Con motivo del estreno en España de la nueva versión cinematográfica de la novela Cementerio de Animales, escrita por Stephen King y en esta ocasión llevada a imagen real con dirección de Dennis Widmyer y Kevin Kölsch, guión de Matt Greenberg y Jeff Buhler o un reparto con rostros como los de Jason Clarke, John Lithgow o Amy Seimetz, entre otros, hoy vamos a dedicarnos a reseñar dicha novela, una de las más celebradas dentro de la extensa carrera del escritor nacido y residente en Maine. Pet Sematary, que así se titula en su idioma original, llegó a las librerías de Estados Unidos mediante la editorial habitual del autor de El Resplandor o la saga de La Torre Oscura, Doubleday, el 14 de noviembre de 1983 y como por aquel entonces venía sucediendo con todos sus trabajos desde casi una década antes, cuando vio la luz la primigenia Carrie, se convirtió en todo un best seller. Su enorme éxito y buena aceptación le consiguió incluso una nominación a los World Fantasy Award for Best Novel del año 1984.
Cementerio de Animales se centra en la familia Creed, encabezada por el matrimonio formado por Louis y Rachel, los hijos, Ellie y el pequeño Gage, y el gato Wiston Churchill, alias «Church». La historia comienza cuando Louis acepta un nuevo trabajo como doctor en el instituto de una pequeña localidad de Maine. Una vez instalados allí conocerán al anciano matrimonio Crandall, compuesto por Jud y Norma. Louis estrechará lazos de amistad con Jud, llegando a compartir una relación paternofilial con él que los llegará a convertir en personas muy cercanas. Un día el octogenario vecino llevará a la familia Creed por un sendero hasta un cementerio de animales utilizado por niños de las inmediaciones para enterrar sus mascotas en una tradición arraigada desde principios del siglo XX. Posteriormente y durante un viaje en el que Rachel y los niños visitan a los padres de ella en Chicago Louis y Jud descubren el cuerpo sin vida de Church, previamente atropellado por uno de los muchos camiones que transitan la carretera. Cuando el médico decide dar sepultura al gato en el cementerio de animales su amigo le aconseja llevarlo a una apartada zona del mismo perteneciente en su origen a los indios micmacs. Poco tiempo después de enterrarlo Louis asistirá al regreso de entre los muertos de Church y con ello el inicio de la mayor de sus pesadillas.
Aunque está poblada de pasajes sobrenaturales y muertos vivientes que vuelven de la tumba adscribiéndose de manera bastante ortodoxa al género de terror que con tanta pericia lleva cultivando Stephen King desde hace cuarenta años Cementerio de Animales realmente habla de miedos mucho más terrenales y atávicos para el ser humano como son la pérdida y la aceptación de la muerte. La resurrección de Gage como abominación inhumana tras ser enterrado en el cementerio micmac, después de haber muerto atropellado en la carretera, es una simple excusa narrativa para que King ahonde en la psicología de sus personajes a la hora de enfrentarse a una de las experiencias más terribles para un padre como es sobrevivir a su hijo, de manera mucho más trágica si tenemos en cuenta que este apenas había empezado a vivir a sus dos años de edad. Centrando, sobre todo, el peso argumental en Louis, protagonista del relato, por medio de una narración en tercera persona el autor de Misery o Corazones en la Altlántida disecciona la psique de su criatura haciéndonos partícipes de la serie de desgracias en las que él mismo y su familia se ven implicados convirtiéndonos en testigos del profundo dolor experimentado por él cuando se muestra incapaz de asimilar la pérdida de su hijo pequeño de una manera tan violenta e inesperada.
Pero no sólo el protagonista es un rol perfectamente perfilado gracias al buen hacer del autor de la obra. Como suele pasar con Stephen King todos y cada uno de los personajes secundarios de Cementerio de Animales poseen una profundidad psicológica capaz de exponerlos de cara al relato como seres cercanos e identificables para apelar a la empatía del lector. Sucede también con Rachel y Ellie Creed o Norma Crandall. La primera retratada como una mujer con un profundo terror hacia la muerte y la irrupción de la misma en la cotidianidad de su hogar, miedo arraigado en su infancia cuando vio morir a su enferma hermana Zelda en sus propias manos. La segunda es una niña con un especial don para aventurar trágicos sucesos futuros por medio de su mundo onírico, como también le sucedía al Danny Torrance de El Resplandor. La última es una anciana afectada por la artritis con un deteriorado estado de salud, pero cariñosa y atenta con el prójimo. Pero más allá de Louis si hay un personaje en el que el autor de Maine pone especial interés por convertirlo en un individuo de carne y hueso es en ese paternal, afable, pero temerario Jud Crandall en el que repara hasta en lo cerrado de su acento, aspecto físico o manera de vestir, convirtiéndolo en uno de los pilares maestros sobre los que se sustenta Cementerio de Animales.
Hay dos características de la prosa de Stephen King que rara vez han sido extrapoladas adecuadamente y con fidelidad al medio cinematográfico o televisivo cuando la letra ha realizado el trasvase al contexto audiovisual. Una es la crueldad intrínseca y la inmisericorde mirada demiúrgica que el escritor aplica en sus propias criaturas mostrando, en ocasiones, escasa o ninguna compasión por ellas y las situaciones en las que se ven envueltas. Sin caer nunca en los obsceno o lo gratuito, y al igual que sucediera en libros como Carretera Maldita (Roadwork), Ojos de Fuego (Firestarter) o La Zona Muerta, King convierte la recta final de la vida de Louis Creed en una tragedia de reminiscencias griegas en la que cada nuevo golpe es más duro y cruento que el anterior, llegando a cotas de amargura difícilmente calibrables para materailizar como una verdad inalienable ese tagline que publicita el libro rezando que «a veces es mejor estar muerto». Adentrándose así también en terrenos teológicos arraigados en la fe y ese cristianismo cuyas reminiscencias ya se hacen patentes en las citas a la resurrección de Lázaro que abren los tres episodios de los que consta la novela.
La otra característica, no tan recurrente en la obra de King, pero sí presente en varios de sus trabajos es una ironía y socarronería exponiendo muestras malsanas en la presente novela. Cada vez que Louis se encuentra frente a una de las situaciones extremas propuestas por su narrador casi siempre las afronta con unos comentarios de un humor negrísimo que añaden una pátina de tridimensionalidad y mórbida cercanía al personaje mientras se acentúa la perversidad adscrita a un Stephen King entregado a la incorrección política y la disección de no pocos dilemas éticos, morales y sociales. Pasajes como el regreso de Church de la tumba, el instante de máxima felicidad de Louis con Gage conla cometa en el que el novelista adelanta la próxima e inminente muerte del bebé (algo que también hace con la defunción de Norma Crandall) el desentierro del pequeño niño por parte de su padre o el regreso de este ya como zombie deslenguado y sádico nos retrotrae al King más dispuesto a ahondar en nuestros mayores miedos, esos adheridos a lo que nos hace vulnerables y humanos, pero siempre con la excusa de focalizarlos desde la perspectiva de la literatura fantástica o de terror. De esta manera consigue plantearnos temas universales, pero siempre pendiente de hacerlo por medio del entretenimiento y la referencia a maestros como Edgar Allan Poe, muy presente en la atmósfera de Cementerio de Animales.
Aunque no creo que sea una de sus mejores obras, como sí afirman no pocos de sus seguidores, Cementerio de Animales es una pieza magnífica gestada por Stephen King en una de las etapas más oscuras de su vida. Durante aquel 1983 su adicción a distinto tipo de sustancias, especialmente alcohol, era tal que a día de hoy ni recuerda el proceso de escritura de otras de las novelas que ideó aquella temporada como la magnífica e infravalorada Cujo. Por suerte y con la ayuda de su familia consiguió salir de aquel pozo sin fondo y seguir con su exitosa carrera literaria. Con respecto a Cementerio de Animales es de recibo mencionar que seis años después de su publicación, en 1989, fue adaptada a la pantalla grande con una película dirigida por Mary Lambert, escrita por el mismo King y protagonizada por Dale Midkiff, Fred Gwynne, Denise Crosby, Blaze Berdahl y Miko Hughes, convirtiéndose al poco tiempo en una obra de culto. Si no hemos incidido más en ella y sus similitudes o diferencias con el libro es porque estamos preparando un especial sobre las adaptaciones cinematográficas de Pet Sematary en el que reseñaremos la cinta original, su secuela de 1992 y el remake que actualmente se encuentra en la cartelera internacional. Incluida la de nuestro país que la ha recibido con notable entusiasmo y una recaudación nada desdeñable.
SPOILERS
A mí es una de las novelas de Stephen King que más me ha gustado, sin ser tan emblemática como otras más famosas como It o El Resplandor. Muy de acuerdo con la reseña, para mí su virtud principal es el poco foco que le da a la parte sobrenatural frente al desarrollo de los protagonistas. Prácticamente más de medio libro, salvo algunos detalles, se basa en hacerte sentir lo mucho que quiere el prota a su familia, con sus defectos y sus conflictos, pero una familia feliz al fin y al cabo. No tiene prisa en mostrarte los fuegos artificiales porque es consciente de que un niño de dos años aplastado por un camión es mucho más desolador cuando llevas 200 páginas metiéndote en el pellejo de su padre.
Y bueno, qué decir de ese terrible final. Tremendo.
La novela me encantó, espero que la película esté a la altura (pese a las ya notorias diferencias vistas en el trailer, aunque no tiene por qué ser malo)
Pocos autores me han conmovido tanto con su reflexión sobre el dolor de la pérdida: King, no solo con esta novela sino también, y de una manera diferente, en La Zona Muerta; Rosa Montero. Nanni Moretti en el cine, Paco Roca y Jiro Taniguchi en el cómic…obras con una sensibilidad que comparto y me hicieron sentir acompañado en los momentos más duros