Estrenada en marzo de 2022, The Batman resultó ser un éxito tanto de público (consiguiendo una recaudación global aproximada a 770 millones de dólares) como en la recepción por parte de la prensa especializada. El nuevo reinicio del mejor detective del mundo en la gran pantalla tuvo a Matt Reeves detrás de las cámaras y a Robert Pattinson dando vida a un joven Bruce Wayne. Pese a que el principal villano de la función en aquella ocasión fuera El Acertijo, interpretado por Paul Dano, no fue ni mucho menos el único enemigo al que se enfrentó El Cruzado de la Capa. De esta forma, Colin Farrell tomaba el testigo de Danny Devito (Batman vuelve) construyendo un Pingüino mucho más cercano a Los Soprano que a su homólogo en la cinta de Tim Burton. Una vez muerto el personaje de Carmine Falcone (John Turturro), el crimen organizado gothamita se peleará por hacerse con el vacío de poder. Con Lauren LeFranc (Agents of SHIELD) como showrunner, Craig Zobel (Mare of Easttown) en la dirección y un Reeves que se reserva las veces de productor, Farrell volverá a mostrarse irreconocible en los siguientes ocho episodios que podremos ver en MAX. Cristin Milioti (Sofia Falcone), Clancy Brown (Salvatore Maroni) y Michael Kelly (Johnny Vitti) acompañan a Oz en este Largo Halloween.
El Pingüino. Episodio 6 – Cumbre de oro
Amigos y cerveza fría, como mínimo una vez al día, por Jordi T. Pardo
El episodio de esta semana podríamos considerarlo de transición ya que mantiene en la distancia a los principales contendientes. Un Oz que ha prosperado en muy poco tiempo -no se específica el tiempo transcurrido desde el final del quinto episodio- y una Sofia que sigue la pista al primero con la ayuda de Salvatore Maroni. Una anécdota que no viene a cuento: el personaje de Maroni está interpretado por Clancy Brown que tuvo un pequeño papel hace casi 20 años en Perdidos interpretando a Kelvin Inman. Este era un colaborador de la misteriosa Iniciativa Dharma cuya figura más visible era el doctor Pierre Chang al que interpretaba el actor estadounidense-camboyano François Chau. Un veterano de la ficción televisiva que también tiene un papel destacado en El Pingüino como el mafioso Feng Zhao. En Perdidos ambos actores nunca llegaron a coincidir en ninguna escena. Pinta que acabará pasando lo mismo en El Pingüino.
Pero curiosidades a un lado, lo que podemos decir de este sexto episodio es que mantiene la intriga y tensión por lo que está por venir. Las piezas se siguen moviendo, los bandos enfrentados buscan a sus aliados y se miden las fortalezas y debilidades en la distancia. No deja de ser una puesta en escena algo procedimental, pero estos intervalos siempre son necesarios para el desarrollo y caracterización de personajes. Y esto último es algo en lo que destaca una producción como El Pingüino, tanto si hablamos de las estrellas de la función, como de sus personajes secundarios. Y es que aunque Colin Farrell y Cristin Milioti siguen manteniendo el pulso, el sexto episodio se molesta en darle algo de espacio a secundarios como el mencionado Salvatore Maroni, Victor y la señora Francis Cobb.
El juego de contrastes y paralelismos, por más que evidente y remarcado por los propios personajes, no deja de estar bien llevado y planteado. Hay una lectura sobre el poder, sobre la clase y también sobre el género que dan entidad a esta parte de la serie. Sofia es una mujer blanca con poder que no puede evitar jugar con las reglas de un mundo masculino. Algo que se aprecia en su relación personal tanto con Maroni como con su amante y psicólogo Julian Rush. Pero tiene conciencia de hacerlo y eso se refleja en su postura Eve, la prostituta e interés romántico de Oz interpretada por Carmen Ejogo. La conversación que ambas mantienen utiliza un subterfugio del test de Bechdel, ya que ambas parecen estar hablando de Oz cuando en realidad lo hacen de ellas mismas y sobre la violencia que se ejerce sobre «sus iguales» y «quién la ejerce».
En cambio, Oz es un hombre en constante deconstrucción, uno que busca el poder en base al autoengaño de pretender ejercerlo mejor que los que lo han precedido y poniendo el foco en un pasado idealizado, con un discurso vacío pero firme y sólido como el que solo puede provenir de un orador narcisista y con cierta alteración de la su percepción de la realidad. El paralelismo con una Sofia a la que se ha considerado enferma sin estarlo está lleno de matices interesantes. Pero también lo está la manera en la que ambos intentan llevar a su redil a amigos y enemigos. Los dos «dicen lo que los demás quieren oír», apelando a un discurso de ricos contra pobres, Sofia aparentemente desde arriba, aunque siempre partió con desventaja por ser mujer, Oz aparentemente desde abajo, aunque siempre partió con la desventaja de no nacer en una familia poderosa. Los dos son caras de la misma moneda.
Nos queda por ver si la serie sabrá rematar bien este discurso que -curiosamente- no despierta tanto el recelo de los que viven con la palabra «woke» en la boca. Puede que la serie sea más sutil que estos temas que otras producciones y que eso no agite los ánimos, pero no deja de ser gracioso ya que su discurso tiene muchas conexiones con otros productos recientes que han sido rajados de arriba abajo por lo mismo. Puede que sea el género noir que hace muchas veces parecer que la forma es más importante que el fondo. Puede que nunca lo sepamos, pero seguimos en la brecha esperando nueva ración de El Pingüino la próxima semana y que nos quiten lo bailao. El de esta semana cumple con las expectativas, por mucho que sea menos espectacular que los dos precedentes. ¡Pero bridamos por el futuro!
Todo queda en familia, por Juan Luis Daza
Después de algo de dispersión narrativa en el anterior episodio, que, en cierta manera, menoscababa los hallazgos de aquel brutal Cent’Anni dedicado a la Sofia Falcone de una superlativa Cristin Milioti, este Gold Summit dirigido por Kevin Bray y escrito por Nick Towne encarrila de nuevo El pingüino con el personaje protagonista, ayudado por Vic, habiendo establecido ya su negocio de narcotráfico con la droga bliss. Uno de los mayores aciertos del capítulo es asentar las bases de la interesante relación entre la ahora conocida como Sofia Gigante y el Salvatore Maroni de un brutal Clancy Brown, actor al que me avergüenzo de no haber mencionado hasta ahora en estas reseñas semanales teniendo en cuenta, no solo su excelente labor en la ficción, sino ser uno de esos secundarios de lujo que tantas satisfacciones me ha proporcionado en producciones como Los inmortales (The Highlander, Russel Mulcahy, 1986), Cadena perpetua (The Shawshank Redemption, Frank Darabont, 1994) o Carnivàle (Daniel Knauf, 2003-2005) entre muchas otras.
Lo cierto es que el episodio va de menos a más, empezando de manera bastante rudimentaria para entonarse gradualmente y una de las subtramas más interesantes es la de Vic con el personaje de Squid. Cuando la serie podría haber transitado lugares comunes y manidos con respecto a personas corrientes que se van convirtiendo en delincuentes consumados una vez se sumergen en el mundo del hampa, la resolución de esta situación es expuesta en pantalla de manera caótica y nada ortodoxa, con ecos de aquel Walter White que en ocasiones improvisaba los peligrosos pasos criminales que lo acabaron convirtiendo en Heisenberg en la gloriosa Breaking Bad. Menos interés suscita la reunión de Oswald con los representantes de las familias mafiosas, cayendo en todos los tópicos manidos de este tipo de producciones, pero las dos situaciones con Sofia, la vista a la casa de Eve y ese cliffhanger, con lo que podría ser una referencia a Una muerte en la familia, vuelven a ofrecer la calidad a la que nos está acostumbrando la serie de Lauren LeFranc.
Quedan dos episodios para que El pingüino dé sus últimos aletazos y de la misma manera que no me avergüenzo en admitir, semana a semana, que estaba un servidor equivocado con respecto a ella, también es cierto que este encaminarse hacia lo que será la season finale, dos episodios quedan para que la misma se materialice, la irregularidad se está apoderando, en cierta manera, de uno de los puntos más fuertes del proyecto, su progresión narrativa y la su solidez argumental que, por mucho que beba del género noir, empieza a caer en cierta pereza y trazi grueso que pudiera desmerecer lo que todavía esperemos sea una buena despedida y puente hacia la próxima The Batman Part II que llegará, si todo discurre adecuadamente, en el todavía lejano 2026 a cines de todo el mundo.
Manejando el Cotarro, por Raúl Gutiérrez
El capítulo de esta semana de El Pingüino sitúa la acción unos pocos meses o como mínimo, unas semanas después del anterior. No se nos dice exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero sabemos que el “Bliss” la droga que Oz robó a los Falcone y a los Maroni delante de sus narices está siendo producida en masa por el Pingüino y los suyos en los túneles del metro abandonados de Gotham City.
Donde antes había tan solo dos cubos, ahora hay toda una plantación de setas que está generando no poca riqueza para Oswald Cobb y los suyos. Al poco de comenzar, también se nos explica que Gotham City está dividida en seis distritos urbanos, cada uno de los cuales es controlado por una familia distinta del Crimen Organizado.
Ello supone no solo que Oz no esté solo en cuanto a pretender controlar toda la producción de esta concreta droga, sino que tiene por fuerza que llegar a acuerdos con las distintas familias para poder mover el producto por sus territorios sin que todo termine como el Rosario de la Aurora.
Pues bien, al comienzo del episodio tenemos claro que Oz controla cuatro de las seis familias faltando solo dos: Los Gigante (anteriores Falcone) que obviamente no van a prestarle su apoyo, y las Tríadas controladas por Zhao, a quienes conocimos hace ya tres semanas cuando todavía parecía que el Bliss iba a ser distrubuido por Sophia Falcone (ahora Gigante) en colaboración con Oz.
Paralelamente a todo esto vemos que Sophia Gigante no ha estado quieta, sigue buscando la forma de acabar con Oz y con su creciente Imperio Criminal mientras que esconde en su casa a Sal Maroni, que recordemos se fugó de prisión en el capítulo anterior.
Ambos irrumpen personalmente en el apartamento del Pingüino (el cual éste había abandonado convenientemente puesto que sabía que se trataba del primer lugar en el que sus enemigos podían buscarle) en busca de algo que les ayude a derribarlo, llegando los dos a la conclusión de que resulta imposible herir a Oz puesto que no tiene a nadie que le importe.
Pero una luz de esperanza llega hasta Sophia cuando registrando la mesilla de noche de Oz, encuentra una foto de Eve, la prostituta con la que El Pingüino tenía una relación y a la que ya hemos visto en algunos capítulos.
A sabiendas de que la buscaban, Eve decide ser quien maneje cuándo tendrá lugar el encuentro con Sophia, y convence a ésta de que Oz no confía en ella lo suficiente como para que lo esconda, y de que tampoco es tan importante ya para el Pingüino como para que merezca la pena secuestrarla.
Sin embargo apunta a Sophia Gigante en la dirección correcta cuando le explica que los edificios del Zoo de Gotham serían un buen lugar donde encontrar a su anterior aliado.
Mientras tanto, Vic tiene problemas propios ya que Squid (Calamar), un muchacho de su barrio, lleva un tiempo observándole, viendo como viste con mejores zapatillas y siendo consciente de que trabaja con Oz. Squid quiere su parte del pastel y le deja bien claro a Vic que o le presenta a su jefe, o ambos (Vic y Oz) tendrán problemas.
Vic acude a Oz en busca de consejo y ayuda, estando éste muy ocupado tratando de hacer algo más habitable la casucha en la que tanto él mismo como Vic como la madre de Oz se alojan, por lo que Vic no tiene más remedio que tomar cartas en el asunto encargándose por su cuenta de Squid, al quien no tiene más opción que matar.
Vic comete así su primer asesinato, lo que Oz percibe tan pronto como lo ve, mostrando una increíble frialdad al decirle a Vic que con el tiempo este tipo de cosas se hacen más fáciles. Es decir, que matará a más gente, y muy pronto, dejará de importarle.
Finalmente, Sophia Falcone encuentra la casa en la que Oz, Vic y la madre del primero se alojan, lista para asaltarlos (o quizás no) mientras Oz se encuentra fuera.
¿Y dónde se encontraba Oz? Pues convenciendo al resto de familias que forman el Crimen Organizado de Gotham de unísrsele con su clásico relato de orígenes humildes y gran ambición, el cual como no podía ser de otra manera, le sale bastante bien. Y es que no solo estamos ante un Pingüino, sino desde luego, ante un “Pájaro” de cuidado.
Si bien para ello tendremos que esperar una semana entera, la realidad es que estamos una vez, más ante un gran capítulo que está convirtiendo esta serie entre una de las mejores del año.
No solo por lo bien que se retrata cómo funciona una ciudad criminal, sino que ya estamos en un punto en el que conocemos perfectamente a los personajes por lo que cada escena nos llena, desde Sophia terminando de tener sexo con el que fuera su terapeuta y anterior médico del psiquiátrico (una relación para nada turbia), hasta Oz tratando de cuidar de su madre o Vic lidiando con sus propios problemas.
Una serie que, como las buenas películas de mafia, consigue que cada uno de los criminales que vemos en pantalla nos parezcan muy humanos, hasta el punto casi de identificarnos con ellos fácilmente, y ello a pesar de que se trata de personas que en la vida real no querríamos tener ni mucho menos cerca nuestro.
Un auténtico goce visual que hace este seguimiento semanal cada vez más placentero.
El pacto de la birra, por Román de Muelas
Cuando parecía que se habían colocado las piezas para que la serie pegara un acelerón vertiginoso, llega el sexto capítulo para demostrarnos que no, que no nos precipitemos que hay muchas piezas que colocar todavía, que esto va de cocción lenta, como el guiso de Maroni. El capítulo paradinha.
Sofía y Maroni refuerzan su alianza con una cena tremendamente anticlimática. Sofía venía de darse un revolcón del amor con el Dr. Julian Rush al que deja magullado y sangrando. Y él tan feliz.
Este capítulo va sobre familias y lo que queda de ellas. En realidad, toda la serie es así. A Vic la orfandad le lanza a las calles. A Sofía la precipita a la acción la muerte de Berto, para luego cargarse a toda su familia. Oz mata a todos los Maroni que puede dejando a Sal anhelando venganza. En este capítulo vemos la foto de los hermanos Cobbelpot. Son tres, dos muertos según Sofia, pero solo se nos habla de Jack. Y luego está la madre con Alzheimer, un hecho que parece que va a tener su importancia.
Familia, lazos, deudas, muerte, asesinatos, venganza.
Sofia y Sal, la SS, rastrean (sin lacayos que les ayuden) el rastro de Oz. La Giganta de la serie llega hasta Eve (ningún rastro de Basil por ahora) y de ahí hasta llegar al momento final. Un cliffhanger suave, tranquilo, en el que Sofia encuentra el escondide donde Vic cuida de la madre de Oz.
También tenemos al ayudante convirtiéndose en una gangster a través del asesinato de su antiguo “colega” Calamar. A pesar de la carga dramática, la evolución de Vic se hace lenta y cargante. Colabora con un tipo que está intentando controlar todo el mercado de la droga de Gotham mediante una especie de rovellons, pero luego le asoman unos remordimientos paralizantes. Claramente Vic es el eslabón débil de la serie. Personalmente, cada vez que sale, miro el móvil.
Finalmente, la subtrama de las alianzas mafiosas. Oz ofrece un pacto al resto de organizaciones criminales para sacarse de encima a los Maroni y los Falcone. Los capos le muestran su confianza bebiendo cerveza en lata. Una Tricorner Gold. Un poco cutre. Sinceramente, esperaba que allí Oz les hubiera envenenado para controlar el resto de la ciudad. No ocurre tal cosa.
Destaca como siempre Sofia con su presencia incómoda que amenaza con una explosión de violencia y muerte. Sus rasgos son cada vez más góticos y estrafalarios.
Episodio algo flojo que corta la trayectoria ascendente de la serie con los espectaculares giros de los dos últimos capítulos.
El juego del calamar, por Sergio Fernández
El precio del poder. Tanto Oswlad Cobb como Sofia Gigante parecen dignos herederos de Tony Montana, aunque se encuentren en otro universo. “First you get the money then you get the power”. Tras revelarse que Oz estuvo malmetiendo entre los Falcone y los Maroni, para salir victorioso sin competencia de alta alcurnia, al personaje de Colin Farrell no le ha tocado otra que empezar (casi) de cero. El nuevo imperio de El Pingüino tiene como origen un enclave subterráneo formándose un paralelismo casi perfecto con un habitante de la ciudad que se encuentra en las antípodas: Batman. Antípodas o desaparecido, porque aunque sabíamos que el mejor detective del mundo no iba a hacer acto de presencia, lo cierto es que la serie creada por Lauren LeFranc no parece molestarse en nombrar al héroe gothamita por excelencia.
Juegos sexuales de una noche de verano. El doctor Julian Rush, con un síndrome de Estocolmo mayor que toda Suecia, se ha convertido en compañero de parafilias de una Sofia cada vez más desatada. Lo que Arkham ha unido, que no lo separe el hombre. “Siempre que vuelves a casa, me pillas en la cocina, embadurnada de harina, con las manos en la masa”, en una escena menos caliente, Sal y Sofia juegan a Master Chef mientras planean cómo utilizar el Cucal (máxima eficacia) contra Oz.
Por su parte, Oz y Victor, maestro y padawan, recuerdan a Walter White y Jesse Pickman de Breaking Bad. El veterano va abriendo camino al aprendiz en esto del mundillo criminal y el bueno de Vic acaba de sumergirse en el lado oscuro cometiendo su primer asesinato. El juego del calamar resultó tener más sangre que tinta. Una vez más, toca destacar el buen hacer de Rhenzy Feliz que, con un rol más secundario, está a la altura de la sorprendente Cristin Millioti y el consagradísimo Farrell.
Preparando su salida de la serie está Deirdre O’Connell. Esta experimentada actriz, nacida en Massachusetts, encarna a madre de Oz y, ciertamente, llega a poner la piel de gallina. Víctima de una enfermedad neurodegenerativa, Francis pide a su hijo, en un momento de lucidez, ponga fin a la próxima agonía. La enfermedad no solo le está robando recuerdos, sino que acabará por arrebatarle la dignidad. Francis es la única ancla emocional de Oz. Veremos cuáles son los efectos colaterales en el protagonista si Sofía finalmente lleva a cabo su particular vendetta.
En el episodio de esta semana, El Pingüino se ha molestado en impartirnos unas pinceladas de economía básica. Para poner un negocio en marcha lo importante es crear demanda. ¿Os acordáis cuando repartían álbumes y cromos gratis en la puerta del colegio? Pues un poco lo mismo pero con efectos más dañinos. El bliss está destinado a convertirse en digno heredero del drop y mientras solucionan el problema de la distribución, lo mejor que pueden hacer es darse a conocer. ¡Kalise para todos! Como suele ser habitual en este mercado, la primera dosis no cuesta dinero.
Al más puro estilo Robin Hood, Oz hace una visita a uno de esos concejales corruptos para hacerle una oferta de esas que no podrá rechazar. Iberdrola parece haber dejado de suministrar luz a Crown Point tras los incidentes propiciados por El Acertijo. En los últimos compases de capítulo, comprobamos que las amenazas dieron sus frutos y que se hizo la luz antes de que prime la total oscuridad.
El Concilio de Oz. El Pingüino monta un cónclave con las principales bandas de Gotham que han estado siempre a la sombra de los Falcone y los Maroni. ¿Por qué repartirse las migajas cuando pueden unir fuerzas merced a un objetivo común? Con un espíritu propio de Alejandro Dumas, pese a que nadie se fía de él, Oz consigue embaucar a todos para que su imperio criminal continúe dando pasos firmes. La Gigante de hierro, tras un encuentro con Eve, cargado de sororidad, consigue el paradero de su némesis. Allí aparece Sofia, dispuesta a dar la vara.
En capítulos anteriores…
El Pingüino. Episodio 1 – Horas extra
El Pingüino. Episodio 2 – Topo
El Pingüino. Episodio 3 – Felicidad
El Pingüino. Episodio 4 – Cent’anni
El Pingüino. Episodio 5 – Vuelta a casa
Jordi T. Pardo - 7.5
Juan Luis Daza - 7
Raúl Gutiérrez - 7
Román de Muelas - 6.5
Sergio Fernández - 7.5
7.1
Los cinco redactores habituales en el repaso semanal de El Pingüino se reúnen en el Bar de Moe para comentar la jugada mientras toman unas pintas de cerveza. Cumbre de oro no ha hecho honor a su nombre. Aunque no sea el episodio mejor valorado, sigue siendo una serie del agrado de estos plumillas.