«¿Cuántos cadáveres estimas que hay en el fondo del estanque? Haré que llegue el día en que nadie pueda hablar de cuántos cuerpos he lanzado a este estanque. Para eso sirve el poder.»
Habíamos bajado la guardia, pensábamos que el virulento fenómeno zombie que había asolado los cines y televisiones en la última década era ya un recuerdo del pasado. Pero cuando en una historia con muertos vivientes el protagonista se despista un momento suele provocar la muerte de alguien cercano a su grupo de supervivientes. ¡No cometamos ese mismo error! Porque aunque las dinámicas de este subgénero las habíamos interiorizado ya hace tiempo -mucho antes del éxito de The Walking Dead– todavía quedan productos capaces de pillarnos desprevenidos a estas alturas. Este es el caso de Kingdom, la nueva serie de Netflix coproducida por Estados Unidos y Corea del Sur en la que asistimos a un apocalipsis zombie en Corea, en plena época medieval y durante el reinado de la dinastía de los Joseon. Si eres un asiduo del género simplemente esta sinopsis debería llamar tu atención, a no ser que estés tan muerto como alguno de los hambrientos secundarios de esta serie.
Kingdom es la historia del bienintencionado, guapo y apuesto príncipe Yi-Chang, históricamente identificado con el decimoquinto rey de la dinastía Joseon que reinó Corea entre los años 1608–1623. Su llegada al poder no fue sencilla, al fallecer su padre una facción del norte le empezó a hacer bullying intentando desacreditarlo como sucesor al trono con la excusa de ser hijo de una concubina y favoreciendo a otro candidato a su cotizado puesto de funcionario supremo. Este es el conflicto palaciego que narra Kingdom, pero para darle algo de salseo y épica a este drama entra en acción un elemento fantástico en forma de misteriosa plaga. La muerte se extiende por el reino y el propio rey parece estar afectado por ella. De esta manera, la enfermedad amenaza también con acabar con la estabilidad del reino favoreciendo las luchas de poder intestinas. La sombra de Juego de Tronos es muy alargada y, por lo visto, ha llegado hasta Corea del Sur.
En una época en la que hay tanta oferta de ocio y realmente poco tiempo para disfrutar de él, tenemos que ser mucho más selectivos que nunca. Hay que ir siempre con las preguntas por delante, antes de que te suelte el sermón algún crítico sabiondo. ¿Vale la pena Kingdom? ¿Aporta algo nuevo al género? La primera cuestión la podemos contestar con un «depende», porque si somos demasiado claros de primeras la crítica nos puede quedar demasiado corta. Pero con la segunda pregunta tenemos que ser todavía más ambiguos, porque podríamos decir que sí y no al mismo tiempo. Kingdom no es la primera película de zombies de época y tampoco es la primera que construye su propia mitología entorno a estos seres. En ese sentido se entendería el «no» a la pregunta anterior, pero lo cierto es que su factura, su ambición y su manera de manejar su juego entre historia y ficción valen un rotundo «sí».
Los espectadores que estén hechos al cine asiático saben que no es lo mismo una producción japonesa, china o surcoreana, como es el caso, porque todas ellas conllevan diferentes matices. El cine surcoreano tiene un ritmo mucho más rápido y ágil, más cercano al cine estadounidense y para historias de este tipo se agradece enormemente (ahí está la magnífica Train to Busan). También sus personajes se pueden permitir ser «más humanos», expresar emociones y sentimientos de una manera más abierta, lo que nos permite conectar más fácilmente con sus dramas personales. Y esto también es un punto positivo al hablar de una propuesta como de Kingdom que maneja muy bien el sentido de la acción, pero también el drama y la intriga. Esto hará que devoréis -verbo no elegido a la ligera- los seis capítulos de su primera temporada sin daros ni cuenta, para después maldecir el enorme cliffhanger con el que esta acaba.
Es interesante como Netflix nos está permitiendo acercarnos de forma muy sencilla al cine que se realiza alrededor de mundo y cómo se adaptan las historias que encontramos en su plataforma a un perfil estandarizado de su tipo de usuario. El verdadero éxito de Neflix es esa diversidad que nos permite ver las ideas de siempre desde el prisma de otra cultura y país. Por cierto, Kingdom está basado en un cómic y aunque es posible que el parecido con la serie sea como el de un huevo a una castaña, es un detalle que vale la pena comentar teniendo en cuenta el lugar en el que estamos. La serie se basa en el webcómic Kami no Kuni subido a la plataforma
Si navegais por la red, veréis que Kami no Kuni está traducida como Land of the gods (La tierra de los dioses) aunque en realidad nada indica que exista una edición anglosajona de la historia. En ambos proyectos, el apartado gráfico recae en las manos de Yang Kyung-Ila quienes los lectores de manga conocerán porque Norma Editorial publica en España su obra Área D, una historia relacionada colateralmente con otra plaga moderna: los superhéroes. En cambio, el guion de Burning Hell es obra Youn In-Wan. A este equipo creativo se suma Kim Eun-Hee una autora novel cuyo papel es decisivo en la creación de la serie de Netflix dado que firma el guion de la producción dirigida por Kim Seong-hoon, director reconocido por sus thrillers y películas de corte policíaco como A Hard Day, The Tunnel o Confidential Assignament. Nada que ver con lo que el cineasta nos propone en la presente Kingdom.
En el reparto de la producción tenemos nombres como los de Joo Jo Hoon que encarna al príncipe Yi-Chang; Kim Sang-ho, como el simpático y precavido Moo-young, guardia personal del heredero; Ryu Seung-Ryong, como el maquiavélico Primer Ministro Cho Hak-Jo; Kim Sung-Gyu interpretando al enigmático Yeong-Shin; y, posiblemente, la más conocida Doona Bae, actriz que aquí interpreta a la entregada enfermera Seo-Bi y a la que hemos visto en The Host y también en algunas producciones de las hermanas Wachowski como El atlas de las nubes, El destino de Júpiter y Sense 8. Todos ellos cumplen con sus roles de manera más que correcta, con una matrícula de honor bien merecida para el veterano Ryu Seung-Ryong cuyo hierático Cho Hak-Jo llena de presencia la pantalla cada vez que aparece, aun cuando sus diálogos y acciones sean de lo más escuetas.
La caracterización de los personajes, la época, el vestuario y ambientación están tremendamente cuidadas en Kingdom; todo un despliegue de medios que se convierten en el verdadero aliciente de este atípico apocalipsis zombie. La producción de Netflix es una puerta abierta a la historia y cultura coreanas, mucho más desconocida para el espectador que la japonesa y la china de la que tradicionalmentenos ha llegado más cine a nuestras salas. El director Kim Seong-hoon sabe cómo integrar la trama fantástica en la historia paulatinamente, manejando a la perfección el ritmo y logrando que las escenas más contemplativas sean tan interesantes como las de acción. Es interesante la manera de manejar el elemento zombie con una metáfora del poder y la lucha de clases, por otro lado, habituales del género, y aunque seguramente en este caso nos perdamos algunos matices por el salto cultural.
La épica de la historia va in crescendo a lo largo de los seis capítulos de esta miniserie cuya segundo temporada no nos llegará por lo menos hasta principios de 2020. Eso es lo peor de una propuesta que sabe mantenernos pegados a su historia, con una extensión que no da mucho espacio a los episodios de relleno y una trama tan sencilla como entretenida. Kingdom regresa en parte a los orígenes del género con una historia menos piscológica que las instauradas por el fenómeno The Walking Dead, y puede que no tan violenta como otras peliculas y series de la misma temática, pero que a cambio ofrece un planteamiento mucho más trabajado y llamativo que resulta refrescante de cara al espectador ocasional y también para el más curtido. Y recuerda, nunca bajes la guardia.
VALORACIÓN GLOBAL
Dirección - 7
Guión - 7
Reparto - 7
Apartado visual - 8
Banda sonora - 7
7.2
Épica
Kingdom es una interesante propuesta de Netflix que atrapa por su ambientación y punto de vista exótico para una producción relacionada con el subgénero zombie. Una historia llena de épica, con una trama sencilla y directa, como requiere cualquier apocalipsis zombie, en la que se combinan terror, historia y mucha acción. Ligera, entretenida y bien planteada.
Aquel que tenga dudas que no se lo piense es un soplo de aire fresco al género. La ambientación es sorprendente y muy fácil de devorar.