«El peligro de vivir demasiadas veces es que olvidas temerle a la muerte»
El 28 de febrero de 2002 el escritor británico Richard K. Morgan publicó su primera novela titulada Altered Carbon, Carbono Alterado o Carbono Modificado en algunas de sus ediciones en español. El libro, adscrito al género de ciencia ficción, plantea un futuro distópico y de estética cyberpunk en el que las clases adineradas pueden alcanzar la inmortalidad gracias a almacenar su memoria e identidad en unos sistemas digitales llamadas «Pilas Corticales» que llevan adheridas a la columna vertebral y que pueden conectar a otros cuerpos. Las clases bajas, que también portan estos dispositivos, no pueden permitirse tener más de una vida mientras las acomodadas pueden utilizar las «fundas» reales o artificiales que deseen gracias a su alto poder adquisitivo. Takeshi Kovacs, un ex soldado de elite de la ONU, investigará un caso de homicidio en el que un filántropo de 365 años de edad llamado Laurens Bancroft, que aparantemene se suicidó, duda de los hechos que lo llevaron a quitarse la vida. Altered Carbon fue un éxito, ganó el premio Philip K. Dick en 2003, y dio pie a una trilogía que se completa con Broken Angels y Woken Furies, las otras dos entregas que la componen. La plataforma de streaming Netflix puso sus ojos en la obra de Richard K. Morgan y decidió trasladar la primera novela de la saga a una serie de televisión que se convertiría en una de las propuestas más ambiciosas de su producción propia.
Para adaptar Altered Carbon al medio audiovisual los responsables de Netflix contrataron los servicios de la guionista Laeta Kalogridis a la que debemos los libretos de largometrajes como Shutter Island, Alejandro Magno, Terminator: Génesis o el remake de El Guía del Desfiladero (Pathfinder) y que también ha hecho sus pinitos en la pequeña pantalla interviniendo en series como la versión catódica del cómic de DC Birds of Prey o el remake de Bionic Woman. Un grupo de directores en nómina de la plataforma de streaming como Michael Sapochnik (Iron Fist), Uta Briesewitz (Jessica Jones), Peter Hoar (Daredevil) o Andy Goddard (Punisher) se ocupan de dar el look visual al proyecto. En cuanto al reparto el mismo está encabezado por al actor sueco Joel Kinnaman (The Killing) al que secundan James Purefoy (Roma), Martha Higareda (Dueños de la Calle), Chris Conner (American True Story), Dichen Lachman (Supergirl), Ato Essandoh (Jason Bourne) o Kristin Lehman (Ghost Wars) entre otros. La primera temporada se estrenó en su totalidad el pasado 2 de febrero y recibió reseñas muy polarizadas entre los que la alababan como una excelente muestra de ciencia ficción y los que la acusaban de no estar a la altura como producto audiovisual o adaptación de la novela de Richard K Morgan. Un servidor no ha leído el libro, de modo que en esta entrada sólo hablaremos de la serie propiamente dicha.
Los primeros minutos del episodio piloto nos dejan claro que Netflix no ha escatimado gastos a la hora de dar forma a un producto como Altered Carbon. Un diseño de producción y unos efectos digitales que en poco tienen que envidiar al de cualquier blockbuster hollywoodiense ofrecen una estética y un contexto espaciotemporal a la serie con el que construir su propio microcosmos para desarrollar en él la historia que implicará a Takeshi Kovacs y sus colaboradores o rivales. La estética cyberpunk impera en una urbe repleta de neones y hormigón en la que se mueven los desfavorecidos, los desheredados, los criminales y los ciudadanos de a pie que tratan de sobrevivir el día a día que se contrapone a los suntuosos edificios de mármol blanco y construcciones arquiectónicas mastodónticas en las que las clases altas viven entre lujo, artificio y falsas apariencias con el notable aliciente de poder hacerlo por toda la eternidad gracias al estatus que poseen con respecto a tener acceso a todas las fundas que deseen. Este contraste entre estos dos mundos es la mayor virtud de Altered Carbon, pero por desgracia sus responsables no han sabido explotarlo al 100% durante esta primera temporada.
Hay dos series de televisión dentro de Altered Carbon y en ocasiones parece que tratan, infructuosamente, de amalgamarse para dar forma a un cohesionado y coherente todo. Por un lado tenemos la interesante distopía con un trasfondo social que hace especial hincapié en la diferencia de clases, en cómo unos pocos millonarios amasan una fortuna de la que se sirven para experimentar placeres con los que las clases medias y bajas sólo pueden soñar mientras estas últimas se encuentran acinadas en barrios suburbiales repletos de podredumbre económica y moral o crimen organizado. Por otro tenemos una serie de acción frenética que quiere incluir secuencias de tiroteos, persecuciones o combates cuerpo a cuerpo que nos remiten al mundo del videojuego, el thriller hongkones o el cine de artes marciales con pasajes de una espectacularidad más que contrastada, realizando unas coreografías perfectamente ejecutadas y de una exposición visual intachable con las que se engrandece el ya de por sí muy destacable apartado técnico del producto. De esta manera el proyecto parece intentar satisfacer a distinto tipo de espectadores, pero el equilibrio entre denuncia y entretenimiento no encuentra la tonalidad necesaria para aprovechar todas sus posibilidades narrativas.
Que la serie no encuentre una total armonía entre estos dos perfiles contrapuestos no significa que en ocasiones no converjan adecuadamente o que de manera individualizada fracasen a la hora de lograr su cometido. Por suerte los guiones están lo suficientemente elaborados para que las distintas tramas que son narradas tengan la necesaria solidez, adecuado desarrollo e interesante subtexto al que se suma el fuego de artificio que les sirve de envoltorio. Las referencias a Philip K. Dick o William Gibson están ahí, justo en la intencionalidad de ofrecer un relato adulto sobre un futuro desolador que tiene no pocos paralelismos con nuestra actualidad, construido este sobre un trasfondo neo noir. Mientras tanto los pasajes más dinámicos nos remiten a Matrix o Equilibrium y ofrecen empaque al producto para no dar respiro al espectador en terrenos como el de la acción o el thriller conspiranóico y policíaco. En el proceso de esta vertiente más superficial Laeta Kalogridis y sus colaboradores también apelan a una tonalidad exploit y de Serie B con cierto abuso de la violencia explícita y el sexo gratuito que se unen al perfil más primario de la serie con la intención de atraer a un tipo de consumidor con apetencias más mundanas, algo que es tan de dudoso gusto como irreprochable, pero que demuestra que los responsables detrás de Altered Carbon buscan, sobre todo, entretener al respetable.
Abordándolo como una muestra más de ciencia ficción y siendo consciente de la cantidad de referentes de los que toma ideas prestadas Altered Carbon, o más bien la novela de Richard K. Morgan, planteaba algunas ideas bastante originales que la serie ha sabido aprovechar en su favor para diferenciarse de otras muestras televisivas o cinematográficas del género. Todo lo relacionado con las fundas es un acierto, no sólo por lo que aporta al relato en sí como añadido estético o interpretativo de cara a los actores, sino en lo narrativo. Cuando arranca el episodio piloto Takeshi Kovacs está interpretado por al actor de origen oriental Will Yun Lee, pero después su pila cortical pasará a la funda del policía de Bay City Elias Ryker, con el rostro y físico de Joel Kinnaman, a su vez pareja de la agente Krstin Ortega. Esta situación no sólo servirá para que el protagonista tenga que adaptarse a su nuevo cuerpo de manera inmediata o tener que afrontar la carga dramática que supone la implicación que tiene con el mismo la ya citada agente, también proporciona a la serie uno de sus mayores hallazgos, que en los flashbacks con los que Kovacs rememora hechos de su pasado tenga su rostro original, no el de la funda que actualmente porta su personalidad y memoria, como por otro lado es lógico. Este añadido enriquecedor desde el punto de vista de la construcción argumental se une a conceptos interesantes como que los edificios públicos estén representados por Inteligencias Artificiales que pueden corporeizarse en réplicas de seres humanos, como el caso de Poe y sus amigos de poker, o la utilización de la realidad virtual para destruir psiclógicamente a personajes concretos.
Joel Kinnaman realiza un excelente trabajo como Takeshi Kovacs, añadiendo un interesante trasfondo dramático a su rol, esa voz en off que abre todos los episodios, y una fisicidad rotunda cuando tiene que implicarse en las secuencias de acción. Su determinación y obsesión a la horade implicarse con el caso que le es designado sirven para definir su personalidad ruda en el exterior, pero repleta de debilidades desde una perspectiva psicológica. Le da perfectamente la réplica una intachable Martha Higareda en la piel de Kristin Ortega, no sólo un personaje femenino individualista y con mejores aptitudes detectivescas que sus compañeros masculinos, también un rol latino que, por fin, habla en su idioma natal con sus familiares, algo que da una pátina de naturalidad a la serie muy de agradecer. Aunque posiblemente los dos personajes secundarios más interesantes de Altered Carbon sean Laurens y Miriam Bancroft, James Purefoy y Kristin Lehman respectivamente, los dos multimillonarios que sintetizan con acierto mayúsculo esa burguesía fastuosa en el exterior y decrépita desde un punto de vista moral que no duda en arrasar con todo lo que se ponga en su camino con tal de mantener su estilo de vida y saciar sus enfermizas parafilias sexuales. El divertido Poe de Criss Conner, Ato Essandoh como Evan Elliot o la Reillin Kawahara de esa Dichen Lachman que se sube al carro a mitad de la temporada para convertirse en una robaplanos nata también forman parte de la extensa galería de personajes de la serie que se convierte en otro de sus mejores alicientes.
Hay una gran serie detrás de un producto tan estimable como Altered Carbon (el episodio siete, Nora Inu, es uno de los mejores de lo que llevamos de 2018, desde un punto de vista técnico y argumental) el problema es que en esta primera temporada todavía está intentando buscar su lugar y cohesionar las distintas personalidades que habitan en su interior, planteando puntos de partida tan ambiciosos que a la hora de ponerlos en práctica no siempre están a la altura que se les exige desde un punto de vista narrativo. Visualmente atractiva, de ritmo potente, con un excelente reparto encabezado por un actor cada vez más seguro de sus dotes interpretativas y una historia que engancha sin mucha dificultad a espectadores de todo pelaje por lo eclécitco de su naturaleza la serie de Laeta Kalogridis tiene que limar asperezas, dar más consistencia a sus guiones y saber aprovechar los elementos de los que dispone. La materia prima está ahí, el contexto espacial y temporal ya más que asentado y los personajes adecuadamente definidos, ahora sólo falta que si la segunda temporada, cuya renovación todavía está en el aire, llega a materializarse sus ideólogos den todo lo que tienen para convertir la ambiciosa propuesta de Netfilx en algo más que un entretenimiento técnica y artísticamente notable, pero narrativamente todavía con bastante que mejorar.
Dirección - 8.5
Guión - 7
Reparto - 8
Apartado visual - 8.5
Banda sonora - 7.5
7.9
Altered Carbon ofrece un producto que todavía no explota sus muchas posibilidades. Puesta en escena, diseño de producción, efectos especiales y reparto funcionan adecuadamente, mientras la escritura en ocasiones carece de la solidez que necesitaba para convertirse en un proyecto sobresaliente, algo que no consigue.
Creo que en la conclusión en realidad debería poner que “adolece de falta de solidez” o bien “carece de la solidez…”
Tienes toda la razón, Shockbringer, ya lo he cambiado.
¡Gracias por el aviso!
Para los que buscamos simplemente algo que nos entretenga y divierta unas horas, esta serie es perfecta. Para los que quieran algo con un mensaje trascendental pseudo-filosofo-religioso-cultural, no les va a satisfacer del todo. Pero, al final, es una propuesta de entretenimiento que te deja con ganas de más.
Lei el libro mucho antes de ver esta serie y aunque la adaptación tiene muy buenos puntos fuertes la han «americanizado» bastante. El escritor es británico
y la novela tiene mucha mas mala leche (a los 2000AD) sin contar que el personaje es un antihéroe y que mucha de las subtramas con su familia o la amante son de libre adaptación en la serie. Y eso sin contar de dar protagonista a
algunos secundarios que en la novela apenas salen. Aunque lo mejor es la teniente de policía latina (una muy buena interpretación de la actriz)
Para mi todo esto lo que hace es suavizar el producto lo cual no quita que la serie esta entretenida y toca temas muy interesantes. Pero… podría estar mejor y hubiese partido mas la pana, creo yo, si se hubiera adaptado mejor.