Mucho se ha hablado de las adaptaciones de las obras y creaciones de Brian K. Vaughan al cine y la televisión. Sus aplaudidos y premiados trabajos han llamado la atención de las principales productoras cinematográficas y canales de televisión estadounidenses. Ya desde 2008, cuando el hoy famoso guionista perfilaba sus guiones para Y, El último hombre. Esta obra y otras tantas, como Ex Machina, Saga o The Runaways han sido protagonistas de continuas noticias y rumores sobre sus adaptaciones a otros medos. Pero a lo largo de los años todo ha quedado en nada, incluso cuando Brian K. Vaughan saltó a la televisión durante una temporada lo hizo para colaborar en cabeceras ajenas como Perdidos y La Cúpula. Finalmente, la veda se ha abierto, lo hace con la apuesta del canal Hulu por la adaptación a la pequeña pantalla de los mencionados Runaways en una cabecera de título homónimo: Marvel’s Runaways. Los responsables de la iniciativa son Josh Schwartz y Stephanie Savage (The O.C., Gossip Girl) que han contado con el aval de la producción de ABC Studios y Marvel Television. El cómic de Brian K. Vaughan y Adrian Alphona toma cuerpo en una cabecera que nos narrará el origen de estos seis adolescentes en eterna huida y lucha contra unos enemigos implacables: sus padres. El estreno de su capítulo piloto se produjo el pasado 21 de noviembre en Estados Unidos, en nuestro país hemos podido verlo solo un día después gracias a HBO España. ¿Qué nos ha parecido? ¿Es una buena propuesta? Te lo contamos a continuación, desgranando nuestras primeras impresiones sobre esta nueva serie afincada en el Universo Marvel. Para ello contamos con un grupo de redactores formado por Igor Álvarez, Jordi T. Pardo, Miguel Ángel Crespo, Pedro de Mercader y Sergio Fernández.
¿Para qué inventan?, esta es una de las preguntas que me vienen a la cabeza cada vez que veo como algo que funcionaba muy bien en el cómic es cambiado para adaptarse a las pantallas, a las grandes y a las pequeñas. En muchas ocasiones nos tragamos eso de “son medios distintos y por eso hay que cambiar cosas”, al fin y al cabo hay una fuerte base de verdad en esa afirmación, pero hay casos en los que estas invenciones son visiblemente inútiles o incluso inverosímiles y ello nos saca de lo que estamos viendo, por desgracia eso pasa en parte de la serie de los Runaways. En Marvel, los Runaways fueron creados por uno de los grandes guionistas de la actualidad, Brian K. Vaughan, acompañado por Adrian Alphona al dibujo para el difuso sello Tsunami, aquí se hacía patente la intención de hacer un cómic sobre gente joven y para gente joven pero con unos guiones de tal calibre que todos, independientemente de la edad, nos acercamos a ellos sin problemas pues era fácil empatizar con esos personajes desde la perspectiva de un adulto y de la de un joven. Vaughan nos daba un guión muy ágil y agradable que seguía los pasos de unos chavales que parecían los típicos estereotipos de la juventud norteamericana, estereotipos que poco a poco va rompiendo, críos que no se tenían mucho aprecio entre ellos, especialmente porque la distancia que los separa les hizo romper los pocos lazos que tenían, pero a los que no les queda más remedio que unirse para poder sobrevivir a la revelación de que sus padres son villanos. En los 18 números del primer volumen los autores cuentan mucho, muchísimo, en una historia totalmente redonda y lo hacen de manera que no podemos parar de leer en ningún momento, con un avance rápido sin perderse en detalles inútiles, es decir, lo contrario a lo que hace la serie de televisión.
La serie de Hulu pretende hacer la misma maniobra que Vaughan al dejar para el final del primer episodio la gran revelación de las verdaderas intenciones de sus padres pero no es lo mismo 50 minutos de televisión que un cómic de veinticuatro páginas y eso le pasa factura. Los primeros 40 minutos de capitulo nos encontramos con la historia de unos jóvenes que van al mismo instituto, que no tiene relación entre ellos por pertenecer a un grupo social distinto, cada uno con su estereotipo del que, al menos de momento, no salen y evitándose siempre que pueden, más o menos. Chase es inteligente y dice cosas interesantes, lo que rompe totalmente con lo que es el personaje del cómic, Gert se pasa los tres capítulos babeando por Chase, lo que es contrario a lo que su personaje nos daba a ver en la serie original, Molly Hernández es mayor y piensa por sí misma, esto resta interés al personaje (obviemos el cambio de nombre, al ser mutante en la serie original y tener los derechos de estos la Fox ya nos podemos imaginar el motivo de este) mientras que Nico, Alex y Karolina (aunque la escena en la fiesta sobra por su falta de sentido e importancia en la historia) sí que se acercan más en personalidad a lo que estamos acostumbrados, de hecho en los tres se ven guiños a lo que pasará en el futuro si nos fijamos bien. No tengo queja con respecto a los actores, ellos y ellas hacen muy bien lo que se les encarga, el problema es con el guión y la poca gracia que tiene. 40 minutos sosos, sin chispa, en los que se cuentan cosas que no estaban en el cómic (la muerte de los Hernández o de una supuesta hermana de Nico) y que sobran por no aportar nada a la historia. Cuando esto acaba con esos gloriosos 10 minutos, ya mucho más parecidos a los que nos contaban Vaughan y Alphona, a uno le entra la esperanza de que la serie cambie y todo esto sea un artificio del piloto, pero ponemos el segundo y no, la cosa va a peor.
Durante más de la mitad del segundo capítulo los únicos protagonistas son los padres, esos que en el cómic apenas salían, los mismos, y ¿qué nos cuentan que pueda ser tan interesante para todo ese tiempo? Que son malos de verdad, es decir, lo que se supone que debemos dudar a la vez que los chavales lo dudan, pero sin ir más allá, sin contar por qué hacen lo que hacen, sin justificarse y de forma muy aburrida, de hecho en algún momento parece que quieren dejar caer que los padres tienen algún motivo oculto que justificaría hacer lo que hacen, espero que no sea así porque rompería más aun la magia del relato. El capítulo se salva una vez más en el tramo final con ellos planteándose esas dudas que, como decía, el espectador no tiene pues ya nos las han disipado contando cosas que los críos no saben. El segundo y el tercer capítulo siguen la misma línea solo que este último mezcla la historia de los Runaways investigando en casa de sus padres con la historia de estos en sus trabajos y en su vida privada, eliminando toda sorpresa que el espectador se pudiera llevar más adelante y añadiendo elementos que no interesan ni lo más mínimo. Una de las cosas más agradables del cómic era la complicidad con los jóvenes a la que llegaba el lector viendo como estos iban descubriendo sus poderes o los diversos artefactos que se encontraban en su camino, sin embargo aquí ya saben que unos son inventores, otros genetistas… quitando la gracia al hacer que ellos ya sepan mucho de lo que hay en su casa (como la famosa rana de Chase) dejando solo curiosidad por Karolina y el dinosaurio Compasión sobre el que van haciendo mención, de nuevo innecesaria, en varias ocasiones.
Supongo que para hacer una temporada de televisión se necesita mucho más de lo que dieciocho números pueden dar pero lo que ha hecho Hulu es romper toda la magia de los Runaways equiparando su importancia a la de sus padres, cambiando a los personajes, las situaciones (los niños se reúnen voluntariamente), los poderes (Nico no necesita hablar para que el báculo haga lo que quiere) y un gran número de detalles innecesarios que sobrecargan una historia cuya belleza está en la simplicidad y en la inocencia. Tampoco la mitología se salva, la sencillez de esos seres venidos de otra dimensión se cambia por algo más complejo que no llegan a desvelar del todo pero cuya explicación seguro que alargan más de lo necesario, a eso hay que sumar pequeñas cosas como el sacrificio soso que deja lugar a dudas alejado de la clásica puñalada bien visible que nos daban Vaughan y Alphona. Lo mejor es el casting y la caracterización, los personajes son reconocibles a pesar de los cambios y eso es gracias a los actores y actrices, pero mucho tiene que cambiar la historia para que llegue a ser una décima parte de lo que fuera la serie de Marvel. Una auténtica pena, tras tres capítulos aun espero que los Runaways empiecen a huir.
Las obras de Brian K. Vaughan siempre suelen partir de premisas muy sencillas, una virtud nada desdeñable que el guionista estadounidense sabe manejar y explotar como nadie. De la misma manera que autores como Warren Ellis, Frank Miller o Grant Morrison, ha desarrollado a lo largo de su carrera una narrativa muy particular y personal; el mecanismo no parece especialmente complejo pero en la práctica es casi imposible de replicar. Esto es especialmente peliagudo cuando hablamos de adaptaciones a otros medios y en un producto como Runaways incluso puede ser contraproducente. La serie emitida en Hulu de la que hemos podido ver hasta ahora tres capítulos tiene la difícil tarea de vendernos la originalidad de una historia que en los cómics queda acreditada desde el primer momento pero que al trasladarla a la gran pantalla cuesta reconocer.
En términos generales, Runaways es una buena adaptación en la que se ha realizado un notable trabajo de casting con los principales protagonistas de la historia. La mano de ABC Studios y Marvel Television se nota en su manera de abordar el costumbrismo superheroico, aunque al contrario que en Agent’s of S.H.I.E.L.D. o de algunas de sus cabeceras en Netflix, la obra de Vaughan se presta a ello porque era un elemento bastante presente en sus historias. Es una excusa para volver a presentarnos una producción de bajo presupuesto, con poca personalidad en el apartado técnico que es ya un mal endémico de la cultura superheroica televisiva. En este apartado Runaways se deja arrastrar por la tendencia sin aportar ningún valor añadido como al menos sí logró hacer Noah Hawley en Legion partiendo de la misma limitación y punto de partida. La homogeneidad en el género tanto en cine como televisión puede acabar siendo a largo plazo su verdadero talón de Aquiles.
En Runaways se ha llevado también a cabo una cierta y previsible labor de síntesis a la hora de tratar el origen de sus protagonistas. Esto implica conectar los hilos de una forma más íntima para favorecer el conflicto aunque a su vez trastoca parte de la imagen y personalidad de alguno de sus personajes. En este aspecto, se simplifican los arquetipos de los que ya partía Vaughan y se adecuan todavía más a los roles que podemos encontrar en el ambiente académico estadounidense; esta Runaways se podría considerar como una reinvención de El Club de los Cinco de John Hughes. Lo que también cambia respecto a las viñetas es la profundidad de algunos personajes secundarios, principalmente los padres de los chicos que forman parte de la secta conocida como El Orgullo. Es una decisión lógica de cara al propio retrato de esos adolescentes, pero determina tanto el ritmo como las intenciones de la serie, favoreciendo el descompresive storytelling de los capítulos.
La historia intenta abordar temas adultos que sobrepone a los meramente adolescentes más livianos como la búsqueda del «yo» y la oposición a las figuras paternas como manera de reafirmar este mismo. Es una cuestión que se abordaba en los cómics desde el primer momento pero que en la serie de televisión queda un poco soterrada por los misterios y los problemas de pareja que envuelve a los progenitores de los protagonistas. La cabecera es ambiciosa a la hora de intentar hablar de todo tipo de cuestiones sociales, desde los malos tratos, violencia de género o la homosexualidad, hasta la nueva lucha de clases, la religión, la política y el poder. Todo vehiculado a través de algo que afecta a todos los personajes: la pérdida. El problema de base es que nada de esto se aborda con el tacto suficiente, no hay profundidad en sus reflexiones y sus lecturas son tan superficiales que se llegan a banalizar.
La sensación última que subyace en estos primeros capítulos es que se ha querido alargar los orígenes de la historia y centrar en el misterio buena parte de su fuerza. Pero ese misterio no se retrataba así en los cómics de Vaughan, en ellos este elemento nunca llegó a ser tan trascendental como para determinar las relaciones y la evolución de los personajes de la manera que sucede en su versión televisiva. Se han querido añadir contrastes y contradicciones, retorcer un poco más el hilo para dar a luz un conflicto más gris. La intención es loable pero por el camino abundan los tópicos y clichés, el ritmo se resiente y no se premia al espectador con un valor añadido. En conclusión, aunque los mimbres son mejores que otras propuestas similares Runaways no pasa de ser un productor de esta generación de series televisivas acomodadas y con una fórmula que sigue coartando su huida hacia delante.
Creo que, en general, somos muy críticos con las adaptaciones del cómic a la televisión. Nos cuesta entender que se trata de producciones que no se dirigen a nosotros, los lectores de tebeos, sino a un público mucho más generalista que no posee conocimientos enciclopédicos sobre los personajes ni está interesado en sus enrevesadas tramas de largo recorrido. Además, la mayoría de ellas no buscan ser especialmente fieles al material en el que se basan y eso es algo que nos cuesta mucho tragar. Sin embargo, de un tiempo a esta parte las adaptaciones de este tipo no sólo han crecido en número sino que además han ido extendiéndose hacia otros géneros más o menos cercanos a los superhéroes en busca de nuevas audiencias. Parece que la última tendencia consiste en querer acercarse al público juvenil construyendo dramas adolescentes con personajes con superpoderes, tal y como estamos viendo estos días con The Gifted o con Runaways. Ambas están muy lejos de poder arrebatarle la corona a Riverdale, la actual reina de las telenovelas juveniles con personajes de cómic, aunque está claro que persiguen al mismo público. Por tanto, conviene dejar claro que hablamos de series orientadas de forma notable hacia espectadores adolescentes. Ese enfoque nos puede gustar más o menos, pero eso no hace que una serie sea mejor o peor. Con frecuencia suelo ser bastante tolerante con estas series dirigidas hacia una audiencia en la que en circunstancias normales no me incluiría, pero tengo que admitir que me cuesta perdonarle ciertas cosas a Runaways.
Esta producción basada en el chispeante cómic de Brian K. Vaughan y Adrian Alphona comete un error fatal al dejar que los protagonistas de su drama adolescente queden en segundo plano ante las intrigas de los personajes adultos. Cualquier serie de este tipo suele incluir en su reparto a personajes de mayor edad para que sirvan como referente o como contrapunto a los jóvenes que ocupan el centro de la trama, pero sin dejar que su presencia le reste importancia a las auténticas estrellas de la función. Ahora bien, por algún motivo los productores y guionistas de Runaways pensaron que sería buena idea que los padres de los protagonistas (los miembros de esa sociedad secreta conocida como El Orgullo) llegasen a ocupar más tiempo en pantalla que sus propios hijos en algunos capítulos. Entiendo que este es un recurso muy práctico para introducir nuevas subtramas que no estaban presentes en el cómic (y alargar así la duración de los capítulos todo lo que sea necesario sin agotar la trama central), pero atenta directamente contra el espíritu que animaba a la obra original.
Vaughan y Alphona llevaron a sus últimas consecuencias las percepciones de todo adolescente rebelde que piensa que sus padres le están fastidiando la vida y lo hicieron presentando a un grupo de chavales cuyos padres eran en efecto supervillanos: toda una selección de mafiosos, mutantes, científicos locos, magos negros y viajeros temporales; lo peor de lo peor. La única reacción posible de aquellos jóvenes ante semejante revelación era escapar de casa, averiguar la verdad que sus progenitores les habían ocultado y perseguir su propia identidad oponiéndose a ellos, de la misma forma que cualquier adolescente real construye su personalidad amparándose en sus amigos y rebelándose contra sus padres. En su segundo número, los Runaways ya hacían honor a su nombre y escapaban de sus hogares con la mochila a cuestas para iniciar el viaje que les convertiría en héroes. La serie de televisión, en cambio, parece que irá por otros derroteros más próximos al tan trillado cliché de los adolescentes que compaginan la investigación de un extravagante misterio con sus vidas cotidianas. De hecho, en los tres primeros capítulos emitidos hasta el momento estos Runaways no parecen tener mucha prisa por echar a correr.
Considero que la importancia concedida a las figuras de los padres es un error porque desplaza el foco de atención del tema central, la rebelión adolescente, además de servir para humanizar a unos personajes que deberían ser vistos como antagonistas y perseguidores. Si lo que se busca es que el espectador experimente la historia desde el punto de vista de los jóvenes protagonistas, no tiene sentido dedicar tantas escenas para mostrar las dudas y conflictos de sus mayores. Por otro lado, las subtramas centradas en los padres no parecen destacar por su originalidad e introducen algunos cambios que se antojan gratuitos e innecesarios (como las menciones a personajes que no estaban presentes en el cómic, tales como la hermana de Nico, o la desaparición de otros que sí lo estaban, como los padres de Molly). Por mucho que me esfuerce, se me ocurren pocos motivos para defender esta decisión.
Es una lástima que la serie se haya enfocado de esta manera, porque los mimbres sobre los que está construida son bastante sólidos. La representación de los protagonistas es estupenda, tanto en lo referido al reparto como al vestuario, el maquillaje y la peluquería. Exceptuando el pequeño y casi menospreciable detalle de que la actriz que interpreta a Molly es algo más mayor que su contrapartida en las viñetas, el resto captura a la perfección el aspecto y la estética de los personajes originales. No sucede lo mismo con sus personalidades, cosa muy evidente en la ausencia de buena parte de la acidez y el cinismo que caracterizan a Gert en el cómic y en el hecho de que aquí Chase se haya convertido en el perfecto guaperas del equipo en lugar del payaso impulsivo que era en las viñetas. Que la caracterización se haya simplificado de esta manera se puede perdonar teniendo en cuenta que aún hay muchos capítulos por delante para trabajarla, al igual que se puede perdonar que la presencia de Compasión, el carismático dinosaurio mascota, sea más bien testimonial por tratarse de un personaje generado por ordenador (con el coste que eso conlleva). Por desgracia, obviar el problema del enfoque de la serie no es tan fácil.
Esperaba un producción descaradamente adolescente, con un sentido del humor más sarcástico y muchas más referencias a la cultura popular. Es más, esperaba algo mucho más atrevido y autoconsciente, que aprovechase su pertenencia a los márgenes del género de superhéroes para ofrecer una visión refrescante de los tropos a los que estamos tan acostumbrados, como los supervillanos y los planes para acabar con el mundo. En su lugar, el arranque de Runaways ha resultado ser algo trillado y convencional. No acaba de destacar como drama adolescente porque el foco que debería estar colocado sobre sus protagonistas está desplazado hacia otra dirección. Tampoco resulta especialmente brillante como serie fantástica porque recae en ese cliché tan explotado de los jóvenes con poderes que viven una doble vida para descubrir un secreto que se ocultaba todo el tiempo bajo sus narices. Finalmente, tampoco abraza su naturaleza de serie de superhéroes para ofrecer una visión fresca, actual y “milenial” de los héroes adolescentes como hizo el cómic en su día. En última instancia, se queda en una incómoda e indefinida tierra de nadie, tomando la estética pero quedándose a medio gas en el contenido. Si bien aún tiene margen para mejorar en los próximos capítulos, sus primeras entregas me han dejado bastante frío. Es una verdadera lástima que me haya parecido algo del montón, porque todo parecía indicar que esta serie tenía el potencial necesario para entusiasmarme.
En el principio de los 2000 Runaways fue una serie que sorprendió a propios y extraños. Cogió toda la deshinibición adolescente para convertirla en un cómic de enfrentamiento generacional y educación emocional. Una panda de chavales no solo descubre que tienen poderes, sino que sus padres forman un club un tanto sórdido de supervilanos. Y, como no puede ser de otra forma, salen huyendo despavoridos antes este panorama.
El cómic creado por Vaughan nació en un contexto idóneo, en el nacimiento de una nueva imagen de marca para Marvel. Y podríamos decir que es un precursor de bastantes de los movimientos inclusivos de la recientemente finalizada “administración” Alonso.
Casi tres lustros más tarde, ha debutado una serie que ha logrado captar la esencia de lo que es esta serie y sus personajes. Capta lo que Vaughan quiso transmitir de forma notable, y lo presente de forma entretenida a un público masivo. Para servidor no es difícil ver muchas semejanzas entre lo que es cada personaje en esta serie y lo que fue en la obra raíz.
A su vez, logra captar ese espíritu indie que rezuma en la serie, traduciéndose en el audiovisual a un apartado estético que parece hecho por las pelis indie millenials. Es una propuesta que si la entendemos en el panorama seriefilo general, queda ensombrecida por otras infinitas mejores propuestas. Es más, comparativamente se podría decir que es muy poco arriesgada y excesivamente convencional. Sorprendente si tenemos en cuenta que el director del primer episodio es el mismo que ha lanzado dos de los mejores documentales de nuestra era.
Pero si la vemos en el contexto en el que ha nacido, y cómo encaja y contrasta dentro del resto abanico de productos audiovisuales de Marvel, brilla con una luz propia muy especial del mismo modo que lo hizo previamente el cómic.
Era evidente que no se podría buscar una pura literalidad, puesto que los derechos de los personajes están dispersos (y, lo cierto, es que no hay que olvidar que son medios distintos, como se suele decir). Eso puede que haya causado cierto malestar en el núcleo duro de los seguidores, aunque cabe tener presente en todo momento que Vaughan ha supervisado el proyecto. No en vano, consta en los créditos como consultor creativo.
Runaways arranca con paso firme. Hay subtramas más interesantes que otras. Y todas en general, están pintadas con brocha gorda. Hay un amplio margen de mejoría. Pero esta serie sirve para aportar variedad al Universo Cinematográfico de Marvel. Y, por lo menos, en lo que a mí respecta, en este caso en concreto, es suficiente.
Cada vez que se dice, se cuenta, o se rumorea que una obra de Brian K. Vaughan va a ser adaptada a acción real mis pupilas se dilatan y el ritmo cardíaco se me acelera. Y: El último hombre, Saga o Ex Machina tienen un lugar bien destacado en mi estantería y, de vez en cuando, me encuentro releyendo sus cómics en una especie de bucle infinito. Así pues, desde que Hulu anunció que iba a adaptar
Lo primero que debemos tener en cuenta es que Runaways es una serie de bajo presupuesto. ¿Es este el hándicap principal para que el resultado final sea insatisfactorio? La respuesta es un rotundo NO aunque ayudaría a que ciertos momentos (como la aparición del dinosaurio Compasión) no rozaran lo ridículo. Afortunadamente, el dinero no lo es todo y el alma no se puede comprar. Sin embargo, es precisamente ese espíritu lo que le falta al producto. La traslación de la viñeta al televisor no sólo no suma, sino que nos priva de emociones que el dibujo de Adrian Alphona sumado al guión de Vaughan si sabía transmitir. Runaways es una serie hecha con poco mimo, a la que le falta tanto el componente de aventura como sentido del ritmo. El hecho de haber dado un mayor protagonismo a los padres de los protagonistas engordando la historia con subtramas innecesarias dificulta que empaticemos con los personajes. Por otra parte, el desarrollo de los progenitores así como la elección de los mismos (Kip Pardue, Ever Carradine o, el siempre cargante, Kevin Weisman, por poner algunos ejemplos) me resultan fallidas a más no poder.
A pesar de las licencias que se han tomado Josh Schwartz y Stephanie Savage a la hora de hacer ligeros (o no tan ligeros) cambios en el guion, la historia no se resiente en exceso. El hecho de que en la serie Alex, Nico, Chase y compañía sean compañeros de colegio y, se hayan distanciado por un trauma del pasado le da una carga dramática que no le va mal al conjunto. De entre todo el reparto, destaca Ariela Barer como Gert; uno de los pocos personajes con carisma en este Runaways televisivo. El pasado de los creadores en series como OC o Gossip Girl (tal vez hubiera sido más recomendable haber escogido a un showrunner más innovador) parece manifestarse en los cambios de registros de Chase (que ahora se asemeja a un modelo profesional) o Karolina. Mientras que la pequeña Molly no es tan pequeña, aunque sigue siendo la benjamina, y forma parte del grupo desde el primer momento. Los clichés de toda serie de adolescentes que se precie están incluidos desde que finaliza el prometedor prologo.
Vuelvo a detenerme a pensar en las sensaciones que Runaways me ha transmitido tras más de dos horas de metraje y confirmo que no me he divertido. El humor brilla por su ausencia y el tono general es bastante mediocre (tal vez un toque más desenfadado hubiera restado rigidez al resultado final). Por otra parte, la composición de El Orgullo tampoco es creíble y son unos villanos con poca personalidad. En conclusión, Runaways tiene un futuro poco prometedor que carece de la chispa necesaria para hacerse un hueco en una, ya de por sí, saturada oferta televisiva. Si la historia te llama la atención, pero no has leído el cómic, te recomendamos encarecidamente que optes por su lectura. Podemos garantizarte que, una vez que empieces, no podrás parar.
VALORACIÓN GLOBAL
Igor Álvarez - 4.5
Jordi T. Pardo - 6
Miguel Ángel Crespo - 6.5
Pedro de Mercader - 7
Sergio Fernández - 5
5.8
Huidiza
Por su fidelidad a algunos aspectos de la creación de Brian K. Vaughan y Adrian Alphona nuestros redactores aprueban la nueva producción de ABC Studios y Marvel Television. No obstante, Runaways tiene mucho camino por delante para mantener la atención de sus espectadores. La premisa original se diluye en esta cabecera que intentar abordar muchos temas importantes pero no acaba de centrarse en ninguno de ellos con suficiente entidad. Su casting nos gana por su carisma, pero su historia está por contarse y, por ahora, no nos convence para huir con ella.
Gracias a todos. Justo anoche vi los 2 primeros episodios.
– Lo Mejor: La caracterización de los niños. Que a pesar de todo, voy a seguir viendo la serie.
– Lo Peor: Muy de acuerdo con el comentario de Igor. Cuando necesitas 50 minutos para contar PEOR lo que Vaughan hizo en 24 páginas, algo malo pasa. Y encima esperas que la trama avance en el 1×02 y te meten un flashback de los padres de casi 40 minutos!! Efectivamente entiendo que en TV hay que caracterizar no solo a los niños, sino también a los padres, pero no momento me parecen «minutos de la basura», por usar un término de basket.
Me pasó igual que a Sergio en el sentido que la serie es correcta pero no me ha divertido. Los protas del tebeo trasmitían carisma y frescura, y de momento no lo sentí viendo la serie.
La duda fundamental que me provocan estos 2 primeros episodios es que si cuentan en esta temporada la historia completa de Vaughan+Alphona (¿fueron 16 números?), creo que puede ser una serie más o menos satisfactoria. Pero como empiecen a rellenar por ocupar minutos y nos dejen la historia colgada para una segunda temporada, que es lo que me temo, sería casi una estafa para el espectador…