En el pasado año 2019 la plataforma de streaming Amazon Prime Video consiguió su mayor éxito con The Boys, la primera temporada de la serie basada en el cómic homónimo escrito por el irlandés Garth Ennis, dibujado por el estadounidense Darick Robertson y editado primero por Wildstorm y posteriormente por Dynamite Entertainment cuando en el sello creado por Jim Lee en los primeros años Image Comics no vieron con buenos ojos la visión tan brutalmente negativa que daban de los superhéroes. Con Eric Kripke (Sobrenatural) Seth Rogen y Evan Goldberg (Preacher) como showrunners del proyecto The Boys enamoró a aquellos que cayeron rendidos ante una nueva perspectiva sobre el subgénero superheróico que convertía a estos en los villanos y a un equipo de humanos, comandado por Billy Butcher, en los protagonistas que deberán detenerlos. Una producción holgada, una aproximación más suavizada al cómic que respetaba la esencia del mismo y un excelente reparto formado por Karl Urban, Jack Quaid, Laz Alonso, Tomer Kapon, Karen Fukuhara, Elisabeth Shue o Jennifer Esposito en el que destacaba sobremanera Antony Starr dando vida a Homelander hicieron de los primeros ocho episodios de The Boys una gozada repleta de violencia y humor negro. El pasado día 4 de septiembre se estrenaron los tres primeros episodios de la esperadísima segunda temporada y para darnos sus primeras impresiones sobre ellos tenemos a nuestros compañeros Samuel Secades, Sergio Fernández Atienza, Jord T. Pardo y Juan Luis Daza, que ya han podido disfrutarlos.
Tengo que reconocer que, hace poco más de un año, me acerqué con cierta suspicacia al estreno de la primera temporada de The Boys. Qué digo suspicacia, abierta desconfianza, para qué engañarnos; y es que cuando uno escucha eso de “adaptación del aclamado cómic” suele significar que va a haber unas mil maneras diferentes de fastidiar el material original, y lo hemos visto demasiadas veces como para no levantar la ceja cuando se intenta dar el salto de las páginas del cómic a la televisión o el cine: lo hemos comprobado con la irregular primera temporada de The Umbrella Academy (aunque parece haber remontado algo el vuelo en su segunda tanda de episodios) o con la absolutamente fallida adaptación de Locke & Key; y aunque también hemos tenido honrosas excepciones, como la colosal Watchmen de Damon Lindelof (si no habéis escuchado los podcast de ZN al respecto no sé a qué estáis esperando), parecía que The Boys iba a situarse en un espacio intermedio; y es que el material original era tan fresco y divertido que parecía prácticamente imposible que la serie resultante no fuera mínimamente entretenida, aunque todos entendiéramos que las cotas de irreverencia y brutalidad del cómic de Garth Ennis y Darick Robertson eran imposibles de ser llevadas literalmente a las pantallas, ni aunque HBO hubiera estado de por medio. Así que con Amazon haciéndose cargo de la producción y un guionista y director como Eric Kripke (Supernatural) haciendo las labores de showrunner, los más optimistas esperaban al menos una serie correcta que cumpliera su papel de ofrecernos el reverso oscuro de los superhéroes tras más de una década de saturación del género. El resultado, para sorpresa y alegría de todos, fue una serie con muchísimas ganas de cachondeo, que no escatimaba bilis ni vísceras a la hora de ser provocadora y salvaje pero que a la vez tenía ganas de librarse de las imposibles cadenas que la ataban al cómic original para intentar contar su propia versión de la historia y los personajes. Y con el Patriota. Sobre todo, con el Patriota.
Es verdad que el personaje interpretado por Antony Starr casi eclipsaba al resto del fantástico reparto encabezado por Karl Urban, con ese reverso psicópata y traumado de Superman que ponía los pelos de punta en cada una de sus apariciones; pero gracias al talento de Kripke y compañía, la serie nos dejaba otras interesantes pinceladas aquí y allá como la fragilidad y vis cómica del Hughie de Jack Quaid o ese gran descubrimiento que fue el Profundo de Chace Crawford, frustrado rescatador de delfines y acomplejado por sus habilidades acuáticas en forma de branquias. Y vaya si de cara a esta segunda temporada sus responsables han tomado notas sobre las fortalezas de la serie, y es que han sido muy inteligentes al ofrecernos de golpe los tres primeros episodios, donde todos esos vértices que hacían grande a la primera temporada han sido amplificados y, en dos casos muy particulares, desarrollados más allá de lo que esperaba de una serie como The Boys: y es que más allá de continuar la trama de la esposa del Carnicero, el hijo del Patriota o las luchas contra Vought o el Compuesto V, estos tres primeros capítulos han dejado claro que The Boys aspira a tener tanto corazón como vísceras y no tiene miedo a dar arriesgados pasos argumentales ni de arrastrar por el fango (o las entrañas de una ballena) a sus personajes para conseguirlo; una vez desterrados los parecidos con los personajes del cómic, el reparto ya puede volar libre para dar amor a sus propios personajes, y ahí tenemos a Frenchie queriendo aprender lenguaje de signos para comunicarse con Kimiko, a la propia Kimiko haciendo de hermana mayor o a ese Leche Materna construyendo una casa de muñecas con sus camisetas de hip-hop (Wu-Tang Clan, BDP y Public Enemy en los tres primeros episodios, deseando ver con qué nos sorprende en los siguientes). El reparto en general ha sido todo un acierto y parece estar pasándoselo bomba, como así lo ratifican sus apariciones en convenciones como ésta, el día después de la grabación de la persecución en lancha del tercer episodio y que no tiene desperdicio (ojo al humor de Antony Starr y su sencillo método para interpretar a Homelander: ser él mismo).
Y luego está Hughie. Hughie, que ha comenzado la temporada escuchando tristes playlists ochenteras (Kripke ha reconocido que, a la hora de elegir canciones, su equipo conoce sus gustos y no le plantea ninguna que haya sido grabada después de 1983); Hughie, que está hundido como lo estaría cualquier ser humano sin superpoderes al que han arrancado a su novia literalmente de sus brazos y que va perdiendo poco a poco cualquier contacto con su propia humanidad. Hughie, que quiere ser Harry Potter o la chica aquella de Los Juegos del Hambre pero, tal y como le recuerda Leche Materna, ni tiene los planes de Hannibal en El Equipo A ni un loro como John Cusack para reconquistar al amor perdido. Ese Hughie deprimido, tocando fondo, que escucha aquella canción de Billy Joel en la que ayudaba a un joven suicida diciéndole que sólo eres humano y que, caramba, claro que tienes permiso para cometer tu ración de errores. Hughie se está convirtiendo al ritmo de Billy Joel en el corazón de The Boys arrastrando al propio grupo con él, y se está convirtiendo en mejor antagonista de Los Siete que El Carnicero (genial el contrapunto de presentarlo aún más miserable, insensible y egoísta que en la temporada pasada) o ese Giancarlo Esposito haciendo de nuevo de Giancarlo Esposito en Breaking Bad y Better Call Saul. Tengo que reconocerlo, estoy aquí por las peleas con bebés que disparan lásers, por las decapitaciones gratuitas al ritmo de los Rolling Stones y por las coñas con Hans Zimmer, La Liga de la Justicia y los lanzadores de flechas con flechas limitadas. Pero me quedo por ese renovado amor por sus personajes del que hablábamos más arriba, como el de Profundo cantándose a sí mismo You are so beautiful de Joe Cocker a dúo con las hendiduras de su abdomen. Después de todo, los auténticos protagonistas de The Boys son sólo humanos como cantaba Billy Joel, con todas las miserias que eso conlleva y por mucho Compuesto V que corra por sus venas. Menuda temporada nos espera.
Con permiso de Watchmen, The Boys fue la serie más querida en la redacción el pasado año. A rebufo del cómic creado por Garth Ennis y Darick Robertson, este producto de Amazon Prime Video mantiene intacto el espíritu de las viñetas, pero ha sabido adaptarlo a los códigos televisivos sin que ello suponga perder un ápice de brutalidad. La segunda temporada de
Incluso quienes disfrutábamos con Banshee, no podíamos augurar las cotas interpretativas que alcanzaría Antony Starr metiéndose en la piel de Homelander (El Patriota), ese lobo con piel de cordero. Un personaje con muy mala leche (de lo que se mama, se cría) que funciona a modo de arma de destrucción masiva como consecuencia de su ilimitado poder y desequilibrada personalidad. En estos tres primeros episodios hemos visto como, a su particular manera, trata de ejercer de padre con el niño que tuvo con Becca (¡Ay! ese maravilloso cliffhanger de final de temporada). Recordando al Punk Rock Jesus de Sean Murphy, Ryan vive aislado del resto del mundo y la mala influencia de El Patriota en su educación puede acercarle al lado oscuro. No descartemos, pues, que en un futuro nos encontremos ante otro caso Brightburn (El hijo).
En su particular juego de volarnos la cabeza (literal y metafóricamente) The Boys impacta con unos fatalities que ya los quisiera para sí el videojuego Mortal Kombat. Aunque en ocasiones se le pueda ver las costuras, lo cierto es que no pocas veces olvidaremos estar viendo un producto concebido para la pequeña pantalla. La espectacularidad está a la orden del día y la acción luce maravillosamente (como en esa persecución en la que veremos como un edificio va reventándose poco a poco).
Sabíamos que íbamos a echar de menos a la compleja Madelyn Stilwell, interpretada notablemente por Elisabeth Shue. Sin embargo, cada vez que Giancarlo Esposito aparece en pantalla, caemos rendidos a sus pies. Better call Saul, The Mandalorian… el actor nacido en Copenhague se encuentra en el momento más dulce de su carrera y lo cierto es que su Stan Edgar tiene no pocas similitudes con el célebre Gus Fring del universo Breaking Bad. Cuando pensábamos que El Patriota era el principal activo de Vought, es el propio Edgar quien revela que ese puesto honorífico lo ostenta el compuesto V… como buena empresa farmaceútica que es. The Boys no da puntada sin hilo y aprovecha para realizar una ácida crítica hacia los diferentes estamentos que gobiernan el corrupto sistema capitalista. Además, la llegada de un nuevo fichaje para Los Siete pone en relevancia temas tan de actualidad como las redes sociales y los influencers. Echábamos de menos más superhéroes (en el cómic de Ennis los tenemos a granel) y Aya Cash (El lobo de Wall Street) con su Stormfront echa la puerta abajo con un personaje cargado de ambigüedad que se postula como principal candidata a relevar en el trono al inestable Homelander.
Cuatro párrafos y todavía no he hablado de Billy Butcher. Más o menos lo mismo que tarda él en aparecer en escena en la segunda temporada. Carnicero es pura fuerza fruta y está desesperado por reencontrarse con Becca, así que hará todo lo necesario para conseguirlo. Esa actitud tan maquiavélica generará constantes roces con el resto del grupo, especialmente con Hughie a quien la situación le está empezando a superar a marchas forzadas. Tanto Karl Urban como Jack Quaid vuelven a confirmar el gran acierto que supuso su contratación para ambos papeles. Hablando de Hughie, su relación con Annie (Erin Moriarty) se ha reducido meramente al plano colaboracionista y aquellos enamorados se encuentran en fase Pimpinela. Por su parte, el personaje de Kimiko (La Hembra en el cómic) sigue estando mucho mejor tratado en la serie televisiva humanizándola por completo. La sexualización de la mujer, el machismo y el racismo son otros aspectos puestos en el radar para lanzar críticas nada veladas.
En definitiva, la segunda temporada de The Boys sigue resultando refrescante, pese a haber perdido el factor sorpresa; desmarcándose, en parte, del argumento original. Nos encontramos ante una serie gamberra y macarra pero también transgresora que toca diversos palos para demostrar que no es oro todo lo que reluce. En estos primeros tres capítulos hemos tenido secuencias muy impactantes, cargadas de humor negro que han provocado sonoras carcajadas aunque los amantes de los cetáceos no opinen lo mismo. El Profundo tocó fondo para convertirse en una parodia de Aquaman. Delicioso. El nuevo escenario que se nos plantea es, cuando menos, atractivo. La partida de ajedrez entre la corporación Vought y The Boys no ha hecho más que comenzar. En la era de lo políticamente correcto, disfrutemos de esta serie sin complejos. No es salvar al mundo, es salvar América.
Después de más de un año des espera ya Amazon Prime Video ha puesto a disposición de sus suscritpores los tres primeros episodios de una de sus mayores éxitos del pasado año, The Boys, la serie basada en el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson publicado, casi en su totalidad, por la editorial independiente Dynamite Entertainment. Eric Kripke, y de manera algo más distanciada Seth Rogen y Evan Goldberg, vuelven a encargarse de la serie y al reparto formado por Karl Urban, Jack Quaid, Laz Alonso, Tomer Kapon, Karen Fukuhara, Antony Starr, Erin Moriarty o Dominique McElligott se suman Giancarlo Esposito como Stan Edgar o Aya Cash como una versión femenina de Stormfront que, inicialmente, no parece tener nada que ver con su contrapartida en viñetas. Los tres primeros episodios están dirigidos por Philip Sgriccia, Liz Friedlander y Steve Boyum respectivamente y de los guiones se encarga el mismo Eric Kirpke con la ayuda de Rebecca Sonnenshine y Craig Rosenberg en el segundo y tercero.
Un servidor no es muy amigo de valorar un producto que no he visto en su totalidad, por eso no me habréis visto en muchas entradas de «Primeras Impresiones» dedicadas sólo a los primeros episodios de una serie o sus distintas temporadas, pero con un proyecto como The Boys, que posee un tono tan marcado, con estas tres primeras entregas podemos hacernos una idea de por dónde van a transitar las distintas tramas de la ficción de Amazon Prime Video. Vaya por delante que esta segunda temporada se aleja todavía más de la cronología de los cómics de Garth Ennis y Darik Robertson, manteniendo su esencia aplicada a los tiempos actuales, pero eligiendo de las viñetas sólo lo que a Eric Kirpke y sus colaboradores interesa, siempre siendo respetuosos y no cayendo en la desfachatez de Seth Rogen y Evan Goldberg con Preacher, que como hace poco recordé en Zona Negativa acabó como empezó, obviando y mirando por encima del hombre al icónico cómic homónimo publicado durante los mejores años del sello Vertigo.
Desde la primera escena del primer episodio, The Big Ride, los responsables de The Boys confirman que no se amilanan ante algunas de las quejas que recibió la primera temporada por su violencia explícita con dos secuencias narradas en paralelo en las que se abrazan dos de las señas de identidad de la serie que también vertebraban el cómic. La violencia desmedida de la que hacen uso unos supuestos superhéroes corruptos y por otro todo el descomunal corporativismo que los respalda convirtiendo a dementes en estrellas del rock, o como en el caso que nos ocupa «éxitos virales». El mundo influencer está presente en los primeros compases de esta temporada gracias a la feliz incorporación de Aya Cash como Stormfront, una superhéroe activa en una redes sociales con millones de seguidores viendo con avidez sus andanzas. Aunque sólo la vemos protagonizar unas pocas escenas podemos afirmar que esta versión del personaje creado por Ennis y Robertson va a depararnos más de una sorpresa, sobre todo después de ver su poco ortodoxo modus operandi a la hora de ejercer su oficio.
El descubrimiento por parte de the Boys de la relación sentimental entre Hughie y Starlight marcará parte del desarrollo de la temporada, al igual que el encuentro de Billy Butcher con su esposa e hijo en presencia de Homelander. Los protagonistas cada vez se ven más sobrepasados por la fuerza sobrenatural de los superhéroes y en ese sentido posiblemente Eric Kirpke y los suyos estén allanando el terreno para que por fin the Boys se inyecten el compuesto V para estar en igualdad de condiciones con los empijamados, tal y como sucedía en el cómic desde sus primeros números. Por otro lado la aparición de Kenji Miyashiro, el hermano de the Female, y los hechos con él relacionados también marcarán la personalidad del rol interpretado por Karen Fukuhara y hacia donde se encaminarán sus próximas acciones con respecto a the Seven. El regreso de Billy Butcher pone de nuevo en marcha al equipo, pero crea una inestabilidad con Hughie que no tardará mucho en resolverse.
En estos tres episodios una vez más queda claro que la estrella de The Boys sigue siendo el Homelander de un inmenso Antony Starr. Esta envenenada amalgama entre Superman y el Capitán América sigue su escalada de carisma, maldad y violencia psicológica con el prójimo sin, en apariencia, nadie del reparto que pueda eclipsar al actor de Banshee. Hasta que se cruza en su camino el Stan Edgar de esa bestia interpretativa llamada Giancarlo Esposito que mediante la contención, la mirada y el lenguaje corporal pone contra las cuerdas a Starr en un breve, pero memorable, tour de force interpretativo que se revela para un servidor como el mejor momento de estos tres primeros episodios de la segunda temporada. Mientras la trama de Homelander por convertir a su hijo transmite tanta incomodidad como lacerante humor negro, la de the Deep se antoja más torpe y redundante en el intento de los guionistas por ridiculizar su personalidad creando un paralelismo con la injusta burla de la que suele ser víctima el personaje en el que se inspira, el Aquaman de DC Comics.
Aunque tiene algunos momentos potentes, añade personajes de nuevo cuño potencialmente interesantes y mantiene el tono irreverente, alocado y desprejuiciado de la magnífica primera temporada, para el que suscribe no ha sido un arranque de temporada demasiado espectacular, aunque también es cierto que las semillas plantadas por Eric Kripke y compañía apuntan a florecer pronto y con bastante robustez. Lo mejor que se puede decir es lo que anteriormente apuntado, que aun alejándose cada vez más del cómic sigue siendo un buen reflejo del mensaje que Ennis y Robertson expusieron en él y, sobre todo, que estas tres entregas no sólo saben a poco, sino que dejan con ganas de mucho más. Desde el 11 de septiembre hasta el 9 de octubre Amazon Prime Video irá subiendo a su plataforma los cinco restantes episodios de la esta segunda temporada y de ellos os hablaremos en Zona Negativa junto al cómic original que un servidor seguirá reseñando como el año pasado hice en vísperas del estreno de la primera.
La primera temporada de The Boys fue una (des)agradable sorpresa para una buena parte de espectadores y aficionados. La producción de Amazon Prime desarrollada por Eric Kripke, Evan Goldberg y Seth Rogen, se convirtió en una de esas escasas y honrosas -casi imposibles- excepciones en el campo de las adaptaciones de cómic a la pequeña pantalla capaces de captar el espíritu de la obra de la que parten sin necesidad de ser una réplica exacta de la misma. Hemos de romper con la creencia -si Marvel Studios no lo ha hecho ya- de que una buen adaptación es aquella que fotocopia el material original. No olvidemos propuestas como El cuervo, Scott Pilgrim contra el mundo, Rompenieves, Oldboy y Una historia de violencia, historias que Alex Proyas, Edgar Wright, Bong Joon-ho, Park Chan-wook y David Cronenberg, supieron interiorizar y hacer suyas introduciendo en su interpretación elementos y matices complementarios a los de sus autores expresaron en las viñetas. La adaptación de The Boys hizo esto en su primera temporada y va camino de repetirlo en su segunda tanda de capítulos de los que ya hemos podido ver los tres primeros.
The Boys es un producto que llega en el momento adecuado, cuando hasta los aficionados empezamos a estar un poco hastiados de la superpoblación de películas y series de superhéroes que hemos visto en los últimos tiempos (con la excepción de este pandémico año). La serie se apropia de esa desidia y de la mala baba que destila el cómic original de Garth Ennis y Darick Robertson. Ciertamente, a nivel de guion, la producción sigue su propio camino y el amplio universo retratado en el cómic está aquí mucho más acotado. Esto, en otros casos podría verse como un defecto, pero en este caso resulta todo un acierto porque permite a la historia centrarse en diversos temas y profundizar en algunos de sus personajes principales. Si The Boys era una crítica apenas velada a la industria del cómic estadounidense y, concretamente, a la prácticas editoriales de Marvel y DC Comics en sus publicaciones, la serie de Amazon Prime carga contra medios de comunicación, el poder de las megacorporaciones, la banalización de las aspiraciones sociales y la cultura de Instagram y Twitter.
The Boys es más inteligente de lo que podríamos pensar a primera vista y también es mucho más gamberra de lo esperado. Está claro que no tiene las dosis de violencia, sexo y cinismo de la obra original, pero sigue teniendo muchos momentos realmente potentes, sórdidos y repulsivos capaces de afearnos el gesto en su visionado. La cantidad de hemoglobina liberada en pantalla no es tan importante como el hecho que cuando lo hace sigue teniendo ese aire desmitificador e inhumano de la obra de Ennis y Robertson. Esta cuestión se mantiene en estos primeros tres nuevos capítulos de la segunda temporada, unos capítulos que pese a su larga duración se digieren de forma rápida y con devoción. Se echa de menos que se hayan perdido algunas cosas respecto al cómic, sobre todo lo que tiene con la evolución de sus personajes y algunos de sus míticos giros, pero no saber hacia dónde nos dirigimos vuelve a ser estimulante al volver sobre esta historia.
Hay que reconocer que la serie funciona porque su reparto principal, muy apegado en este caso a sus congéneres de las viñetas tanto en su físico como -salvo algún caso concreto- en su psicología. El grupo principal de The Boys formado en el cómic por El Carnicero, Leche Materna, El Francés, La hembra y Hughie, están retratados a la perfección en sus líneas más básicas. Nos recuerdan a sus contrapartidas de papel y el formato televisivo permite desarrollar su historia sin caer en el esperpento. En alguno casos, hay que reconocerlo, el tratamiento de personajes no llega a poder competir con esa magia tan propia que Ennis atesora en sus historias donde es capaz de tocarnos la fibra sensible de manera única, entre ingentes cantidades de palabrotas y miembros amputados. No obstante, no podemos imaginar mejor Billy Butcher que el que retrata Karl Urban (Dredd) en la serie, y lo mismo podemos decir de Karen Fukuhara (Escuadrón Suicida), Tomer Kapon (Hostages), Laz Alonso (Detroit) y Jack Quaid (Los juegos del hambre) en sus respectivos papeles.
Pero si hemos de destacar en el reparto de The Boys a uno de esos miembros ese es Antony Starr (Banshee) y su modélica encarnación de Patriota. No es exagerado decir que sin su presencia la serie no sería lo mismo y perdería gran parte de su aliciente. Starr hace suyo al personaje y lejos de regalarnos una interpretación cumplidora, le añade un fascinante registro psicótico que le hace brillar en las escenas de acción, pero todavía más en las de corte más íntimo en las que vemos a un delicioso ser arrogante, sádico y despiadado incapaz de conectar con su humanidad. Es el personaje vital para entender la motivación de una propuesta como The Boys y sus responsables han sabido comprenderlo a la perfección. En esta segunda temporada cabe destacar la incorporación del siempre magnético Giancarlo Esposito (Breaking Bad) como Stan Edgar -CEO de Vought International- y Aya Cash (El lobo de Wall Street) que interpreta a Stormfront, una nueva heroína contestaria y descreída que nos depara más de una sorpresa.
En definitiva, las buenas vibraciones siguen con esta serie que esperemos que vaya ampliando su universo durante esta segunda temporada y siga con el tono que Eric Kripke y compañía han sabido darle a la producción. No podemos decir que sea la mejor adaptación posible de The Boys pero si aceptamos que el cómic -por muy entretenido que sea- tampoco es la mejor obra de Garth Ennis, la propuesta de Amazon logra captar la esencia llena de bilis del cómic original para refinarla con bastante profesionalidad. No es la adaptación que a muchos les gustaría, pero es la que puede funcionar en la pequeña pantalla. ¿No esperaría nadie ver en una serie de este corte pasajes tan bestiales y depravados del cómic original como los que narran Ennis y Robertson en Herogasm? No parece muy viable, ¿no?
El capitulo 3 es una maravilla de principio a fin.
Lo de Anthony Starr es increible. El tío se marca una interpretación cojonuda, con cada mueca, gesto o sonrisa que pone y que no sabes por donde te va a salir o como va a reaccionar. Si junto a Karl Urban ya era lo mejor del reparto, en esta nueva temporada nos promete nuevos y mejores momentos.
Con esta serie tengo un problema: no puedo quitarme de encima la sensación de que sus responsables televisivos se creen más listos que los creadores del cómic y que pueden hacer cualquier cambio justificando que es necesario para llevarlo a la pequeña pantalla.
Entiendo que las dosis de sexo y violencia del cómic no se pueden trasladar a un producto que busca un público más amplio, y además no son la clave de la serie, pero hay cambios que parecen insignificantes pero tienen mayor calado de lo que parece. Uno de ellos es la relación del quinteto protagonista con la CIA. En el cómic ellos son un grupo sancionado por el gobierno y aunque sus métodos sean moralmente discutibles actúan por un cierto interés nacional. En cambio en la serie van por libre y actúan por intereses propios y sin ningún tipo de amparo. Yo creo que en esto tiene que ver el origen de sus responsables (británico/irlandés uno y americanos/canadienses los otros) y las concepciones morales de cada sociedad. Mientras que Ennis plantea un enfrentamiento entre el poder legítimo (gubernamental) y el poder sin control (las corporaciones), en la serie se plantea más como el individuo (the boys) contra el establishment (Vought).
Por otro lado, uno de los cambios positivos ha sido la inclusión de temas sociales de actualidad. Si en la primera temporada en #MeToo estaba bien presente en la trama de Starlight y The Deep, en esta no me extrañaría que aflorara el Black Lives Matter relacionado con Storm Front (en la ya célebre escena del edificio todas las víctimas son afroamericanos) ya que no podemos olvidar que el personaje que se basa del cómic es un supremacista blanco.
Y un último cambio que ya es más de gusto propio: me fastidia el cambio del origen de los personajes The Female y Mother Milk, dos de las gamberradas más divertidas del cómic y que no podremos disfrutar en la serie televisiva
«Uno de ellos es la relación del quinteto protagonista con la CIA. En el cómic ellos son un grupo sancionado por el gobierno y aunque sus métodos sean moralmente discutibles actúan por un cierto interés nacional. En cambio en la serie van por libre y actúan por intereses propios y sin ningún tipo de amparo.»
Yo creo que esto es así de momento porque en algunos aspectos están planteando la historia como una precuela. Ya en estos capítulos se ve una mayor relación con la CIA y, seguramente, ese será un camino en el que irán profundizando. Igual que el hecho que de momento solo La hembra tenga superpoderes. A mí lo que me parece una pena es que la serie -al menos por ahora- este solo centrada en la confrontación con Los Siete, porque en el cómic tienes esa gran variedad de personajes y grupos a los que se enfrentan los protagonistas.
Esa sensación de precuela también la he tenido en algunos momentos. Rogen y Goldberg ya hicieron algo parecido con Preacher, no?
El universo superheroico en el cómic era mucho más amplio y Ennis lo utilizaba muy bien tanto argumentalmente (primero van a por los grupos menos conocidos para intentar llegar hasta los intocables 7) como en su crítica al cómic superheroico USA. Recuerdo el arco argumental donde se enfrentaban a un remedo de los mutantes Marvel, con todos sus grupos, la escuela y todo eso y era brillante. En la serie se limitan a algunas menciones esporádicas y personajes sin mucho peso de momento (Eagle)
Es que la serie es bastante superior que el cómic, el cual ha envejecido regular.
Recuerdo de cada trama que, a día de hoy, da vergüenza ajena (como por ejemplo, la del «Batman» que tenía el impulso de follarse a todo lo que se le ponía por delante, y lo mandan a que se folle un asteroide. Sin comentarios…)
Que sí, que Ennis mola y sus macarradas hacen gracia, pero a veces se pasa jajaja
No he leído el cómic, pero la temporada pasada me pareció la mejor serie del año. Vistos estos 3 primeros capítulos, todo apunta a que esta segunda temporada será lo mejor (o de lo mejor) de este 2020. A tope con la serie.
En líneas generales a mí la serie me parece muy superior al comic. Por un lado los showrunners desarrollan mucho mejor a la mayoría de personajes. Los 7, por ejemplo, son en su práctica totalidad personajes basante planos, y solo Homelander y la Reina Maeve adquiren algo de personalidad a partir del arco argumental de «Preparación y planificación». Ennis, en mi opinión, abusa en exceso de la paroría gamberra y acaba cansando (los arcos argumentales dedicados a los G-men y el del Herogasm). La serie dibuja mejor algunos personajes (Maeve, Profundo) aunque lo haga introduciendo elementos dramáticos (el lesbianismo de Maeve) o paródicos (la conversión pseudo-religiosa de Profundo) ajenos al comic, mientras que Homelander (impresionante Antony Starr) resulta mucho más inquietante en la serie desde el inicio (en el comic, no es hasta que vemos sus polémicas fotos o su conversación hasta frente al espejo, muy avanzado el cómic, que tenemos clara la verdadera dimensión de su psicopatía). La mayoría de macarradas de Ennis en el comic resultan ridículas y acaban aburriendo cuando se convierten en un recurso abusivo. También hay otros pasajes (toda la trama de Hugie de vuelta a Escocia para visitar a sus padres) que resultan prescincibles, pese a que reconozco en en ellos nos encontramos con un Ennis que hace un certero retrato de personajes. En la serie, por contra, con encontramos un (para mi gusto) agradecido esfuerzo por humanizar a los personajes (incluidos los «villanos») y se introducen tramas francamente interesantes que no estaban presentes en el comic: el hijo de Homelander, que añade una nueva dimensión al personaje; los esfuerzos de este último por ser «amado» por sus fans; la relación de Maeve y su novia o de la Hembra y su hermano; el interesantísimo personaje de Stormfrom, mucho más complejo y a la vez más divertido que su contrapartida del cómic….
Y aún está por ver cómo desarrollarán el personaje del Farolero (interpretado por Shawn Asmore) en esta temporada y Soldier Boy (Jessen Ackless) en la tercera.
Totalmente de acuerdo. Tramas nuevas aburridas, en un mundo donde solo existen los 7 y todos tienen que darte pena porque todos tienen algún tipo de trauma o tara para que tengamos que aceptar su comportamiento. Yo no concibo que alguien que haya leído y disfrutado del cómic diga que la serie es mejor, cuando está, es cobarde y ni siquiera se acerca al nivel y cantidad de brutalidad, sexo y momentos en los que te descojonas de la risa. Tampoco entiendo estos cambios en las tramas con Becky viva, ¿que sentido tiene ahora el giro de negro oscuro?, y suprimir a personajes clave como a la Leyenda.