«¡Me llamo Sabrina Spellman y no me voy a consagrar a nadie!.»
En ocasiones, cuando pensamos en personajes superheroicos como Superman, Batman o Los 4 Fantásticos, nos sorprendemos al recordar la cantidad de años que llevan con nosotros, la de historias que han protagonizado y el calado que han dejado a su paso por la cultura popular. Pero que estos personajes hayan superado la barrera del tiempo al final puede tener una explicación fácil: la gente siempre necesitará héroes. Por ello, resulta más sorprendente ver la longevidad de un personaje como Archie, un chico normal y corriente que solo representa al estudiante de instituto clásico estadounidense. Sus aventuras más cotidianas, sus amores, sus amistades y dramas personales han alimentado las páginas de los cómics desde 1941 cuando fue concebido por el editor John L. Goldwater y el dibujante Bob Montana. Le han acompañado en su inmortalidad el comilón de Jughead, las mejores peores amigas Betty y Verónica o su némesis personal, el matón de Reggie Mantle. Más tarde llegarían nuevos fichajes que se convertirían en habituales de las publicaciones de Archie Comics, como Sabrina Spellman.
Esta última fue conjurada en 1962 por George Gladir y Dan DeCarlo, apareciendo por primera vez en Archie’s Madhouse #22. La famosa bruja adolescente de Greendale es uno de los personajes más conocidos de las publicaciones de Archie; ha protagonizado varias cabeceras animadas y una recordada serie de imagen real de mediados de los años noventa conocida en España como Sabrina, Cosas de Brujas. Esta sitcom del canal ABC estaba protagonizada por Melissa Joan Hart y se extendió a lo largo de siete temporadas, concluyendo finalmente en 2003. Sabrina volvería a ser noticia a raíz del relanzamiento del universo Archie que ha tenido por principales artífices a Mark Waid, Roberto Aguirre-Sacasa y Francesco Francavilla. El primero ha sabido actualizar al personaje para hacerlo nuevamente atractivo a ojos de los lectores del siglo XXI impulsando su éxito toda una fiebre de spin-offs, como el Jughead de Chip Zdarsky y Erika Henderson, o Betty y Verónica, con Adam Hughes como autor completo.
Pero el renovado interés por Archie tiene su precedente en El Más Allá con Archie, una historia alternativa en clave de invasión zombi en Riverdale (la localidad natal de Archie y sus amigos) con la que en 2013 Roberto Aguirre-Sacasa y Francesco Francavilla sorprendieron a los lectores. La historia ha tenido varios spin-offs a su vez, siendo el principal motivo del resurgir de las publicaciones de Archie que también ha protagonizado en los últimos años crossovers imposibles como Archie vs. Depredador o Archie conoce a los Ramones. Si El Más Allá con Archie resulta también importante es por el tono de su historia en el que ya se presenta un aire moderno de su entorno y personajes que se trasladó a la pequeña pantalla con Riverdale, adaptación del canal The CW de las publicaciones de Archie en clave de thriller adolescente. El guionista Roberto Aguirre-Sacasa ha estado implicado como productor en las tres temporadas que por ahora hemos visto de esta serie.
Los planes de Roberto Aguirre-Sacasa le han llevado también a convertirse en el principal promotor de Las escalofriantes aventuras de Sabrina. En 2014, el guionista estadounidense y el dibujante Robert Hack colaboraron para actualizar al personaje de Sabrina a los nuevos tiempos. Lo hicieron en este caso prescindiendo del humor habitual asociado al personaje para presentar una historia de terror que narraba los orígenes de esta bruja adolescente. El universo de Sabrina se adaptaba al nuevo tono heredado de El Más Allá con Archie -en la que ya aparecía nuestra querida bruja- presentando una historia mucho más oscura y terrorífica ambientada en los años sesenta. La irregular publicación de esta serie y El Más Allá con Archie no ha sido impedimento para que Roberto Aguirre-Sacasa -con el éxito de Riverdale sobre la mesa- convenciese a Netflix para realizar una adaptación de este cómic. El resultado lo hemos podido ver recientemente con el estreno en el canal por streaming de los diez episodios de la primera temporada de la cabecera.
La sinopsis de la versión de Netflix de Las escalofriantes aventuras de Sabrina sigue en parte la del primer tomo recopilatorio de la serie con una Sabrina que a punto de cumplir los dieciséis años debe decidir su futuro: ser miembro del aquelarre y entregar su alma al Señor Oscuro o vivir una vida mundana con su novio Harvey y sus amigos. En paralelo, Sabrina desconoce de las acciones de Madame Satán, una antigua enemiga de su familia que ha llegado a Greendale para acabar con la joven bruja. Los personajes habituales de las historias de Sabrina siguen teniendo su espacio tanto en el cómic como en la serie. Esta última la protagoniza Kiernan Shipka (Mad Men), ella encarna a Sabrina y le acompañan en el reparto Jaz Sinclair como Rosalind Walker, Chance Perdomo como Ambrose Spellman, Ross Lynch como Harvey Kinkle, Michelle Gomez como Madame Satán, Richard Coyle como el Padre Faustus Blackwood, y Lucy Davis y Miranda Otto como las peculiares y entrañables Hilda y Zelda.
Los primeros avances de la serie apuntaban una gran fidelidad al material de partida, tanto en tono, como argumento e incluso en su estética, dando la réplica al fantasmagórico apartado gráfico de Robert Hack en los cómics. El casting además parecía de lo más acertado dando la esperanza de estar ante un producto que reuniese todas las características para convertirse en una de las sorpresas de la temporada. Esto se puede considerar así en los primeros capítulos de la serie, cuando encontramos un producto más apegado al espíritu de las viñetas. Pese a rebajar la atmósfera de la obra original, moderar las escenas más truculentas y cambiar el origen y las motivaciones de algún personaje, Las escalofriantes aventuras de Sabrina funcionan en esta primera parte y lo hace derrochando carisma y con una puesta en escena meritoria. El humor está presente pero no entorpece el clima enrarecido que se respira y la sensación de estar llevando al personaje principal por un camino sin retorno del que no sabemos cómo podrá escapar.
En estos primeros capítulos también encontramos un subtexto feminista que no es tan evidente en los cómics. En ese sentido, la producción es inteligente y se sirve del planteamiento inicial para retratar una secta satánica que pese a predicar el libre albedrío tiene en baja consideración a sus feligresas. El pacto de Sabrina con el Señor Oscuro es el gran dilema de la temporada, su aceptación supondría una vida longeva y un gran poder, pero a cambio ella debe someterse y acatar todo lo que exija su benefactor renunciando a su libertad y su vida humana. No obstante, en ocasiones, este subtexto es demasiado evidente, no hay sutileza en su manera de manejarlo quedándose en algunas frases llamativas que la posterior trayectoria y deriva de la cabecera dejan por vacías. La asociación entre brujas, cultos demoniacos y feminismo no es original, hasta cierto punto es natural si tenemos en cuenta sus raíces históricas, pero hay producciones que han sabido retratarlo mejor. Este es el caso de La Bruja de Robert Eggers, la película protagonizada por Anya Taylor-Joy que de forma muy sibilina aborda el feminismo con más enjundia.
La comparación ciertamente es injusta porque Las escalofriantes aventuras de Sabrina no esconde en ningún momento su enfoque adolescente y la ligereza de sus planteamientos, pero claramente desperdicia la oportunidad de plantear de manera más acertada estos temas que de partida ofrecen una perspectiva interesante. Por desgracia, pasado el ecuador de la serie está queda a expensas del carisma de sus personajes, con una trama cada vez más reiterativa y una huida hacia adelante que finalmente no lleva a ningún lado. La serie apuesta más decididamente por el humor y eso la relaciona con la cabecera de los noventa de una extraña manera, como haciendo una concesión a los aficionados que disfrutaron de aquella serie en detrimento de la lectura más madura propuesta en el cómic. Los personajes empiezan a divagar y la atmósfera ya no resulta inquietante, ni mucho menos se acerca al ambiente malsano y oscuro de las viñetas en el que se basa.
En solo unos cuántos capítulos la parodia hace acto de presencia tomando referencias de franquicias como Harry Potter -a nivel argumental- o Buffy Cazavampiros -en el plano estético- que no ayudan precisamente a darle entidad a la propuesta. El reparto a estas alturas hace lo que puede para salvar los muebles con una serie que claramente se ve perjudicada por los diferentes directores y guionistas que se hacen cargo de cada capítulo haciendo solo acto de presencia Roberto Aguirre-Sacasa en los dos primeros y el último de la temporada. Es un caso muy diferente, por ejemplo, al de la aplaudida La maldición de Hill House, también de Netflix, en la que su director Mike Flanagan se hace cargo de todos los capítulos y colabora en el guion de las entregas más importantes, manteniendo así el equilibrio y la coherencia de la cabecera. La labor de sus actores -sobre todo la de Kiernan Shipka, Lucy Davis y Miranda Otto– y una banda sonora resultona que bascula entre clásicos de los años sesenta como Be My Baby de The Ronettes o Magic Eyes de Billy Fury a piezas de otras decadas como Atomic de Blondie o Criminal de Fiona Apple.
No se puede reprochar a Las escalofriantes aventuras de Sabrina que no sea ágil y, hasta cierto punto, muy entretenida. Es un producto que permite desconectar y seguir su trama sin dificultades porque a medida que avanza se vuelve más convencional y llena de tópicos. Los giros de guion restan credibilidad a la serie por la sensación de falsa evolución que profetiza; por mucho que se presenten situaciones relevantes la historia de su protagonista queda congelada hasta el capítulo final manteniendo una relación con el resto de los personajes forzada y bipolar que acaba desvirtuando el conjunto. Para los amantes del terror, a estas alturas hay pocos alicientes en la serie más allá de los guiños y referencias a clásicos del género. Para los aficionados que disfrutaron de la reinvención del personaje realizada por Roberto Aguirre-Sacasa en los cómics, la experiencia se quedará en un quiero y no puedo algo decepcionante. Y, para el colectivo de brujas, gatos negros y satánicos reales, la producción de Netflix ya ha comenzado a generar divisiones, mientras sectas como Templo Satánico ya han presentado demanda por plagio contra la serie, otras como La Iglesia de Satán se han desvinculado totalmente del tema.
VALORACIÓN GLOBAL
Dirección - 6
Guión - 5
Reparto - 7
Apartado visual - 7
Banda sonora - 7
6.4
Desencantada
‘Las escalofriantes aventuras de Sabrina’ supone una pequeña decepción. Su planteamiento inicial y su apego a la atmósfera del cómic de Roberto Aguirre-Sacasa y Robert Hack nos presenta de primeras una ambientación muy cuidada, una banda sonora llamativa, guiños al género de terror constantes y personajes carismáticos. Por desgracia, pasado su ecuador la cabecera toma su propio camino sin tener un rumbo claro. El tono oscuro y maduro de las viñetas queda relegado a lo estético prevaleciendo una visión adolescente del personaje que naufraga, no por ello, sino por convertirse en su propia parodia.
Muy buena reseña Jordi.
Yo por ahora estoy disfrutando mucho convenciéndome la ambientación, el tono y varios de los personajes. Me gusta su vertiente oscura y satánica amalgamada con las tramas propias de una serie juvenil y el mensaje que quiere transmitir.
Como por ahora llevo la mitad no puedo corroborar o desmentir el bajón que mencionas, pero en breve lo sabré y ya debatiremos.
¡Ave Satani!