#ZNSeries – Invasión Secreta. Episodio 3 – Traicionado

¿Es ‘Gravik’ la cosa, doctor?, por Jordi T. Pardo

Todo lo que tiene que ver con Invasión Secreta está siendo una decepción mayúscula. Estamos en el ecuador de la serie y nada de lo planteado hasta ahora nos ha pillado por sorpresa ni ha sido ejecutado por sus responsables de una manera mínimamente interesante. Podríamos decir que la plasmación de este mítico crossover de la Casa de las Ideas ha sido hasta ahora correcto en términos técnicos (siendo generosos), pero su principal problema es que está siendo totalmente anodino y falto de carisma. Lo único que nos retiene frente a la pantalla son las actuaciones de algunos miembros de su reparto, pero no la historia, sus giros ni el planteamiento. El punto de partida era prometedor pero si esta miniserie no estuviese asociada a Marvel Studios habría pasado (todavía más) sin pena ni gloria entre el catálogo de Disney Plus.

Hay una única escena impactante en este episodio y ya la habíamos visto en el tráiler y los avances que del proyecto. La escena de Talos y Gravik en el restaurante cuando un buen número de skrulls asumen la imagen de este último para intimidar al colega de Nick Furia. También tenemos en este episodio una muerte anticlimática y que nos deja totalmente indiferentes una vez más: la del personaje de G’iah interpretado por Emilia Clarke. Nos introducen en el universo cinemático de Marvel Studios a la Madre de Dragones para un papel sin ningún tipo de sustancia. Por cierto, un poco reiterativo el tema de las mujeres en la nevera de esta serie, ¿no? La mujer de Talos (fuera de cámara), la Maria Hill de Cobie Smulders, la presente Emilia Clarke… Habrá que empezar a temer por la Sonya Falasworth de Olivia Colman que está siendo -por bastante- lo mejor de esta miniserie.

También esto me lleva a reflexionar sobre lo conservadores y proteccionistas que están siendo en los últimos años Marvel Studios y Disney Plus con sus licencias, cometiendo así los mismos errores que durante décadas hemos visto en los cómics los aficionados. Esa manera de salvaguardar a sus personajes acaba resultando tremendamente artificiosa. No viene de ahora, al conglomerado Marvel Studios/Disney Plus le ha costado siempre mucho desprenderse del exceso de carga y han preferido habitualmente presentar a nuevos personajes de usar y tirar cuya historia y drama raramente tienen nulo espacio para que nos inviten a emocionarnos con sus destino (para muestra el de Emilia Clarke en Invasión Secreta). Pero además, ¿qué sentido -ya lo comentaba el mes pasado y me reafirmo- tiene el plan de Gravik? ¿Pudiendo conseguir algo de forma mucho más sutil gracias a sus poderes y los de su pueblo por qué optar por los fuegos artificiales? En el cómic de Brian Michael Bendis y Leinil Francis Yu los invasores eran descubiertos en el último momento por méritos de sus adversarios, pero no porque a priori su plan fuese tan chapucero.

Por otro lado, también me pregunto… ¿qué sentido tiene la manera en la que estos skrulls entienden el género humano? Los skrulls infiltrados asumen nuestros roles masculino y femenino tradicionales sin mayores matices, perdiendo la oportunidad de ir más allá de los cómics y hacer una lectura mucho más interesante y refrescante desde el punto de vista social. Pero supongo que esto es pedirle peras al olmo… Estamos hablando de una serie que todavía no ha sido capaz de explicar el porqué de la huida de Nick Furia al espacio exterior y el porqué de su regreso, sus motivaciones y sus objetivos… ¡Algo más que decirnos que está mayor!

Para muestra de la torpeza de la historia tenemos el personaje de Priscilla Fury con el que se nos daba a entender narrativamente la semana pasada que era una skrull y que era posible que su marido Furia no estuviese al tanto… Pero nuestro gozo en un pozo. Ese escenario era demasiado interesante y complejo para los creadores de esta serie. Priscilla es una simple traidora y ya está sin más quiebros ni fantasías. También es cierto que es un personaje de nuevo cuño -metido a calzador- y que un giro de ese tipo tampoco nos habría volado la cabeza. Y hablando de los temas de género que comentábamos antes… ¿Por qué la esposa de Fury no puede mostrarse con su verdadera cara skrull ante su propio marido? Porque no pinta que los creadores de Invasión Secreta hayan pensado conscientemente en ello para hablar de racismo ni nada parecido. En fin. Invasión Secreta nos deja mucha preguntas, pero no son las que nos debería estar generando. Una lástima.

Célula durmiente, por Juan Luis Daza

Por desgracia mis vaticinios con respecto al inadecuado devenir de Invasión secreta se han confirmado una vez hemos llegado al ecuador del proyecto. El tercer episodio, el más endeble de los que hasta ahora hemos podido ver, confirma a la ficción de Kyle Bradstreet y Ali Selim como la peor de las que hasta ahora Marvel Studios ha producido para la plataforma Disney Plus. Todos aquellos conceptos iniciales que despertaban poco interés por el inadecuado proceder de su narrativa alcanzan nuevos niveles de desidia y aburrimiento en una entrega en la que la indiferencia que nos transmite todo lo que vemos en pantalla hace mella en la historia protagonizada por Nick Furia y Talos.

A estas alturas se antoja que en la trama de Invasión secreta no ha pasado nada, que sus personajes pululan de acá par allá sin ofrecer un mínimo de interés con respecto a una trama de espionaje que se va diluyendo poco a poco cuando en este punto concreto debería tener enganchado al espectador por las solapas mientras lo zarandea con fuerza. La desgana y la apatía son tales que hasta las muertes de algunos de los personajes más importantes nos causan indiferencia porque no hemos llegado a conocer de ellos nada más que un esbozo superficial de sus unidimensiobales perfiles psicológicos

Invasión secreta está cometiendo el mayor de los pecados, aburrir con un producto que se muestra cada vez más desdibujado e inane. Sería incluso más estimulante que realmente fuera una mala serie cuyas decisiones estéticas y argumentales indignaran a la persona que se afronta a su visionado, pero es la mediocridad que vertebra su esencia la que la convierte en un un trabajo fallido. Prefiero la irregularidad de otras series del UCM para Disney Plus que no me convencieron del todo como Ms. Marvel, Loki o Falcon y Winter Soldier antes que esta clase avanzada de sopor que no hace justicia ni a los personajes en los que se inspira ni a los cómics que le dieron origen.

Marea Verde, por Samuel Secades

La semana pasada no pude participar junto a mis compañeros en nuestro repaso semanal a Invasión Secreta, y al saltarme el segundo episodio y poner cierta distancia con el disgusto que me causó la presentación de esta nueva apuesta televisiva de Marvel pensé que me haría ser más benévolo con el devenir de la serie protagonizada por Samuel L. Jackson. Pero nada más lejos de la realidad. Y es que enfrentarme de manera seguida al segundo y tercer episodio de Secret Invasion no ha hecho más que incidir en los enormes problemas que tiene la serie a nivel narrativo, y que por desgracia lastran la experiencia de una serie que podría haber sido un curioso rincón del MCU con sus juegos de espías, conspiraciones globales e invasiones alienígenas. Porque mira que tiene delito presentar una trama tan interesante a priori como la integración de los skrulls, su descontento y los paralelismos obvios que la serie traza con los conflictos raciales y étnicos de la historia estadounidense (y de la raza humana en general), para luego establecer un desarrollo tan inconexo y simplón como el que nos presenta esta Invasión Secreta. Parece que las noticias sobre reescrituras, regrabaciones y abandonos en la serie eran ciertas, viendo el caos que es cada episodio de esta Secret Invasion en la que cada escena parece pegada a la fuerza con la anterior: valga como ejemplo el absurdo cambio de bando del personaje de Emilia Clarke, una actriz que nunca ha brillado especialmente por su talento, pero que aquí está hasta desaprovechada, siendo una mera herramienta de la trama de Talos sin un ápice de conexión emocional con el espectador, amén de tener la actitud más sospechosa del mundo en cada una de sus interacciones con Gravik. Su destino final, si se confirma el cliffhanger del episodio (que lo dudo), convertiría a su personaje en uno de los más desdibujados que puedo recordar.

El problema principal de la serie sigue siendo un guion insuficiente, pero el mayor pecado es que lo endeble de su narrativa arrastra a un reparto excepcional, que en otras manos estaría protagonizando una auténtica locura de serie; porque lo que es imperdonable es desperdiciar el talento de un Samuel L. Jackson que se empeña en darle matices a un agotado Nick Furia al que llevan de un lado a otro y que ni siquiera puede aprovechar la profundidad que puede aportar a su personaje la relación romántica que se nos desvelaba la semana pasada, que hace aún más flagrante su inexplicable desaparición de la Tierra tras el regreso del blip. Pero quizás el mayor desperdicio de todos lo encontramos en el personaje de Talos, interpretado por un fenomenal como siempre Ben Mendelsohn, quien tiene en su haber los mejores momentos de la serie como esa conversación en el coche poniéndole a Furia los puntos sobre las íes, pero que no puede hacer nada con un guion que le vende completamente en escenas como la del interrogatorio al skrull camuflado de militar o su vergonzosa entrevista con Gravik; es en el propio Gravik en el que encontramos otro talento desperdiciado con un Kingsley Ben-Adir que podría haber sido un grandísimo villano y que, sencillamente, actúa demasiado bien para el paupérrimo papel que le ofrecen. Fue en su caso, por cierto, donde más noté las supuestas reescrituras y reshoots, con su actuación en el primer encuentro que mantiene con Talos en el museo y en el cual su sorprendente y repentino histrionismo contrasta de manera ridícula con lo que su personaje nos había ofrecido hasta el momento, como si ni el propio actor supiera a qué atenerse con su personaje.

Por lo demás, se lleva la palma de la vergüenza ajena de este episodio la escena del fallido atentado del submarino contra el avión de la ONU, donde se intenta provocar de manera totalmente fallida una tensión en un espectador que asiste atónito a la actuación de dos tripulantes del submarino que firmaría el mismísimo Tim Robinson para su serie, acompañada por un interrogatorio de Furia y Talos más propio de los Monty Python, con disparos a la pierna y asesinatos a sangre fría por una burda provocación que provocan más pena que risa, si no estuviéramos jugando con uno de los eventos con más posibilidades dentro de la mitología de Marvel y que se desaprovecha de la peor manera en esta Invasión Secreta que, de momento, tiene muy poco de las dos cosas. Ojalá, porque uno es un optimista en el fondo, la serie pueda sorprendernos en su segunda mitad y engancharnos a una trama que no nos puede importar menos, por muchas amenazas de una inminente Tercera Guerra Mundial que se lancen. Y es que otro de los grandes problemas de la serie es su marcada intrascendencia en el marco de un MCU que empieza a ser un caos de tanto que lo han ido compartimentando, por lo que las menciones a los Vengadores o al SuperSkrull son tan lejanas como si los propios cómics fueran una ficción en el universo de los personajes de Invasión Secreta, que no dejan de preguntarse, como los propios espectadores, qué narices le ha pasado a Nick Furia o dónde demonios está Carol Danvers. Para cuando se resuelvan esas dolorosas dudas, creo que nos van a importar más bien poco las respuestas.

Furia ciega, por Sergio Fernández

No sé si a ti te atañe, no sé si a ti te extraña, pero replicas de mis amigos han salido de unas vainas. Son iguales que ellos, tienen su misma cara, pero se que nos ellos cuando observo sus miradas, cantaba César Strawberry en el disco De Poca Madre, del grupo Def Con Dos. Como afirma esta canción, los Skrulls están infiltrados entre nosotros con apariencia humana preparando el apocalipsis. Como afirma esta canción, Invasión Secreta se ha disfrazado de potente serie televisiva. Un título poderoso, un plantel de postín y el certificado de Marvel Studios prometía emociones fuertes para los usuarios de la plataforma Disney+. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Alcanzado el ecuador de esta franquicia, comprobamos que nos encontramos ante un producto insustancial, una pieza más de un engranaje que comienza a dar alarmantes síntomas de agotamiento.

Se ha hablado mucho de los títulos de créditos iniciales generados por la IA, pero lo cierto es que la serie en sí parece haber sido concebida por una máquina. No hay rastro de pasión. Marvel Studios se ha limitado a hacer un copia y pega de una fórmula que hace tiempo quedó obsoleta. Vivir de las rentas en una industria con tanta oferta es un peligrosísimo ejercicio de equilibrismo con mal pronóstico. Quedan tres episodios para enmendar lo visto hasta el momento, pero, teniendo en cuenta la deriva tomada por el MCU en la pequeña pantalla, ser optimista es como apostar a que el Real Madrid descienda a segunda división la temporada que viene. Pura utopía.

Emilia Clarke, primera de su nombre, madre de los dragones e hija de Talos, ha muerto. Si primero fue el personaje de Maria Hill quien se despidió con una muerte de lo más anticlimática, ahora llega el momento de G’iah la que dice adiós con un balance de tres episodios y cero carisma. ¿Para esto contrataron a Clarke? ¿Se han gastado buena parte del presupuesto en salarios para un personaje con tan poco recorrido? ¿Nos puede dar más igual el asesinato de un personaje? Marvel ha conseguido cambiar lágrimas por bostezos. La única forma de que todo esto tuviera sentido es que los Skrulls, o alguna otra especie alienígena similar, habrían suplantado a Kevin Feige y compañía para acabar con la compañía de Mickey Mouse. Un plan tan malvado que ni siquiera Nick Furia sería capaz de frenar.

Un poco como le ha ocurrido a Harrison Ford en Indiana Jones y el Dial del Destino, da la sensación de que el regreso por la puerta grande de Samuel L. Jackson a este universo ha llegado un poco tarde. Por supuesto que no dudamos de su capacidad interpretativa ni de la capacidad de manipular con la que cuenta el personaje al que interpreta, pero para ser cabeza de cartel y que siga siendo, con perdón, el puto Nick Furia hace falta pulir al personaje. Ahí tenemos el ejemplo de Logan, que con gran acierto James Mangold y Hugh Jackman llevaron a buen puerto.

Llegado este punto poco más se puede decir de Invasión Secreta. Esta miniserie carece de sutileza, buen gusto ni sorpresas. Los cliffhangers que presuponíamos quedaron en el olvido rápidamente como demuestra el poco juego que ha dado el matrimonio Furia. Los giros de guion existen, pero están siento insertados con tan poco tino que lo único que generan en el espectador es indiferencia. Y eso, amigos lectores, es lo peor que le puede pasar a una obra de entretenimiento de este tipo. La semana pasada, tras una ligera mejoría, apelaba a las artes de Nick Furia para que Invasión Secreta comenzara a tomar velocidad de crucero. Traicionado es el título del tercer episodio y es un poco como me siento después de que el motor haya gripado, acabando con buena parte de las esperanzas que deposité al encender el televisor.