#ZNseries – Legión (Temporada 2)

Reseña de la esperada segunda temporada de Legion, la aclamada serie de Noah Hawley.

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Dirección: Noah Hawley.
Guión: Noah Hawley.
Música: Jeff Russo.
Fotografía: (VV.AA.).
Reparto: Dan Stevens, Aubrey Plaza, Rachael Keller, Bill Irwin, Jeremie Harris, Amber, Midhunder, Jean Smart, Jeamine Clement, Hamish Linklater, Katie Aselton, Navid Negahban.
Duración: 11 episodios de 50 minutos.
Productora: 20th Century Fox/26 Keys Production/Bad Hat Harry Productions/Donner’s Company/Fx Productions/Kinberg Genre/Marvel Entertainment/Marvel Television/Walt Disney Television.
Nacionalidad: USA.

 

Servidor siempre ha pensado que los superhéroes en el audiovisual (con su más y sus menos, evidentemente. No quiero restar mérito a nadie) tienen un potencial que no se termina de explorar ni explotar. Tal vez sea debido a que exigen una mastodóntica inversión que fuerza a los creadores a cortarse las alas para seguir fórmulas y esquemas determinados por los éxitos previos. Eso se suma a un público que está cómodo en una zona de confort y que se contenta con lo que conoce, y eso es exactamente lo que pide. El riesgo es esa palabra que tan poco gusta a las personas que manejan el negocio. Y luego, de vez en cuando, incomprensiblemente, se abre un hueco que hace madurar al “género” y a la industria. Y, con suerte, al público.

Por suerte para todas las partes implicadas la responsabilidad ha recaído en unas manos cuya calidad está más que contrastada: las de un siempre intrépido Noah Hawley.

Si algo caracteriza esta serie es la de su absoluto barroquismo estético. Es una serie que pretende desbordarte por los ojos y oídos. Salvando las distancias más que evidentes, el caso más cercano que podemos encontrar serían las series de autores televisivos tales como David Lynch o Bryan Fuller, los cuales, no es de extrañar, no dejan de chocar frontalmente con las cadenas.

La complejísima y confusísima (que no errática) narrativa que emplea es otra de las grandes apuestas por las que opta de forma constante. Es un modo de expulsar a buena parte de la audiencia, e incomprensible desde el punto de vista meramente mercantilista.

Tan solo, por ello, es digno de elogio todas las decisiones que se han tomado y las luces verdes que FX y Marvel Television ha concedida a los creadores de esta particularísima propuesta. Cualquier iniciativa que busca romper moldes es una señal de una industria sana y en la que todavía quedan pequeños resquicios en los que una visión creativa se puede imponer a cualquier otra cosa.

Legion, sin embargo, no recibió la repercusión que mereció. Tal vez sea por estrenarse en el mismo año que la arrolladora tercera temporada de Twin Peaks o porque también se estrenó cerca de Fargo. Ahora, sin ninguna otra serie de características similares, esta serie se antoja como un oasis para los que buscamos series verdaderamente aguerridas dentro de los convencionalismos.

Lo que propone esta segunda temporada de Legión es ni más o ni menos que expandir y complicar aquello que funcionó en la primera, aunque sin temor de llevar a la serie a terrenos desconocidos e inexplorados.

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Si bien es cierto que haber contado con tres episodios más respecto a la anterior temporada ha provocado cierto desgaste del ritmo, como espectador, no he sentido que saliese perdiendo con ello. Aunque sea una serie que se toma su tiempo y que exige paciencia para llegar a un punto determinado, lo que narra (y cómo lo hace) es tan interesante que no me importa que haya escenas de menor trascendencia y cierta repetición de recursos. Es más, creo que se ha tomado una decisión más que coherente respecto a la complejidad de los temas a tratar.

Ejemplo de ello lo tenemos en todos los episodios, pero partamos del sexto. Se trata de un episodio completamente críptico y que, aparentemente, no tiene ninguna relación con la trama principal. Sin embargo, en opinión de servidor es un episodio que contiene petróleo. Aparentemente, nos plantea el, siempre intrincado, asunto de los universos paralelos, pero detrás de eso reside habla de la miseria social, de cómo se percibe con reparo determinadas enfermedades, etc. Y, por si fuera poco, en un episodio con cierto toque de predestinación, los autores se permiten el lujo de hacer una referencia literal a La Naranja Mecánica (película que sea seminal para esta serie, porque ya hemos tenido otras referencias en la primera temporada. Y muchas de sus composiciones simétricas beben mucho de Kubrick).

Pero, tal y como he dicho, se ha concretado, pero todos y cada uno de los episodios son lo suficientemente densos (impresionante los episodios previos al sexto, por ejemplo, en los que debe introducirse en el fondo de la psique de los compañeros como si se tratase de un laberinto, metafórico o literal, para rescatarlos. Especialmente interesante es lo que esta serie tiene que decir sobre el amor y las relaciones en pareja en el episodio dedicado a Syd. Por no decir que el gran delirio del protagonista, revelado en el último episodio sea: “soy una buena persona y merezco ser amado”) como para ser analizados desde múltiples perspectivas, más conociendo el desarrollo que va tener el personaje.

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Y es que si algo se ha pretendido (con mayor o menor acierto debido a la constante ambigüedad con la que juegan los personajes que les permite que compartamos punto de vista con un personaje inestable), el tema principal es como el amor como bálsamo no puede transformarnos en algo que no somos y que su capacidad redentora tiene unos límites. Un monstruo siempre seguirá siendo un monstruo al final del día. A su vez, el juego de roles que plantea la serie respecto a cuestionar el protagonismo y antagonismo de forma constante es magistral. En la primera temporada, los roles estaban perfectamente definido. En esta te plantan la semilla de la paranoia y la necesidad de recurrir a un mal menor para acabar con otro más gordo que parece precisamente lo contrario. Y para ello, usan de forma innovadora el punto de vista y como cambiamos de percepción tanto de nosotros mismos, como de las personas que tenemos en nuestro entorno. Y como eso, afecta a nuestras relaciones, porque nosotros hacemos que afecte. ¿Creamos nosotros el mal que, precisamente, es lo que intentamos evitar?

¿Hasta dónde uno está dispuesto a llegar con tal de salvar el mundo? ¿En qué momento de ese proceso pasamos a ser peores que aquello que intentamos detener? ¿O es que siempre hemos sido así? La anagnórisis final del protagonista que, finalmente, acepta su condición, su “clase” dentro del juego del ajedrez, deja una gran expectativa con un personaje desinhibido, con plena consciencia de lo que es respecto a lo que podemos esperar en la, afortunadamente, confirmada tercera temporada.

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La anteriormente citada referencialidad que puebla la serie es absolutamente sutil y poco molesta. Se enfrente frontalmente a la corriente reinante. No busca el reconocimiento facilón de los seguidores, si no que las referencias que sueltan tienen más que ver con el empleo de recursos o que te recuerden a algo que a señales de neón o a construir una trama alrededor de eso: el arte psicodélico, el surrealismo y de Buñuel y Lynch, Sienkiewicz, Eisenstein, Malick, Tarkovsky, Bergman, Carpenter, Tarantino, Glazer, Stephen King, Cronenberg, Palahniuk, Peter Weir… Su espíritu de todos ellos está presente, pero no están para que te des una palmadita en la espalda reconociéndolos.

Todo el reparto está maravilloso, aunque son particularmente cuatro los que llenan la pantalla: Dan Stevens, que sigue anteponiéndose a un personaje de este nivel de multicapas. Sigue teniendo un carisma desbordante que funciona tanto en los momentos más oscuros como en los más desenfadados. Queda por ver como conducirá su actuación en la próxima temporada. Aubrey Plaza que nos deja ver a otra Lenny: es un personaje que está bastante parte de la temporada, en riesgo, fuera de la posición de poder de la que gozó en la primera. Aún así, Plaza le dota de una peligrosidad al personaje tan sutil que es sencillamente fantástica. Si hay un personaje que da sentido a la existencia de una serie es el suyo sin ningún atisbo de dudas. Navid Negahban con un rey sombra que es mucho más que un villano de opereta. El actor consigue que cuando veas a su personaje pienses todo el rato en misterio. Es un personaje resbaladizo cuyas verdaderas motivaciones todavía no se conocen. Sabes que está hambriento de poder y que es un gran manipulador, y con eso se construye un personaje a través de detalles que el mismo actor (y el guion) ha construido a través de él mismo: como recita sus frases, que sea ducho en varios idiomas que los use en función del significado que tiene que decir, su aspecto y actitud como de la época colonialista, su pasado como tirano destituido… En cuanto a construcción de personaje proporciona un trabajo ejemplar, alzándose como uno de los grandes ¿villanos? (no le gustó cuando le llamaron así en la propia serie) que ha dado las adaptaciones superheroicas. Por último, Jemaine Clement, que no pierde un ápice de lo hizo interesante su personaje en la primera temporada pero que descubrimos más de él como secuaz en contra de su voluntad del rey sombra.

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Mención especial que hayan logrado contar con nombres como Jon Hamm o Lily Rabe para enriquecer todavía más si cabe la conjunción de talentos que aquí residen. Pero no son los únicos invitados, puesto que la puesta en escena de la directora británica Ana Lily Amirpour ha sido crucial. No en vano, muchos de los recursos que ella emplea en dicho episodio, y de los elementos de puesta en escena con vocación icónica son mostrados por primera vez en el segundo episodio, que es el que le han asignado. Y no cabe duda del talento y las aptitudes de la citada directora que se nota que ha sido una de las arquitectas en la sombra de esta temporada.

La escenografía sigue siendo un punto y aparte respecto al resto de series. Los lugares imaginarios que permiten juegos con la cámara siguen más que presentes. Son magníficos las salas, los puntos de fuga, el minimalismo, el retrofuturismo que se aprecian. ¿En qué momento temporal se ubica esta serie? Como muchas respuestas de esta serie, es difusa su respuesta. El hecho de que se parta de una nueva base para los personajes (que han pasado a trabajar para el gobierno que los perseguía) ha permitido que ya no tengamos ninguno de los sets de la anterior temporada, a favor de unos más espectaculares que permiten a unas efervescentes mentes imaginativas hacer virguerías compositivas más que memorables.

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La banda sonora seleccionada favorece la sensación de irrealidad psicodélica que puebla la producción. La selección de temas es igual de precisa que todos y cada uno de los planos: suenan Tame Impala, pero también mil y una versiones realizadas por Noah Hawley con Jeff Russo que van del Superman de REM, pasando por el White Rabbit de Jefferson Airplane o el climático Behind Blue Eyes de Limp Bizkit. Pero, independientemente de los tracks, siguen emocionando también las dosificadas partituras que suenan para el show. En consonancia al resto de apartados, un trabajo formidable.

La segunda temporada de Legion, tal y como sucedió con la primera, no se puede ver. Tan solo puedes ser arrollada por ella. Es una serie que, como el delirio tan central en esta temporada, se te mete inconscientemente en el cerebro para cambiarte ciertas perspectivas. Lejos de acomodarse en los méritos de la primera, busca romper cualquier atisbo de expectativa que podamos tener. Y siempre va más allá, no quedándose en lo superfluo. Entiendo perfectamente que alejen aquellos a los que buscan mallas, peripecia y acción física, pero lo que es evidente que esto no se trata de eso. Tal vez nunca se tratase de eso. Esta es la primer productor superheroico autoral, que realmente tiene algo que aportar y que se preocupa en emplear de forma sorprendente todas las cartas que tienen a su alcance. Una serie que no parece consciente de cómo funciona el medio, y lo que se puede o no hacer, como si proviniese de una de las realidades alternativas del show.

Si esto de los superhéroes cinematográfico es comparado con el western constantemente, en mi opinión Noah Hawley es el John Ford. Muchos podrá decir al respecto. Tal vez sea entendida como superhéroes que le da vergüenza serlo pero, desde luego, no es algo que sea olvidable o deje indiferente. Y, en los tiempos que corren, parece ser que es pedir mucho.

  Dirección: Noah Hawley. Guión: Noah Hawley. Música: Jeff Russo. Fotografía: (VV.AA.). Reparto: Dan Stevens, Aubrey Plaza, Rachael Keller, Bill Irwin, Jeremie Harris, Amber, Midhunder, Jean Smart, Jeamine Clement, Hamish Linklater, Katie Aselton, Navid Negahban. Duración: 11 episodios de 50 minutos. Productora: 20th Century Fox/26 Keys Production/Bad Hat Harry Productions/Donner's…
Dirección - 9.5
Guión - 8.5
Reparto - 9
Apartado visual - 10
Banda sonora - 9

9.2

Legion vuelve con más fuerza para establecerse como uno de los milagros del audiovisual contemporáneo.

Vosotros puntuáis: 8.5 ( 22 votos)
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