Edición original: Star Wars: Devilworlds #’s 1 y 2, Dark Horse.
Edición nacional/ España: Planeta.
Guión: Alan Moore, Steve Moore y Steve Parkhouse.
Dibujo: John Stokes, Alan Davis y Adolfo Buylla.
Color: James Sinclair, Matt Webb, Laura Allred y Pamela Rambo.
Formato: Tomo Prestigio, 64 páginas.
Precio: 7, 95 € originalmente, rebajado por la editorial hoy por hoy a 5, 50 €.
¿Cómo? ¡¡¡Paren las rotativas!!! ¿Que Alan Moore ha escrito un cómic de Star Wars? ¿Pero cuando ha sido eso? ¿Qué me he perdido?
Vamos a intentar responder por partes a estas cuestiones que probablemente ahora mismo atormenten con urgencia a más de uno: Primero, pues sí, efectivamente, aunque apenas se suela citar en su bibliografía, el bardo de Northampton guionizó un puñado de historias de La Guerra de Las Galaxias, las cuales están recogidas en este tomo del que hoy os vamos hablar. ¿Cuando? Fue al principio de su carrera, entre 1981 y 1982. Un Moore de 28 años que estaba todavía por dar el salto al atlántico y al estrellato firmaba encargos para Marvel UK, la filial inglesa de la casa de las ideas dirigida por Dez Skinn, aquel editor que poco después fundaría la revista Warrior que alumbró en sus páginas a V de Vendetta o Miracleman. En Marvel UK, el futuro autor de Watchmen realizaba guiones para la serie del Capitán Britania o historias cortas para el magazine que se publicaba del Doctor Who. O para una cabecera titulada Star Wars Weekly que tras el estreno de El Imperio Contraataca pasó a llamarse Empire Strikes Back Weekly. Allí se publicaban los cómics que la Marvel norteamericana creaba bajo licencia con la compañía de George Lucas, y la revista se complementaba con relatos cortos a cargo de autores británicos. Entre ellos el joven que acabaría siendo uno de los autores más aclamados del noveno arte. Así que aquí nos encontraremos con siete historias breves que proceden de la Marvel británica de principios de los ochenta, aunque pese a la publicidad solo cinco de ellas son en realidad obra del sacerdote de Glycon.
Respecto a qué nos hemos perdido, hay que ser sincero y decir que no mucho. Nos encontramos ante una recopilación de trabajos alimenticios en los que la autoconclusividad y escasa extensión no acaba de jugar a su favor, a pesar de que Moore hubiese demostrado ya en 2000 AD por aquel entonces que podía sacar mucho partido de tal formato. Supongo que hay cosas que se hacen más con el corazón y otras por las que más bien pasamos para pagar facturas. Y con todo, aquí podemos ver destellos de los lugares comunes en la obra de aquel que recrease a Supreme, algunos temas y recursos que utilizase después de forma mucho más extensiva al tiempo que pulida. Dado que cuando un autor alcanza cotas de relevancia tan alta su obra al completo y pormenorizada suele convertirse en objeto de estudio, hay cierto interés en revisitar estas páginas que el barbudo escribió para Star Wars. Pero dejemoslo claro ya y no nos engañemos: sin ser malas, aquí no vamos a encontrar un Watchmen o From Hell ocultos, sino más bien un puñado de curiosidades. Sustenta esta afirmación el hecho de que se incluya una historia guionizada por otro guionista apellidado Moore, Steve (sin relación familiar, pero mentor del creador de The League of Extraordinary Gentlemen), que por correcta que sea solo justifica su presencia en el tomo por estar dibujada por otro célebre Alan británico, nada menos que el señor Davis. Eso sí, tranquilos: el creador de Clandestine también pondrá aquí lápices a otro relato de su compañero creativo en los mencionados Miracleman y Capitán Britania.
Acentuando este carácter de recopilación de rarezas del tomo, aunque esto solo tendrá relevancia para el lector patrio, en otra de sus historias nos encontramos con Adolfo Buylla, un nombre clásico del cómic español. Buylla, dibujante de Diego Valor y hasta del Capitán Trueno, trabajó frecuentemente haciendo encargos para el mercado anglosajón a partir de los setenta y fíjate tú por dónde, pudo gracias a ello sumar a su ya impresionante legado el honor de poder decir que probablemente fue el primer español que ilustró un guión de Moore. Por lo demás, el apartado gráfico del grueso de historias corre a cargo de John Stokes, sólido profesional pero del que tampoco se pueden cantar grandes virtudes. De hecho, el que se incluya un relato suyo guionizado por Steve Parkhouse abunda aún más en el mundo de la anécdota, ya que el único interés está en la apócrifa versión que nos ofrece del origen del Halcón Milenario.
Y es que para ser justos, contextualizar aún más la obra y ser plenamente conscientes de qué nos vamos a encontrar, conviene recordar la fecha de publicación de la misma. Aunque en castellano data de 2010, en realidad el material fue reeditado en USA por Dark Horse coloreándolo (las historias aparecieron originalmente en blanco y negro) como miniserie de dos números en 1996. Pero cuando el público inglés pudo disfrutar por primera de lo aquí recopilado, en 1981, Star Wars no era todo lo que es ahora. Por supuesto que ya había alcanzado el status de gran fenómeno mediático y éxito comercial fulgurante. Pero solo se había estrenado la primera película, con lo que en realidad la historia completa contada en el primer ciclo de la saga tal y como hoy la conocemos ni siquiera había llegado a las pantallas y probablemente no estuviese íntegra ni en las mentes de sus ideólogos. El llamado universo expandido por supuesto tampoco existía, y lo más parecido que había consistía básicamente en los cómics de Marvel, unas pocas novelas y aquel infame Especial de navidad televisivo. Por tanto, en realidad casi no había canon que respetar, y en consecuencia muchos detalles de estos relatos contradicen la continuidad estricta de Star Wars conocida posteriormente. Pero claro, estamos hablando de un momento en el que ni siquiera estaba todavía establecido que un tal Lando Calrissian fuese el anterior dueño del Halcón Milenario, que Darth Vader fuese el padre de Luke Skywalker o que éste joven fuese a su vez el hermano de la princesa Leia Organa. Estas cosas pillaron a mitad de la publicación de este material, quedando algunas deslegitimadas inmediatamente, ya que no había comunicación alguna (ni era concebible) entre los guionistas de los filmes y de estos cómics, que ignoraban como cualquier espectador lo que se avecinaba y contaban historias teniendo que ceñirse a muchas menos reglas por inexistentes hasta entonces. La portada del tomo de Chris Moeller, tan imbricada en el estilo del universo expandido noventero (ése que también ha caducado ya a estas fechas), resulta por todo ello bastante engañosa, ya que para nada se evoca un espíritu parecido en su contenido. Al tratarse de varios relatos, los hay mejores y peores, y tal vez merezca la pena por ello echarle un vistazo a cada uno por separado.
En La conciencia de un Lord oscuro, Darth Vader participa en una suerte de extraño juego de ajedrez alienígena en un sombrío planeta de aspecto medieval. Mientras se enfrenta a su contrincante, una extraterrestre de aspecto lovecraftiano, alguien intentará atentar contra la vida del señor Sith usando un método que por cierto, años después pudimos ver también en el primer número de Promethea. El dibujo de Stokes para esta historia de seis páginas es muy adecuado, con una atmósfera sombría en la que destaca esa prosa de Moore que ya aquí empezaba a ser reconocible como la que usaría en años posteriores. Sin embargo, el final resulta bastante predecible…aunque probablemente la historia hubiese ido por otros derroteros y se le hubiese sacado otro jugo si por aquel entonces se hubiese sabido que tras esa negra y mecánica máscara se ocultaba Anakin Skywalker.
En las doce páginas de El ardid del caballero oscuro, el siguiente relato, Steve Moore y Alan Davis nos cuentan cómo el transporte imperial que lleva capturados a Luke y Leia es interceptado en un planeta desértico por la insurgencia local, que no es parte de la Alianza Rebelde. Junto a ellos, emprenderán la búsqueda de un objeto místico que puede cambiar la historia de forma retroactiva y evitar por ejemplo la masacre de Alderaan. El morbo está en ver a Davis dibujando con su trazo de entonces, algo más feista, a iconos como los hermanos Skywalker o a su padre, aunque como hemos dicho ni ellos ni los autores fuesen conscientes de dicho parentesco.
Seis páginas les bastan a Steve Parkhouse y John Stokes en El vuelo de Halcón para contarnos cómo fue construido la mítica nave de Han Solo y cómo éste la adquirió. Recordemos, este relato, en el que aparece también Moff Tarkin (con los rasgos de Peter Cushing muy reconocibles, claro) quedo automaticamente invalidado tras El Imperio Contraataca, al no encajar para nada con la historia sugerida por Lando Calrissian. Además, trasluce una nada sutil crítica social y moraleja deseándole mal a quienes se lucran fabricando armamento y lavando sus conciencias con el lema de “solo son negocios”.
En Furia ciega, Stokes y el guionista que marcase para siempre a la Cosa del pantano llevan juntos a Luke Skywalker a unas lúgubres ruinas milenarias en los que se encontrará con un fragmento de la historia de los Jedi. Las ideas son buenas, pero al tener que resolver todo en cinco páginas, queda todo demasiado abrupto. De nuevo, la atmósfera se aleja de los iluminados pasillos de las naves espaciales para discurrir por los de oscuros castillos encantados, pareciendo más un cuento gótico que una historia de ciencia ficción, cosa que beneficia mucho al resultado gráfico. Parece que ya entonces Moore se preocupaba en cuidar qué tipo de historias daba a qué dibujantes para sacar lo mejor de ellos y su estilo.
En Oxido no descansa, volvemos a ver a Alan Davis dibujando personajes icónicos. En este caso a los droides R2-D2 y C-3PO, que deben —en media decena de páginas— conseguir que los robóticos habitantes de un planeta vertedero de chatarra se unan a la Alianza Rebelde antes de que el Imperio aproveche sus reciclables recursos. De nuevo, veremos una idea que Moore usará otra vez algo más adelante, una que se incorporaría a la continuidad DC, que ya fue usada por Stan Lee y Jack Kirby y que en realidad tiene raíces en una conocida obra del escritor de ciencia ficción Stanislaw Lem.
La historia más larga del tomo es El efecto Pandora, la dibujada por el español Buylla. Cuando Leia, Han y Chewbacca están huyendo de los habituales problemas del Coreliano con el hampa galáctico (aunque en esta ocasión sus perseguidores no son los secuaces o cazarrecompensas de Jabba el Hutt ) cazadores y presas se ven capturados por unos poderosísimos y sádicos brujos galácticos que se deleitan atormentando a sus víctimas. Sin embargo, a pesar de tener más extensión para desarrollar (quince páginas), Moore no llega a la excelencia, y termina dándonos un final algo abrupto y predecible. De nuevo, el esoterismo espacial predomina en el relato sobre el imaginario brillante de ciencia ficción.
En el ultimo relato, Tilotny crea forma, de nuevo dibujado por Stokes, Leia huye perseguida por Storm troopers imperiales para encontrarse con unos poderosísimos seres ajenos al tiempo y el espacio que tratan de aprender a jugar con la arcilla que para ellos son esos conceptos y el de materia. Ya volvimos a ver una idea parecida catalizando el crossover entre los WildCATS y Spawn, en la que la metáfora entre estos dioses y los propios lectores, seres de una dimensión más elevada asomándose a la historia por entretenimiento y siendo el motivo último de que sea narrada, resultaba aún más explícita.
Recapitulando efectivamente estamos ante historias correctas, pero nada del otro jueves, en las que el interés está en ver estadios primarios de autores magníficos y de algunas de las ideas que luego llevaron a mayores cotas. Incluso, si nos ponemos, vemos también señales de algo de evolución personal. Después de todo Moore siempre ha declarado que fue en su cuarenta cumpleaños cuando decidió abrazar la magia o el concepto que de ella tiene. Sin embargo, aquí es difícil no percatarse de que en la mayor parte de las ocasiones, doce años antes ya renunciaba a la oportunidad de sumergirse en la ciencia ficción neta que a huevo le ponía un encargo como Star Wars para adentrarse en el terreno del esoterismo, el terror, las ruinas antiguas, los dioses, el metalenguaje; la magia en definitiva. Y es que si algo podemos sacar de esta lectura, es recordar que casi nada surge de forma totalmente espontánea y que como se suele decir, el niño es el padre del hombre y no al revés.
¿Merece la pena hacerse con ello, dado todo lo dicho? Pues yo diría que por lo que os van cobrar, cinco euros y medio, definitiva y rotundamente sí. En su día yo pagué los 7,95 con que lo sacaron y no me arrepiento; dudo mucho que con un precio bastante mas razonable, vayáis a encontrarle muchas pegas a esta recopilación de curiosidades, si estáis interesados en tales cosas.
Edición original: Star Wars: Devilworlds #'s 1 y 2, Dark Horse. Edición nacional/ España: Planeta. Guión: Alan Moore, Steve Moore y Steve Parkhouse. Dibujo: John Stokes, Alan Davis y Adolfo Buylla. Color: James Sinclair, Matt Webb, Laura Allred y Pamela Rambo. Formato: Tomo Prestigio, 64 páginas. Precio: 7, 95…
#ZNStarWars – Devilworlds de Alan Moore
#ZNStarWars – Devilworlds de Alan Moore
2015-12-16
Sergio Aguirre
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 8.5
Vosotros puntuáis: 7.9 ( 1 votos)
nada,nada,trabajo alimenticio,o no,lo quiero.
hace un dia,me encontré con una historia de la cosa del pantano en un dossier negro(el 214) que contenia una historia inedita para mí(el swamp thing saga #28).no está al nivel de lo que luego publicaria a continuación zinco.y tampoco he catado el 20 de dicha serie,y pienso buscarlo,igualmente.coño,es aln moore.aunque sea,por afán completista.
sí,despues lo han recuperado los de planeta,norma y ecc (creo),pero es que yo me quedé en zinco.
el tomo EL UNIVERSO D.C. DE ALAN MOORE tambien se me pasó en su momento.lo he pillado no hace mucho.
en cuanto a esos dibujos de alan davis,no pintan mal.supongo que deben ser de la época de su HARRY 20.