#ZNSeries – Masters of the Universe: Revelation. La redacción opina

Compartimos nuestras impresiones sobre la nueva serie de la franquicia Masters of the Universe realizada por Kevin Smith para Netflix

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Dirección: Kevin Smith, Adam Conarroe y Patrick Stannard.
Guion: Marc Bernardin, Eric Carrasco, Diya Mishra y Tim Sheridan.
Música: Bear McCreary.
Reparto: Chris Wood, Mark Hamill, Sarah Michelle Gellar, Liam Cunningham, Lena Headey, Diedrich Bader, Alicia Silverstone, Stephen Root, Griffin Newman, Susan Eisenberg, Kevin Michael Richardson, Kevin Conroy, Henry Rollins, Jason Mewes, Alan Oppenheimer, Justin Long, Tony Todd, Phil LaMarr, Cree Summer, Harley Quinn Smith, Tiffany Smith..
Productora: Mattel Television, Powerhouse Animation Studios, Mattel y Netflix.
Nacionalidad: Estados Unidos.

Aviso de Spoilers: El siguiente artículo desvela detalles la trama y escenas concretas asociadas a la producción de Masters of the Universe: Revelation. Si a pesar de ello sigues adelante, asume que posiblemente tendrás que enfrentarte a las fuerzas del mal lideradas por Skeletor.

La historia es bastante conocida por los aficionados. En 1981, la juguetera Mattel lanza al mercado una serie de figuras de acción llamada Masters of the Universe, con personajes que proceden de un universo a medio camino de la fantasía y la ciencia ficción. Las figuras estaban acompañadas de minicómics (recuperados por ECC Ediciones en nuestro país en 2019) en los que se presentaban al campeón He-Man, a su malvado enemigo Skeletor y todo a una serie de secundarios que habitaban el llamado planeta Eternia. Pero este universo solo lograría expandirse con su serie animada clásica, producida por Filmation y emitida entre 1983 y 1985 para deleite de muchos niños de la época. Posteriomente, se lanzó una serie paralela spin-off protagonizada por She-Ra, La Princesa del Poder, hermana gemela de He-Man. El éxito de la franquicia ha hecho que He-Man y compañía hayan tenido una larga vida en la cultura popular protagonizando todo tipo de series, cómics, películas de imagen real y videojuegos. Eso nos lleva al presente, con la última encarnación animada de las aventuras de los Masters of the Universe producida por Mattel Television y Netflix y con el director y guionista Kevin Smith como principal responsable. Nuestro compañero Juan Luis Daza ya nos ofreció sus primeras impresiones sobre esta producción compuesta en su primera temporada por cinco únicos episodios. Hoy es el turno de conocer las opiniones de otros de nuestros redactores. ¿Y tú? ¿Ya la has visto? ¿Qué te ha parecido este Masters of the Universe: Revelation?

Sobrevivir al duelo, por Ángel García

Mi experiencia previa con Masters del Universo es reducida y, podríamos decir, equivocada en cuanto a referencias. Por edad, no me pilló la fiebre de muchos de mis compañeros con los juguetes y serie clásica, por lo que en absoluto puedo ser considerado el sujeto principal de una pretendida nostalgia en esta nueva de Netflix. Sí alquilé, ya en mi adolescencia y con la única voluntad de ver en la pantalla de televisión al que yo conocía por Iván Drago (Dolph Lundgren), la infame película de acción que, sin embargo, recuerdo con cierto cariño por haberla visto en plena curiosidad de por cualquier producto similar de su época.

Aquellas cintas protagonizadas por los actores del género que dominaron la escena en los años ochenta, en muchos casos con terrible resultado y, en otros, con muy estimables producciones de entretenimiento. Por ello, ante todo, esta nueva serie suponía para mí algo nuevo, fresco y por conocer. Y el resultado es plenamente satisfactorio.

Admiro la valentía de torcer las expectativas del espectador, ofrecer algo distinto de lo que él mismo guardaba en su cabeza y explotar nuevos caminos en el proceso, más si cabe en un mundo como el MotU, prácticamente inagotable en cuanto a influencias a explotar o situaciones con las que convertir un mero enfrentamiento entre sus personajes en una narración épica sin límites, con la imaginación potenciada al máximo por la animación. El tema principal, además, es uno que ha marcado mi vida como espectador y consumidor de productos de fantasía. Hablamos del duelo, la pérdida, sobreponerse a la falta de alguien querido y cumplir con el cometido que todo héroe lleva dentro. Teela es la protagonista perfecta para tal epopeya y He-Man, por su parte, también lo es como contrapunto dramático. Un héroe de nombre y lustre inalcanzable, conocido incluso por gente que, como yo, apenas sí ha sido seguidor de sus aventuras. Darle final (o aparente final) en el primer capítulo es una prueba de fe y un acierto en el cómputo global.

Teela, como tantos héroes y heroínas en la historia, descubre que su camino es otro, que mucho de lo que le han dicho o conocido de primera mano es falso, y que ha de fraguar su destino en otros parajes, lejos de su familia y el cometido que siempre ha parecido ser el suyo. Comienza, de este modo, su historia, no ajena a errores o dificultades, parándose en muchos casos a contemplar las debilidades del personaje en un estudio francamente completo de su figura.

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El relato, eso sí, se pierde un poco en torno al cuarto capítulo, habiendo dejado para el recuerdo un memorable introducción, en la que la música alcanza un punto superior al desarrollar el clímax, y una notable historia clásica de aventuras en la segunda entrega, con todos los elementos funcionando de forma completa. Involucra muchos aspectos de obras de contrabandistas y exploradores, de forma paralela a la cada vez más incipiente curiosidad por el destino de su protagonista.

En el lado contrario, se persigue el mismo objetivo, el descubrimiento de la propia identidad de Evil-Lyn, con la partida de Skeeletor. Es muy interesante el desarrollo de su historia vital, intercalándose con escenas en retrospectiva que aportan vigor al relato.

La galería de secundarios es, en su mayoría, acertada. Orko y Cringer guardan los mismos miedos que Teela y se enfrentan al vacío que deja Adam de un modo coherente con sus aspiraciones, principalmente para el primero, para el que los guionistas reservan un momento de puro poder. Tan real como puede ser la fantasía cuando se hace bien.

En conclusión, a pesar de un final algo atropellado (recordemos, eso sí, que esto es solo una primera mitad de temporada), Masters del Universo resulta una serie interesante, con una temática distinta y una elección de protagonista muy acertada.


Lo mejor – El tratamiento de Teela.
Lo peor – La irregularidad del tramo final.
La escena – El príncipe Adam y Teela mirándose mientras el primero se enfrenta a su final.
El personaje – Teela, por supuesto.

Estos no son mis Masters del Universo (y menos mal), por Fer García

La serie de animación de Filmation de He-Man y los Masters del Universo y los juguetes de Mattel fueron uno de los pilares sobre los que se sustentó mi infancia temprana, antes de la explosión del anime en nuestras televisiones a principios de los 90. A pesar de haber visto cada capítulo en decenas de ocasiones y sentir un gran cariño por el mundo de Eternia, en el que la fantasía y la tecnología se daban la mano, y la mitología que servía de trasfondo, con el paso del tiempo fui descubriendo las enormes carencias artísticas de un producto cuyo único fin era que compráramos figuras, vehículos de combate y fortalezas que sirvieran de escenario para nuestro juego, quedando arrinconada en mi memoria carente de interés por volver a aquellos años de inocencia. Pero he aquí que cuando aparecieron las primeras noticias de esta nueva serie, a pesar de que su principal responsable no sea un cineasta que me agrade especialmente, me devolvió la ilusión por aquellos personajes que tan buenos momentos me hicieron pasar 30 años atrás.

Y precisamente con dicha ilusión como eje central arranca el primer capítulo, apelando a la nostalgia con una espectacular batalla a las puertas del Castillo de Grayskull, como si ese niño que pasaba las tardes disfrutando de sus figuras estuviese jugando de nuevo a manejarlas, para representar las escenas que fuera capaz de concebir su imaginación. Y de pronto, se produce una ruptura de los convencionalismos propios de la serie y nos enseñan que en esta ocasión nada es intrascendente, que a partir de ahora los actos de los personajes no son reversibles, que no hay un nuevo comienzo en cada capítulo y que estamos ante un planteamiento más complejo y profundo. El nombre de He-man ha desaparecido del título de esta serie y ahora sabemos por qué, nos cercioramos de que se trata de una serie mucho más coral que la original, que entrega el protagonismo a quiénes hasta ahora no había sido más que personajes secundarios, planos y sin ningún tipo de trasfondo, a los que ahora se expone en primer plano y a los que se dota de una historia única, de motivaciones personales y de profundidad psicológica, cuyas acciones ahora son importantes y tienen consecuencias en el devenir de la trama. La desaparición del héroe y el villano por antonomasia nos deja situaciones muy interesantes, como la búsqueda de un camino propio por parte de Teela, el nuevo papel de Trap-Jaw y Tri-Klops, adueñados de la Montaña Serpiente, a la que han convertido en el epicentro del culto sectario que ambos lideran, o el concepto de Mer-Man como un perverso señor de los mares, libre y salvaje una vez que se ha liberado del opresor yugo de su señor.

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No tardaron en aparecer detractores de este nuevo planteamiento de la serie, clamando contra su productora por una supuesta publicidad engañosa, que no es tal, sino que apostaron por no desvelar acontecimientos avanzados de la trama y hacer un resumen de la temporada completa, una mala costumbre desgraciadamente instalada entre los procedimientos habituales de las grandes productoras. Inteligentemente se ha buscado mantener el efecto sorpresa propuesto en un primer capítulo que rehusaba a aceptar el anquilosamiento artístico y la resistencia al cambio con los que algunos parecen sentirse más cómodos, esperando revivir las mismas historias una y otra vez, algo imposible dados los casi 40 años que han pasado entre la primera serie y Revelations, o los casi 20 que la separan de la versión de principios de siglo, de la que es deudora en muchos de sus diseños. No, por suerte no vivimos en sociedades estáticas que permanecen inalteradas en el tiempo, sino que identificamos las carencias que estas presentan y avanzamos para intentar solventarlas. Darle el protagonismo a personajes femeninos, que representan a la mitad de la población, y dotarlas de recursos para que se comporten como si fueran reales, en lugar de erotizadas ensoñaciones, no es un problema, pero sí lo es la deficiente implementación de un discurso vacío, que supuestamente aboga por la igualdad y las acaba reduciendo a la categoría de elementos de poco valor ante el previsible retorno de los personajes masculinos.

En cuanto a su factura técnica, se le puede reprochar que su animación no es tan esmerada como la de obras animadas mucho más experimentales y estimulantes aparecidas en las dos últimas décadas, pero que supone una gran mejora respecto a las versiones anteriores. En el apartado sonoro destaca un cuidado reparto de actores de voz, entre los que sobresale un portentoso Mark Hammill, y una funcional banda sonora que enfatiza los diferentes acontecimientos a los que asistimos y enriquece los diferentes escenarios en los que estos ocurren, contribuyendo a dotarlos de una atmósfera única. En definitiva, se trata de una serie que ha satisfecho mis expectativas, que ha sabido tomar del pasado los elementos que la caracterizan y la hacen reconocible, a la vez que se ha modernizado y ha mostrado una evidente pretensión de hacerse más compleja, a pesar de que haya cometido algunos errores en el camino, por lo que espero entusiasmado la llegada de la segunda mitad de esta temporada.


Lo mejor – El respeto hacia la mitología de los Masters del Universo y sus renovados diseños.
Lo peor – Los golpes de efecto y la trascendencia impostada de ciertos discursos.
La escena – La consagración de Orko como un poderoso mago.
El personaje – Teela, que no se confoma con el papel al que tradicionalmente había sido relegada.

Regreso a Eternia, por Gustavo Higuero

Permitirme desmarcarme un momento y hablar de mi experiencia previa con los Master. Considero que puede ser un ejercicio interesante, dada mi nula vinculación con la franquicia.

Era un chaval cuando lanzaron estos muñecos al mercado. Eran increíblemente atractivos. Había diseños que eran imposibles de ignorar cuando uno tenía la suerte de poder estar un rato deambulando entre los pasillos de la sección de juguetes de algún gran almacén. Un blíster enorme, letras lustrosas y colores brillantes, sobresaliendo entre todo lo que hasta entonces se había podido ver. Eran caros. Muy caros. Extraordinariamente caros. Tanto que solo tuve uno de aquellos aguerridos muñecos. El afortunado: He-Man. Sin embargo, yo no quería al héroe, a mí me gustaba Stratos, el de ojos de pájaro, pero mi madre me dijo que era feo y que mejor invirtiera su benevolente intención económica en el rubio del escudo y la espada. Me dejé convencer y jugué bastante con aquel muñeco. Y hasta ahí, porque nunca me sentí tentado por nada más de ese universo que veía anunciado en televisión de forma incesante.

Más tarde si vi la serie de animación, pero no la de 1983 a 1985, una nueva emitida a principios de los años 90, en la que Eternia era sustituida por el plantea Primus. Y hasta ahí mi contacto con esta franquicia más allá de los muñecos.

Por capilaridad publicitaria uno no podía mantenerse al margen del constante bombardeo que hubo con los Master en los años 80 y era inevitable acabar asimilando muchos de sus conceptos, aunque fuera de forma perimetral. Hoy, con el lanzamiento de la nueva serie, tener amigos llenos de pasión por este universo y de nuevo un incesante bombardeo publicitario, me anime a ver la propuesta de Kevin Smith.

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Lo primero que hay que manifestar abiertamente es que MOTU me ha resultado vigorizante. Me ha metido de lleno en ese universo del que solo tenía vagas nociones y lo ha hecho de una manera tal que no falta nada. Hay clichés en abundancia que, usados con acierto, sirven para poder construir una historia en la que fascina el enfoque que toma. Y fascina por como Smith es capaz de crear una serie que no se pliega a la horda de nostálgicos tóxicos, creando un relato nuevo, potente, que pone el foco en los grandes personajes femeninos de la franquicia, que son los encargados de poner en orden a una trama en la que se pone del revés todo cuanto se sabía de este mundo. O al menos todo cuanto yo creía saber.

Smith juega con inteligencia sus cartas para construir esta serie de tal forma que sean los más contrarios a ella quienes más la promocionen abiertamente, aunque sea a través de sus dislocados puntos de vista, a todos aquellos que hasta ahora se quedaron en la periferia de Eternia. Y hacerlo de esta forma engrandece más a Smith en su objetivo de regenerar la franquicia para ponerla de nuevo en el foco de miles de seguidores y seguidoras de este mundo tecno-mágico.

Hay de todo un poco en esta nueva serie, que se hace corta, pero sienta las bases de un todo enorme que promete mucho de cara a nuevas temporadas. Hay épica, hay aventura pura y dura, hay pasión, drama, perdida, venganza y siendo fiel a sí misma, revelaciones.

La animación cumple con las exigencias actuales de este tipo de propuestas, sin deslumbrar, siendo la justa y necesaria, con algún que otro abuso de ordenador, con buenas transiciones entre escenas de acción y las explicativas, en la que se siente uno muy dentro de la historia.
Siendo un profano como soy de este mundo, agradezco mucho la oportunidad que Kevin Smith me ha dado de poder acceder de forma tan directa, tan simple, tan orgánica, al tiempo que me ha dejado conocer más y mejor a muchos de esos personajes que han demostrado tener lo que muchos seguidores (por más que les pese a otros tantos) ya tenían muy claro.

Y quién sabe si tras todo esto no acabaré comprando aquel Stratos que hace ya 36 años se quedo colgado en la galería comercial de aquella juguetería. Quién sabe.


Lo mejor – La actualización de la franquicia, acercando ese universo a las nuevas generaciones.
Lo peor – El abuso de ordenador en algunos momentos de la trama.
La escena – El momneto en el que Teela le deja las cosas claras a Skeletor Glow en Subternia.
El personaje – La dupla Evil-Lyn y Teela.

Tiempos interesantes para Eternia, por Jordi T. Pardo

El protagonista suele ser en cualquier historia el centro de la misma. Es el motor que impulsa la trama y los acontecimientos a los que él mismo se debe enfrentar. En ese sentido, es como un pez que se muerde la cola. Esta descripción genérica hace que muchas veces confundamos protagonismo con tener un personaje que nunca renuncie a su presencia y tendencia a la acción. En el cómic tenemos muchos ejemplos que contradicen esto. ¿Cuántas veces habremos leído historias en las que Batman solo era una sombra de la que otros personajes hablaban? También tenemos el caso de La Cosa del Pantano y The Sandman, criaturas que Alan Moore y Neil Gaiman supieron manejar de manera que acabaron convertido en meras ideas que sobrevolaban en todo momento sus historias sin estar realmente presentes ni tan siquiera ejercer un papel decisivo en la acción. No todas las buenas historias se cuentan en primera persona y eso ya deberíamos saberlo a estas alturas.

Pero por muchos comentarios que han surgido a raíz del estreno de Masters of the Universe: Revelation parece que este no es un tema tan claro. La producción guiada por Kevin Smith ha buscado darle un giro a la serie original no falto de ingenio y sentido. Pero luchar contra la nostalgia y con las ideas preconcebidas de los espectadores no siempre es fácil. Masters of the Universe: Revelation es una propuesta que está pensada para llevar la historia y la mitología de He-Man mucho más lejos de lo que nunca había llegado asumiendo no pocos riesgos por el camino. Smith es un creador con cierta sensibilidad al que muchas veces le pierde su necesidad por dejar huella, por mover todo de sitio y buscar esa «lección de anatomía» magistral. Esto le vuelve a pasar en Revelation, pero se hace más patente por el ritmo de acontecimientos que imprime a cada uno de los capítulos. En el primero de ellos ya tenemos un giro que podría haber sido fácilmente el final de la primera parte de esta temporada de cinco capítulos.

Ese es el principal defecto que se puede observar en esta producción. Smith va acelerado y no nos permite degustar con calma todo lo que nos intenta proponer. Incluso aunque conozcamos a los personajes previamente y la mitología con la que juega, esto hace que las escenas más emotivas y contundentes no acaban de funcionar en sus primeros episodios. El nivel se sitúa tan alto desde el principio que hasta casi el final de la miniserie uno no se ha hecho a los personajes. Pese a todo, el viaje es muy satisfactorio, está lleno de aventuras, peligros, dilemas morales, magia, traiciones y todo lo que la fantasía puede aportarnos de bueno. La animación como sucedía con la reciente Invencible no es todo lo atractiva que podría esperarse, aunque sí muy colorida y, en cualquier caso, y dejando a un lado versiones anteriores más recientes, poco nos podemos quejar de esto viniendo el caldo de cultivo de Filmation.

Pero volviendo a la cuestión del protagonismo y la polémica que en este caso ha generado vale la pena confirmar que esto no repercute en la calidad de la propuesta. He-man es el típico Clark Kent de la vida cuya historia está sobradamente manida, por lo que centrar la atención en otros personajes y ver cómo reaccionan a la ausencia de este y su mayor enemigo no deja de ser tan interesante como poco original. Nuevamente, esto es algo que hemos visto muchas veces materializado en los cómics y en otras producciones. La opción de que Teela adquiera un nueva dimensión solo sirve para llevar la historia por cauces que difícilmente se hubiesen explorado de otra manera. Y eso sin restar protagonismo a He-Man, pues su aura -como en muchas de esas historias que mencionábamos de Batman, La Cosa del Pantano y The Sandman– sigue están ahí, oprimiendo más que nunca a los antaño desaprovechados secundarios que se movían a su alrededor.

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Las críticas por no «tener más de lo mismo» que se han escuchado en las últimas semanas a raíz del estreno de Revelation -en algunos casos llegando al ridículo- solo hablan del que las esgrime, pero no del producto y su evidente cariño por el material original. «Quien bien te quiere te hará llorar», dice la cita popular, pero es una máxima que todos los creadores y aficionados deberían grabarse porque muchas veces olvidamos que para seguir adelante y contar nuevas historias hay que hacer sacrificios, hay que hacer sufrir a tus personajes (como bien saben George R.R. Martin y los citados Alan Moore y Neil Gaiman, entre otros muchos) y desposeerlos de todo lo que les permita acomodarse en su posición. Esa necesidad de consumir siempre «más de lo mismo» resulta realmente inquietante y, a la larga, tan autocomplaciente y decepcionante.

En realidad, Masters of the Universe: Revelation de lo que peca -al menos en estos primeros episodios- es de aparentar más de lo que realmente resulta ser. La serie quita de en medio a He-Man y Skeletor, pero en lugar de seguir adelante toda su trama gira en torno a recuperar el statu quo sin acabar de llevar hasta las últimas consecuencias su planteamiento de partida. Teela y las heroínas de la serie toman un papel más relevante, pero se obstinan -pasados los años- en seguir orbitando alrededor de sus homólogos masculinos en un mundo donde aparentemente la magia está desapareciendo. Es cierto que Smith realiza un juego ingenioso -casi metatextual- para sabotear el test de Bechdel teniendo un grupo de mujeres que son conscientes de haber sido un accesorio de He-Man y Skeletor y que ahora quieren escribir su propia historia… ¡trayendo de vuelta el statu quo que las situaba en ese punto! Pero pese al ingenio, da la sensación de que Smith estén intentando nadar y recoger la ropa al mismo tiempo.

En definitiva, Masters of the Universe: Revelation es una propuesta ambiciosa que analizada en detalle presenta algunos huecos y cuestiones que por su propia precipitación no están bien resueltos. Pero es un espectáculo que se degusta por ese mismo ritmo, por su voluntad de expandir la mitología de la serie original y por dar un refrescante espacio a su endémico grupo de secundarios. En este punto, habrá que ver como Smith remata la historia y ver si mantendrá el riesgo hasta el final o lo suyo han sido unos simples fuegos de artificios. Porque de ser así, podríamos estar ante un caso similar al de Los últimos jedi y podría dejar descontentos, tanto a los que lo que no ha gustado de partida su enfoque original, como a los que sí y esperan con ansías que se suba la apuesta. Interesante tiempos para Eternia los que nos han tocado vivir.


Lo mejor – La manera de llevar la mitología de la serie original a un nuevo nivel.
Lo peor – La precipitación en la narración y dar cosas por supuestas.
La escena – La muerte de Orko.
El personaje – Teela sobresale por encima del resto.

Compra mis juguetes, por Miguel Ángel Crespo

La masificación de las redes sociales ha modificado nuestra forma de comunicarnos a través de internet. En un entorno saturado de información, hemos descubierto que la única forma de destacar es emitiendo mensajes que motiven respuestas emocionales extremas: o estás totalmente a favor o estás totalmente en contra, sin grados intermedios. Es más, en términos de impacto, que las respuestas sean positivas o negativas es irrelevante. Sólo importa el número de interacciones y, en ese sentido, cuanto más polémico resulta un mensaje más interacciones genera. Las empresas lo saben perfectamente y por eso en tiempos recientes la polémica se ha convertido en una herramienta más de promoción. No importa que la gente hable bien o mal sobre tu producto, pues en última instancia lo que importa es que hable, que genere un impacto en la red, que alimente a los hashtags y que haga crecer las tendencias. Una campaña de odio también es publicidad y me atrevería a decir que, más que perjudicar al producto, lo acaba beneficiando.

Es muy probable que la reciente campaña de odio en contra de Masters of the Universe: Revelation haya sido orquestada por los propios encargados de promocionar la serie, sabedores de que la polémica iba a hacer que se hablase sobre su producto hasta convertirlo en tendencia. Todos aquellos que han vomitado en las redes sus opiniones prejuiciosas durante días y días lo único que han conseguido con ello ha sido alimentar a la maquinaria promocional y, al fin y al cabo, beneficiar a la serie a la que tanto dicen odiar. Mientras tanto, todos aquellos que han salido raudos en su defensa han hecho lo mismo; mantener la máquina en marcha. Los unos y los otros han sido simples peones de un sistema que ha aprendido a sacar partido de las polémicas y a rentabilizar el odio.

¿Merecía esta serie animada semejante despliegue de bilis? Lo cierto es que no. Masters of the Universe: Revelation, como muchos otros productos diseñados alrededor de la nostalgia, es mediocre y no destaca por nada en particular. Su animación es correcta y luce bastante bien, pese a tener algunos problemas puntuales que salen a relucir en las escenas más ambiciosas, pero no es brillante ni espectacular. Sus actores de voz hacen un trabajo bastante bueno, pero no dejan ninguna frase digna de recuerdo que merezca la pena recuperar. Los guiones prometen grandes cambios, cambios radicales, cambios revolucionarios… pero luego resultan ser sorprendentemente conservadores y poco originales. Al final sólo queda la nostalgia: el recuerdo de que estos dibujos se parecen a aquella otra serie de animación que viste en tu infancia y que era poco más que un anuncio mal disimulado para que comprases juguetes. La serie actual apela a tu infancia por el mismo motivo: para que vuelvas a comprar juguetes de la franquicia. Quizá no figuras de acción, pero sí algún que otro Funko. Otra vez nos han engañado para ver anuncios.

Tengo cierta historia con He-Man y los Masters del Universo. Me crié con la serie de animación de Filmation y con los primeros juguetes. De hecho, aún conservo muchas de esas figuras originales, la mayoría semidestrozadas por el uso que les di en su día. La primera película que vi en una sala de cine, con apenas cinco o seis años, fue la infame adaptación ochentera en la que un Dolph Lundgren en taparrabos interpretaba a He-Man y un maquillado Frank Langella daba vida a un shakesperiano Skeletor. Mis padres aún se ríen de mí cuando recuerdan que esa peli me dio tanto miedo que me escondía detrás de la butaca cada vez que Skeletor aparecía en pantalla. Como casi cualquier otro niño de mi generación, los Masters del Universo lo fueron todo para mí. Pero eso fue hace muchos, muchos años. He crecido y, con el paso del tiempo, mi vínculo con estos personajes se ha enfriado hasta casi desaparecer. ¿Y cuál ha sido el motivo? Que los personajes no han crecido conmigo. He asistido a varios intentos para traerlos de vuelta y todos cometieron el mismo error: apoyarse demasiado en la nostalgia para vender más muñecos. En el fondo, aquellas historias supuestamente nuevas seguían siendo los mismos anuncios de juguetes de siempre. La serie que ahora nos ocupa no es una excepción.

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Cuando surgió la polémica sobre esta serie pensé que quizá esta vez sí que se habían atrevido a hacer algo nuevo con estos personajes y la empecé con muchas ganas. Después de un primer capítulo que lo ponía todo patas arriba, me dejé engañar por ese segundo episodio que promete una serie muy distinta a la que finalmente hemos tenido: He-Man y Skeletor han muerto, se acabó aquello del poder de Grayskull, Eternia se ha quedado sin magia… Teela recorre ahora el mundo como mercenaria, encontrándose con versiones cambiadas de los viejos personajes, cuyos roles se han modificado sustancialmente en este entorno moribundo en el que ya no existen los héroes ni los villanos del pasado. Parecía algo novedoso y valiente; una visión interesante y moderna de la franquicia que recontextualizaba a los antiguos iconos y su eterna lucha como algo simplón e irrelevante para el destino de su mundo, pues su mundo ha continuado adelante sin ellos. Por desgracia, el final de ese segundo episodio dejaba las cosas claras: el primer capítulo había cambiado por completo el statu quo simplemente para que el gran argumento de la serie consistiese en recuperarlo y, por supuesto, más pronto que tarde eso acabaría suponiendo el regreso de He-Man y Skeletor. Esto no es una revolución; ni siquiera es un cambio real, sino la ilusión de cambio, algo con lo que los lectores de cómics de superhéroes estamos muy familiarizados.

Decían las furibundas críticas que esta serie era “demasiado feminista”. Yo me pregunto dónde está el feminismo en unos personajes femeninos que están supeditados a los masculinos incluso mucho tiempo después de que estos desaparezcan. Las vidas de Teela y Evil-Lyn están tan carentes de sentido sin He-Man y Skeletor que lo único que hacen es rememorar a cada momento sus viejas aventuras a su lado. Llega a insinuarse que ambas estaban secretamente enamoradas de ellos, desde luego. ¿A qué otro papel puede aspirar una mujer más que a ser el interés romántico de uno de los personajes masculinos? Y lo que es peor, Teela, la supuesta protagonista de la serie, carece de una motivación propia que no gire en torno a He-Man. Teela siente ira por haber sido dejada al margen del secreto de He-Man. Teela rechaza a sus antiguos compañeros porque se sintió rechazada por He-man. Teela reniega de los ideales heroicos porque reniega de He-Man. Y, sin embargo, cuando se le encarga la misión de arreglar lo que He-Man rompió, Teela accede. ¿Qué otra cosa puede hacer si ella no es nada sin He-Man?

Teela es un personaje vacío, sin desarrollo, anclado en un pasado en el que He-Man es el centro de todo, como siempre ha sido y siempre será. Eso no es feminismo. Lo valiente habría sido hacer que Teela superase a He-Man, que dejase atrás su recuerdo, que eligiese su nuevo papel en el mundo sin estar a la sombra de su viejo compañero masculino. Lo verdaderamente revolucionario habría sido que Teela decidiese convertirse en la nueva protectora de Eternia no porque ese sea su destino o porque haya sido elegida para ello, sino porque ese es su deseo. Lo auténticamente osado habría sido convertir a Teela en la heroína de la serie, sin He-Man por medio. Simplemente Teela, protegiendo Eternia con su fuerza y su valentía. Una nueva Eternia, con una nueva protectora. Sin magia. Sin Castillo de Grayskull. Sin Espada del Poder. Sin He-Man. Sin Skeletor. Sin vestigios del pasado. Sin nostalgia. Mirando hacia el futuro. Eso habría sido feminista de verdad, además de ser mucho más interesante que esto que nos han ofrecido.

Nos han engañado. Han maquinado una polémica artificial para ocultar que su producto comete un pecado imperdonable en esta era de las redes sociales en la que la valía se mide según el impacto que se genera en los hashtags y las tendencias: Masters of the Universe: Revelation es un producto mediocre, del montón, que no destaca por nada en especial, que se regodea en una nostalgia gratuita y no supone ningún avance para los personajes ni para la franquicia. Es otra serie de dibujos para vender muñequitos de la que no nos acordaremos dentro de unos años. Si no nos hubieran lanzado a la cara esta polémica absurda quizá ni siquiera estaríamos hablando hoy sobre ella.


Lo mejor – El diseño de personajes está bastante conseguido y siempre es agradable volver a escuchar la voz de Mark Hamill.
Lo peor – La peor forma de apelar a la nostalgia es hacerlo en base a golpes de efecto facilones y poco inspirados, como las muertes gratuitas de los personajes de tu infancia. La serie recurre a ellas constantemente porque no tiene otra manera mejor de impactar al espectador.
La escena – El comienzo del segundo episodio, que nos presenta a la Teela que podría haber sido y no fue. El momento de Evil-Lyn y Orko en la biblioteca, que nos presenta a la Evil-Lyn que podría haber sido y no fue. Ilusiones ambas de la serie que podría haber sido y no fue.
El personaje – Todos son bastante intercambiables. Orko es el único que ha logrado transmitirme algo… y porque siento cierta debilidad hacia él por ser mi favorito desde niño.

Teela Marinera, por Raúl Gutiérrez Martínez

Nunca en mi vida, hasta el penúltimo fin de semana del mes de Julio de 2021 había visto nada de los Másters del Universo. De pequeño había visto alguna reposición de la serie de dibujos original, pero sin realmente enamorarme nunca de la misma, ni tampoco adquirir los juguetes en los que se basaba (y no al revés, como algunos erróneamente creen). Supongo que es una cuestión de edad. Y es que, nací en 1988, cuando la serie original ya había terminado, y su furor había pasado, y crecí sin que existiera un producto medianamente digno sobre este universo.

Sin embargo, como friki de prácticamente todo aquello de lo que me hablen mis amigos y contactos del mundillo, caigo en absolutamente todo acerca de lo que oigo hablar, y cuando me enteré de que Masters of the Universe contaría con una nueva serie de animación, producida nada menos que por Kevin Smith (uno de mis directores favoritos de cine, y de mis guionistas de cómic preferidos) comencé a experimentar un hype de los que marean. Todo ello por supuesto se incrementó cuando vi el trailer, y por supuesto, gracias a Kromick Bruck, twittero que es a su vez el mayor coleccionista de España de juguetes y memorabilia de este univeso de fición y que consigue con su simpatía, su sencillez, su bondad y su pasión por los masters que esto guste a cualquiera.

Lo que sí estaba claro, y esto que sí que lo recordaba de la serie original, en las reposiciones que pude ver de niño, es que si esta serie quería triunfar tenía que cambiar muchas cosas. Y me explico. La serie de principios de los ochenta era, como he dicho antes, un producto meramente diseñado para vender muñecos de acción, nada más. En aquel momento (tal y como acertadamente nos muestra el capítulo del documental de Netflix The Toys that Made Us dedicado a He-Man) primero se diseñaban los juguetes, y después se contrataba a un equipo de animación para que hiciera la labor de marketing y conseguir venderlos.

De este modo, la chavalería veía una nueva serie de dibujos animados, y tras terminar la misma, en la franja publicitaria, se anunciaban los juguetes de sus personajes. Aquello fue una técnica de marketing brutal que funcionó con otros tantos productos (Las Tortugas Ninja, Street Sharks, Los Motoratones de Marte y un largo etcétera). Es importante expresar esto, porque con ello lo que quiero decir es que las series de animación que hacían de vehículo de promoción a estos juguetes no eran gran cosa. Incluso en la época, He-Man y los Masters del Universo tenía un estilo de animación barato, reciclador de planos y unas tramas y personajes un poco-demasiado risibles que, sin embargo, cumplían su función al 100%: Vender muñecos, y nada más.

Sin embargo, el hecho de que los niños se lo traguen prácticamente todo, y que la nostalgia transforme casi cualquier recuerdo positivo del pasado en algo mucho mejor de lo que realmente era, han hecho que por muchos de los que entonces eran niños, se recuerde a He-Man como una serie mejor de lo que era en realidad.

Kevin Smith, es plenamente consciente de esto, y por ello no solo puso toda la carne en el asador con la animación (increíble el presupuesto que hay aquí metido), si no también con los guiones, haciendo evolucionar el concepto de los Masters del Universo hasta niveles jamás pensados.

Y hete aquí la raíz del problema. El Gran Tabú. El Cisma. Fans engañados, intolerantes, que no soportan ver a mujeres en pantalla teniendo papeles protagonistas. Orangutanes enfurecidos que tras el anonimato de un teclado hacen daño a quien haga falta con tal de expresar una opinión que, en el mejor de los casos, tan solo enmascara un mal disimulado machismo.

Ni Kevin Smith, ni Netflix, ni nadie, engaño a nadie con el tráiler. El tráiler mostraba una batalla épica entre las fuerzas de Greyskull y de la Montaña Serpiente, con el consiguiente intercambio épico de guascas y tortones entre He-Man y Skeletor. Es evidente que ambos personajes iban a aparecer en la serie, como también lo era que están llamados a enfrentarse. Lo que ocurre es que todos los tráiler, o al menos todo buen tráiler, deben jugar con el espectador, contando lo mínimo posible de la serie o película en cuestión, para que el visionado sorprenda y no sea una simple versión más larga del tráiler que ya hemos visto.

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Sin ir más lejos, el tráiler de Infinity War mostraba directamente a Hulk corriendo y peleando en Wakanda, algo que nunca ocurrió, y que se hizo para distraer la atención del espectador del hecho de que sería Bruce Banner y la tecnología de Tony Stark quienes libraran esa batalla, y no el Goliath Esmeralda. Pero nadie dijo nada, ni habló de publicidad engañosa, o de sentirse estafado, porque Hulk no es una mujer ni su lugar fue ocupado por una. Tan sencillo como eso.

La protagonista de la serie es Teela, y en menor medida lo son Andra y Evil-Lynn, un trío femenino que hacen todo lo posible para salvar la magia de su mundo, la cual ha desaparecido por culpa del último ataque de Skeletor y con su misión, constantemente recuerdan a He-Man y el sacrificio que éste cometió. Nunca jamás ha estado tan presente He-Man que en esta serie. Pues aquí pasa de ser la forma mejorada del Príncipe Adam, a ese héroe que se convierte en intocable y en casi un dios por el mero hecho de haberse sacrificado, haciendo prácticamente imposible estar a la altura de su legado.

Me pregunto qué habría ocurrido sin en lugar de protagonizar la serie Teela, con el mismo esquema narrativo la hubiera protagonizado por ejemplo, un hijo de Adam, o un discípulo que la serie se hubiera sacado de la manga que quisiera ser como su héroe. Vamos, que me pregunto qué habría pasado sin la serie fuera igual pero Teela fuera un hombre y no una mujer. Y un hombre que además fuera un personaje nuevo, creado exclusivamente para esta serie, y que nada tuviera que ver con lo visto hasta entonces en el Universo de MOTU, el cual por cierto llevaba décadas muerto y enterrado.

Me pregunto qué habría ocurrido si se hubiera hecho un producto tan mediocre e insulso como la película de acción real de 1987 que nada tiene que ver con MOTU, pero que como aquella, la hubiera protagonizado un hombre.

Lo que habría ocurrido es que la furia que este cambio habría generado en los trolls de internet de siempre habría sido muchísimo menor, hasta el punto de no importar a nadie. Y es que, en lugar de darnos cuenta de que en solo cinco capítulos, en tan solo algo menos de dos horas y media se homenajea a He-Man mejor que en toda su historia, y encima a través de Teela, un personaje que ha pertenecido siempre al lore de MOTU, nos quedamos con que las mujeres empoderadas tienen poder y eso nos molesta.

Es una pena que todavía exista tanto machismo en esta sociedad, y que el mismo nos envenene a la hora de no saber reconocer la calidad de los productos audiovisuales cuando la tenemos delante de los ojos. Pero en fin, quedémonos con que cada vez existen más productos de este tipo, con que el feminismo se abre camino, como lo hace , en menor medida todavía, el orgullo LGBTI+, con que los productores no reculan y dejan que las niñas y adolescentes (y los niños y los adolescentes) tengan referentes televisivos y cinematográficos de género femenino.

Unos dicen que esto es agenda SJW y no se qué más. Yo digo que es cuestión de evolución y tolerancia. Y que el progreso al final siempre se impone solo, arrollando consigo a todo aquel que no esté de acuerdo con su existencia.

¡Por el poder de Grayskull! Lo esgrima quien lo esgrima (y si lo hace Kromick, mejor).


Lo mejor – Hacer evolucionar un concepto tan pasado de fecha como el de los Masters del Universo.
Lo peor – Me cuesta tolerar ciertos aspectos excesivamente naive de la serie, pero entiendo que esto es una cuestión puramente personal.
La escena – El cierre del capítulo 1 tras la batalla entre He-Man y Skeletor. Espectacular.
El personaje – Teela, por supuesto. ¿Es que alguien lo dudaba?.

Netflix tiene el poder, por Sergio Fernández

Como si de un vórtice temporal se tratase, la década de los ochenta revolotea suspendida en una especie de bucle infinito. Producciones de todo tipo y condición retornan a la pequeña pantalla intentando reverdecer viejos laureles. En ocasiones, la apuesta sale rana y tan pronto como la serie/película es estrenada, su llama se apaga sin siquiera haber estado a la altura de la obra original. La alarmante falta de ideas unida a una nostalgia un tanto impostada provoca que personajes de la cultura popular retornen a nuestros hogares con un ostensible lavado de cara.

Entre 1983 y 1987, He-Man y los masters del universo se convirtieron en una cabecera imprescindible para los más pequeños del hogar. A lo largo de 130 episodios, la longeva serie animada fue ganando legión de fans por todo el globo generando, a su vez, una gran mercadotecnia. Los catálogos navideños y anuncios televisivos engordaban los deseos de unos niños que aspiraban a recrear el fantástico mundo de Eternia con los muñecos y fortalezas de rigor. Mattel, como Hasbro con sus G.I. Joe, se postularon como fabricantes de sueños de una generación.

Hasta la fecha, el príncipe Adam y compañía habían vuelto en contadas ocasiones a la pequeña pantalla pero sin la suerte de antaño. Sin embargo, el anuncio por parte de Netflix de continuar la trama donde quedó aproximadamente hace un cuarto de siglo y que el ínclito Kevin Smith (uno de los nuestros) ejerciera de maestro de ceremonias nos puso los dientes largos a la vez que nuestra cabeza reclamaba mesura. La plataforma streaming nos ha acostumbrado a darnos varias de cal y alguna que otra de arena. El tiro podría salir por la culata e, incluso, en el caso de que el resultado fuera redondo (ahí tenemos el ejemplo de Cristal Oscuro: La era de la resistencia), la amenaza de la cancelación siempre sobrevuela. El maltrato al consumidor es una constante y no hay mayor afrenta que ofrecer un trabajo a medio hacer.

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Pero como diría Paco Umbral, yo hoy he venido a hablar de mi libro. O, en este caso, de las impresiones que me han dejado los cinco primeros capítulos de Masters del Universo: Revelación. Lo cierto es que, tras dos visionados, no puedo estar más contento. Si bien la cata se antoja escasa (me hubiese complacido poder degustar la temporada al completo), tanto la continuidad como los nuevos aires insuflados encajan como un guante en los tiempos que corren.

Neófitos y veteranos pueden disfrutar por igual en este universo con ciertas reminiscencias a El Señor de los Anillos. La magia se está agotando y la tecnología (como ocurriera con la industria en la obra de Tolkien) se presenta como una amenaza capaz de acabar con la esencia del planeta. Así pues, tenemos tres claras facciones diferenciadas que se encontrarán en unos escenarios con un diseño para el recuerdo. La fortaleza de Grayskull o La Montaña Serpiente lucen en todo su esplendor aunque no son los únicos emplazamientos en los que tendrán lugar el conjunto de las aventuras.

Tras un primer episodio que sirve como bisagra para unir pasado y presente, He-Man y Skeletor se hacen a un lado para que sean otros personajes quienes ganen protagonismo. Los índices de testosterona alcanzaban límites extraordinarios en los años ochenta. Por suerte, como cantaría Bob Dylan, los tiempos están cambiando. Teela toma el liderazgo con firmeza abanderando un elenco más coral e igualitario. Bravo.

La fantasía es el eje sobre el que gira esta gigantesca rueda pero, a diferencia de lo que ocurría con las series de antaño, se atreven con decisiones difíciles a las primeras de cambio. La muerte de algunos de los protagonistas pone de manifiesto que nos encontramos ante un producto que es menos naif de lo que podíamos esperar. La épica está a la orden del día y la extraordinaria banda sonora acompaña en todo momento. En su versión original Sarah Michelle Gellar, Lena Headey, Chris Wood, Liam Cunningham, Justin Long y Mark Hammill prestan sus voces a unos diálogos la mar de chispeantes.

Tras la forja de la espada, el equilibrio parecía garantizado. El cliffhanger final con la firma de Skeletor, como no podía ser de otra forma, augura un oscuro futuro a los habitantes de Eternia. Todos somos Cringer, estamos aterrados. La frágil alianza duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. ¿Cuál será el siguiente movimiento del célebre villano ahora que tiene el poder absoluto? ¿Conseguirá sobrevivir Adam o, por el contrario, morirá por segunda vez? ¿Cuándo estrenará Netflix los capítulos que restan? ¿Conseguirá Masters del Universo: Revelación no ser cancelada antes de tiempo? Lástima que ya no tengamos a Oráculo (Orko) para brindarnos las respuestas precisas.


Lo mejor – La necesaria actualización con los tiempos que corren.
Lo peor – Que tras los entremeses no nos hayan servido el menú.
La escena – Orko sacrificándose cual Gandalf en Moria.
El personaje – Teela y Evil-Lyn, a partes iguales.

¡Por el poder de la encuesta!

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Dirección: Kevin Smith, Adam Conarroe y Patrick Stannard. Guion: Marc Bernardin, Eric Carrasco, Diya Mishra y Tim Sheridan. Música: Bear McCreary. Reparto: Chris Wood, Mark Hamill, Sarah Michelle Gellar, Liam Cunningham, Lena Headey, Diedrich Bader, Alicia Silverstone, Stephen Root, Griffin Newman, Susan Eisenberg, Kevin Michael Richardson, Kevin Conroy, Henry Rollins,…
Ángel García - 7
Fer García - 7
Gustavo Higuero - 8
Jordi T. Pardo - 7.5
Miguel Ángel Crespo - 5.5
Raúl Gutiérrez Martínez - 9
Sergio Fernández - 7

7.3

Poderosa

Nuestros redactores aprueban la nueva producción de Masters of the Universe reconociendo el valor de esta producción al intentar algo diferente, aunque la trama sea algo atropellada y funcione a base de golpes de efecto. La animación y la caracterización de personajes sobresalen en el conjunto, dentro de una propuesta entretenida a la que le hubiese beneficiado algo de mesura.

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hammanu
hammanu
Lector
10 agosto, 2021 22:12

Aquí tenéis un link a una versión que se le ocurrió a Marko Djurdjevic sobre una propuesta de los Masters… que no paso de proyecto, muy Clive Barker. Curiosamente la Teela que quiere usar tambien esta cabreada con He-Man por haberla engañado todo ese tiempo:
80’s Attack – Masters of the Universe by Marko Djurdjevic | Facebook

Grijaldo
Grijaldo
Lector
En respuesta a  hammanu
11 agosto, 2021 12:20

Joder que diseños más acojonantes, gracias por compartirlos.
Esto si que molaría verlo ya sea en cómic o serie o lo que sea, más oscuro y bárbaro si…pero me da que nunca se atreverán.

M0ng0
M0ng0
Lector
10 agosto, 2021 23:31

jaja, me parece curioso que una de las opciones es «se agradece que no sea más de lo mismo»… cuando lo que ha hecho el acabado de Kevin Smith es precisamente un «más de lo mismo» de ahora.
Eso sí, en su nueva entrega de Clerks a tirar de la misma fórmula de los 30 años que lleva viviendo de hacer la misma película una y otra vez… Grande Kevin!

Carlitos
Carlitos
Lector
En respuesta a  M0ng0
11 agosto, 2021 15:10

Yo no he visto la serie así que no voy a opinar sobre ella, pero lo de Kevin Smith, totalmente cierto. Este hombre hizo Clerks que esta muy bien, Persiguiendo a Amy y… ya. Mallrats o Dogma pueden ser pasables pero no se acercan a su primer trabajo ni de coña y de estas hace ya más de 20 años.

Uno de sus últimos trabajos fue hacer una película protagonizada por su hija y la de Johnny Depp donde tenían que enfrentarse a salchichas nazis. Igual odia a su hija porque otra explicación…