Edición original: Night Lamp
Edición nacional/ España: Gigamesh Omnium
Autor: Jack Vance
Páginas: 406
Formato: Bolsillo
Precio: 8 €
Peso pesado de la scifi
Jack Vance es un nombre que, para la mayoría de adictos a la ciencia ficción, no necesita de más presentaciones. Autor de sagas tan importantes dentro del género como La tierra moribunda y fuera del mismo, como La trilogía de Lyonesse, estamos ante uno de esos autores prolíficos y llenos de imaginación que inventan universos enteros como el que inventa nombres graciosos juntando su nombre y su apellido. Pocos autores gozan de tanta imaginación desbordada, lo que le ha valido el reconocimiento de esos lectores ávidos de nuevos mundos llenos de aventuras.
Lámpara de noche, publicada por primera vez en 1996, nos sitúa en un universo llenos de vida donde Jaro Fath, un joven que ha perdido la memoria y que ha sido apartado de su familia y su planeta natal y adoptado por un feliz matrimonio de estudiosos, busca sus orígenes a la vez que se desenvuelve en un mundo lleno de reglas morales y sociales con el que parece no encajar del todo. Una novela que tiene mucho de shakesperiano, con personajes en ocasiones caricaturescos y que podría funcionar como un vodevil espacial, lleno de exageraciones y situaciones chabacanas, pero igualmente rodeado de ese halo de la ciencia ficción ochentera (aunque la novela se adentre bien profundo en los límites del milenio) y que recuerda en su concepción a algunos grandes clásicos.
Lámpara de noche, sin embargo, no es para pusilánimes. El principio es lento, lleno de descripciones profusas y un lenguaje un tanto rimbombante que hace que la lectura se espese, teniendo que concentrarnos con los cinco sentidos en seguir el desarrollo de una trama que parece no avanzar. Dándole una oportunidad al autor y dejándose llevar uno, al final se entiende que lo que hace Vance es ponernos en situación, ir afinando los instrumentos antes del concierto, pero más de un lector puede sentir la tentación en las primeras cien páginas de abandonar la aventura de Jaro. Craso error, pues el libro va cogiendo velocidad a medida que avanza y va dejando ver una serie de virtudes que permanecían ocultas al principio. Esto me hace preguntarme si realmente eran necesarias tantas páginas de introducción o si estamos ante un caso de autor tirapáginas. No he leído lo suficiente a Vance para poder aseverarlo sin lugar a dudas, pero cuando el río suena…
Gusta especialmente la creación del héroe, apartado de las convenciones sociales que lo rodean, aislado y lleno de cinismo, una suerte de personaje oscuro que avanza hacia la luz pero se ve siempre rodeado por la sombra. Un antihéroe, si se quiere, que aunque goce de la altura moral de los héroes propios de Campbell, presenta aristas y puntos de desencuentro interesantes a cada paso. Por otro lado, el universo que crea Vance en esta novela está vivo y lleno de energía. A sus profusas descripciones del mismo hay que sumarla la meticulosidad con que inventa razas, lenguajes y costumbres sociales; ritos de paso e iniciación y teorías biológicas en un alarde de pasión por la ciencia ficción.
Jack Vance presenta un carnaval en esta Lámpara de Noche: un carnaval espacial que juega al viaje del héroe y se desmarca de esta idea a la primera oportunidad, llevándonos por algunos caminos inciertos que el autor resuelve con soltura. La nueva edición de Gigamesh, de bolsillo, dentro de su colección Omnium, es una oportunidad perfecta para acercarse a este autor clásico en una de sus novelas menos conocidas y más indicada para los amantes del género.
Jack Vance es un autor muy directo, cuyas obras transcurren muy deprisa. Eso se traducía en que una novela típica suya, duraba alrededor de 200 páginas. Para adaptarse a las longitudes que exige el mercado moderno, lo que empezó a hacer fue acumular diferentes tramas. Hace mucho que me leí «Lampara de noche» pero en mi recuerdo parecía como si hubiera empalmado varias historias y relatos. Tengo un recuerdo agradable de la novela, pero no es lo mejor de su autor. Por otro lado, sus historias de amor siempre se me atragantaron un poco.