#ZNSeries – Loki. Temporada 2. Episodio 5 – Ciencia ficción

¿Qué le dice un espagueti a otro?, por Jordi T. Pardo

El primer episodio de la segunda temporada de Loki comenzaba con un inminente apocalipsis. El episodio cinco de la misma temporada sigue estirando el cliché, sin prácticamente haberse movido del mismo punto. Y a falta de un episodio está claro que esta serie está siendo una gran decepción pues no ha ampliado en nada el universo que ya conocíamos ni ha aprovechado lo más mínimo su trama multiversal y de viajes en el tiempo. Ya no digamos el resto del universo cinemático de Marvel Studios que podría haber tenido a su alcance. Se ha limitado a mover de un lado a otro los personajes como pollos sin cabeza para que mantengan una y otra vez las mismas conversaciones hasta tensar la paciencia del espectador. Y en mi caso lo han conseguido…

«Sabe más el perro por viejo que por perro», suele decir el refrán. Y es que cuando muchos vimos la pasada semana ese fundido a negro inmediatamente pensamos que podría haber gato encerrado y que podría ser otro fuego de artificio a los que nos tiene acostumbrados Marvel Studios. Nada ha pasado, ni reescritura del multiverso, ni nueva realidad, ni nada mínimamente emocionante… Solo tenemos más de Tom Hiddleston corriendo por pasillos vacíos, saltando de un lado a otro y teniendo las mismas conversaciones con unos personajes que ahora resultan ser son «sus amigos». Y eso nos lo podemos creer de Mobius y Sylvie, pero con el resto de personajes Loki no ha desarrollado una relación tan profunda como para que sean su motivación para salvar el mundo.

No es que la serie tenga malas ideas, ahí está el tema de los trabajadores de la AVT de los que conocemos su verdadera vida en este episodio. Esta es una cuestión que ha sobrevolado toda la temporada, pero cuya revelación nos produce la más absoluta indiferencia. Es un elemento que de haber jugado más certeramente con él en la primera y segunda temporada podría habernos mantenido enganchados a la pantalla por sí mismo, pero revelarnos a estas alturas que Mobius era un simple vendedor de motos acuáticas solo apunta a la pereza mental y falta de ingenio de sus guionistas. Y, por desgracia, esta sensación la hemos tenido a lo largo de toda la serie. Si no fuese por el carisma de Loki, Mobius y Sylvie seguramente no habríamos aguantado tanto.

Pese a ello, el episodio de la semana nos deja alguna escena interesante como la que tiene que que ver con la desintegración en forma de espaguetis del grueso del reparto. Una escena que mucha gente compara con el chasquido de Thanos como ya lo hicieron la pasada con el fundido a negro. La realidad es que esos personajes regresan al minuto, por lo que el impacto emocional que pudiese tener la escena queda totalmente destruido y anulado a futuro. Y es que Marvel Studios tiene una preocupante tendencia a boicotearse a sí misma, preservando hasta el absurdo la más pequeña de sus licencias como si tuviese miedo de que eso pudiese afectar a la venta de sus muñequitos.

Nos falta un episodio de la serie y las expectativas son a día de hoy más bajas que cuando comenzó la serie. Porque llegados a este punto solo pueden pasar dos cosas: 1) todo cambia para seguir igual, por lo que todo lo que ha pasado esta temporada no ha tenido ninguna relevancia; 2) en el último momento se sacan de la manga una revelación que pone patas arriba todo y que nos confirma que todo lo que se ha contado durante esta temporada no tenía en realidad ninguna relevancia. En conclusión, Loki podría quizás haber sido una buena película, pero como serie se siente intrascendente y estirada. Más preocupada por meternos publicidad de McDonalds en cada episodio que en contarnos algo mínimamente coherente sobre un Loki que siempre olvida que es un dios. ¿Qué le dice un espagueti a otro? Mi cuerpo pide salsa. Y no me está dando salsa esta serie.

Loki pudo ser y no fue, por Juan Luis Daza

Erraba yo el tiro la semana pasada al pensar que este quinto episodio iba a ser la catarsis narrativa de la segunda temporada de Loki amparándome en que otras de las series de Marvel Studios para Disney Plus usaban sus penúltimos episodios para echar toda la carne en el asadaor y usar el último casi como un epílogo para conectar la ficción en concreto con los hechos venideros con respecto al UCM. Por desgracia no ha sido el caso con este Science/Fiction, pero sí es cierto que con él nos encontramos con una de las mejores entregas de lo que llevamos de temporada y también la confirmación fehaciente de que esta serie podía haber dado mucho más de sí con respecto a la anterior tanda de episodios sin tener que salirse de los patrones autoimpuestos por sus máximos responsables.

La quinta propuesta de esta segunda temporada, pese a algunas licencias a la comedia que en ocasiones funcionan y en otras no, mantiene el tono solemne que ya se estableció en el anterior episodio con la recta final de las andanzas del personaje de Tom Hiddleston y sus colaboradores con un guion de Eric Martin que juega muy bien con los vericuetos de los viajes temporales con no pocas referencias a la literatura clásica de esa ciencia ficción a la que hace mención el título. El problema es que la brillante secuencia de la tienda de discos con Oh! Sweet Nuthin’ de The Velvet Underground, por obra y gracia de los directores Justin Benson y Aaron Moorhead, es solo una pequeña muestra de hasta donde podía haber llegado esta serie si hubieran mantenido este nivel en la puesta en escena asigando al trabajo tras las cámaras de sus realizadores.

Al no haber sido un capítulo en el que el clímax de todo lo acumulado por la narración haya explotado espero una buena traca final la semana que viene y la vana esperanza, a la que en cierta manera ya apuntaban algunos spots promocionales de la temporada, de que el Loki villanesco que nació como tal en el Universo Cinematográfico Marvel reaparezca en en la recta final con el rol del actor de Kong: La isla Calavera revelándose como la poliédrica mente maquiavélica que nunca debió dejar de ser. Más allá de eso, y contra todo pronóstico, mi atención se centra ahora mismo con la sorprendente buena pinta del tráiler de Echo, la serie protagonizada por el personaje interpretado por Alaqua Cox, al que ya dio vida en Hawkeye, con un Kingpin que nos recuerda a lo mejores momentos del Daredevil de Netflix. Soñar es gratis y por ahora me estoy haciendo todas las iluesiones del mundo.

Oh! Sweet Loki, por Samuel Secades

Curiosamente, terminaba mi comentario sobre el episodio de la semana anterior de Loki pidiendo «más Tom Hiddleston», y vaya si me han oído los hados del MCU; los penúltimos episodios de temporada suelen contener, además del típico cliffhanger que nos lleve de cabeza a la conclusión, la retirada de caretas de la trama, por así decirlo, y es donde se suelen desvelar las verdaderas intenciones de las tramas. Estoy en parte de acuerdo con el argumento de que esta segunda temporada de Loki ha ido en ocasiones a tientas, alargando la sobreexposición de la trama de la crisis del telar temporal y las idas y venidas de sus personajes, pero, qué queréis que os diga, este excelente quinto episodio (el mejor de lo que llevamos de temporada, personalmente), me ha hecho reconciliarme con todos esos pequeños defectos narrativos. Nos encontramos con un capítulo que no nos deja un momento de respiro entre saltos temporales, reunión del equipo (eché de menos un «You son of a bitch, I’m in«, al estilo del descacharrante episodio parodia de Ocean’s Eleven de Rick y Morty) y un tramo final en el que se representa de manera fantástica el alcance de la amenaza que se cierne sobre todo el MCU, y es que hay que reconocer que la espaguetización es mucho más dramática que el polvillo aquel en el que te convertía el chasquido de Thanos. Bromas aparte, la vida terrenal de Mobius, toda la secuencia de Sylvie escuchando a The Velvet Underground mientras el universo se va al traste, o la desesperación de Loki al quedarse solo intentando agarrar los filamentos apocalípticos, hacen que la épica de este episodio haya estado a la altura de los mejores de la serie, y por extensión del MCU televisivo.

Pero sin duda la parte de la trama que más me ha conquistado ha sido ver por fin sincerarse a Loki, algo que casi no le veíamos hacer desde aquel episodio en el tren de la primera temporada. Y es que este Loki arrancado del tiempo, que logró hacer amigos y sentirse al fin parte de algo importante, ha sido todo un vuelco para el personaje que no le podía haber sentado mejor; verlo ahí, en un bar cualquiera, tomándose un bourbon mientras admite que está arrancando a personas inocentes de sus vidas y embarcándolas en una causa imposible para no sentirse solo, es sin duda lo mejor del episodio; y elegir una canción como esa preciosidad escrita por Lou Reed dedicada a aquellos que lo han abandonado todo para resetear sus vidas, pagando el alto precio de la soledad, me ha hecho enamorarme aún más de este Loki interpretado por un Tom Hiddleston juguetón y hasta histriónico, pero que sabe derretirte con una mirada de terror o una confesión de soledad; ahora que se ha quedado solo, abandonado con su nuevo poder pero olvidado por sus amigos, me ha recordado a ese agridulce final de Spiderman: No Way Home que marcaba un nuevo comienzo para el personaje. Aunque, eso sí, espero que ahora que controla tiempo y espacio, haya un final feliz (o aún mejor, un Glorious Purpose que gritaba el inolvidable Richard E. Grant en la primera temporada) para este Loki; qué demonios, hasta un puesto bien merecido en los Vengadores que tengan que enfrentarse a Kang (o al Doctor Doom, al paso que vamos). Nadie ha hecho desde Endgame tantos méritos para salvar el Universo como Loki Laufeyson. Quién nos lo iba a decir.

Rebobine, por favor, por Sergio Fernández

Dejando a un lado los divertidos juegos de palabras que solemos utilizar a modo de aperitivo antes de entrar a diseccionar el capítulo en cuestión, esta semana me he visto obligado a, por motivos obvios, homenajear la obra de culto de Michel Gondry. Ciencia/Ficción ha sido un pleno disfrute de principio a fin y hace que me reconcilie por completo con Marvel Studios hasta el próximo fiasco. Entonces volveré por las andadas, a protestar por la falta de imaginación y una producción carente de alma. Sin embargo, por el momento, permitid que me regocije por esta maravilla que han tenido a, como no podía ser de otra forma, Justin Benson y Aaron Moorhead en los mandos de la nave.

De cliffhanger en cliffhanger y tiro porque me toca. El final del cuarto episodio habría sido de lo más trágico… si no quedasen dos entregas más. De alguna manera, los guionistas de esta bendita locura seguían dando vueltas y más vueltas a un argumento cargado de complejidad pero que, dolores de cabeza aparte, puede ser gozado a las mil maravillas. En esta antesala de la gran final, el flashazo en blanco se ha contraído para mostrarnos al hermanastro de Thor sin compañía en la AVT. Only the lonely, que cantaba Roy Orbison. Loki empieza a experimentar su particular baile de San Vito mientras se encuentra a sí mismo y nuestras neuronas se licuan. Un, dos, tres… carabin bon ban.

It’s like a rainbow. Spagettis de colores con tintes apocalípticos ponen en marcha la cuenta atrás y el hijo adoptivo de Odín va brincando, cual cabra loca, en el tiempo y en el espacio. Aunque, como explicará OB más adelante, la aleatoriedad que presuponíamos no es tal, ya que Loki siempre acaba visitando a sus antiguos compañeros de la AVT. ¿El problema? No recuerdan absolutamente nada y no parece que hayan seguido la táctica de Christopher Nolan en Memento que les ayude en el proceso. En los distintos saltos hemos tenido de oportunidad de ver una fuga de Alcatraz que palidece si la comparamos con el clásico de Don Siegel, pero reconozco que me ha sacado una gran sonrisa.

Hablando de sonrisas, uno de los momentos más graciosos del episodio ha sido la danza en paralelo de Loki junto a uno de esos muñecos de aire que tan mal sentaban al ente de NOP. Si estás perdido en el tiempo, no hay nada como toparte con Ouroboros. Si bien en su línea ramificada es tan solo un escritor de ciencia ficción, este es capaz de resolver el entuerto en cuestión de segundos (o de meses, según se mire). Loki debe de volver antes de que se funda el telar temporal y OB viene a afirmar algo así como “seamos realistas, pidamos lo imposible”. Poniendo énfasis a la ficción por encima de la ciencia (por mucho que lo queramos vestir noblemente, no deja de ser fantasía pura y dura), la misión del Dios del engaño y la mentira parece clara. El Señor del Tiempo: La Comunidad de Loki. El reclutamiento de todos sus amigos es imprescindible para generar un aura colectiva que ayude a solucionar el problema.

El humor está presente en todo momento. OB instruyendo en el control de su poder a Loki nos ha recordado a Yoda con Luke o a Morfeo con Neo. ¿Acaso el que fuera villano en la primera entrega de Vengadores va a ser el héroe que salve el tejido de la realidad? Por cierto, públicamente me declaro fan incondicional de Ke Huy Quan. Un auténtico robaescenas de manual que, para más inri, nos ha robado, también, el corazón.

Reset. Loki tiene una conversación interesante con Sylvie (quizá su menor protagonismo es lo que menos me esté gustando en esta segunda temporada) sobre el libre albedrío. Mobius y compañía tienen la posibilidad de dejar sus vidas y unirse a la causa voluntariamente. La variante femenina de Loki da un golpe de realidad al personaje brillantemente interpretado por Tom Hiddleston. Todos somos egoístas. Cada loco con su tema o, como diría mi tío, cada perro se lame su cipote.

En una escena que parece haber salido de un anuncio de Sony Bravia, todo comienza a desvanecerse mientras suena Oh! Sweet Nothing, de The Velvet Underground. La teoría de cuerdas coloradas confirma que el tiempo es relativo. Happy together. El efecto Thanos 2.0 parece acabar con todas las cosas pero no contábamos con Reverse-Man, esto es Loki, capaz de revertir lo sucedido. No es cuestión de dónde, cuándo o por qué, sino de quién. Si le faltaba ego a Loki, acaba de tomarse dos tazas bien generosas. He’s Got the Power.