El 2017 ha sido indudablemente el año de Twin Peaks. Después de poco más de un cuarto de siglo, el que auguró Laura Palmer en el último episodio de la serie original para su regreso, David Lynch y Mark Frost confirmaban el regreso de la mítica serie protagonizada por el Agente Especial Dale Cooper con una nueva temporada impulsada por la cadena de televisión por cable Showtime y contando con prácticamente todo el reparto clásico al que se sumaban interesantes nuevas incorporaciones como Tim Roth, Jennifer Jason Leigh, Robert Forster, Naomi Watts o Laura Dern. El 22 de mayo de 2017 salimos de dudas con el debut del show y lo que pudimos ver a partir de ese día fue algo que ni los fans más acérrimos de la creación de los autores de On the Air podían esperar con respecto a esta Twin Peaks:The Return nacida en pleno siglo XXI. Mientras hacemos tiempo para que nuestro compañero Juan Luis Daza nos ofrezca la tercera entrega de su especial Twin Peaks: Atravesando la Oscuridad del Futuro Pasado en el que desentrañará, en la medida de lo posible, con más profundidad toda la simbología y subtexto de esta tercera temporada hoy nuestros redactores Sergio Fernández, Raúl Gutiérrez, Giovanni Casella, Gustavo Higuero y Sergio Robla darán su opinión de Twin Peaks: The Return después de unos necesarios meses para digerir la nada simplista propuesta ofrecida por David Lynch y Mark Frost. Como es lógico hay disparidad de opiniones con respecto al proyecto y a continuación cada uno de nuestros colaboradores ofrecerá sus impresiones sobre el mismo y añadirá a modo de completamente cuáles han sido sus mejores y peores momentos, personajes y actuaciones musicales en el Road House para dar una visión lo más amplia posible a la hora de valorar uno de los acontecimientos televisivos más importantes y celebrados de los últimos tiempos.
Ese chicle que tanto me gustaba se volvió a poner de moda y, sin embargo, su sabor era diferente. Lo tenía complicado David Lynch para volver a deleitarnos con la vuelta de Twin Peaks. Para la engañada mente humana, cualquier tiempo pasado fue mejor y el producto que creara el genio de Montana junto a Mark Frost a comienzos de los 90 había sido elevado a los altares como Génesis de las series de televisión tal y como las conocemos hoy en día. Pero habían pasado 27 largos años, y en los tiempos actuales de Netflix, HBO, sagas y franquicias era difícil hacerse destacar. Sin ir más lejos, la vuelta de Expediente X (hija legítima del Twin Peaks original) al formato doméstico no ha acabado de funcionar al ser esclava de su tiempo. La edad de oro de las series actuales requiere productos modernos que se adapten a los selectivos espectadores.
Hablaba hace unos meses sobre las primeras impresiones que me había dejado la primera parte de la nueva temporada y señalaba a Lynch como prestidigitador. Si el mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía, el mayor truco del director de Eraserhead fue crear una obra atemporal que se elevara sobre el resto de las series televisivas.
En cuanto al reparto, Kyle MacLachlan no ha podido estar más soberbio en sus distintas interpretaciones. Dougie representa la pureza y candidez que hay en el mundo. A pesar de que a algunos les haya podido parecer una tomadura de pelo de personaje, Lynch se toma su tiempo para hacernos ver la luz en medio de la oscuridad. Un alivio necesario para contrarrestar al Bad Coop y su pléyade de leñadores chamuscados. Ante la imposibilidad de contar con el fallecido Frank Silva para el papel de Bob, Lynch se reinventa de nuevo sin la necesidad de eliminar al espíritu malvado. Bob está presente en todo momento (la escena en la que el reflejo de Bad Coop en el espejo se va distorsionando mezclándose con la entidad que lo posee es sencillamente magistral) e incluso somos testigos de su nacimiento, así como de la elección de Laura Palmer para neutralizarle. En la recta final de la serie tenemos el esperadísimo regreso del Agente Especial Dale Cooper y, a pesar de que su vuelta es mucho más breve de lo que podríamos haber deseado en un primer momento, es un gusto ver como MacLachlan sigue bordando a uno de los personajes más queridos de la historia de la televisión.
Siguiendo con los protagonistas de la cinta quisiera subrayar tres nombres. El réquiem de Catherine Coulson, quien grabó ya muy enferma sus escenas como Lady Leño y cuyas conversaciones por teléfono con Hawk resultaron absolutamente sobrecogedoras. Por otra parte, el mimo con el que se ha conseguido resucitar el espíritu de David Bowie como Jeffries o Don S. Davis como el Major Garland Briggs ha sido tal que no sólo han tenido una relevancia capital en la trama sino que hemos podido notar su presencia a pesar de que ya nos hubieran dejado. Si en la serie de comienzos de los 90 nos dejaron ver la punta del iceberg en cuanto a la mitología paranormal del producto, en este Twin Peaks: The Return Lynch toma todos los elementos recopilados por Frost y los expande sin ataduras; convirtiéndose, sin duda, en un producto que volveremos a ver una y otra vez… descubriendo detalles que seguro hemos pasado por alto en nuestro estado de vigilia.
Lo importante en Twin Peaks: The Return, más allá del enigmático desenlace que nos muestra a un Cooper desorientado sin saber muy bien en qué realidad y en qué año se encuentra, ha sido el viaje. Un viaje que se expande por lugares donde no hay abetos Douglas como Nueva York, un viaje donde las imágenes son en blanco y negro como en Nuevo México, un viaje en el que a veces el tedio se apodera de él para segundos más tardes hacer un triple mortal y dejarnos con la mandíbula desencajada. Decía el gran Calderón de la Barca aquello de “…y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.” No se trata así pues ni de comprender ni de diseccionar lo que nos quieren decir. Se trata de disfrutar de una experiencia irrepetible, entrando dentro de la cabeza del soñador dejando que todas las sensaciones que este generó nos invadan por completo. Puede acabar aquí y ahora Twin Peaks, pero si el bueno de Lynch y su colega Frost deciden seguir ampliando el mayor mundo onírico jamás creado, pido encarecidamente que me creen un tulpa para dejar en el trabajo, y así poder escapar con ellos más allá de toda lógica y razón.
Mejor momento de la temporada Toda la travesía sin principio ni final del Agente Cooper a lo largo de los 18 episodios. El capítulo 8 al completo como génesis de la franquicia. Las dos últimas horas de la serie son, sencillamente, perfectas.
Peor momento de la temporada La vuelta de Audrey Horne, que se hizo esperar, me resultó irritante más que desconcertante. De todos los personajes de la serie original es el que mas he sentido su pérdida de carisma.
Mejor Personaje The Log Lady. Impresionante el trabajo de Catherine Coulson dando lo último que le quedaba al personaje más puro, enigmático y conmovedor de toda la serie.
Peor Personaje Tammy Preston, no por mal escrito sino por pésimamente interpretado. Cada vez que salía Chrysta Bell en pantalla, me sacaba a mí del visionado.
Mejor actuación en el Roadhouse Shadow de Chromatics, recoge el legado de Cruise casi 30 años después creando un halo etéreo que encaja como un guante (verde) en el universo onírico.
Peor actuación en el Roadhouse La versión mutilada de Julee Cruise, The World Spins. Una artista que le ha dado tanto a Twin Peaks no merecía ser ninguneada de esa manera.
Love. Hate. Así rezaban los nudillos del reverendo Harry Powell, papel interpretado magistralmente por Robert Mitchum en la mítica La noche del cazador. También es lo que esta serie, y sobre todo esta temporada, genera: amor y odio. Mucho amor y mucho odio. Personalmente, me siento en un punto intermedio entre los que adoran Twin Peaks 2017 y los que la vilipendian. Me encanta Twin Peaks la original y considero que es una de las grandes series de la historia de la televisión. Tuvo altibajos, sí, de sobra conocidos por todos por la errónea fuga de David Lynch y Mark Frost, pero regresaron a tiempo para retomar el control. Pese a todo, tiene un lugar de honor en el Olimpo catódico.
Para empezar, esta tercera temporada era del todo innecesaria. Es la sensación que tenía antes de verla y es la sensación que mantengo después de su visionado íntegro. Soy partidario de dejar las cosas como están. Twin Peaks tuvo su momento, un gran momento que supuso un cataclismo en el panorama televisivo. Pero me surge la siguiente cuestión, ¿más allá del episodio octavo de esta temporada, ha habido tal terremoto en la actualidad? No, no lo creo.
La serie tiene algunos elementos interesantes que evitan que la defenestre por completo. Funciona muy bien como experiencia sensorial. La propuesta de Lynch y Frost apela a nuestras emociones, a nuestros sentidos y generan unas sensaciones interesantes y complejas. Sobre todo, la parte sonora (de la que Lynch ha sido parte activa) me parece de 10. El problema es que da la sensación de que Lynch le ha dedicado mucho más tiempo al sonido que al guion. Y éste es el gran fallo de Twin Peaks 2017, ya que parece más una videocreación que una serie de televisión. Cuando uno se da cuenta de que no está en el MoMA y sí en el salón de su casa viendo la televisión, es cuando uno es consciente de que quiere que el cuenten algo, lo que sea, pero algo. Y narrativamente hablando, Twin Peaks 2017 es un caos, un desastre. Todas las teorías de la conspiración que intentan descifrar el sentido de la serie, el final, bla, bla, bla… me provocan una enorme pereza. No me interesan absolutamente nada, y lo que es peor, me recuerdan a Cuarto Milenio. De esta manera, los más fieles y devotos seguidores de Lynch ponen a éste a la altura de Iker Jiménez. Imagino que sin querer.
No nos engañemos, Lynch sabe narrar. Ahí están El hombre elefante o Una historia verdadera, que son dos maravillas. Pero también Lynch ha hecho películas que pese a tener un gran componente sensorial, contaban una historia. Sirvan como ejemplo Carretera perdida y Mulholland Drive. Ambas un prodigio cinematográfico. En cambio, Twin Peaks tercera temporada tiene toneladas de paja con personajes y situaciones que no aportan nada, puro relleno para alcanzar la cifra de 18 episodios. La serie podría haber constado de 3 o 4 episodios y habríamos visto/vivido lo mismo, pero yendo al grano. Con un ritmo cuestionable, la serie funciona a ratos, dando tumbos.
El final de la original sí que me gustó, en cambio, aquí me pareció una tomadura de pelo. Pero ya no el final en sí, sino toda la parte final. En el momento en el que salió en escena el personaje de Judy, la serie dejó de tener mucho interés para mí. ¿Por qué? Porque Lynch en la piel de del personaje Gordon Cole lo saca a la luz de una forma muy torpe y tramposa. Toda esa explicación que le suelta a Albert sobre que le ha mentido a él, y por consiguiente al espectador durante todo este tiempo, deslegitima a Twin Peaks de ser una narración sincera, honesta y consciente. “¿Bob? Que va, era todo mentira, en realidad es Judy la que nos interesa”, algo así sería el resumen de un momento en el que sentí vergüenza ajena como espectador.
De la misma manera que la Twin Peaks original perdurará en mi recuerdo, esta tercera temporada la tenía ya casi olvidada. Sí, la he tenido que rescatar y recuperar en mi memoria para poder escribir mis impresiones de una serie que debió de correr mejor suerte.
Mejor momento de la temporada El sueño que tiene Gordon Cole (Lynch) con Monica Bellucci.
Peor momento de la temporada El pésimo intento de explicación y justificación de Cole ante Albert y los espectadores sobre Judy.
Mejor Personaje Dale Cooper (doppelgänger).
Peor Personaje Dougie Jones. No lo soporto.
Mejor actuación en el Roadhouse Chromatics con la canción Shadow. Maravillosa toda la escena.
Peor actuación en el Roadhouse Ninguna especialmente memorable en sentido negativo para ponerla aquí.
Y ocurrió. Twin Peaks volvía a nuestros hogares después de veintitantos años, y lo hacía en un mundo televisivo muy distinto a aquel que dejó, en el que el streaming se configura con la nueva manera de vender y comprar series, y en el que en general los guionistas y directores (sobre todo si como David Lynch tienen nombre y categoría) pueden hacer más o menos lo que quieran con sus productos sin verse obligados a pasar por incomprensibles y estúpidos aros.
Twin Peaks tercera temporada ha sido la gran despedida, jubilación y fiesta de cumpleaños particular de David Lynch, pues ha querido darnos a lo largo de dieciocho capítulos de una hora de duración una visión de todo lo que para él es el mundo audiovisual, usando un barco que ha sido Twin Peaks, pero que bien podría haber sido cualquier otro salido de la vasta imaginación de su autor.
Quizás sea por eso que la tercera temporada no es en absoluto Twin Peaks, y a la vez es más Twin Peaks que nada visto antes. Pero ¿cómo es eso posible?, pues como dijo un sabio al que le gustaba mucho analizar entresijos, vayamos por partes.
En primer lugar, la tercera temporada de Twin Peaks tiene como punto más destacable y positivo, el que no busca vivir de las rentas. No encontraremos aquí momentos nostálgicos o flasbacks que nos digan lo que ha pasado con nuestros personajes durante todos estos años, sino que descubriremos parte de eso, si la cámara pasa por el lugar adecuado y le da por contárnoslo. De hecho, son más las escenas en otras localizaciones que las que toman lugar en Twin Peaks, lo que ya de por sí hace que estemos ante un producto muy independiente y distinto a lo que vimos en sus dos temporadas precedentes.
Por otro lado, la habitación roja, que antaño era una especie de regalo o recompensa para los espectadores, que poco a poco se iban adentrando en la compleja cosmología de Twin Peaks, es ahora un recurso gastadísimo que vemos en casi todos los capítulos, y es que esta temporada no es apta para novatos. No hay aquí tiempo para explicar nada, ni para hacer “previouslys”, si no te enteras de lo que ves, revisiona lo anterior o pregunta al sabio internet.
No estamos ante una genealogía de un pueblo en la que cada uno de sus habitantes tiene algo que contar, como ocurría en el pasado, sino ante una trama general en la que Twin Peaks es un elemento más, tan importante como el resto, razones todas estas que hace que lo que estemos viendo se llame Twin Peaks como podría haberse llamado otra cosa completamente distinta.
Sin embargo, los conceptos con los que juega la temporada, ese enorme capítulo 8 en el que se nos descubren los verdaderos orígenes de Laura y Bob, la recuperación de Philip Jeffries y su forma de expresarse y, en general, toda esa esencia a Fuego Camina Conmigo que se percibe en cada capítulo, hace que estemos ante un producto que a la vez es más Twin Peaks que nunca, porque explica y añade nuevos elementos a su complejo universo, porque arriesga televisivamente como en su día ya lo hizo, rompiendo con todos los cánones establecidos en el medio.
Algo que también debemos destacar es que la tercera temporada de Twin Peaks (como era de esperar) gusta mucho más cuando se ve como un conjunto, como una larguísima película de 18 horas, que cuando se ve semanalmente, capítulo a capítulo, pues es ahí donde el juego de paciencia que Lynch se marca con el espectador se hace mucho más insoportable, cobrando sentido muchas escenas una vez se ha visto la temporada por completo.
Y finalmente, llegamos al punto más controvertido de toda la temporada: Dougie. Dougie ha sido la particular manera de Lynch de ponernos a prueba y de reírse de nosotros. ¿Querías saber qué había pasado con Cooper? Pues de eso nada. Os presento a Dougie. En mi opinión Dougie no es ni un gran acierto ni tampoco tan molesto como muchos opinan, sino una original manera de explotar al gran Kyle Mclahan y de alargar el misterio de Dale Cooper que habría funcionado mucho mejor si su trama hubiera durado la mitad, al igual que la serie en general habría funcionado mucho mejor si su metraje y número de capítulos se hubiese dividido entre dos.
Así pues, puede que no te gustara Twin Peaks en sus dos primeras temporadas pero que ames a Lynch y te encante la tercera, o puede que sea un gran fan de Twin Peaks y que desprecies esta nueva temporada. Sea como fuere, estamos ante un producto original al que yo particularmente le doy un 7, un notable bajo, al ser muy grande en originalidad y forma de contar su argumento, pero muy pobre en lo que realmente nos cuenta, puesto que está muy bien arriesgar e innovar, pero no a costa de la calidad del producto, que en este caso baja mucho con ciertos conceptos que no hay por donde cogerlos.
Mejor momento de la temporada Sin duda, el final. Haciendo honor a sus predecesoras, la tercera temporada de Twin Peaks termina de forma muy desgraciada.
Peor momento de la temporada Cuando eres consciente de que Dougie no es un mero capricho pasajero de Lynch, sino que está aquí para quedarse.
Mejor Personaje El tipo de guante verde, quizás por lo inesperado.
Peor Personaje La mujer de Dougie, quizás por su habilidad para sacarte del argumento y aburrirte.
Mejor actuación en el Roadhouse Procuraba no prestar atención a ninguna, porque en mi opinión no pegaban ni con cola con lo que acababa de ver.
Peor actuación en el Roadhouse Procuraba no prestar atención a ninguna, porque en mi opinión no pegaban ni con cola con lo que acababa de ver.
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi Twin Peaks. Estaba en el salón de casa de mis padres, sentado en el sillón, con mi madre, cuando en TeleCinco, cuando aún tenía el logo del número y la flor, comenzaron a sonar aquellas primeras notas musicales, mientras en la pantalla se mostraba un paisaje de montaña idílico. Fue entonces, no sé muy bien cómo, pero pasó y pasó de golpe, me quede prendado para siempre de aquel pueblo y sus gentes, de sus misterios, de su historia, su sordidez, su elegancia, su maldad, su muerte y sus venganzas, de sus amores, de sus tragedias, de sus vidas.
Fue amor a primera vista.
Y sin darme cuenta han pasado 25 años desde aquella noche.
La primera vez que vi Twin Peaks me sentí pequeño, insignificante. Era un preadolescente, contaba con 15 años, y atribuí la sensación interna de estar viendo algo que estaba muy por encima de mis posibilidades como espectador a mi juventud. 25 años después no quería tener que hablar y mucho menos escribir de Twin Peaks por el respeto que me sigue generando esta obra maestra de la televisión. Y es que esta, ¿tercera?, temporada me ha devuelto de golpe a los quince años y me ha llevado al extremo más radical como espectador, despertando en mi interior emociones como hacía tiempo que no experimentaba.
Está claro que se puede hablar de la puesta en escena, los actores, la historia, el desarrollo y de otros mil millones de aspectos técnicos de esta obra, pero no me siento capacitado para ello. De lo único que puedo hablar con algo de sentido es de esas mencionadas emociones.
Twin Peaks es una serie dura de ver y fácil de sentir. Lynch y Frost plantean una continuación de su obra y lo hacen siempre de tal forma que no infravaloran al espectador, ya que consideran que quien está al otro lado de la pantalla es un ser inteligente, que piensa por sí mismo y que desea encontrar las respuestas a sus preguntas por sí mismo. Por lo tanto, Twin Peaks se aleja por completo de la tendencia actual a masticarlo todo bien para luego entregárselo a un espectador que se limita a tragar lo que la productora ha creado.
Twin Peaks es un banquete visual, un saturado crisol de ideas y conceptos que se desarrollan de forma hipnótica, una y otra vez, haciendo que uno no pueda escapar de sus garras. Unas garras que se clavan profundamente en la carne y dejan heridas abiertas que supuran emociones de lo más variopintas. Y es que Twin Peaks es sentimiento puro, cristalizado en forma de serial televisivo.
Con Twin Peaks he viajado a lugares que no pensaba que pudieran existir en mi interior. La narración descompresiva y esa puesta de escena pausada, sin prisa alguna, para ir desgranando las respuestas que escondían más preguntas, me ha acabado por demostrar que aún hay espacio para seguir aprendiendo cosas como espectador y disfrutar de nuevo de la ficción en todo su esplendor.
Mejor momento de la temporada El capítulo ocho sin duda alguna. Una obra maestra extrema que muy poco directores pueden permitirse hoy en día.
Peor momento de la temporada La vuelta de Audrey que resulta forzada.
Mejor Personaje El manco que pasa a ser una simple marioneta en todo el entramado.
Peor Personaje Audrey Horne. Una presentación mediocre e histriónica que nada aportan la historia en su conjunto.
Mejor actuación en el Roadhouse Todas. Cada una añade una emoción a cada capítulo.
Peor actuación en el Roadhouse Ninguna. Son las justas y necesarias.
El regreso de Twin Peaks, digamos… “en la fecha señalada”, es un sueño de fan cumplido. Uno ya se hace a la idea de que esa es la historia y que la película fue su prólogo/epílogo, y ni siquiera se plantea la posibilidad de que alguien decida, un día, recuperar a los actores, tramas, y esperanzas rotas de la serie y continuar desarrollando ese aparentemente bucólico, profundamente perverso mundo que yace en el fondo de los ojos de Laura Palmer.
Para un espectador novato no concibo cómo puede ser el visionado de esta serie, pero el carácter de este texto no me permite entrar en ese nivel de análisis, así que voy a mi experiencia, como fan fatal de la serie original. Así que lo primero que tengo que decir es que esta serie ha sido una decepción. Porque no me ha dado lo mismo que me dio la serie, porque no esperaba que “el retorno” fuese tan largo como la temporada, que fuese el viaje, y no lo que sucede al regresar, porque esperaba que se retomasen historias que se han continuado de forma extraña… Y sin embargo me ha maravillado por todo ello. No me ha dado lo que yo quería, me ha dado otra cosa que desconocía.
Lynch & Frost no han seguido el camino fácil, han desarrollado una historia de confuso montaje, repleta de incoherencias y de ritmo desesperante, que nunca te lleva a donde quieres ir, pero que te lleva cuando menos te lo esperas a lugares insospechados. Han sido unos meses de extrañeza en el mundillo, nadie entendía qué pasaba en esta temporada, y mil teorías han inundado internet, algo de lo que carecimos durante la serie original.
La teoría más chunga que leí durante el visionado de esta nueva temporada resultó ser la más radical y acertada de todas: que la incoherencia tenía un propósito. Obviamente eso me sonaba a excusa de fan que desea justificar a su idolatrado David Lynch (con Mark Frost parece que cuesta meterse). Pero según avanza la serie uno empieza a recordar las incoherencias con el libro de Frost y se plantea cuánto hay de cierto en ello… hasta que llega el episodio 16 y esa pregunta que ronda tu cabeza desde hace 25 años es sustituida por “¿Qué le pasó a Audrey?”.
¿Sabéis donde creo que radica la mayor diferencia de esta temporada respecto a las anteriores? En la música. Si se le hubiese dado el mismo trato que 25 años atrás, cada escena con Benjamin Horne, con Norma y Ed, con James, incluso con Dougie… hubieran parecido sacadas de entonces. Esta temporada está llena de grandes silencios, cuando antes no había un segundo sin música, aunque era una repetición constante de temas, y eso también marcaba el tono.
Pero… Yo no sé dónde tengo la cabeza, la verdad. Como si no hubiese visto la serie original como un millón de veces, como si no recordase qué era Twin Peaks y por qué la recordamos, como si su demoledor, desolador final no me hubiese perseguido durante años… ¿Por qué esperaba un desenlace más positivo? ¿Pensaba que mi cariño por esos personajes, por esa historia, se traduciría automáticamente en bellas canciones y música en el aire? ¿Por qué me autoengañé pensando que tener un nuevo final de Twin Peaks no me dejaría el mismo negro agujero en mi corazón? Me encanta.
Mejor momento de la temporada: Audrey mirándose al espejo, dejando culos torcidos por doquier, dando sentido a muchas cosas que no lo tenían, y planteando preguntas que no serían resueltas hasta los rompedores dos episodios finales.
Peor momento de la temporada: todo lo referente a Audrey hasta que decide ponerse a bailar. Exasperante, de vergüenza ajena…
Mejor Personaje: Gordon Cole. ¡Queremos un spin-off ya!
Peor Personaje: el Dr. Jacoby, porque no me va su rollo.
Mejor actuación en el Roadhouse: El tío de la escoba.
Peor actuación en el Roadhouse: el espeluznante Just you que se marca James. Siempre me dio mal rollo.
Raúl Gutiérrez - 7
Giovanni Casella - 5.5
Sergio Robla - 8.5
Gustavo Higuero - 9
Sergio Fernández - 9.7
7.9
La redacción de Zona Negativa ha quedado bastante satisfecha, en líneas generales, con la arriesgada nueva versión de Twin Peaks a manos de sus creadores David Lynch y Mark Frost. Un proyecto con grandes virtudes y algunas carencias que se ha convertido en una de las sensaciones catódicas del 2017.
A mi me ha dejado fascinado, es cierto que soy admirador del cine de Lynch, pero esta temporada me ha parecido un compendio de todo su arte y de su narrativa. Había que tener presentes tanto la serie como la película para no perderse, y aún así, ha exigido, como siempre, una atención constante por parte nuestra, cosa que me encanta en todas las artes, que el artitsta te implique en su obra, es lógico que a muchos no les guste, como el cine de Tarkovsky, la literatura de Gaddis o los comics de Clowes, para mí tiene sentido, es más, respecto a otras obras, creo que ha dejado más pistas y respuestas, y además, como a la poesía o a la pintura, no hay porque pedirle una explicación en el sentido racional, o que nos lleve de A a B, sino disfrutar de la experencia y aprehenderla. Así que me parece que llamar tomadura de pelo a Twin Peaks es un poco desafortunado, simplemente es otra forma de hacer algo, de explicar algo, de transmitir algo, además, decir que unos productores, unos guionistas, unos actores y todo un equipo detrás, se han confabulado para engañar a los espectadores, me parece un poco exagerado, si no gusta no gusta, pero no es una falta de respeto ni un insulto a la inteligencia del espectador, es una obra de arte y como tal debería tratarse, repito, no le pedimos una explicación a algunos los poemas de Lorca, y nadie cuestiona su validez.
Durante el viaje, nos ha mostrado su visión de la actual realidad que vivimos, como si de un espejo deformante se tratase, una visión un tanto triste pero con un atisbo de esperanza, ha regalado momentos que nunca se han visto en la televisión y ha dinamitado la forma tradicional de narrar, a veces me daba la sensación que en espiral, como el propio vortice que se creaba para entrar en las logias, y algo que he agradecido personalmente, el ritmo pausado y contemplativo, una isla entre tanto bombardeo de imágenes y sonidos de la «nueva» experiencia cinematográfica o seriéfila, se toma su tiempo para llegar a donde quiere, pero el viaje es igual de importante que el destino.
Y entrando en aspectos concretos de la mitologia, no creo que lo de Judy sea forzado, ya salía en FWWM con la escena de Phillip Jeffries, lo hemos ido viendo en las escenas de Sarah Palmer, y ya se sabía que Bob sólo era un habitante de la logia negra, no un partícipe de los mecanismos de las mismas, la explicación final es como el truco final que sale de un acto de magia, todas las cartas se han dado la vuelta y este es el escenario, porque así estaba dispuesto, además, a mi me gustó, porque cuadraba con como se habían ido acercando al final.
Y como espoiler diré mi opinión de toda la serie:
No es más que la historia de una adolescente que es violada por su padre desde la infancia, el sueño o deseo de liberación de ese peso tan amargo, en el cual busca a un héroe que la salve y que se ve encerrada en el mismo bucle una y otra vez por la imposibilidad de ser rescatada (de ahí que Cooper nunca llegue a rescatarla y llevarla a su vida normal), todo los demás es el efecto psicológico de esa carga, y que si hablamos del mundo de los sueños puede ser también el sueño colectivo de varias personas que se mezclan con el de Laura, es sueño y realidad, es la vida de los seres humanos, entre lo que somos, lo que queremos ser y qué hacemos para llegar a serlo, de la violencia en nuestro interior, de nuestro lado oscuro y de nuestrolado más oscuro, todo esto, aderezado con toques de surrealismo, de thriller y de terror.
Disculpad el tocho, pero es que, para mi, es una obra única de arte.
Saludos.
Las dos primeras temporadas también tuvieron problemas con el exceso de metraje (apócrifo, tras las sucesivas «espantadas» del maestro, o al menos así lo veo yo…) Es un mal endémico de la obra.