Falcon y el Soldado de Invierno es la segunda miniserie de Disney Plus sustentada en el universo cinematográfico previo de Marvel Studios. En ella Anthony Mackie y Sebastian Stan recuperan respectivamente sus papeles de Sam Wilson, alias Falcon, y Bucky Burnes, también conocido como el Soldado de Invierno, vistos en las películas de la franquicia. La producción está desarrollada por Malcom Spellman y dirigida por Kari Skogland que tiene una larga experiencia en televisión trabajando en The Walking Dead, Vikings, House of Cards, Banshee y otras muchas cabeceras. En capítulo de esta semana tiene por título Un mundo, un pueblo (One world, one people) en el que Karli se enfrentará al nuevo Capitán América, Bucky y un John Walker a la búsqueda de venganza. La serie se ambienta en la continuidad del universo cinematográfico de Marvel Studios después de los acontecimentos de Vengadores: Endgame. ¿Ya has visto el episodio de esta semana? ¿Qué te ha parecido el cierre de la historia? ¡Pues no te cortes y comenta!
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 6 – Un mundo, un pueblo
Sin novedades en el frente, por Jordi T. Pardo
El último capítulo de Falcon y el Soldado de Invierno es uno de esos platos cinematográficos que entran bien porque están llenos de acción. Ya nos había tiempo para más quiebros y sí mucho para el espectáculo. Para mi sorpresa, la presentación del nuevo Capitán América me ha sorprendido a pesar de estar programada desde el minuto uno de la serie. Lo ha hecho porque tenía mis dudas sobre si ese traje -ya mítico de los cómics- iba a quedar bien en pantalla, pero realmente luce de lujo y además reviste a Anthony Mackie de un aura que parece beneficiar su interpretación. El apartado técnico brilla como nunca y el simple hecho de ver a los distintos bandos en litigio hace que el pastiche resultante sea de lo más entretenido. No obstante, las irregularidades de los anteriores capítulos hacen que personajes como el de Karli, Zemo y John Walker, se cierren entre contradicciones y tiritas que los dejan un poco al amparo de las necesidades del guion.
Por otro lado, se agradece que en este último capítulo la serie se atreva a ser algo más clara sobre algunos temas pese al cierto cacao ideológico que en algunas cuestiones presenta. Todo lo que tiene que ver con los Sin Banderas no ha estado tratado de la mejor manera y se queda como una metáfora poco arriesgadas sobre muros, inmigración y racismo. Mejor parado sale Sam Wilson para el que los guionistas si saben justificar su incómoda posición como hombre negro y defensor de las barras y estrellas. Aunque, el corazón lo pone realmente el personaje de Isaiah Bradley y su cínica visión de lo que puede esperar un hombre negro de un país como Estados Unidos. Tenemos a un nuevo Capitán América y también a un U.S. Agent que habrá que esperar que recorrido puede tener en el universo cinematográfico compartido de Marvel Studios.
No nos ha pillado por sorpresa la revelación de Sharon Carter como el Agente de Poder. Hacía ya varias entregas que se habían ido dejando pistas a través del errático comportamiento del personaje interpretado por la actriz Emily VanCamp. En este mismo episodio el pastel se acaba revelando, pero todo apunta que solo hemos visto la punta del iceberg. Las altas posibilidades de que esta Sharon Carter sea una skrull abre muchas posibilidades de cara al futuro y que además estuviese relacionada con una trama que involucra al suero de supersoldado nos obliga a partir de ya a replantearnos todo lo que veamos en el futuro. También habrá que estar pendientes en un futuro de la nueva situación de Bucky, los mencionados John Walker y Zemo y esa chisposa Valentina Allegra de Fontaine que hemos visto en los últimos episodios.
Es con eso con lo que me quedo de Falcon y el Soldado de Invierno, serie de la que ahora sí puedo decir que para mi gusto está unos cuántos peldaños por debajo de lo que Marvel Studios y Disney Plus nos habían ofrecido en WandaVisión. El planteamiento de esta era más sugerente y sus creadores le habían sabido dar una personalidad muy marcada, algo que no podemos decir de Falcon y el Soldado de Invierno. Esta es una serie entretenida, por encima de la media de lo que habitualmente el género nos ha ofrecido en la pequeña pantalla, pero con ciertos problemas de narrativa y traslación de ideas y con un claro desaprovechamiento de los recovecos sociopolíticos planteados en la serie y parte de su más que interesante reparto. Nos lo hemos pasado bien con Falcon y el Soldado de Invierno, pero también la hemos seguido en parte con el piloto automático… O quizás en este caso podríamos decir «capitán automático».
Aterriza como puedas, por Juan Luis Daza
El último episodio de The Falcon And The Winter Soldier, titulado One World One People supone tanto un digno cierre para la serie como la confirmación de todas las carencias que hemos ido viendo a lo largo de sus seis entregas semanales. Después de que The Whole World is Watching se revelara como el mejor capítulo y seguidamente Truth como el peor, asistimos a a este clímax final que se salva de manera unitaria, pero no rescata la globalidad del proyecto de una más que contrastada irregularidad. Aunque no de manera tan acentuada, una vez más la estructura narrativa, el perfil de los personajes y el simplismo del mensaje que quieren transmitir Malcolm Spellman, Derek Kolstad y compañía muestran notorias flaquezas viéndose subsanadas en cierta manera porque la serie, por fin, apoya explícitamente su discurso sociopolítico en boca de Sam Wilson y aunque este peca de cierto paternalismo es muy de agradecer que un producto diseñado en el seno de una multinacional como Disney se muestre mínimamente contestatario a la hora de incluso reflexionar sobre la causa y los actos de los Flash Smashers en general y Karli Mornganthau en particular.
Pero seamos exactos. Si un episodio como One World One People funciona es porque el único apartado intachable de la serie, el técnico, aquí luce mejor que nunca. La directora Kari Skogland culmina una labor encomiable detrás de las cámaras sin mucho que envidiar a los hermanos Anthony y Joe Russo de los films del Capitán América. Como con aquellos, y todos los productos audiovisuales de Marvel Studios, seguramente la segunda unidad tenga mucho que decir para que los tiroteros, persecuciones, combates cuerpo a cuerpo, explosiones y secuencias aéreas se muestran efectivas en pantalla, pero aun así la canadiense ha demostrado ser una profesional conocedora de su trabajo y de cómo ejecutarlo con la presteza exigida. En lo referido a esto las alabanzas hacia los nunca suficientemente valorados especialistas de escenas de riesgo están más que justificadas ya que, en gran parte, son ellos los artífices de que los pasajes más dinámicos de la producción sean rotundos desde una perspectiva visual con más mérito teniendo que medir muy bien las dosis de violencia explícita en una serie dirigida a todos los públicos.
Para ser sinceros muchas cosas han jugado en contra de The Falcon And The Winter Solider, algo que ha quedado patente visto el resultado final. La primera de ellas es haber llegado después de la pequeña revolución que supuso dentro del UCM WandaVision, una serie arriesgada alejada del tono procedimental del proyecto que nos ocupa, en origen el que iba a ser la primera producción serializada de Disney + en colaboración con Marvel Studios, algo que hubiera jugado a su favor porque las comparaciones han sido inevitables. La segunda es la casi confirmación de que muchas de las carencias argumentales vienen porque se desechó una trama con un virus mortal después de confirmarse la actual pandemia que recorre casi la totalidad del planeta. Y la tercera que la bisoñez de Malcolm Spellman en este tipo de ficción se deja notar, cuando Disney + debería haber contratado, de nuevo, los servicios de Stephen McFeely y Christopher Markus, los guionistas de Soldado de Invierno o Civil War y a su vez los autores que habían perfilado inicialmente las personalidades de los Sam Wilson y James Buchanan «Bucky» Barnes cinematográficos.
El resultado lo hemos ido viendo semana a semana con una ficción casi siempre digna y entretenida, pero convertida en una montaña rusa con preocupantes subidas de y bajadas de calidad por culpa de libretos endebles, inconsistentes y repleto de lugares comunes que en pocas ocasiones sus artífices han sabido eludir o utilizar a su favor. El cuestionable tratamiento de villanos y antihéroes, la poco aprovechada química entre los dos protagonistas y notorios problemas de base a la hora de construir las distintas subtramas hacen de The Falcon And The Winter Soldier un paso en falso con respecto a la ambiciosa Fase 4 del Universo Cinematográfico Marvel que, como ya sabemos, hará interactuar largometrajes con series para la pequeña pantalla. A la espera quedamos de esa Loki que llegará el 11 de junio a la plataforma de pago por visión con Tom Hiddleston recuperando su carismático papel del Dios de las Mentiras con un tono que, según apuntan los trailers, poco tendrá que ver con la presente producción o la protagonizada por Elizabeth Olsen y Paul Bettany. Aquí estaremos una vez más para reseñar semanalmente un proyecto que, al menos en lo referente a un servidor, le haga reconciliarse al 100% con la enorme maquinaria ideada por Kevin Feige y sus colaboradores.
Un barco a pique, por Samuel Secades
Lo primero que me vino a la mente al comenzar el capítulo final de esta primera temporada de Falcon y el Soldado de Invierno fue lo larga que me ha parecido para tener tan solo seis episodios: y eso que no ha sido una serie especialmente tediosa, pero lo caótico de su trama, sus innumerables lagunas de guion y una incomprensible mezcla de intenciones han hecho que el camino para llegar a esta conclusión haya parecido más lento de lo que los números nos indican. Este último capítulo no ha supuesto una sorpresa viendo el devenir de las últimas entregas, y nos encontramos ante una resolución apresurada de las tramas sin ningún tipo de sorpresa, puesto que ya se nos había telegrafiado el destino de cada personaje (la decisión de Sam, la redención de Bucky o el doble juego de Sharon Carter), por lo que nos quedaba al menos la esperanza de ver un buen espectáculo de acción; nada más lejos de la realidad, y es que la primera mitad del episodio, con el plan de los Sin Banderas de tomar como rehenes al grupo de senadores (un plan con tan poco sentido como toda la trama del grupo de Karli), nos es presentado en forma de escenas de acción sin ningún sentido del ritmo o del espacio: los personajes van y vienen, no se sabe muy bien a dónde, tienen escaramuzas y montan vehículos sin rumbo; todo es una excusa para hacer converger a los principales personajes en un único entorno donde asistiremos a un anticlimático enfrentamiento entre Karli, Sharon, un Batroc que pasaba por allí y un Sam que de repente tiene un vínculo profundo con Karli y su causa (el mismo personaje que llegó a amenazar a su familia algunos episodios atrás). De ahí saltaremos a uno de los momentos más sonrojantes del episodio, con el discurso del nuevo Capitán América ante los políticos y una audiencia que ya le reconoce como el nuevo Capi (“-¿es Black Falcon? -No… es el Capitán América” es una conversación real que se pronuncia en voz alta), y donde la serie vuelve a demostrar que no tiene ningún sentido de la sutilidad a la hora de plantear sus propuestas, que se lanzan al espectador con el tacto de un tartazo en la cara. El tema es más irritante cuando ves que el esqueleto de lo que Sam quiere contar está ahí y es muy potente, y no me quiero imaginar el impacto que podía haber tenido de haber estado precedido de un argumento y una trama de verdad que pusiese en valor sus palabras. Tal y como nos lo han contado, sigo teniendo la sensación de que la serie (y sobre todo en la trama de Sam) se verbaliza a sí misma ante el espectador para explicarnos las cosas en mayúsculas y negrita, no vaya a ser que se nos escape algo.
Pero los problemas no se quedan en la trama de Sam, a pesar del corazón que le aporta un dedicado Anthony Mackie: en el caso del Bucky de un hierático Sebastian Stan han querido hacerlo más sugerente, dándonos a entender que ha superado sus problemas al enfrentarse directamente con las víctimas del Soldado de Invierno, pero una vez más nos deja un sabor agridulce con el cierre en falso de su relación con el anciano y la joven del primer episodio, e incluso con su abandono de la terapia (como si fuera tan sencillo como completar la lista de la compra). Julia Louis-Dreyfus vuelve a romper el tono de una escena con el sentido del humor de su personaje, y la presentación del USAgente es tan tosca como todo lo demás: se nos dice que se va a llamar a partir de ahora el USAgente, se pone el nuevo traje y escena terminada (“¡a positivar!”, que diría el Ed Wood de Johnny Depp). El cierre más emotivo, que debía ser el de Isaiah, queda resuelto también de manera inexplicable: ¿cómo ha conseguido Sam que se le reconozca por parte del mismo Gobierno que le torturó y que ahora le pone una estatua? Y es más, ¿cómo acepta Isaiah esa propina esculpida en bronce del mismo sistema que le arruinó la vida y del que despotricó tan sólo un episodio atrás? Lo dicho, un auténtico sindios.
Llegados al final de esta primera temporada, sé que de momento mi relación con Falcon y el Soldado de Invierno es irreconciliable, pero eso no significa que no pueda ver los logros de la serie y sus buenas (aunque desastrosamente llevadas a cabo) intenciones. Ahí está el mayor logro de la serie, que es sin duda la conversión de Sam Wilson en el nuevo y flamante Capitán América, uno que de seguro nos dará mejores momentos en manos de guionistas más competentes. También pienso en lo importante del discurso de la inclusión y los temas que pone sobre la mesa como la repercusión de dar un paso adelante, y el cómo manejar el odio, el recelo y la intolerancia que anidan en nuestra sociedad y en la opinión pública. El camino de Sam, para bien o para mal, era algo que el MCU tenía que recorrer, aunque fuera con este paso atropellado, para poder acercarse a la realidad contemporánea de sus arquetipos; pero aún así, no me gustaría acabar con una nota negativa estas palabras, y es que también me reconforta ver cómo a muchos de mis compañeros, amigos y conocidos a los que aprecio en redes sociales les ha llenado esta conclusión mucho más que a mí; siempre que se da algo así, más que defender a ultranza (más allá del divertimento que supone una sana discusión) mi posición negativa, me siento desafortunado de no haber podido disfrutar como otros lo han hecho con esta Falcon y el Soldado de Invierno; cuando me pasa algo así, siempre recuerdo aquella escena del final de la estupendérrima Marea Roja donde el tribunal militar juzga a Gene Hackman y Denzel Washington tras los infartantes sucesos a bordo del submarino nuclear: la conclusión de aquel tribunal me sirve siempre como metáfora para cuestionar mi propio criterio con respecto, por ejemplo, a aquellos a los que les ha gustado la serie: en cierto modo, ambos tenemos razón y a la vez ambos estamos equivocados.
Do the Right Thing, por Sergio Fernández
La segunda incursión del MCU en la pequeña pantalla terminó tras seis episodios. En términos generales podemos hablar de una miniserie entretenida que ha servido para que el bueno de San Wilson tome el testigo de Steve Rogers y el atormentado Bucky Barnes pueda, por fin, librarse del peso de su pasado. Una pieza más en el vasto universo audiovisual de La Casa de las Ideas que contaba con el principal hándicap de prorrogar la franquicia de Capitán América, probablemente la mejor en términos estrictamente cinematográficos. El listón estaba muy alto y, viendo la botella medio vacía,
One World, one people tenía la difícil papeleta de poner un broche de oro que nos hiciera olvidar un guion no demasiado elaborado y una falta de carisma alarmante de sus protagonistas. El objetivo se cumple a medias. En términos generales, la experiencia de este último episodio ha resultado más espectacular que en capítulos anteriores. La acción sube varios enteros y hemos podido disfrutar con escenas que nada tienen que envidiar de las que vemos en salas de cine. Por supuesto, la noche se muestra como la mejor aliada del CGI para impedir que nuestro ojo vea las costuras. No obstante, quien luce en todo su esplendor es el nuevo Capitán América. Sam estrena outfit y le sienta a las mil maravillas. Las secuencias del superhéroe combinando alas y escudo son una auténtica delicia. La icónica imagen del mundo de las viñetas es trasladada con precisión a la pequeña pantalla y Anthony MacKie luce estupendamente.
Tras una larga travesía en Europa del Este, la isla de Manhattan se convierte en el tablero de juego final. La reunión del CRG es el objetivo de Karli y compañía que se nos han presentado como un trasunto de Anonymous llamado a las armas. Los miembros de Sin Banderas aceptan su destino. Están dispuestos a morir por una causa mayor. No hay camino de vuelta posible. Los efectos colaterales son un mal necesario si quieren cambiar el sistema. ¿Es terrorismo o no lo es? Probablemente, la idea más potente de esta miniserie ha sido el escenario global tras la vuelta de los desaparecidos. Revertir el chasquido de dedos de Thanos tuvo sus consecuencias. No todo fue miel sobre hojuelas. El regreso de millones de personas hizo tambalear a un mundo que, de una forma u otra, ya se había adaptado a la nueva realidad. El tratamiento que se hace de los reasentados/refugiados goza de un fuerte paralelismo con la realidad contemporánea.
No es este el único punto social sobre el que ha girado Falcon y el Soldado de Invierno. El Black Lives Matter, tan presente en la actualidad, ha empujado a los productores a tomar cartas en el asunto. La conclusión a la que llega Sam Wilson aceptando el legado de Steve, aún a costa del pasado sufrido por Isaiah Bradley, se antoja coherente. Está convencido de que se puede construir un mundo mejor desde la unión y es ese idealismo lo que le incita a llevar el icónico uniforme. Sam no se transforma en Black Falcon, sino en Capitán América puesto que representa a todo el pueblo. Su discurso le permite legitimarse en el nuevo cargo. Sin embargo, la llamada de atención realizada tanto a los gobiernos como a los grandes poderes resulta un tanto inocente.
Hace un par de semanas os preguntábamos en nuestra encuesta acerca del Agente de Poder. Pues bien, la opción ganadora resultó ser “en un giro de guion loco… ¡Sharon Carter!” Disteis en el clavo. Lo cierto es que se habían plantado varias semillitas que invitaban a llegar a dicha conclusión, como que Apple prohíbe que los villanos luzcan sus equipos en pantalla y la sobrina de Peggy no era usuaria de dicha compañía. Sharon se volvió contra un mundo que le dio la espalda tras los hechos acontecidos en Civil War. Cierto es que no hemos visto la evolución del personaje en todos estos años, pero parece un proceso un tanto forzado. Si Hayley Atwell levantara la cabeza…
A mí me daban dos. La llegada de John Walker posibilita que tengamos dos escudos en la Gran Manzana. Caído en desgracia, comprobamos como Walker sigue teniendo efectos secundarios por el suero inyectado. El recién nombrado USAgente volverá a ser una mascota, una marioneta que utilizar en misiones más oscuras. Da la impresión de que se podía haber sacado más, de un personaje demasiado unidimensional. Aunque hablando de personajes desaprovechados, el Barón Zemo se lleva la palma. Más allá del atentado final perpetrado por su Alfred particular, el gancho de la capucha púrpura y el arte bailongo de Daniel Brühl, su presencia ha sido meramente particular, tendiendo a lo cómico. De todas formas, hace años era inconcebible que una producción como Falcon & el Soldado de Invierno tuviera lugar en televisión. El hecho de que exista debate sobre su verdadero potencial, deja bien a las claras que nos estamos acostumbrando a cotas de calidad más que aceptables. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. En el próximo cruce nos encontraremos con Loki, pero eso ya será otra historia.
Fear of a black planet, por Igor Álvarez
Llegamos al final, que para mi se antojaba lo menos interesante en una serie que me deslumbró por su día a día, por su buena acción y por sus monumentales paradas hacia la autorreflexión sobre el camino del héroe, el de verdad, pero que me sorprendió por la presentación de ese mundo generado tras los hechos de Endgame, con un cuidado y unas repercusiones que muchas veces los cómics no han conseguido (o querido) tener. Sin embargo me ha parecido un episodio maravilloso.
Una de las cosas que me ha gustado de esta serie es su estructura. Poner la acción al principio y dejar para el final la parte más centrada en la sociedad y la política consigue que el peso caiga sobre el diálogo, que se vea dónde está la importancia, ya que Halcón y el Soldado de Invierno no es una serie sobre dos supers pegándose con los malos, es una serie sobre un mundo intentando recuperarse en el que dos personas buscan su redención.
“Superhéroe” es un término muy curioso y sobre el que tenemos la tendencia a confundirlo con “Superpoderoso”. Que alguien tenga poderes no lo convierte en un héroe, eso lo sabemos, ahí está la figura del villano de turno para recordárnoslo, pero que alguien se oponga a un claro villano no significa que sea un héroe. Este capítulo viene a dejárnoslo claro, en principio con la figura de Sam, su evolución en la serie ha sido brillante y este es solo el culmen, el punto final donde ya puede decir eso de “Soy el Capitán América”, y lo dice. Y con razón, ya que ahora se reconoce en él muchas de esas virtudes que tenía Steve. El salvador, la esperanza, el que no te falla… a su manera Sam lo ha conseguido y este es su capítulo.
La iconografía sigue siendo muy poderosa. Desde su entrada con el traje nuevo, por cierto,un gran esfuerzo que han hecho al adaptarlo, que lo vemos volando por encima del resto, el capítulo se encarga de ensalzar a Sam por encima del resto como si se tratase de… bueno… del Superman que deberían haber hecho otros. Esos momentos en los que evade peleas para salvar gente, la llegada con Karli en brazos como si fuese un ángel o la escena de la camioneta son buenos ejemplos de ello. Pero también esos momentos en los que se separa la acción y Sam va solo, acaparando todo el protagonismo y con una diferencia abismal con respecto a sus compañeros. Mientras ellos se dan puñetazos Sam tiene una potente escena de acción con un helicóptero y se ve que sus movimientos están cuidadísimos, con una perfecta combinación entre el manejo del escudo y el de las alas. Pero ante todo Sam es un héroe, no un matón, y lo demuestra con ese discurso conciliador que pone punto final a la batalla. ¿Lo mejor? Para mí sin duda es la reacción del público, aceptándolo como Capitán América por sus actos, con ese final en que le piden ayuda refiriéndose a él como “Capi”.
La historia de Isaiah llega también a su fin gracias a Sam, y se cierra un círculo precioso con respecto a los ideales de respeto e igualdad a los que se deben llegar mediante la empatía y la comprensión, la lucha que tendrá que que llevar a cabo el nuevo Capitán América. Muy bien en este sentido la lucha contra Karli, donde él no quiere pelear y ella le apunta con un arma ¿realmente iba a disparar?, no lo sabremos, Sharon Carter nos ha robado ese momento. Dicho esto se ve que todas las piezas están puestas para que Sam llegue a este punto, todos los personajes están supeditados a él, eclipsados para la grandeza a la que ha llegado y de la que nadie duda. Sam es el héroe que ese mundo necesita (y en cierta medida el nuestro) y se lo han dado, ni John Walker duda de él, en ningún momento nuestro agresivo amigo se pone contra él, de hecho en la escena de la camioneta le mira con admiración. Es más el propio John llega a hacer algo que en este capítulo veíamos hacer a Bucky y al Capitán América, dejar escapar a los enemigos para salvar vidas. Esta muy bien el tratamiento que se le da al personaje porque sigue teniendo ese ideal heroico de fondo, aunque sea muy irascible y pase la línea, no deja de ser el USAgente. Un buen final para un personaje bien llevado, bien interpretado y del que sabremos más.
Bucky y su camino es algo que prácticamente se había cerrado en el anterior capítulo, aquí hace más de sidekick del protagonista, y así es como debe ser. Quizás la peor parte para mí sea la de Sharon Carter, estaba claro que ella era la Agente Poder desde el anterior capítulo, pero no me gusta tanto ese papel de villana, ya veremos en qué acaba todo esto, porque no descartaría que fuera una Skrull o incluso que cumpliese el papel que fue de Spiderwoman en Invasión Secreta, pero eso es adelantarse demasiado. Y lo de Zemo en La Balsa es la guinda.
La serie podía haber tenido muchos cierres, tuvo el más normal, pero también el más coherente y el que sigue esa línea de “no venimos aquí para sorprender ni generar expectativas, sino para contar una historia”. Y por ello lo aplaudo. No dudo que le daré algún que otro visionado más porque me ha entusiasmado. ¿Qué harán con todos ellos ahora?, no lo sé pero tengo muchas ganas de verlo.
Oh Capitán, mi Capitán, por Raúl Gutiérrez
Por motivos de agenda, no he podido estar presenten estas críticas grupales episódicas de Falcon y El Soldado de Invierno como sí lo estuve en las de Bruja Escarlata y Visión. Sin embargo, no quería faltar en la season finale para lo que a mí ha sido el mejor producto en saber definir el legado del Capitán América. Y sí, por encima de los cómics originales. Empezamos fuerte, lo se, pero prefiero quitarme la parte más controvertida de mi opinión desde el principio.
Esta serie, que bebe de lo que vimos en El Soldado de Invierno y en Civil War, así como de esos últimos minutos que hacían de epílogo a Endgame y que nos esbozaron lo que le pasa a un mundo que no solo no tiene a Steve Rogers, su principal defensor y valedor, su más alto estándar moral, si no que tiene que decidir qué hacer con el lapso, un periodo de cinco años en el que la mitad del planeta había desaparecido, y ahora ha vuelto.
Con esta premisa, se nos presentan seis episodios en los que la problemática del racismo en Estados Unidos y de la inmigración (retornados = inmigrantes/refugiados) se lleva por primera vez a un producto mainstream que en principio, podríamos pensar que solo busca entretener y ofrecernos escenas de acción entre nuestro empijamados ídolos.
Pues bien, Disney nos ha demostrado que puede arriesgar, que no existe la tan falsamente cacareada «formula Marvel» y que a pesar de China y Rusia (que con su cerrazón y estupidez política no nos permiten ver una relación homosexual en este precioso universo), todavía puede hablar de ciertas cosas que donde más duelen, precisamente, en es suelo americano, esto es, en casa.
Por supuesto, la temática del racismo, de los refugiados del lapso, o de la falta de confianza de los bancos en quienes durante cinco años han tenido que sobrevivir en una economía en la que el capitalismo ha demostrado (una vez más) llevarse por delante a los pobres como el sistema fallido que es por origen y concepción, es tratada por Disney en ocasiones, muy de soslayo. Pero Marvel Studios no es Spike Lee ni lo pretende, y sus productos, no buscan arrojar luz ni polémica si no entretener a las masas, y así, pese a todo, consiguen generar un innecesario debate para el éxito de esta serie, pero vital para sus espectadores.
Quienes no han leido los cómics, solo tenían una visión muy esbozada de lo que son Bucky y Sam, puesto que no había habido tiempo para desarrollar en el cine a dos personajes que no dejan de ser secundarios respecto del resto de Vengadores que pueblan el MCU. Esta serie, arregla ese defecto y tirando de bitácora del MCU y de los cómics nos trae uno de los productos más disfrutones de la pequeña pantalla.
Porque no solo de racismo y refugiados habla esta serie. Si no que también, nos hace odiar al soldado que solo cumple ordenes y que ideológicamente choca con la mayoría de nosotros, para mostrarnos después que solo era una víctima del sistema, y que actúa como ese niño al que no le han enseñado otra cosa que no sea golpear y destruir lo que amenaza la bandera que le han enseñado a defender a través de un lavado de cerebro que comienza con la infancia.
John pensó que era Steve, y ni se le acercaba, pero no por eso ha resultado peor personaje ni menos interesante.
El capítulo 6 ha supuesto una auténtica catarsis y un cierre redondo para todas las tramas de la serie. Con un Capitán América que se muestra más digno que nunca de su escudo, que asume su papel le pese a quien le pese y al final, da su discurso demoledor ante los políticos y las masas aunque el mismo enfurezca a quien lo escuche.
Porque América es de todos, y todos incluye a sus ciudadanos negros que todavía hoy son despreciados y considerados como americanos de tercera por los herederos del Klan, y esta serie da un golpe en la mesa y nos da a un Capitán América negro que, con el bagaje del MCU no necesitaba reivindicar esta cuestión, pero lo hace y con el resultado el personaje es más grande y el producto resultante es mejor.
Como colofón final, la villanización absoluta de la Agente Carter, un salto que aunque tenía sentido y era sospechado no llegué a pesar que fuera tan definitivo, y es que mi conocimiento de los cómics me ha vuelto a traicionar una vez más.
Porque esto, señores, es el MCU, desde siempre y sobre todo desde su fase 3: Una mastodóntica novela río de películas y ahora series de televisión, que comenzó basándose en los cómics, pero que ahora, trece años después, se basa en sus propios productos y en lo que necesita y quiere contar, estableciendo referencias a sus propios productos más que a las viñetas en sí, de las que sigue bebiendo, pero más como apoyo circunstancial, que como motor de las tramas.
Como ocurrió al final de Endgame cuando vimos morir (espero que definitivamente) a Tony Stark y a Steve Rogers, lo audiovisual supera al arte secuencial. Y es que, este Capitán América ha venido a quedarse, no a ser sustituido por el original cuando Rogers vuelva de su exilio, joven y bien parecido.
¿Y el futuro? ¿Jóvenes Vengadores? ¿Loki Agente de Asgard? ¿Thunderbolts? ¿Vengadores Oscuros? Quien sabe. A mí que me den lo que quieran, por extrañas que me puedan parecer las propuestas, porque llevo dentro de esto mucho tiempo, y si siguen así, no creo que me marche nunca.
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En capítulos anteriores…
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 1 – Nuevo Orden Mundial
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 2 – El hombre estrellado
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 3 – Tráfico de influencias
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 4 – El mundo nos observa
Falcon y el Soldado de Invierno. Episodio 5 – La verdad
Jordi T. Pardo - 7.5
Juan Luis Daza - 7
Samuel Secades - 5
Sergio Fernández - 6.5
Igor Álvarez - 9.5
Raúl Gutiérrez - 9.5
7.5
Aunque un 7.5 es una nota nada desdeñable no hay más que leer las opiniones de nuestros redactores para evidenciar que la valoración global de The Falcon And The Winter Soldier se divide entre los fascinados con el resultado y los decepcionados con el mismo.
No sé si este comentario será bien entendido. Pero creo que se ha hecho mucho hincapié en la aparente incoherencia entre ser Capitán América y ser negro. En la serie varias veces se menciona esa circunstancia y se añade que «no permitirán que un negro lo sea». O el rechazo visceral que eso iba a enfrentar.
Entiendo que BLM ha sacado a flor de piel mucho sentimiento y se quiere reflejar de alguna manera pero creo que no ayuda a nadie el exagerar.
Ya me veo a algún lector calentandose
pensando que niego la existencia del racismo. No va de eso. Va de que en EEUU han tenido un Presidente negro, que no sólo ganó una vez sino que se presentó a la reelección y ganó de nuevo, algo que no todos los presidentes demócratas pueden decir. Ha sido además, uno de los más populares de los últimos 30 años.
En la vida real no tienen un Capitán América, pero si hay una figura de alto valor simbólico, respeto nacional y, encima electa, es el Presidente.
¿De verdad vamos a ser tan naive de pensar que un país capaz de elegir a un presidente negro se puede estereotipar como gusta últimamente hacer? Recordemos que representan en términos etnográficos el 12,5% de la población, por lo que indiscutiblemente tuvo un masivo apoyo blanco y de otras razas en ambos procesos electorales.
Que seguro que en una barbacoa de un estado del sur un gilipollas le diría a su colega frente a las salchichas comentarios sobre si el presidente parece un simio. Seguro que en el mundo del cómic ese mismo gilipollas lo diría del Capitán América. Pero de ahí a considerar que la sociedad o el Estado «no lo permitiría» va un trecho conspiranoico que encima rechaza y olvida lo que Obama logró en su primera campaña.
Y termino con una teoría. Hay seguramente menos racismo en el mundo de lo que la gente piensa. Se confunden a veces con él dos fobias mucho más virulentas en mi opinión. La xenofobia por un lado (en Europa es cristalina) y le aporofobia en el otro (de hecho tb la xenofobia está basada en ese mismo problema, ¿o a alguien le molestan los extranjeros con pasta?).
El odio al pobre es tan irracional o más que al de otra raza, y ayuda a entender cómo Obama ganaba unas elecciones pero a Floyd le aplastaban la tráquea contra el suelo unos años después.
La serie, ni fu ni fa. Me ha gustado porque soy fan, fan. Pero no se la he recomendado a colegas ni a mi mujer porque la veo argumentalmente pobretona, especialmente en los diálogos como ya dije en el capítulo anterior. Eso sí, técnicamente excelente en las escenas de acción, mejor que Wandavision en ese sentido, coreos y efectos.
El final, mal. Entre que me costó ver casi todo el episodio, por transcurrir la acción de noche y que algunas cosas chirrían pero mucho (Karli y los suyos no son terroristas… cómo???), me quedé frío. Una decepción total, aparte de que resulta absurdo de que en 2021 la gente -en general- no admita un Capitán América negro cuando han tenido hasta un presidente negro. Esperemos que sigan con el desarrollo del personaje de Walker, lo único interesante en seis laaargos episodios.
Pues una serie bastante del montón la verdad. Me gustaba la pareja en el segundo capítulo pero es que no tienen nada de química y como dicen por ahí, Bucky no pinta nada (en los cómics tampoco es que pinte mucho la verdad). Sobre que no acepten a un Capi negro pues bueno… en EEUU sigue habiendo racismo aunque creo que es más un problema de clases, molesta que seas pobre, no negro.
John Walker es lo mejor de esta serie pero se ve que le falta muchísimo desarrollo. En el último capitulo de repente colabora con los protas y su sentido del deber aparece de pronto. La última escena con Isahiah me ha gustado mucho.
Zemo desaprovechado y lo de Sharon ni lo comento. A Karli no me la puedo tomar en serio, ya lo siento pero me parece una villana de mierda y eso de que no es una terrorista vamos a dejarlo. Que aquí en el Congreso se lo llaman a cualquiera, pero joder que la chica a atentado haciendo estallar edificios y asesinando gente por su causa, si eso no es terrorismo…
Por decir cosas buenas, las escenas de acción están muy bien y el traje del Capi es clavado al del cómic. Me gusta Sam Wilson como Capitán América pero ni de coña tiene el carisma de Chris Evans. Espero que se curren un poquito más la futura Capi 4.
Es cierto, el traje del capi-sam está extraordinariamente logrado y muy bien explotadas las posibilidades de la combinación escudo-alas. En lo que pude ver entre tanta oscuridad, claro.
Jajajaja, en Marvel son unos novatos, tienen que llamar al tito Zack para que les enseñe a rodar de noche. En sus peliculas si no es de noche esta siempre muy nublado, da igual que vivas en Gotham, Metropolis, Themyscira, Central City, Kansas, Krypton…
Muy discretita, la verdad. No me arrepiento de haberla visto, pero no sé si le daré otra oportunidad…y si lo hago será dentro de bastante tiempo.
La verdad es que ninguna de las dos series de Marvel Studios me parece que haya mejorado ninguna de las tres temporadas de Daredevil de netflix, por ejemplo. Más bien al contrario. Incluso las de Jessica Jones me gustaron más.
Dificil que algún producto marvel elaborado por esta Disney plus iguale lo que en su momento hizo Netflix. Daredevil 3T es de lo mejor.
Tampoco seamos más papistas que el papa. A ver si ahora resulta que Luke Cage y Iron Fist fueron obras maestras o algo así.
Perfil bajo y sensación de personajes algo desaprovechados, sobre todo el Soldado de Invierno que se pasea por la serie poniéndole caras al Halcón, pero en conjunto no estuvo mal. Se dejó ver y eso ya es mucho, hubo episodios muy logrados y otros para el olvido, un buen cliffhanger y repercusiones que dejan ganas de más. No fue fácil navegar desafiando los vientos de WandaVisión pero ahí estuvo.
Esperé más de este episodio final que no es que me parezca malo pero la serie captó mi atención y me creo espectativas grandes. Dos cosas que no se que a donde apuntan… Sharon Cárter y el rollo que se manda Sam para defender a los Sin Bandera.. Hizo apología al terrorismo!!! Han matado desde el primer capitulo y para el nuevo capitán América no se tratan de terroristas? Ahora entiendo porque esos rollos progres inclusivos tienen tantos adeptos… Y que no se asuste nadie si en unos años resulta que los pedofilos son víctimas de una sociedad opresora
Me ha gustado bastante. Es cierto que no termina de ser perfecta y los mimbres estaban ahí, pero a nivel de serie de superhéroes está muy por encima de la media.
La acción de este último capítulo es espectacular, puro cómic y de lo mejor que he visto en una serie.
Para mí los personajes funcionan, con la excepción de Kali de la que nunca han terminado de estar bien definidas sus motivaciones.
En cuanto a la vuelta al redil de John Walker, para mí está perfectamente justificada. Se trata de un héroe de guerra y siempre había sido bueno. Además, tal y como termina no creo que deje de ser controvertido.
Para mí Bucky y Sam sí tienen química y creo que Bucky tiene su propio viaje en la película.
Entiendo que puede molestar el discurso político y hasta parecer impostado y superficial , pero tal y como están las cosas de lo Políticamente Correcto en USA y en el mundo era evidente que no iban a dejar pasar la oportunidad. También la etapa de Sam como Capitán América se centró mucho en eso temas y en la percepción de una Capi, al igual que la trama de Isah está sacada de los cómics, así que no dejan de ser adaptaciones de situaciones que son parte de la continuidad en las viñetas.
Bueno… en general me ha gustado, pero el desarrollo de los últimos episodios me ha parecido insultantemente previsible. De la agenda política me parece que pasaré de hablar porque en algún momento ha estado bien llevada pero otros ha desbarrado un poquillo. Y sobre ese tema, me fastidia un poco porque han intentado conseguir construir a Sam como un buen Capitán América pero lo han hecho precisamente desde las comparaciones con Steve Rogers, en lugar de hacer hincapié en las diferencias, que es lo que se supone deberían tratar de alcanzar.
Bucky me ha parecido una oportunidad perdida, porque Stan para mí es un bastante buen actor y su tema de fondo (el EPT) daba para mucho pero no está tocado con tanto cariño como la agenda racial, que también es un tema estupendo pero que, sin embargo, para mí está tratado con poco acierto.
Mucho más interesantes me han parecido los secundarios, y por lo general bien desarrollados, aunque en algún momento da la sensación de que no todo fluye orgánicamente y se deshace el trabajo previo. Pero me he quedado con ganas de ver más de Zemo, del Power Agent13 y de Walker. De este último, creo que de casta le viene al galgo, y el gen Russell le permite crear un buen antihéroe. Porque éste sí que no es héroe o villano, sino un ser con una base sólida a la que van moldeando los elementos externos. Karli, sin embargo… ni fu ni fa. Y eso que creo que el movimiento Sin Banderas daba para más y ahí había chicha para hacer la serie interesante.
Sigue estando por encima de la media de las series de Supers, pero creo que se ha quedado en un «está bien, sin más». Y es algo que Marvel no se puede permitir a menudo, más que nada viniendo de la irregular pero fresca Wandavisión.
Toca acertar con Loki.
El último episodio me gustó bastante, pero sí considero que es inferior a Wandavision, que al menos logró sorprender y hacernos estar semanas enteras elaborando teorías a cuál más loca. Esto se ha quedado en una serie de acción con escenas muy bien rodadas y poco más.
Sobre Invasión Secreta, tengo curiosidad sobre cómo tratará Marvel el tema de la escala. Ya consiguieron hacerlo interesante minimizando mucho (por fuerza) Civil War respecto a los cómics, y entiendo que con esta serie será algo parecido. Veremos cómo lo afrontan porque supongo que la dimensión que se alcance marcará el tono de la serie.
Pues yo no se como iran a desarrollar la historia con el subtexto que ello implica de gentede afuera infiltrandose en la sociedad. Van a tener que darle una vuelta enorme y quizas hasta los skrulls terminen siendo los heroes de la historia si las sensibilidades politicas siguen del modo que van.