Estrenada en marzo de 2022, The Batman resultó ser un éxito tanto de público (consiguiendo una recaudación global aproximada a 770 millones de dólares) como en la recepción por parte de la prensa especializada. El nuevo reinicio del mejor detective del mundo en la gran pantalla tuvo a Matt Reeves detrás de las cámaras y a Robert Pattinson dando vida a un joven Bruce Wayne. Pese a que el principal villano de la función en aquella ocasión fuera El Acertijo, interpretado por Paul Dano, no fue ni mucho menos el único enemigo al que se enfrentó El Cruzado de la Capa. De esta forma, Colin Farrell tomaba el testigo de Danny Devito (Batman vuelve) construyendo un Pingüino mucho más cercano a Los Soprano que a su homólogo en la cinta de Tim Burton. Una vez muerto el personaje de Carmine Falcone (John Turturro), el crimen organizado gothamita se peleará por hacerse con el vacío de poder. Con Lauren LeFranc (Agents of SHIELD) como showrunner, Craig Zobel (Mare of Easttown) en la dirección y un Reeves que se reserva las veces de productor, Farrell volverá a mostrarse irreconocible en los siguientes ocho episodios que podremos ver en MAX. Cristin Milioti (Sofia Falcone), Clancy Brown (Salvatore Maroni) y Michael Kelly (Johnny Vitti) acompañan a Oz en este Largo Halloween.
El Pingüino. Episodio 8 – Algo grande o nimio
¿Qué pasa cuando el mentiroso y el cojo son el mismo…? , por Jordi T. Pardo
Hemos llegado al último episodio de El Pingüino y hay que reconocer que Lauren LeFranc remata de manera acertada y coherente su historia. Y ese posiblemente sea el mejor hallazgo de esta producción: la fidelidad a sí misma. Nos hemos quejado en algún momento del viaje de la falta de relación con el mundo del cómic y de ciertos caminos comunes del género que restaban entidad a la serie de HBO Max. Hemos puesto por las nubes las interpretaciones de Colin Farrell y, sobre todo, la de Cristin Milioti, al haberse convertido esta en la sorpresa de la temporada. Pero también es cierto que la serie, pese a esos cuestionables defectos y caminos comunes, no ha divagado en exceso y ha hecho una cosa muy importante: respetar a sus personajes. El final de la temporada fluye porque en parte era lo esperado, pero también porque Sofia y Oz -sus caras más visibles- no se han traicionado a sí mismos y, por ende, al espectador.
Si empezamos por Oz es de alabar que la interpretación de Farrell venga avalada por un guión que consiga ahondar en su psicología y lleve esto hasta sus últimas consecuencias. Oz es un personaje mezquino, miserable y manipulador, pero no está idealizado en ningún tramo ni ocurre con su figura como en otras producciones parecidas en las que se acaban blanqueando comportamiento y actitudes para que el villano acabe siendo percibido directamente con un antihéroe o modelo a imitar. El personaje de Farrell se engaña a sí mismo, es un sociópata narcisista sin apego por nadie y ni siquiera la relación edípica que mantiene con su madre evita que Oz sea capaz de anteponer sus mentiras y necesidad de medrar a la salud de su madre. Deirdre O’Connell brilla en su interpretación en este último episodio, tan cruda como trágica y con un careo con Oz organizado por Sofia que nos deja uno de los mejores momentos de la serie.
En ese sentido, el personaje de Milioti también mantiene su coherencia y fuerza hasta el final. La misma escena en la que enfrenta a Oz con su madre está pensada en clave de «sororidad forzada», solo así se entiende su plan que pasa por liberar a la Francis de la influencia de su hijo y de la toxicidad familiar que mantienen. Y de paso quitarle a Oz lo único que supuestamente siempre ha querido. Magistral que todos se equivoquen en sus predicciones y es que la serie ya nos contaba la semana pasada mediante flashback que ya de niño Oz había provocado la muerte de sus hermanos sin el menor resentimiento. Esto hecho, más la construcción de una temporada que solo podía desembocar en el éxito final de Oz, hacen que no nos pille a contrapié la muerte de Victor a manos de su empleador, aunque la escena sigue siendo tan cruda y fría que consigue helarnos la sangre. Un momento espero, pero bien resuelto.
El resto de episodio cierra por todo lo alto, con un Oz que ha logrado lo que siempre quiso para él y su madre, aunque no sea exactamente como lo había imaginado. La relación con su madre tiene un giro todavía más sórdido, con Francis frente a esos ventanales desde los que se divisa todo Gotham. pero incapaz de disfrutarlo después de haber quedada impedida y con un hijo que la conversa en vida como un trofeo mientras paga a su amante Eve para satisfacer su necesidad de aprobación materna. En el firmamento, como no podía ser de otra manera, la batseñal que nos sugiere el futuro del personaje con su esperada aparición en la segunda entrega de The Batman de Matt Reeves. Sofia vuelve a Arkham con la excusa argumental de ser el chivo expiatorio una vez más, aunque aquí huele a poco riesgo o a un instinto de preservación por un personaje carismático.
En perspectiva, lo que ha restado a El Pingüino son algunos giros de más que han acostumbrado a tener una misma resolución. Oz ha sido apresado en diversas ocasiones de la serie -¡solo en el episodio final un par!- y siempre se acaba escapando ante la inutilidad de sus captores y de unos enemigos que -pese a todo lo que les ha quitado Oz- insisten una y otra vez en sus diálogos de supervillano y planes que siempre dejan la puerta abierta al Pingüino. Pero bien está lo que bien acaba y es de reconocer que los responsables de la serie tenían claro a donde querían llegar (o hasta donde les dijeron que podían llegar). Todo queda enlazado perfectamente y nos deja un buen sabor de boca respecto al futuro de este universo. En un año catódico más modesto respecto a otros anteriores, El Pingüino seguramente se colará en muchas listas de lo mejor de 2024.
El padrino de Gotham, por Juan Luis Daza
Todo lo que empieza tiene que acabar y El pingüino lo ha hecho a lo grande. mejorando gradualmente con cada nuevo episodio y dejando en evidencia mis recelos y prejuicios con respecto a una miniserie que arrancó despertándome poco interés y con pocos puntos en común con el personaje de la galería de villanos de Batman, los que también brillaban por su ausencia en The Batman (Matt Reeves, 2021), para ir evolucionando en una de las mejores ficciones televisivas del año y, contra todo pronóstico, una fiel traslación de la idiosincrasia del personaje creado por Bill Finger y Bob Kane en 1941, algo que se ha confirmado en este último y brillante episodio, A Great or Little Thing, que ha puesto punto y seguido al proyecto ideado por Lauren LeFranc para HBO y Max.
Los arcos dramáticos abiertos con respecto a los personajes principales ganaron en profundidad con los últimos episodios de la miniserie, pese a cierto predisposición por acelerar los acontecimientos de las distintas subtramas, pero lo más interesante es que esa pátina de oscuridad que se fue insuflando poco a poco al perfil del personaje protagonista ha alcanzado unos niveles de perversión y maldad nunca vista en las viñetas. El Oswald Cobb de un superlativo Colin Farrell finalmente ha conseguido convertirse en el padrino de Gotham no solo eliminando a todos sus rivales, sino destruyendo a su propia familia, la de sangre y la laboral, con un momento realmente retorcido que, una vez más, la emparenta con Los Soprano, ya que la última escena de Oswald con Vic es muy parecida a la última que compartieron Tony Soprano y su sobrino, Cristopher Moltisanti, en la obra maestra de David Chase.
Con este clímax final hasta el arco iniciado con el personaje en The Batman tiene sentido y se ve desarrollado de manera natural y orgánica. De hecho El pingüino es un proyecto tan brillante que eleva las virtudes de la película de Matt Reeves y ofrece la solidez narrativa que le faltaba a aquella. Por otro lado y quien haya leído estas reseñas semanales sabrá que mi personaje, e intérprete favorita, ha sido la Sofia Falcone/Gigante de una impresionante Cristin Milioti que ha hecho de la contención, la elegancia y el minimalismo una virtud conformando una villana con una profundidad dramática en consonancia con la del protagonista y manteniendo una química brutal con Farrell, Clancy Brown o Deirdre O’Connell, que en la recta final del show devoraba cada plano como Francis Cobb.
Si Agatha ¿quién si no? acabó siendo, contrariamente a lo que yo creía, una buena serie con notables aciertos y giros inesperados, El pingüino ha resultado ser una producción de alto nivel que deja las puertas abiertas para una más que prometedora trama en The Batman 2. Oswald Cobb como capo de Gotham, Sofia a las puertas de mantener contacto con Selina Kyle y esa batseñal surcando los cielos nocturnos de la ciudad suponen un excelente cliffhanger que deja al protagonista en un status que, ahora sí, lo emparenta de manera más fiel a su versión de las viñetas y pone contra la cuerdas su recién estrenado reinado cuando el Bruce Wayne/Batman de Robert Pattinson entre en acción. El problema es que todavía vamos a tener que esperar casi dos años para que podamos ver hacia donde se encaminará este prometedor nuevo universo relacionado con el hombre murciélago que puede presumir de una galería de villanos a la altura de las consecuencias… porque no olvidemos que ronda por ahí también al Joker de Barry Keoghan.
Hasta el Infinito y más allá, por Raúl Gutiérrez
El capítulo final de El Pingüino si bien me ha dejado en líneas generales, sensaciones agridulces como capítulo autónomo, ha supuesto un cierre bien digno para esta serie de ocho capítulos ambientada en el Universo DC y más concretamente, en el creado para la película The Batman de Matt Reeves que pudimos ver en 2022.
El episodio comienza, gracias a un genial truco de guion que aprovecha el alzheimer de Francis Cobb con ésta rememorando la pérdida de sus hijos Bill y Jack pero con el aspecto de la actriz Deirdre O’Donell que la ha interpretado durante toda la serie en lugar del de Emily Meade, que sería el que realmente le correspondería por tratarse de la Francis más joven.
Descubrimos en una conversación con Rex, uno de los capos de la mafia de aquella época, que en realidad Francis ya sabía desde muy temprano que Oswald había matado a sus hermanos y que estaba obsesionado con su madre, a quien quería solo para él, llegando de hecho a plantearse asesinar a su hijo, lo que no llevó a cabo porque, ya desde pequeño, el bueno de Oz (magistralmente interpretado en estas escenas por el pequeño Ryder Allen) consiguió convencerla de que estaba destinado a grandes cosas, y de que iba a lograr que su madre fuera la máxima partícipe de todo ello.
En seguida, saltamos al presente en el que Sophia Gigante tiene secuestrados a Oz y a su madre, practicando un sádico juego en el que tortura a ésta última si Oz no confiesa el doble fratricidio que cometió en su niñez.
Después de que Francis confiese que ya sabía todo y trate de asesinar a Oz con una botella rota, sufre un ictus que motiva a Oz para con una mezcla de suerte y mala leche (como ha ocurrido a lo largo de toda la serie) a escapar del lugar llevándose por delante a los esbirros de Sophia y listo para preparar su siguiente golpe.
Mientras Sophia convence a los cabeza de familia de las distintas bandas y mafias de Gotham, de que donará su imperio criminal a quien le traiga a Oz, Vic consigue más o menos convencer a Link, esbirro del Dai Lo Zhao, de que se pase de nuevo al lado del Pingüino, traicionando a Sophia y a su jefe.
De este modo Oz consigue una vez secuestrado por Zhao, dar de nuevo la vuelta a la situación, escapando no so sin antes secuestrar a Sophia para supuestamente asesinarla, cuando en realidad pretendía encerrarla de nuevo en prisión.
En este punto, si bien tenemos grandes escenas como toda la conversación primero en coche, y después en una calle olvidada de Gotham City, entre Sophia y Oz, resulta muy difícil de creer, incluso dentro de lo que la propia serie ha ido construyendo, que todos los subjefes de las bandas de Gotham decidan apostar a la vez por Oz, traicionando y asesinando a sus jefes y ocupando su lugar. Ni uno solo de ellos se plantea tomar otro camino y misteriosamente todo sale a pedir de pico para nuestro Oz Cobb.
Previamente, Oz había vuelto a entrar en contacto con el concejal que tiene metido mediante amenazas en su bolsillo y que conocimos hace un par de capítulos, para desvelar toda la operación del Bliss a éste pero culpando a Sophia Gigante y al finado Sal Maroni para, de este modo, lograr acabar con el imperio de ambas familias y comenzar a construir fuertes conexiones con los poderes públicos de la corrupta ciudad.
Por otro lado, antes de su detención, Sophia se despide de su antigua vida (pensando en ese momento todavía que ha conseguido atrapar de nuevo a Oz) quemando la mansión Falcone y rompiendo con esa etapa que tanto daño le ha hecho.
En este punto, de nuevo, no resulta muy serio que Oz prefiera encerrar a Sophia en lugar de matarla. Por mucho que ello se justifique de cara a o bien una eventual segunda temporada, o a lo que la segunda parte de The Batman tenga que decir al respecto, Sophia ha demostrado ser una rival muy peligrosa para Oz todo este tiempo, por lo que no le sirve de mucho encerrarla de nuevo en el manicomio del que ya ha sido liberada en otra ocasión y en el que su amante y doctor le atiende personalmente.
Ello da pie a una curiosa escena en la que Sophia lee una carta de Selina Kyle en la que ésta confiesa a la delincuente antes conocida como Falcone que es su hermana por parte de padre, lo que resulta interesante y veremos qué recorrido puede tener a futuro.
Finalmente, Oz demuestra que no engañaba a nadie con su actitud paternalista con Vic (con quien a mí personalmente, me pareció un error que no lo matara en el capítulo uno lo que aquí más o menos se explica) y asesina fríamente al genial personaje interpretado por Rhenzy Feliz para que éste nunca jamás pueda delatarle a pesar de que no tenía intención de ello y de que lo consideraba una suerte de hermano mayor.
Este Oz más villano que nunca vuelve a ser visto en el epílogo de la temporada con un apartamento en la zona más lujosa de la ciudad mientras contrata a una prostituta para que se haga pasar por su madre dado que la de verdad está catatónica, susurrándole al oído bonitas palabras y frases de amor y reconocimiento que Oz nunca ha oído de su auténtica progenitora.
En líneas generales, tenemos un cierre muy coherente a esta genial temporada, con un capítulo final, que afortunadamente, apuesta mucho más por poderosos diálogos que por una desmesurada acción, pero que a mí personalmente me deja un poco frio en el sentido de que todo parece hasta cierto punto un burdo Deus Ex Machina en el que todo ocurre a favor de Oz porque así ha de ser sin que se trabajen más dichos momentos.
Por lo demás, una hora y diez minutos que me han tenido literalmente pegado a la silla y que con esa Bat señal que vemos de fondo al terminar el capítulo me dejan con muchas ganas de ver lo que Matt Reeves quiere contarnos en su segunda parte de The Batman.
Gotham, la Vila del Pingüí, por Román de Muelas
Fin de la serie, gran capitulo final con algunos aspectos agridulces.
Vamos por partes.
El duelo final entre Sofia y Oz, deriva en una serie de traiciones, engaños y giros como no podía ser de otra manera. Se agradece muy mucho que la resolución sea “tranquila” y no una ristra de escenas de acción inverosímiles. Ya las hemos visto todas. En esta serie donde priman las lealtades y los movimientos ajedrecísticos entre bandos, el duelo final se debía resolver en esos términos.
Gana Oz.
¿Y qué nos dice la serie?
Gana el niño asesino que destruyó a su familia por celos y posesión. Cobblepot es un ambicioso imparable cuyos primeros pasos de su ascenso hasta la cima criminal empezaron con el asesinato de sus hermanos.
Una vez adulto, el Pingüino quiere para si la madre de todas las madres, Gotham, la ciudad por excelencia de ficción superheroica.
Sofía pierde. La niña desorientada que prometió lealtad al padre y fue traicionada por ello, no tiene “lo que hay que tener” para vencer en esta guerra.
No hay moral en la serie, no gana quien lo merece, gana el más malvado, el más cruel, el más cabrón, la criatura con la sangre más fría, el Pingüino. Gotham es una lugar salvaje, como la naturaleza. Pero si hay simbolismo muy potente como el uso del Alzheimer, la enfermedad de Francis y metáfora que explica el drama de la madre que quiso olvidar la tragedia de sus hijos y el crimen fraticida del pequeño Oswald. Viéndose abocada a dejarse proteger por un auténtico, y en este caso no es Venom, Protector Letal.
Oz emerge con grandeza y una capacidad de supervivencia increíble. Farrell hace una exhibición en este capítulo final (esa sonrisita en el desenlace, entre triste y triunfante), sin embargo, Cristin Milioti se lleva el maillot amarillo, el de la montaña y el de regularidad. Lauren LeFranc le regala una de las mejores escenas de la serie con el incendio de la mansión Falcone al ritmo de Where did you sleep last night? tema originario de los Apalaches y que popularizó Nirvana en el Unplugged. Una escena que significa romper con el pasado definitivamente, abrazar la segunda oportunidad, renacer entre las llamas. Aunque luego vemos que sale mal.
Francis queda atrapada entre un ictus y un ático de lujo desde el que Oswald pretende desplegar sus oscuras alas sobre Gotham. Ambas madres estan a su merced.
Vic muere a manos de su mentor. A diferencia de su enemigo, el Pingüino sabe que un “robin” le debilitaría pese a su extrema utilidad en la serie. Así lo expresa Oz, la familia debilita. El tema central de toda la serie.
Sofia encarcelada.
Y tras ellos un rastro de cadáveres y violencia.
Todo lo que toca el Pingüino acaba mal debido a la vorágine destructiva del personaje.
Destaca también la conversación final entre Sofía, que representó la aspiración feminista en su ascenso a la jefatura de los Falcone/Gigante, y Cobblepot mucho más transversal en su reivindicación de que la lucha es entre los de abajo y lo de arriba. Unas líneas de diálogo con un potente subtexto político que Sofía ironiza al proclamar a Oswald el Hombre del Pueblo.
Es difícil establecer una conclusión general de una serie que usa escenarios y personajes tan reconocidos por los lectores de cómics y ser imparcial. Los detalles, los guiños y el sobreanálisis al que sometemos este tipo de productos (y que tanto aburren a los que miran la serie con nosotros) dificultan la imparcialidad. En la serie no hay personajes amables ni carismáticos, más allá del magnetismo animal de Sofia Gigante. Es una serie dura, cruel, oscura y sin piedad. No hay personajes que refresquen la trama, no hay respiro, ni alivio humorístico. Hay suciedad, decadencia, mucha violencia, crudeza y un desasosiego constante que contrasta con productos similares donde siempre hay un momento para aligerar la carga de la serie.
Es cierto que los detalles cercanos a los cómics son contados y tan solo están promocionar la serie. De hecho, algunos de los que son usados y modificados forman parte de la historia tebeistica del Pingüino y Gotham de forma marginal, pero aún así al final se consigue una serie con entidad propia, entretenida y con los suficientes giros de guion como para satisfacer a los espectadores más exigentes.
El plano final de la Bat-señal es demasiado potente para no salivar, ni que sea por el típico automatismo del fan de Pavlov, con una segunda temporada.
Batman: Año Sabático, por Sergio Fernández
Una temporada, ocho episodios y hemos tenido que esperar hasta el último fotograma de El Pingüino para ver señales (en este caso una, y bien grande) de Batman. Evidentemente, esta era una historia hecha a medida para lucimiento de Colin Farrell, pero no hubiera estado de más acordarse de cierto justiciero nocturno en alguna frase de diálogo. Soy muy fan de este universo que comenzó a construir Matt Reeves con la película interpretada por Robert Pattinson pero, aunque no puedas contar el actor, sí debes utilizar la amenaza del personaje. Más allá de ese pequeño palo (ya que batarangs no hemos podido usar), la traca final de El Pingüino ha estado a la altura de las circunstancias. A pesar de ser un spinoff, la serie creada por Lauren LeFranc (como en su día ocurriera con Peacemaker) acabará colándose en el top de las producciones televisivas del presente año por méritos propios.
Nos habían citado en Monroe’s y prestos acudimos a la cita. Tras el ejercicio de hipnosis realizado por Julian, Francis consigue que presente y pasado se den de la mano. Al más puro estilo Desmond Hume, la mente del personaje interpretado por Deirdre O’Connell viaja al pasado para mostrarnos la cara B de los hechos que tuvieron lugar tras la muerte de dos de sus hijos. A diferencia de la idealización de Oz, la versión de Francis es tan diferente que hasta acaba por claudicar y ordenar la muerte de Oswald. Más allá de encontrar una linterna en su abrigo, Francis conoce a su hijo pequeño mejor que nadie y sabe que algo en él no funciona bien. La extrema dependencia y devoción que sentía hacia su madre, provocó que viera en sus hermanos rivales a los que quitarse de en medio.
De nuevo, en el presente, Francis se quita la careta décadas después para confesar que odia a Oz con todo su ser. Oz, lejos de redimirse, niega de manera categórica todas las acusaciones. Mala hierba nunca muere. Pese a estar a expensas de Sofía, y que esta tuviese la sartén por el mango, Oz acaba escapando llevando consigo el cuerpo inconsciente de su madre. Si la semana pasada tuvimos infarto de miocardio, en esta ocasión ha sido un ictus el que ha puesto fuera de combate a uno de sus personajes principales. Aunque pueda parecer que la serie fuese Urgencias o House, en realidad seguimos hablando de El Pingüino. En cualquier caso, vuelve a ponerse de manifiesto que, si tienes a tiro a tu archirival, acaba con él. No es de recibo que tanto Sofía como Sal Maroni hayan tenido tantas veces contra las cuerdas a un cabrón tan escurridizo como El Pingüino, y le hayan dejado volar (aunque no tenga la habilidad para hacerlo).
Vic no hizo caso a nuestros sabios consejos y, lejos de marcharse de Gotham, trata de buscar afines a la causa para salvar a su maestro. Sin embargo, la respuesta que encuentra de la mayor parte de mandamases del “Club de la Cerveza” es que ellos pringan por negocios, no por un mentiroso compulsivo como Oz que se hace trampas jugando al solitario y no le cuenta la verdad ni al médico. Victor Aguilar también ha subido la moral al jefe haciendo labores de coach en uno de los pocos momentos de debilidad que ha tenido en toda la serie. Un gesto altruista que, como veremos más tarde, solo le ha valido para obtener un pasaje de ida al infierno sin posibilidad de vuelta.
Echando la vista atrás, a Sofía Gigante, parafraseando a Sabina, le sobraron los motivos para tener a Oz entre ceja y ceja. Cuando era el ojito derecho de su padre, el que fuera entonces su chofer se las ingenió para enfrentarles y que Sofía acabase con sus huesos en Arkham. Tras traumáticos años sufriendo violencia de todo tipo, Sofía sale de dicha institución mental para enterarse de que la única persona en el mundo con la que tiene un lazo de amor verdadero (su hermano Alberto) ha sido asesinado, nuevamente, por el maldito Oz. Sofía quiere verle sufrir a cualquier precio. Es por esto que ataca a la única línea de flotación de Oz (Francis) esperando que el castillo de naipes se derrumbara. No fue así, y un cabo suelto como El Pingüino es todo un peligro.
Oz se tiene que jugar un órdago en su pulso con Sofía. Del resto de bandas no se puede fiar, así que necesitando un apoyo mayor, busca en la política a un viejo conocido que le haga de muleta. Oz ofrece al concejal una oferta que no podrá rechazar. En una ciudad tan corrupta como Gotham, El Pingüino estaba destinado a ser el rey.
Si Sofía primero gaseó a los Falcone para acabar con su hegemonía, en esta ocasión crema la mansión de Carmine hasta reducirla a cenizas. El legado acaba aquí. Mientras prepara las maletas para cambiar de aires, no tiene en cuenta el último as en la manga que se guardaba su némesis. El enésimo giro de la serie creada por Lauren LeFranc lleva la firma de su protagonista. El último acto de este episodio final recuerda, salvando las distancia, a la recta final de El Padrino. Oswald Cobb consigue poner a cuatro mindudis de su parte para acabar con toda su competencia y quitarse de en medio a Sofía. Volver a Arkham desestabiliza a cualquiera, pero estoy convencido de que la Gigante hará honor a su apellido y más ahora que cuenta con el apoyo de su hermanastra: Selina Kyle. Siete vidas tiene un gato y esta última la quiero vivir a tu lado.
Un minuto de silencio en recuerdo de Víctor Aguilar. Intuíamos que esto podía pasar. Tras sacar las castañas del fuego a su jefe en no pocas ocasiones, este decide terminar con su vida en su estreno como pingüino emperador del crimen gothamita. Vic había visto a Oz en horas bajas y este no puede permitir encariñarse con alguien más de la cuenta para que luego le pongan en jaque como hicieron con su madre. Como hiciera con sus hermanos, Oz ha eliminado las interferencias para centrarse en su objetivo.
En definitiva, El Pingüino es una de las series de este 2024 y lo es gracias a su tripleta protagonista. Colin Farrell ha vuelto a demostrar que es uno de los mejores actores de su generación convirtiéndose en una especie de Jesús Gil cojo. Cristin Milioti ha sido el gran descubrimiento y la principal ganancia de este universo. Un personaje cargado de matices, torturado hasta decir basta que, afortunadamente para nosotros, seguirá dando guerra en un futuro. Por último, pero no por ello menos importante, Rhenzy Feliz se ha ganado nuestro corazón interpretando a un personaje con fecha de caducidad. Gotham no es ciudad para jóvenes bondadosos.
¡Es la hora de la encuesta!
En capítulos anteriores…
El Pingüino. Episodio 1 – Horas extra
El Pingüino. Episodio 2 – Topo
El Pingüino. Episodio 3 – Felicidad
El Pingüino. Episodio 4 – Cent’anni
El Pingüino. Episodio 5 – Vuelta a casa
El Pingüino. Episodio 6 – Cumbre de oro
El Pingüino. Episodio 7 – Sombrero de copa
Jordi T. Pardo - 8.5
Juan Luis Daza - 8.5
Raúl Gutiérrez - 7
Román de Muelas - 8
Sergio Fernández - 8.5
8.1
Nuestros redactores lo tienen claro, Capítulo a capítulo y pese a alejarse bastante de los cómics El pingüino se ha revelado como una de las mejores series del 2024. Colin Farrell brilla como Oswald Cobb, pero es Cristin Milioti como Sofia Falcone/Gigante la gran revelación de la ficción.
Para mí, la serie del año sin duda.
Él está espectacular. Pero ella está todavía mejor.
Y el momento final con Vic en el banco, es una de esas escenas de las que te acuerdas toda la vida.
(Tengo un problema: en Batman 2 ahora quiero que Oz reviente al orejas puntiagudas)