Suehiro Maruo, nacido el 28 de enero de 1956 en Nagasaki, es uno de los mangaka e ilustradores japonés más destacados que existen. Su trabajo se centra casi única y exclusivamente al género del ero-guro, término que proviene de los vocablos ingleses erotic (erótico) y grotesque (grotesco).
Se dice que sus andanzas en el mundo del manga empezaron a los 17 años, cuando envió una s páginas a la Weekly Shônen Jump pero fueron rechazadas por representar un contenido demasiado explícito para las exigencias de dicha revista. A la edad de 24 publicó su primer trabajo oficial, La princesa caballero (Ribon no Kishi) en una revista de la que actualmente no tenemos datos. Cabe apuntar que este trabajo no tiene nada que ver con la obra homónima de Osamu Tezuka.
Dos años después, en 1982 y tras las sucesivas publicaciones de otras historias cortas en diferentes revistas vio la luz su primer tomo recopilatorio, El monstruo de color de rosa (Barairo no Kaibutsu) bajo el sello de la editorial Seirindo Co.
Tras treinta años de carrera como mangaka, Maruo ha visto publicados alrededor de treinta trabajos suyos entre series, recopilaciones de historias cortas y libros de ilustraciones. Actualmente se le considera el mayor exponente del género anteriormente mencionado, el ero-guro, y un autor legendario del cómic underground ochentero japonés debido a sus numerosas apariciones en la revista Garo.
En España Suehiro Maruo es un autor que no gusta únicamente a los amantes del cómic japonés, sino todo lo contrario. Su delicado estilo y simbolismo es altamente valorado por entendidos del cómic en general. Sin embargo, también se debe indicar que éste no es un autor que esté recomendado a todos los lectores. En la retrospectiva de sus obras publicadas en España que haremos a continuación veremos por qué.
Estilo y primeros años (1882-1990)
El ero-guro (erótico-grotesco) es un movimiento artístico y literario que surgió en Japón en la década de los 30. Este estilo se centra en la exaltación del erotismo y la sexualidad siempre dentro de un contexto de violencia, aunque no necesariamente física. Esta violencia se puede ver representada también en forma de horror psicológico o sangre, incluyendo vísceras o mutilaciones.
Pese a que el movimiento nació originalmente dentro del ámbito literario, ha visto ampliado sus fronteras y se pueden encontrar numerosos referentes en el cómic, ilustración, teatro e incluso música o películas.
Dentro del mundo del manga existen varios grandes exponentes del ero-guro, cada uno con su peculiar estilo de dibujo o narrativa. Shintaro Kago, por ejemplo, emplea el recurso de la escatología dentro de esta temática para hacer una crítica a la sociedad y al ser humano. Suehiro Maruo, por otro lado, emplea multitud de símbolos y realza determinados rasgos o expresiones con objeto de ensalzar la belleza de sus personajes y composiciones.
En el tomo de El monstruo de color de rosa ya se aprecia lo que después formaría parte del estilo asentado del autor. Personajes esbeltos y hermosos con vestimentas peculiares, destacando el uso de uniforme escolar para los hombres (chaqueta y pantalón negros con botones amarillos y uso de sombrero). Otra característica peculiar es el sombreado de labios tanto para ellos como para ellas.
Como en sus primeros años Maruo publicada sobre todo historias cortas, no podemos establecer una tendencia argumental; sin embargo, dentro de todo el sinsentido que suele plasmar en sus páginas, sí que podemos ver atisbos de argumentos más allá de la representación del sexo, aunque siempre utilizando este elemento como base.
El autor usa todos sus recursos a pleno rendimiento, como pueden ser la obsesión por los falos cortados (incluso si son de tiernos infantes), relaciones en el borde del mal gusto y una extraña forma de dibujar todos los hombres de mediana edad como obsesos sexuales que solo tienen en mente violar a niñas jóvenes con sus órganos sexuales aún muy tiernos.
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En 1983 publicaría DDT, otra recopilación de historias cortas del mismo corte que El monstruo de color de rosa. Sin embargo aquí se puede apreciar que le da mayor importancia al sinsentido y al simbolismo que a conseguir una buena historia en conjunto, y así puede apreciarse a lo largo de varias de las historias del tomo. Pese a esto, algunas de las historias están ambientadas en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, lo que puede considerarse un reflejo de las experiencias vividas en su infancia.
El estilo gráfico difiere brevemente del utilizado en su tomo anterior, y deja de buscar parcialmente la belleza en sus composiciones para centrarse más en la representación explícita del sexo y la violencia.
[…] La depresión posguerra se mezcla con los elementos perturbadores de la mente humana, la muerte, las obsesiones sexuales (y el propio desconocimiento del sexo en los jóvenes, como se puede ver en la subhistoria ‘DDT’), situaciones grotescas y extremas. La vida no vale más que un papel arrugado en el suelo, y los abusos son continuos. Sus personajes viven pesadillas despiertos. El autor tiene una fascinación malsana con la parte oscura del ser humano, con las deformidades, los incompletos, los minusválidos, los fetos muertos, cuerpos mutilados y decapitados […]
Con Midori: La niña de las camelias (Shojo Tsubaki) tenemos la primera historia larga del autor. Nos cuenta la historia de la propia Midori, una niña de doce años que se debe unir a un circo ambulante por haberse quedado huérfana. En este circo trabajan seres horribles y deformes que cometerán atrocidades como violaciones, orgías y demás, haciendo que la obra esté repleta de una inmoralidad absoluta más aún teniendo en cuenta la edad de la protagonista.
Este tomo se publicó por primera vez en 1984, pero la historia original fue creada para representarse en el teatro kamishibai alrededor de los años 40. Posteriormente, en 1992, Hiroshi Harada creó una película de animación basada en la obra de Maruo. Se dice que Harada no pudo encontrar patrocinadores para esta película, por lo que dibujó él mismo a mano un total de 5.000 folios durante los cinco años que estuvo en desarrollo.
Madurez (1990-2000)
Tras varios años en los que no se publicaría ningún tomo suyo, en 1994 veía la luz de mano de la editorial Akita Publishing Co. Dr. Inugami (Inugami Hakase), una recopilación de historias cortas publicadas entre 1991 y 1994 en la revista Young Champion. En todas ellas se narra la historia de diferentes personas con diferentes problemas en las que, de un modo u otro, aparece la figura del Dr. Inugami para solucionar las cosas a su manera. Se trata de una persona oscura y solitaria que emplea la magia oscura para llevar a cabo sus objetivos.
En estas historias la parte sexual a la que Maruo nos tenía acostumbrados en su anterior etapa se deja a un lado, centrándose por fin en argumentos cuerdos e historias más largas. Eso sí, seguiremos viendo partes violentas y sexuales pero, desde luego, no tan explícitas. También se nota un desarrollo importante en su estilo de dibujo, mucho más sobrio y proporcionado que anteriormente.
Todo lo contrario a lo anteriormente publicado por Suehiro Maruo es lo que ocurre en Gichi Gichi Kid (Gichigichi-kun), y es que se trata de una historia para todos los públicos. Publicada originalmente en 1996, nos cuenta la historia de un niño que siempre hace el bien e intenta ayudar a los más débiles con el uso de sus superpoderes.
Es muy curioso ver el cambio de estilo que se produce en este tomo con respecto a sus otros trabajos, y es que cambiamos radicalmente de escenarios y protagonistas para situarnos en una escuela primaria.
Se podría decir que esto es comedia, pero a lo Maruo, realmente aquí no hay nada para reír, pero si es más ligero que sus grandes obras. Incluso rebajando mucho el nivel de gore, existe en este tomo un aire mórbido, más difuminado pero persistente en las caras de miedo o susto de los niños.
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En Lunatic Lovers (1997) tenemos también una serie de historias cortas publicadas entre 1988 y 1993 en diferentes revistas, incluidas la Garo, de la que como hemos comentado anteriormente Suehiro Maruo pasaría a ser uno de sus autores más representativos. No hay mucho que comentar de este tomo, salvo que se puede apreciar bastante bien cómo el autor va evolucionando en su estilo con respecto a lo que dibujaba en los años 80.
En el 99 dibujaría New National Kid (Kokuritsu Shonen), otro tomo de corte parecido a DDT en el que también realiza un recorrido por la época de la post guerra. Destacamos que existe menos contenido sin sentido y menos simbolismo que en su tomo hermano, pese a estar ambos presentes en determinadas historias. Es la continuación entrecomillada de National Kid, pero por desgracia éste nunca se llegó a publicar en España.
La guinda del tomo la pone la historia corta El planeta de los japos, en la que representa de una manera bastante explícita lo que podría haber sucedido si Japón hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial. No deja de ser curioso el sentimiento de venganza que se desprende en estas últimas páginas de New National Kid.
Y siguiendo con la temática de postguerra, el maestro Maruo creó lo que, a día de hoy, se le considera su obra magna: La sonrisa del vampiro (Warau Kyuketsuki), publicada en el año 2000. No nos equivocamos mucho al decir que La sonrisa del vampiro es toda la esencia de Maruo concentrada en las páginas de dos tomos.
Esta vez centrado en crear una historia más larga de lo habitual y dejando atrás sus historias de apenas 20 páginas, el mangaka nos presenta un escenario de la postguerra japonesa completamente desolador, donde cada uno se gana el pan como puede. Los robos o la prostitución son el día a día de esta sociedad.
Dentro de este contexto nos encontramos con una historia de vampiros, sexo y violencia explícitos donde todo vale. Absolutamente todo. Y, por si no había quedado claro anteriormente, volvemos a repetir que Maruo no es un autor para todos los públicos. Seguramente La sonrisa del vampiro (junto a DDT) sea el mejor ejemplo de ello.
Si una palabra venía a mi mente a cada pocas páginas mientras leía esta obra era la de “malsano”. Desde las primeras hojas te rodea un ambiente mórbido, decadente, que te atrapa en sus lúgubres brazos y no te deja ir hasta la última página.
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2000 en adelante: Premio Tezuka
Después de La sonrisa del vampiro existen dos obras destacables suyas, ambas adaptaciones al cómic de dos novelas de Ranpo Edogawa, un novelista japonés considerado como el rey del misterio (no en vano tomó su nombre artístico de la pronunciación a la japonesa de Edgar Allan Poe).
La primera fue La extraña historia de la Isla Panorama (Panorama-to Kidan), publicada entre 2007 y 2008 en la Monthly Comic Beam y ambientada en los años 20, nos narra la historia de un escritor cuyo deseo es crear un paraíso donde pasar el resto de sus días.
En esta obra Maruo da rienda suelta a toda su imaginación y, en un alarde de virtuosidad, nos muestra paisajes utópicos perfectamente dibujados con todo lujo de detalles. En esta obra se le da muchísima importancia a la carga estética, pero no se descuida el argumento escrito por Edogawa en 1926.
En el paraíso hedónico de Edogawa y Maruo también se le da importancia al sexo, aunque esta vez dejamos completamente apartado el apartado de la violencia para centrarnos únicamente en el placer.
La extraña historia de la Isla Panorama ganó el Premio Cultural Osamu Tezuka en el año 2009, justo al año siguiente de ser publicada.
Con un estilo más sensual que nunca y un trazo tremendamente limpio, el maestro nos hace de guía por la utopía personal de Hitomi de una manera tan pausada que nos invita a recorrer con la mirada cada paisaje representado en sus páginas. Y, realmente, es al detenernos cuando podemos observar a Maruo en su máximo esplendor.
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En la segunda de estas adaptaciones nos trasladamos radicalmente de contexto histórico para situarnos en la guerra ruso-japonesa de principios del siglo XX. La oruga fue publicado el mismo año en que el autor conseguía el Premio Osamu Tezuka.
Nos cuenta la historia de un superviviente de esta guerra que acabó terriblemente mutilado, siendo un tronco humano: no tiene ni brazos ni piernas, es casi ciego y no conserva el habla. Ha vuelto convertido en una oruga. En aquella época el volver a casa derrotado y mutilado era una completa deshonra para la familia, por lo que su mujer decide mantenerlo escondido en su casa, alejado de todo el mundo.
Gran parte de la trama se centra en las relaciones del día a día entre el soldado y la mujer, incluyendo las sexuales (y bastante explícitas, por cierto) y cómo tratan de sobrellevar la desgracia que ha caído sobre la familia.
Es una lectura bastante ligera, pero su contenido puede ser altamente desagradable para según qué tipos de lectores por su alto nivel de detalle gráfico en las relaciones sexuales. No es una obra recomendable para todo el mundo.
Al tomar como referencia la obra de Maruo en conjunto, La Oruga podría camuflarse entre ellas como un manga de guión propio. Sin embargo, a pesar de que este cómic es gráficamente casi tan espectacular como su más galardonada obra, aquí no encontramos esa esencia romántica que caracteriza su lado más poético y simbolista; la atmósfera pasa a ser algo diferente, aún conteniendo los principales elementos que caracterizan sus cómics.
Otros trabajos
Además de su larga carrera como mangaka, Suehiro Maruo tiene también trabajos como ilustrador. Por ejemplo, trabajó como portadista y dibujante en la novela Teito Monogatari y también creó la carátula del CD Naked City de John Zorn.
Pero sin duda alguna su mayor trabajo como ilustrador fue la participación en el libro Bloody Ukiyo-e junto a Kazuichi Hanawa, Tsukioka Yoshitoshi y Utagawa Yoshiiku. El Ukiyo-e es un estilo de grabados japoneses que se hizo popular en el siglo XVII y que sigue una larga tradición hasta el día de hoy. En este libro se representan escenas gore dibujadas con el estilo de aquella época, estilo que, por otra parte, emula en ocasiones el propio Maruo en sus obras con trazos finos y expresiones características.
No adjuntaremos ninguna imagen del libro en cuestión por ser demasiado explícitas, pero podéis ser libres de buscarlas por internet.
Suehiro Maruo ha diseñado también un par de figuras, pero su trabajo en este campo es realmente anecdótico.
Autor que me provoca, como Kago, atracción y repulsión a partes iguales.
En este expocomic me he hecho con buena parte de sus obras a precio de saldo 🙂