entender como un conjunto estas historias previas. En todo caso, si te gustaron y te quedaste con ganas, no deberías perdértelo. Tanto como para estos detalles como para opinar sobre las triquiñuelas de Loeb, ya se ha comentado la obra en esta casa hasta en dos ocasiones. Pero aquí quien merece alabanzas y de quien hemos venido a hablar es de Sale.

Sale
Maestro de la narrativa

No desmerezcamos del guionista, cierto. La historia es simple y las excusas para que avance nimias, pero también hay que ser muy bueno para saber quitarse del medio y dejar que se luzca la auténtica estrella. Loeb hace un falso ejercicio de simpleza para engancharnos en una historia puramente cinematográfica. Sus cliff-hangers a cada número, su atención a facilitar las imágenes icónicas y su, repito, aparente facilidad para contarnos una historia que atrapa de principio a fin, no son sino detalles de un maestro en el arte de contar historias. A veces mis manías no me han dejado ver esta innegable verdad.

Y ya que estamos dando rodeos, hablemos del coloreado de Dave Stewart, otro monstruo del medio. No por las cacareadas acuarelas de la obra, porque si se observan los originales disponibles en la red (¡ay, quien pudiera permitirse uno real!), resulta que Sale ya ofrecía planchas con todos los matices a los que Stewart daba color. No, aquí lo que cuenta es saber dotar a la obra de una atmósfera acorde con lo que se cuenta y se dibuja (valga la redundancia).

Toma acuarela

El multipremiado colorista aplica desde el principio justo lo que la serie necesita y, en algunos pasajes, incluso más. Desde los momentos oníricos hasta las exactas horas del día, desde los interiores a los paisajes espectaculares, desde las escenas íntimas hasta los recuerdos. Me quedo en especial con el coloreado de estos últimos al comienzo del cuarto número, para quitarse el sombrero.

Un color a la altura

En todo caso, por favor, centrémonos en Sale.

El artista se desentiende en parte de las formalidades (léase fidelidad a la anatomía o el tono realista) para darse a la espectacularidad. Pero no una vacía, de mostrar un poster tras otro, sino de dejarnos con la boca abierta en consonancia con el guion. Cada splash-page está medida al dedillo y aparece cuando la historia lo merece.

Poniéndonos en situación

Pero si bien estas dobles páginas son asombrosas, especialmente las que nos regalan una panorámica situacional como en el número 4 o 5, lo realmente sorprendente es su inventiva. Sale nos regala un truco narrativo tras otro hasta encandilarnos por completo. Me vienen a la cabeza a bote pronto, la espera de las maletas de Selina y Edward, la caída del trío protagonista por la ventana del hotel, o, pese a no ser la acción palomitera uno de los fuertes del artista, la batalla del último número.

Otro acierto sin duda son sus personajes. Y digo bien de Sale, sin desmerecer al guionista, porque quien los hace verdaderamente palpables es el dibujante. Se ha repetido mucho la sensualidad de Selina en esta historia, pero realmente lo merece. Y no sólo por las formas, obviamente contundentes, sino también por las miradas, la caída del cabello, las posturas, la actitud… (la actitud en los personajes en la viñeta, lección perdida en muchos dibujantes aparentemente geniales en su meticulosidad).

Geronimooo!

O su deformada galería de enemigos de Batman, en la que parece regocijarse. En la obra veremos pasar a su histriónico Joker, un solemne Dos Caras (madre mía que trazos se gasta con él), Espantapájaros, Enigma, por supuesto, y hasta invitados especiales como Cheeta, solo por el gusto de ver dos gatas peleando. Pero hasta en nuevos personajes como el asesino “Rubio”, da con la tecla para entregarnos alguien reconocible al que podamos odiar o, aún más difícil, llorar.

Y las portadas, por favor, esos cuadros dignos de una galería que Sale domina como nadie. Diseños espectaculares y minimalistas a los que Stewart propina su toque mágico para dejarnos extasiados. Un disfrute.

Hace falta decirlo? Portadaca

Así que, eso, doloroso, triste incluso. Que un talento y aún con mucha vida por delante se nos escape de esa manera. Aquí no me vale el cliché de que sus obras perdurarán siempre porque queríamos más, mucho más. Descanse en paz.

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