#ZNGames Romance of the Three Kingdoms XIII

 

Título: Romance of the Three Kingdoms XIII
Desarrolladora: Tecmo
Plataformas: PS4, PC
Idiomas: voces en japonés, textos en castellano

 

La China feudal como nunca antes

Esas joyas que a veces nos llegan desde el lejano Oriente no dejarán de sorprendernos, al menos al que firma estas palabras. Romance of the three kingdoms XIII, basado en la novela homónima, recrea la China feudal como pocas veces vamos a tener ocasión de verla. Sin lugar a dudas, estamos ante un juego que pone en jaque a los osados que entren en sus dinámicas: y es que estamos ante un juego que mezcla la estrategia con la gestión, el crafteo y la acción por diálogos, una combinación que nos obliga a tener los cinco sentidos puestos en todo momento en la pantalla.

Romance of the Three Kingdoms XIII es a la vez una nueva entrega de la saga y una oda a la misma; una conmemoración de los nada menos que 30 años que cumple, añadiendo infinidad de opciones, guiños que los más veteranos de la franquicia reconocerán y una capacidad de expansión como pocos juegos. Comenzando desde la más humilde aldea, nos veremos en disposición de conspirar para ampliar nuestro territorio, a medida que cuidamos de los nuestros, vigilamos a los demás conquistadores, desarmamos las tramas en contra de nuestros señores feudales aliados y mantenemos a raya el frío del invierno, la sequía del verano y el hambre en los hogares de los campesinos. Compramos y vendemos, regimos el comercio y avanzamos como una locomotora hacia la inevitable unificación del territorio chino.

Lo más interesante del juego, aparte de sus mecánicas profundas llenas de aristas, es el rigor histórico. Y es que no podemos dejar de imaginar lo que sucedería si este sistema se aplicara a todo territorio y se usara para ser enseñado en las aulas. La sensación de veracidad con que es narrada la historia del gigante asiático y la inmersión que solo un videojuego puede otorgar hacen empalidecer a cualquier libro de historia.

Dominar las mecánicas no es tarea para pusilánimes: el juego es difícil, nos pone a prueba y deberemos jugar mucho al ensayo y error, aunque los tutoriales son abundantes y, en ocasiones, algo pesados. Si el juego estuviera en castellano hubiera sido mucho más fácil llegar a dominar todos sus submenús y oportunidades, pero ya sabemos que rara vez estos juegos llegan traducidos (y debemos agradecer que al menos llegue en inglés). A las dinámicas de compra y venta de objetos, deberemos añadirles las de persuasión mediante diálogos, batalla y movimiento (teniendo en cuenta el tiempo en cada desplazamiento y las inclemencias de la estación en que nos encontremos), las intrigas entre los señores y la administración y construcción en la aldea. Todo esto regido por un sistema de menús y submenús que puede agobiar un poco al principio y al que tardaremos en hacernos.

El sistema de combate se parece a los clásicos de la estrategia como Age of Empires o Starcraft; algo anticuado quizás, pero que ataca la nostalgia de los jugadores más veteranos. Como General,comandaremos nuestras tropas por escuadrones a medida que le ganamos terreno al contrario y avanzamos hasta derribar sus fortalezas en un mapa que delimita demasiado nuestros movimientos. En esto, nos hubiera gustado que las opciones de combate fueran mucho más avanzadas y ricas, tales como las de comercio y gestión, pues parece más un añadido al conjunto general y no supone esencialmente un reto para el jugador si has seguido hasta entonces las indicaciones propias del juego y has pertrechado bien tu ejército.

Romance of the Three Kingdoms XIII es un juego que tira de mecánicas clásicas, que nos habla de historia de forma realista y que llena la pantalla de opciones y submenús. Los jugadores más casuales o más acostumbrados a los juegos modernos quizás lo encuentren algo irritante y no sepan darle cabida; pero tal vez los más veteranos encuentren cierta delicia nostálgica entre sus píxeles. Un juego que si hubiera estado en nuestro idioma hubiera ganado muchos puntos pero que se verá condenado al ostracismo en nuestro país.