En el pasado año 2019 la plataforma de streaming Amazon Prime Video consiguió su mayor éxito con The Boys, la primera temporada de la serie basada en el cómic homónimo escrito por el irlandés Garth Ennis, dibujado por el estadounidense Darick Robertson y editado primero por Wildstorm y posteriormente por Dynamite Entertainment cuando en el sello creado por Jim Lee en los primeros años de Image Comics no vieron con buenos ojos la visión tan brutalmente negativa que daban de los superhéroes. Con Eric Kripke (Sobrenatural) Seth Rogen y Evan Goldberg (Preacher) como showrunners del proyecto The Boys enamoró a aquellos que cayeron rendidos ante una nueva perspectiva sobre el subgénero superheróico que convertía a estos en los villanos y a un equipo de humanos, comandado por Billy Butcher, en los protagonistas que deberán detenerlos. Una producción holgada, una aproximación más suavizada al cómic que respetaba la esencia del mismo y un excelente reparto formado por Karl Urban, Jack Quaid, Laz Alonso, Tomer Kapon, Karen Fukuhara, Elisabeth Shue o Jennifer Esposito en el que destacaba sobremanera Antony Starr dando vida a Homelander hicieron de los primeros ocho episodios de The Boys una gozada repleta de violencia y humor negro. El pasado día 4 de septiembre se estrenaron los tres primeros episodios de la esperadísima segunda temporada que acabó de publicarse en Amazon el 9 de octubre y para darnos sus primeras impresiones sobre ella tenemos a nuestros compañeros Samuel Secades, Raúl Gutiérrez, Nacho Pena y Juan Luis Daza, que ya han podido disfrutarla al completo.
The Boys, serie de televisión de Amazon Prime adapta el cómic homónimo de Garth Ennis y Darick Robertson, fue una de las grandes sorpresas del año pasado, por lo que a ninguno nos extrañó que la segunda temporada llegara más pronto que tarde, siendo un placer poder disfrutarla en estos tiempos tan aciagos en los que no tenemos apenas estrenos cinematográficos.
La adaptación televisiva, fue uno de esos productos que personalmente me sorprendió, precisamente porque entendía al pie de la letra lo que es y tiene que ser una adaptación de una obra previa, ya sea ésta literaria o audiovisual.
Así, la idea de base era la misma: The Boys es un grupo encubierto del gobierno estadounidense que, comanados por Billy Butcher tratan de hacer caer a los superhéroes que se han convertido en amos y señores del mundo, un mundo al que hacen creer que son maravillosos cuando en realidad están más que podridos por dentro.
Sin embargo, el cómic original no dejaba de ser una obra que estaba hecha por y para fans del género, y que tenía montones de referencias al cómic de superhéroes como tal, a las editoriales que los producían, a los guionistas que trabajaban para ellas y a los crossovers anuales en los que solo los más grandes competían juntos contra una amenaza aún mayor.
Pues bien, cuando una historia de este tipo se adapta, hay que tener en cuenta que el público objetivo no (necesariamente) es fan del medio original, y por ello hay que buscar un producto que guste a quien conoce a los superhéroes a través del cine y la televisión, medios en los que llevamos más de una década disfrutando de productos muy variados de esta clase en la pequeña y en la gran pantalla.
The Boys de Amazon Prime entendió esto a la perfección, y nos presentó a unos superhéroes que protagonizaban películas, estaban muy presentes en redes sociales y luchaban entre sí por conseguir más y más popularidad en ellas, porque solo así podían ganar el dinero con el que pagaban sus abyectos excesos.
Pues bien, la segunda temporada de The Boys recoge el testigo de la primera y sobre las bases de ésta hace la historia más grande, y toma un tono propio, ya independizado del cómic original, llevando la historia por sus propios derroteros, dejando que la obra de Ennis y Robertson le influya, pero sin dirigir su camino. Así, conocemos a un Patriota aún más pasado de rosca que en la primera temporada, a una Becca diferente a la que Ennis nos presentó, a una Stormfront muy similar al homónimo, pero con otro género y una importancia mucho mayor en la trama de la temporada de la que jamás tuvo aquel trasunto del Hombre Supremo que salió de la enferma cabeza de nuestro querido Garth Ennis.
Además, se nos presenta a un grupo competencia directa de Vought, la Iglesia del Colectivo, que poco a poco va sumando más y más superhéroes a sus fieles, buscando hacerse con el control de estos y utilizarlos para sus propios fines. Lo mismo que Vought, pero utilizando la religión en lugar del control gubernamental a través de la privatización de la defensa.
Enfoques todos ellos muy inteligentes para un género ya muy gastado, consiguiendo The Boys lo mismo que en su día obtuvo el cómic: Innovar un tipo de historias que de vez en cuando necesitan ser recicladas y vistas desde otra mira, para que no lleguen a cansarnos nunca.
Después de la sorpresa que supuso la primera temporada, al tratar la sátira social que trató Garth Ennis en su obra original, pero esta vez centrándose en ella y no en sus habituales manierismos cuando escribe una comedia (es decir, humor escatológico, sexista, etc…), la adaptación televisiva con Eric Kripke al frente logró centrarse más en los personajes y realizar críticas más elaborados en su contenido. Y su segunda temporada lleva eso más allá.
Esta denuncia es amplificada en la presente temporada, donde no deja títere sin cabeza sobre temas como el auge de la ultraderecha, las políticas empresariales más descarnadas o incluso algunos tropos de las últimas películas de Marvel o DC como la escena de las superheroínas femeninas de Vengadores: Endgame o, como no, el Snyder Cut. No deja de ser paradójico teniendo en cuenta que es una serie producida por Amazon, una de las mayores corporaciones del planeta a día de hoy.
Un ejemplo de la diferenciación entre obra y autor es el tratamiento del personaje de Stormfront. En el cómic de Ennis no deja de ser una gamberrada más del guionista, mientras que aquí se le da un tratamiento terroríficamente actual en un papel que Aya Cash sabe hacer suyo. Y digo terrorífico porque por desgracia estamos en un momento en el que el odio está cada vez más presente en nuestro mundo y por eso se agradece más que nunca la presencia de productos culturales que lo critican abiertamente. Sin embargo, aunque diferentes en su enfoque, cómic y serie comparten su mala baba y su gore descarnado, posiblemente una de las series más sangrientas que hay ahora mismo en TV.
Es una temporada donde no todos los personajes brillan como deberían. Hughie sigue siendo importante, si, pero sin duda los grandes protagonistas son un Karl Urban que se lo pasa genial haciendo de carnicero y sobretodo ese robaescenas que es Antony Starr como Patriota, como un personaje como mucho más trasfondo que el de Ennis y que sabe perfectamente cómo actuar tanto en escenas cómicas como dramáticas. No me extrañaría que lo nominasen a un Emmy. El problema de esto es que personajes como la gran mayoría de miembros de los Siete como A-Tren o del grupo principal como Leche Materna salen muy mal parados y con menos protagonismo que en la primera temporada.
Por lo tanto, The Boys potencia sus puntos fuertes en esta temporada pero a costa de centrarse en algunos de sus personajes secundarios. Quién sabe el rumbo de la tercera temporada y más con ese final (miedo me da por donde puedan ir los tiros con ese personaje). Solo espero que cuando empiecen a acabarse las ideas, Kripke y su equipo sepan ponerle final para que la serie sea recordada.
Hace unas semanas, con motivo de la segunda temporada de The Boys, tuvimos un debate en la redacción sobre el cómic versus la serie. Algunos defendían el tebeo con vehemencia, por encima de la serie, otros creíamos que, pese a que no estamos en la misma disposición para hacer la comparativa, ya que en mi caso no he finalizado la lectura del cómic (me está costando Dios y ayuda), la serie se situaba en unos estándares de calidad muy altos, rivalizando con la obra original o incluso superándola en algunos aspectos, como la adaptación de ciertos personajes y tramas que adquieren un matiz más interesante. El tebeo es macarra, al más puro estilo
Mientras que la primera temporada se centraba en mostrarnos el lado oscuro de los superhéroes, haciendo una crítica no tanto del género como podría ser en la obra original, si no de las celebrities, de las corporaciones y del marketing, dejando de manifiesto su hipocresía y revelando sus intereses, que son puramente económicos, en la segunda los guionistas van un poco más allá. El tema principal es el resurgimiento de la extrema derecha en nuestra sociedad actual, y de cómo ésta se manifiesta y hace campaña a través de las redes sociales, principalmente con fake news, manipulando a literalmente masas de personas. Las mismas ideas y valores rancios y antisociales de siempre con una fina capa de modernidad que no es más que eso, una falsa fachada. Uno de los mayores desafíos de nuestros tiempos que es bueno que productos audiovisuales como este traten y muestren de esta forma a los espectadores, para crear conciencia de este peligro a todos aquellos que aún no son conscientes.
La temporada empieza con tres episodios absolutamente trepidantes a nivel narrativo, y luego echa el freno para mantener un ritmo estable la segunda mitad de la temporada, salpicada con momentos delirantes en casi cada episodio que yo personalmente nunca había visto en televisión, como el intento de asfixia con un pene gigante o el acto sexual volador. Son momentos que mantienen el interés, junto con los impactantes cliffhangers, que culminan en un episodio final algo decepcionante, que no tiene la fuerza necesaria ni cumplió mis expectativas, pero que al menos cierra un pequeño ciclo de dos temporadas, y deja a los personajes bien posicionados para empezar el siguiente capítulo de esta historia en un momento muy diferente del que comenzaron en el primer episodio de la serie, siendo esto una muestra de la brillantez de los guionistas.
Con respecto a las nuevas incorporaciones de esta temporada, hay que destacar por encima de todos a Aya Cash, que está fantástica interpretando el papel de Stormfront, la jurásica nazi disfrazada de milenial, que aparte de darnos un personaje fantástico, nos ayuda a profundizar más en Homelander, a través de esa apasionada relación sentimental que mantienen durante la temporada. Victoria Neuman, interpretada por Claudia Doumit, otro nuevo fichaje interesante que todavía no ha podido enseñar todo lo que nos ofrece, como es lógico por motivos de guion, pero que se desvela como la gran sorpresa e incógnita principal finalmente resuelta al final de la temporada, prometiendo dar bastante guerra en la siguiente y ser un personaje capital. En este caso, otro personaje bastante diferente al de los cómics, pero muy superior, algo que Kripke y los guionistas han vuelto a demostrar. Mención especial para Shawn Ashmore, el mítico hombre de hielo en las primeras películas de X-Men, que aquí hace paradójicamente el papel de un hombre “fogoso”, y no solo porque manipule las llamas, si no también por su extraña adicción a la pornografía superheroica. Un papel genial y muy corto, que no hace justicia al refrán popular, puesto que aquí nos quedamos con ganas de más Lamplighter, e incluso el propio Kripke comentó que le pareció una pena no poder aprovechar más al actor, que había superado sus expectativas, pero tenían que ser fieles a su guion. A veces es bueno desviarse ligeramente del rumbo establecido, Eric.
En definitiva, la segunda temporada de The Boys, pese a algunos defectos en su tramo final, es la constatación definitiva de que es una de las series más populares de la actualidad, que está labrándose su propio camino poco a poco como uno de los mejores productos audiovisuales del género superheroico jamás creados, y que además, intenta ir más allá del puro entretenimiento palomitero con una necesaria crítica social que, pese a las comparaciones, hace justicia y respeta el espíritu de la obra original.
Cuando dedicamos las primeras impresiones a los tres episodios iniciales de esta segunda tanda de The Boys ya comenté que soy poco amigo de valorar un producto audiovisual, en este caso un temporada de ocho entregas, antes de ver el conjunto de la obra y tener una visión global de la misma. En gran parte tenía razón porque visto el desarrollo de la temporada y el devenir de las distintas tramas que la componen era necesario haber degustado y digerido toda la historia que Eric Kripke, Seth Rogen y Evan Goldberg querían cortarnos a partir del brillante cómic de Garth Ennis y Darick Robertson publicado primero por Wildstorm y después por Dynamite Entertainment con Karl Urban, Jack Quaid, Laz Alonso, Tomer Kapon, Karen Fukuhara, Erin Moriarty, Giancarlo Esposito o Antony Starr a los que se suma el fichaje estrella de Aya Cash como Stormfront. El resultado para el que suscribe no es tan compacto y redondo como en la primera temporada, pero sí alcanza grandes contas de calidad en lo referido a cómo están llevando las riendas de los personajes y sus relaciones interpersonales sus máximos responsables.
Es un hecho ineludible que si bien la primera temporada era bastante fiel a los hechos acaecidos en el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson esta segunda se aleja cada vez más de aquellos. Por suerte Erick Kripke y sus colaboradores a los guiones lo hacen siempre teniendo en cuenta la esencia del relato y si bien hay modificaciones importante en lo referente a personajes o tramas nunca se despegan de la irreverencia o el salvajismo que da sentido a The Boys y bajo los cuales subyace un calado dramático que, al igual que en el tebeo, es el verdadero centro neurálgico de la obra. En lo referido a esto que comentamos la subtrama dedicada a Billy Butcher, Becca y Ryan es la que más se aleja de lo planteado por el guionista de Predicador y el dibujante de Transmetropolitan, pero lo construido por los escritores del show tiene la suficiente fuerza, cohesión y lógica narrativa para no sólo mantener el interés del espectador, sino enriquecer el perfil psicológico de los roles que se ven envueltos en el conflicto, sobre todo cuando Homelander y Stormfront entran en escena y potencian el trasfondo emocional.
Por suerte los guionistas no se olvidan del resto de The Boys y la inclusión del hermano de Kimiko servirá como catalizador de los actos llevados a cabo por el grupo protagonista estando estos vinculados, una vez más, con el personaje de Stomrfront que se convierte en uno de los más importantes de la temporada y al que volveremos un poco más tarde para intentar hacerle algo de justicia. La relación entre Hughie y Starlight también copa harto protagonismo ya que esta última pasa a formar parte, en cierta manera, del equipo y se convierte en la infiltrada en Vought y The Seven debido a que sigue formando parte del conjunto de superhéroes. La relación entre Kimiko y Frenchy o la complicada situación personal de Mother’s Milk dejan claro que Eric Kripke y su gente no se olvidan de dedicar momentos a todos sus criaturas. Incluso del lado de los villanos, que recordemos aquí son los superhéroes, se hacen los deberes a la hora de ofrecer situaciones de relevancia para que The Deep, A-Train, Queen Maeve o un resucitado Lamplighter (interpretado, con toda la sorna del mundo, por Shawn Ashmore, el Hombre de Hielo en la saga cinematográfica de X-Men) puedan lucirse en pantalla.
Pero los creadores de la serie no son tontos y saben que en Antony Starr y su Homelander encontraron un mina de oro que aquí explotan al máximo dando más protagonismo al líder de The Seven profundizando en su psicología perturbada, acentuando la idea de que bajo esos poderes desproporcionados sólo habita un niño caprichoso con no pocos traumas personales que cristalizan en las desopilantes e incómodas secuencias de la cabaña con las que se dan rienda suelta a sus enfermizas parafilias sexuales. Ya en la temporada anterior el actor neozelandés de Banshee demostró que con sólo una mirada puede transmitir verdadero terror tanto al resto de secundarios como a un espectador que no puede evitar sentirse atraído y repelido por él. Pero en esta ocasión sus problemas con la fama y la caída en picado de su popularidad transmiten todavía más desasosiego cuando lo vemos actuar como un maniaco al verse despojado del manto que lo convertía en el «Héroe de América» de cara a la opinión pública. A subsanar este problema le ayuda una Stormfront que se convierte en el personaje eje central de la segunda temporada de The Boys.
En los cómics Stormfront era un superhéroe supremacista blanco de fuerza bruta y salvajismo rampante que se enfrentaba a The Boys en una batalla espectacular. En la serie de Amazon Prime Video se le cambia el sexo y en el arranque de la temporada no se sabe nada de su ideología nazi, de hecho Eric Kripke y su gente juegan la carta de que la nueva incoporación de The Seven es una mujer empoderada y antisistema que no se deja pisotear por Vought y saca de sus casillas a Homelander por su interacción con unas nuevas tecnologías con las que se desenvuelve perfectamente teniendo millones de fans en las redes sociales que beben los vientos por ella. Una vez el alter ego en la ficción de Antony Starr se da cuanta de que Stormfront puede ser una aliada más que un obstáculo para sus fines la nueva temporada de The Boys da rienda suelta a la interacción sentimental y sexual de ambos y el producto alcanza sus mayores cotas de salvajismo, en gran parte gracias a la química de Starr con una Aya Cash sencillamente espectacular que en no pocas ocasiones roba protagonismo a su partenaire en pantalla.
El personaje de Stormfront también es una excusa para que los creadores de la versión audiovisual de The Boys hagan una crítica muy ácida e irreverente a la conexión existente entre los medios de comunicación y las ya mencionadas redes sociales con la corrupción corporativista y la manipulación informativa, esas «fake news» que están tan a la orden del día en nuestra actual sociedad. Eric Kripke se aleja de la crítica al mundo del cómic superheróico de Garth Ennis y Darick Robertson en las viñetas, pero manteniendo los mismos estándares contestatarios lanza sus aguijones contra el actual opio del pueblo que con sus likes, favs y retweets pueden cambiar el sentir y el padecer de una ciudadanía maleable que se deja llevar por titulares llamativos y los efectos nocivos de la posverdad. A esto debemos sumar, desde una perspectiva más superficial, un divertidísimo retrato del cine de superhéroes en el que no se eluden aguijonazos a Zack Snyder, Joss Whedon, Marvel Studios o la polémica sobre la visibilidad de minorías o movimientos sociales dentro de este tipo de superproducciones que en ocasiones obedecen más a seguir una moda que a un verdadero compromiso político por parte de los ideólogos de dichos proyectos. Al igual que en el cómic la serie de The Boys reparte para todo el mundo y no deja títere con cabeza.
Como ya hemos apuntado al principio de esta reseña la segunda temporada de The Boys no es tan compacta como la primera, pero sí es cierto que muchos de sus puntos más álgidos superan a los de aquella, sobre todo ese clímax final que, alejándose nuevamente de los cómics, nos deja con ganas de saber más incluso a los lectores de la obra de Garth Ennis y Darick Robertson que, al igual que el espectador profano en las viñetas, vamos a ciegas con respecto a hacia dónde encaminará Eric Kirpke la historia después del dramático desenlace de ese What I Know que puso el colofón a una temporada memorable. Ahora, al igual que con toda la ficción a nivel mundial debido a la situación en la que nos encontramos, sólo queda intentar elucubrar sobre cuando darán la gente de Amazon Prime Video el pistoletazo de salida a la grabación de la ya confirmada tercera temporada ahora que la segunda ola del maldito Covid-19 tiene nuevamente en jaque a gran parte del planeta. Sólo esperamos que puedan ponerse pronto a rodar y a ofrecernos pistas sobre lo que podremos ver en un futuro próximo, aunque de algo podemos hacernos una idea sabiendo que Jesen Ackles ha sido fichado para interpretar a Soldier Boy. ¿Alguien ha dicho «Herogasm»?
Esta segunda temporada de The Boys seguro que no debería haber decepcionado a nadie a quien le gustara la primera. Juega con las mismas herramientas: humor negro, escenas de acción sangrientas, la lucha entre los humanos y los superhumanos (es un trasunto de X-Men al fin y al cabo) y el misterio que rodeo el componente que les otorga poderes. No soy un gran conocedor del cómic, por lo que me ciño a lo visto en la pantalla y el éxito que ha tenido entre el público que no disfruta con los superhéroes está fundamentado. Siguen burlándose del género, un humor distinto al de Deadpool, pero que funciona para el público mayoritario ya cansado de Marvel Studios y del DCEU y de todo ese rollo. Aquí hay ostias, sangre y risas a través de guiños dolorosos a las grandes franquicias. Para qué más.
Pues bien, hay más y hay muy interesante. Personalmente me quedo con unos cuantos detalles. El primero de ellos es esa escena entre psicodélica y onírica de Deep (Chace Crawford) conversando con sus branquias, aceptándose por una vez en su vida tal y como es, valorándose, queriéndose. Una escena con la que no se han atrevido hasta ahora otros grandes estudios. Un momento en el que vemos por una vez a alguien con unos poderes que ni a él mismo le convencen para ser usados en cualquier lucha abriendo su corazón. Una sesión de psicoanálisis que aporta bastante al personaje.
Otro punto que quiero destacar es la interpretación de Antony Starr y el desarrollo de Homelander en su nueva vida tras la muerte de su gran apoyo por su propia mano. Y esa manera de afrontar su paternidad. Hay mucho más sentimiento en las escenas que tiene con su hijo, más trasfondo, que en en aquellas en que se le ve matando o conspirando. También me gusta esa manifestación a la que se expone ante una marabunta en su contra. Transmite una ira a punto de explotar que vemos en una secuencia imaginaria, que en realidad es innecesaria porque ya estábamos viendo su expresión facial. Esa manera de decir una cosa con la mirada y otra con la sonrisa, los gestos que hace con la boca, son únicos en el reparto y le convierten en un actor por encima de muchos de sus compañeros.
Para mal quiero hablar de Jack Quaid. Un chaval al que yo le aplaudo que se leyera los cómics antes de hacer la serie, como ha reconocido en ruedas de prensa, pero que no me gusta nada como actor. Así como Erin Moriarty, casi la actriz con quien más escenas comparte, es muy natural y ofrece varios registros, él es un cara de palo que expresa lo mismo durmiendo que dando pena. Entiendo que su personaje no es el más agradecido en cuanto a interpretación, pero es que su eterno gesto de ceño fruncido (como el de su padre) es un anticlímax total.
Termino aplaudiendo ese pequeño papel de Shawn Ashmore, la trama de Butcher y su mujer, la de Queen Maeve, a quien me gustaría que trabajaran más su desarrollo y Stormfront. Cuando me enteré de que el personaje iba a ser interpretado por una mujer, respetando su origen nazi pero buscando un enfoque distinto apuntando al feminismo, me eché las manos a la cabeza. Me pareció una decisión arriesgada, valiente, que podría traer cola entre los fans más acérrimos. El resultado me ha encantado. Aya Cash hace un gran trabajo, con esa mirada simpática pero sin permitir que te fíes de ella, demostrando rudeza cuando lucha. Es una villana completísima, con una doble cara, un pasado misterioso, unos poderes aún por explotar en escenas más largas…yo creo que volveremos a verla, de una u otra forma. Si hubiera sido un ávido lector de los cómics antes de ver la serie de televisión podría haber digerido peor el cambio, pero como decía antes, me ciño a lo visto en pantalla y eso me ha gustado mucho.
VALORACIÓN GLOBAL
Raúl Gutiérrez - 8
Nacho Pena - 8
Cristian Miguel Sepúlveda - 7.5
Juan Luis Daza - 7.5
Víctor J. Dodríguez - 8.5
7.9
Contundente
Nuestra redacción está encantada con lo que ha dado de sí la segunda temporada The Boys. Pese a las diferencias con el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson, la producción Amazon Prime es un acercamiento contundente que conserva la esencia de la obra original con grandes escenas de acción, personajes pasados de vueltas y un discurso con muchos matices. Habrá que prepararse para la tercera temporada...
A mi me encantó, vi las 2 temporadas casi pegadas porque justo me ponia Amazon. Esta vez no tengo leido el comic (si recuerdo las reseñas de este blog cuando salió, de lo primero que lei aquí), cosa que quizás me jugó a favor respecto de Preacher (vi 2 capitulos y quería vomitar. Quizas algún día le de otra oportunidad). En general opino como uds, resaltaron mucho de lo positivo que tenían en la 1er temporada, con un espíritu muy South Park. Si hay tramas que se me hacen densas, como las del Aquaman o el flirteo del pibe y Stargirl, pero son pocas cosas. Queremos más Gustavo Fring (y que siga haciendo toda su vida el mismo papel en todos lados, no jodan)!!
Quizás me gustó un pelín más la primera temporada, pero también contaba con el factor sorpresa. Vamos, que la he vuelto a gozar con la segunda temporada. La adaptación superheróica que mejor representa el espíritu de Miracleman y Marshall Law, que en el siglo XXI han seguido desarrollando autores como Ennis, Ellis, Milligan, Millar o Straczynski.
Limplighter??
«Butcher, Baker, Candlestic Maker» por favor.
Uno de los mejores títulos de episodios de la serie, q los tiene memorables.
Farolero, recordemos.
Esta segunda me ha parecido una temporada bastante errática, la verdad. Tiene un par de buenos capítulos al principio, luego se desinfla bastante y recupera ritmo al final, aunque hay situaciones y arcos de personaje bastante desdibujados.
Aún con todo, ganas de ver qué ofrecen en la tercera.