En 1999, los lectores americanos tuvieron la oportunidad leer Roland: Days of Wrath, cómic publicado por la pequeña editorial Terra Major que sirvió como carta de presentación de dos autores llamados a alcanzar cotas mayores: Fábio Moon y Gabriel Bá (São Paulo, Brasil; 1976). Hermanos, y gemelos, Fábio y Gabriel comenzaron a materializar su pasión por el mundo del tebeo a través de la revista autoeditada 10 Pãezinhos, campo de experimentación y pruebas en el que pulieron su habilidad como historietistas. Tan solo era cuestión de tiempo que llamaran la atención de las editoriales americanas, y así sucedió tras la publicación de Roland, preludio de numerosos proyectos: desde su participación en la antología Autobiographix, hasta la recopilación de historias cortas De:TALES, pasando por numerosas colaboraciones con autores del renombre de Joss Whedon, Matt Fraction o Mike Mignola, y títulos tan significativos como Casanova, BPRD (AIDP), o The Umbrella Academy…
Una inmersión en los rincones más peculiares del cómic mainstream, compatibilizada con la participación en proyectos más personales, como Pixu, 5 o Atelier. Tras cosechar tres Premios Eisner y dos Harveys, lograron un reconocimiento artístico que les permitió que el sello Vertigo diera luz verde a una ambiciosa miniserie titulada Daytripper. Aprovechando la reciente publicación de este título por parte de Planeta DeAgostini Cómics, nos pusimos en contacto con ambos autores, quienes tuvieron la amabilidad de concedernos la entrevista que sigue a continuación, traducida por Alberto Morán. Tras dejar patente nuestro agradecimiento por su paciencia y predisposición, entremos en materia… [English version]
ENTREVISTA A FÁBIO MOON Y GABRIEL BÁ
David Fernández.- Habéis comentado en numerosas ocasiones que siempre os recordáis con un lápiz en la mano, dibujando desde que tenéis uso de razón. Pero, ¿cuándo comenzasteis a dibujar haciendo uso de la iconografía visual –viñetas, bocadillos, cuadros de texto– y los elementos narrativos propios de la historieta? ¿Conserváis algunos de estos tebeos primigenios?
Fábio Moon.- Creo que en torno a los diez u once años empezamos a imitar el método que seguían los profesionales a la hora de crear cómics, en lugar de limitarnos a copiar los dibujos. Por aquel entonces leíamos a autores brasileños como Laerte y Angeli que se ocupaban de todos los aspectos del cómic, así que nosotros hicimos lo mismo. Comenzamos a dibujar nuestras propias versiones de historias publicadas en la revista Mad, como las de Don Martin o Spy vs Spy. Las dibujamos en unos cuadernos de notas que seguramente tengamos guardados en el ático.
D.F.- En relación al dibujo como modo de expresión espontáneo en la infancia, parece especialmente interesante la opinión del historietista francés Émile Bravo, quien reivindica constantemente la entidad del cómic como idioma, “una escritura gráfica con su propio código”; siempre subrayando su condición espontánea en la niñez –previo incluso al conocimiento de la lectura y escritura–, y su naturalidad, que se va perdiendo con el paso del tiempo, en buena medida debido a prejuicios de los adultos. ¿Qué opináis al respecto? ¿Qué actitud tuvieron vuestros padres en relación a vuestros intereses artísticos?
Fábio Moon.- Nuestros padres siempre nos apoyaron. Nuestra madre es lectora de cómics desde pequeña, por lo que siempre nos compraba todos los cómics que queríamos. Estimulaba nuestra vertiente creativa. Nuestro padre vio que nos tomábamos en serio nuestra pasión por la profesión, así que nunca tuvo ninguna duda de que estábamos haciendo aquello en lo que creíamos, nunca pensó que lo hiciésemos solo para divertirnos.
D.F.- En estas fases iniciales de acercamiento a los cómics como meros lectores, ¿qué autores y colecciones llamaron más vuestra atención?
Fábio Moon.- La primera tira cuyo estilo intentamos emular fue Garfield. Leíamos todo lo que caía en nuestras manos, desde las publicaciones mensuales a los cómics viejos que había en la biblioteca de nuestro colegio (donde también descubrimos cómics clásicos de Tarzan, Henfil, Tintin, Babar, Astérix y Lucky Luck), pasando por recopilatorios de tiras en edición de bolsillo que comprábamos en las librerías. Calvin & Hobbes fue la tira que más nos influyó, sobre todo cuando la colección pasó a incorporar acuarelas, que sacaban a relucir todo el potencial de Bill Watterson a la hora de crear cómics. X-Men fue el primer cómic de superhéroes que empezamos a seguir con regularidad y el que nos abrió las puertas del género, tras lo cual empezamos a comprar de todo. Cuando Frank Miller, Mazzucchelli y Alan Moore publicaron Daredevil, The Dark Knight and Watchmen, ya estábamos mucho más interesados en las narraciones largas que en las historias cortas de las tiras.
D.F.- Llegado el momento de desarrollar vuestro propio estilo, parece que tanto el trabajo de vuestro compatriota Laerte Coutinho, como el de Will Eisner, jugaron un papel destacado, en buena medida por la ambientación urbana de sus historias. ¿Cómo creéis que se materializó esa influencia?
Fábio Moon.- Estábamos enormemente influenciados por el estilo de dibujo de Laerte y Eisner, pero creo que lo más determinante para nosotros era la temática de las historias, que tratan sobre vidas cotidianas en las que tienen lugar acontecimientos extraordinarios. Teníamos la permanente sensación de que podíamos formar parte de una historia de Will Eisner, que podíamos encontrarnos con uno de sus personajes por la calle. Además, reconocíamos los barrios que dibujaba Laerte porque crecimos en el mismo São Paulo que él retrataba, por lo que nos sentíamos identificados, incluso compenetrados, con las historias que narraba… había muchos autores que nos transmitían esas sensaciones y creo que fue aquello, esa conexión, lo que nos hizo darnos cuenta de qué era lo que queríamos hacer. Sin embargo, lo que más leíamos durante nuestra adolescencia eran cómics de superhéroes: nos encantaban y no hacíamos más que pensar que de mayores seríamos dibujantes de cómics de ese género. Queríamos ser como Jim Lee y dibujar X-Men, o dibujar Spider-Man como Todd McFarlane, o crear un nuevo superhéroe chulo como el Savage Dragon de Erik Larsen. Solo caímos en la cuenta de que nuestro camino sería distinto cuando empezamos a desarrollar nuestras propias historias para nuestro fanzine semanal durante la universidad.
D.F.- Otros autores con los que aparentemente guardáis cierto parentesco artístico, y que de algún modo han podido ejercer cierta influencia en vuestro trabajo podrían ser Frank Miller, Mike Mignola, Sergio Toppi, o Eduardo Risso. En unos casos por el juego de luces y sombras, en otros por el trazo anguloso… ¿qué aspectos de sus obras os resultan más interesantes?
Fábio Moon.- Nos encanta el blanco y negro. Cuando das tus primeros pasos como dibujante independiente a través de la autoedición, es la opción más barata, pero es mucho más que eso. A la hora de hacer un buen cómic en blanco y negro entran en juego un montón de elecciones artísticas que a menudo están relacionadas con el arte abstracto: masas de negro y masas de blanco, el equilibrio de la página, cómo dirigir la mirada del lector… Tienes que aprender qué mostrar, qué dibujar, y qué dejar en blanco: es un arte en sí mismo. La poesía visual que son los cómics nace en blanco y negro, así que admiramos y estudiamos a todo artista que destaque en esta forma de arte.
D.F.- ¿Vuestra formación es autodidacta, o cursasteis algún tipo de titulación artística? En el segundo caso, ¿qué aspectos de dichos estudios resultaron de mayor utilidad para vuestro crecimiento como historietistas?
Fábio Moon.- Ambos nos licenciamos en Bellas Artes y posteriormente fuimos a una Escuela de Arte, algo que contribuyó en gran medida a que nos tomásemos nuestra profesión más en serio, ya que se nos planteaban preguntas en la línea de “¿qué quieres decir con eso?”, “¿qué intentas decir con tu trabajo?”, “¿por qué haces las cosas de esta manera y no de esta otra?”, “¿por qué debería importarnos vuestro trabajo?”. En el mundo del arte, en el que da la impresión de que ya está todo inventado, tienes que pensar continuamente en qué medida es relevante tu trabajo, qué intentas expresar a través de él y cuál es el medio idóneo para conseguirlo, por lo que fue un entorno ideal para encontrar nuestra propia voz, nuestro propio estilo.
D.F.- Disteis vuestros primeros pasos en el mundo del tebeo a través del fanzine 10 Pãezinhos, que vosotros mismos creasteis. Imaginamos que aprovechasteis la publicación para experimentar con una amplia variedad de estilos, temáticas y formatos. ¿En qué momento consideráis que alcanzasteis un estilo con el que sentiros plenamente cómodos? ¿Cuáles fueron los aspectos más gratificantes de esta experiencia?
Fábio Moon.- Lo mejor era recibir el feedback del público. Vendimos nuestro fanzine en la universidad, entre nuestros amigos y compañeros, la mayoría de los cuales no había leído un cómic en su vida. No estaban acostumbrados a leerlos y no tenían ninguna noción preconcebida de cómo debía ser un buen cómic, así que hacían preguntas honestas y sencillas acerca de si habían entendido o no lo que queríamos decir. Sus impresiones nos vinieron de fábula para aprender cómo hacernos entender hasta por lectores que nunca antes hubiesen leído un cómic. Tienes que estudiar y desarrollar tus habilidades narrativas cada semana y requiere un montón de práctica. De todos modos, nuestros estilos se definieron mucho más tarde, cuando nos centramos en relatos más largos, aunque creo que a día de hoy siguen evolucionando y cambiando.
D.F.- Vuestra actividad al frente de 10 Pãezinhos también os permitió familiarizaros con todas las fases de desarrollo de un cómic: desde el guión, hasta el dibujo y entintado, pasando por las portadas, la rotulación, impresión, distribución… ¿Esta “aventura” contribuyó a afianzar vuestra independencia, además de la conciencia de respetar y valorar cada fase de la cadena de producción de un cómic? ¿Qué faceta os resultó más tediosa?
Fábio Moon.- En realidad, ninguna faceta nos resultó aburrida; de hecho, encargarnos de todo nos hizo valorar en mayor medida cada aspecto de una publicación impresa. Crecimos leyendo a autores brasileños que se ocupaban por entero de sus publicaciones: las escribían, dibujaban, editaban e imprimían por sí mismos, así que pensamos que aquel era el procedimiento estándar para cualquier artista. Solo cuando empezamos a leer cómics americanos comenzamos a ver colaboraciones y un modo más fragmentado de crear una historia.
D.F.- Es de suponer que estos fanzines primerizos también sirvieron para desarrollar vuestro peculiar sistema de colaboración, en el que alternáis y compartís los roles de dibujante y guionista en función de los requerimientos de la historia. Sabemos que preferís que la atención se centre en el cómic terminado, pero ¿podríais detallarnos el funcionamiento de esta mecánica colaborativa? ¿Qué factores tenéis en cuenta a la hora de decidir quién se encarga de cada tarea y qué facetas creéis que domina uno más que el otro?
Fábio Moon.- A la hora de decidir quién se va a ocupar de cada aspecto, pensamos en qué es mejor para la historia, para el proyecto. Al principio Bá era el que dibujaba más deprisa de los dos (y posiblemente el mejor dibujante), así que cuando nos embarcábamos en proyectos más extensos él siempre era la primera opción. Pero en ocasiones yo podía ir dibujando paralelamente, así que dividíamos la historia para trabajar con dos estilos diferentes, enfatizando siempre la historia sobre el dibujo. A medida que crecíamos, la línea que separaba quién era el dibujante, quién el autor y quién el guionista se fue haciendo más borrosa: nuestras prioridades eran los personajes y la historia. De algún modo, cuando el lector se zambulle en la historia el autor pasa a ser invisible, así que no nos molestamos en llamar la atención acerca de nuestra “presencia”. Todo lo contrario: intentamos crear historias en las que no importa quién las haya escrito, en las que el autor es invisible, en el sentido de que el lector se olvida del proceso creativo y solo piensa en la historia y sus personajes.
D.F.- Vuestro primer contacto profesional con el mercado americano se fraguó en la San Diego Comic Con, donde Shane Amaya (Terra Major) os ofreció haceros cargo de Roland: Days of Wrath. ¿Cuál fue el cambio más drástico que tuvisteis que asumir para llevar a buen término este proyecto? ¿Qué aspecto de esta experiencia creéis que resultó más provechoso?
Fábio Moon.- Lo cierto es que conocimos a Shane un año antes de nuestra primera San Diego, mientras estábamos de vacaciones en California. Pensábamos que encontrar una editorial en la que publicar Roland sería sencillo, pero después de tres años enseñando nuestro proyecto a diferentes editores y editoriales, asumimos que tendríamos que publicarlo por nuestros propios medios, así que solicitamos una subvención a la Xeric Foundation Grant. Creo que enviamos la solicitud tres veces antes de que nos la concediesen. Ese dinero hizo posible tanto publicarlo como colorearlo, pero aprendimos que tal y como nos iban las cosas el color era un lujo que no podíamos permitirnos: empleamos todo el dinero que conseguimos con Roland para pagar al colorista.
El hecho de que nos hubiésemos pasado tres años dibujando una miniserie de cuatro números nos hizo ver que aún no estábamos listos para afrontar una publicación mensual. En esencia, Roland era una historia muy diferente a las que solíamos hacer en 10 Pãezinhos, tras la cual caímos en la cuenta de que si íbamos a invertir tanto tiempo en un proyecto, debíamos conectar más a fondo con el contenido… así que después de aquello nos centramos en escribir esas nuevas historias.
D.F.- Otra figura que ha adquirido gran importancia en vuestra carrera es la de Diana Schutz (editora de Dark Horse), quien cada año examinó vuestros progresos. ¿Qué pasó por vuestra cabeza cuando os ofreció participar en la antología Autobiographix, junto a autores de la talla de Will Eisner, Frank Miller, o Matt Wagner, entre otros?
Fábio Moon.- Estábamos muy ilusionados, muy honrados y muy nerviosos. Por aquel entonces ya estábamos trabajando en De:TALES para ella, y estaba intentando convercer a su jefe de que publicase nuestra obra; esa historia en la antología Autobiographix fue crucial para demostrar de lo que éramos capaces, ya que formábamos parte de una gran compañía y no queríamos decepcionarlos. Mucha gente, autores y editores, leyeron la antología, y a partir de entonces nos preguntaban: “¿qué vais a hacer a continuación?”.
D.F.- Además del contacto con las editoriales, la asistencia a convenciones también implicó la posibilidad de conocer a autores como Jeff Smith o Terry Moore, que han alcanzado el reconocimiento desde la independencia y la autoedición de obras en blanco y negro, temáticamente contra las corrientes imperantes en el mercado americano. ¿Son para vosotros una referencia, un modelo a imitar en cuando al modelo de carrera profesional que os interesa construir y desarrollar?
Fábio Moon.- Admiramos a Jeff y Terry, dos de los primeros autores a los que conocimos durante nuestros viajes a San Diego, porque son sus propios jefes y siempre están a la altura de las expectativas. Nuestro trabajo cambió a nivel artístico después de descubrir Bone y Strangers in Paradise: creemos que son unas historias fantásticas, pero lo más inspirador fue el hecho de descubrir a unos autores independientes que seguían siendo cercanos y atentos con el público pese a haber alcanzado el éxito comercial. Su ejemplo nos inspiró a crear nuestras propias historias, a descubrir nuestros propios mundos. Aunque nos publique una editorial, en Brasil hacemos un montón de autopromoción, vendemos muchos ejemplares por nuestra cuenta, nos esforzamos porque la gente vea los cómics como un medio respetable y hasta publicamos nuestro trabajo por nuestros propios medios si es necesario. ¿Por qué? Porque creemos en él y hemos aprendido que, en ocasiones, publicar tus propias obras merece la pena: no todos los proyectos se adecuan a una determinada editorial, y la libertad y el ritmo que caracterizan a un proyecto publicado de este modo resultan muy tentadores. Puede que si viviésemos en EE.UU. nos hubiésemos convertido en artistas independientes como Jeff o Terry, ocupándonos de todo, pero en EE.UU. es mucho más difícil coordinar algo así que en Brasil, por lo que en EE.UU. no nos hubiese quedado otra opción que buscar una editorial que nos publicase. Sin embargo, sabemos que hay proyectos que funcionan mejor de forma independiente, ya sea en EE.UU. o en Brasil: en esos casos los publicamos nosotros, como hicimos con Rock’n’Roll, 5, Pixu y, este año, Atelier.
D.F.- A Roland: Days of Wrath le siguieron Ursula (publicado como Meu Coraçao, Nao Sei Por Que en 10 Pãezinhos) y Rock ‘N’ Roll junto a los hermanos D’Angelo, Kako and Bruno. En este punto, comenzaríais a recibir feedback por parte de lectores americanos que, a diferencia de los seguidores de 10 Pãezinhos, quizás estaban más familiarizados con el mundo del cómic… ¿Cómo fueron vuestras primeras impresiones?
Fábio Moon.- La respuesta del público fue muy positiva, al igual que la de los autores y editores, pero al mismo tiempo comprobamos que aunque a la gente le gustaba lo que habíamos hecho, era un poco diferente a lo que estaban acostumbrados a ver, así que no eran productos tan comerciales. El dibujo tenía un aspecto reconocible, pero la sensibilidad de algunas de las historias resultaba extraña para la mayoría de lectores, así que nos llevó un tiempo encontrar nuestro lugar en el mercado.
D.F.- Conforme disteis nuevos pasos en vuestra carrera americana, participasteis en proyectos por separado, de forma independiente. Fábio, en tu caso, tuviste la oportunidad de colaborar con Joss Whedon en Sugarshock. ¿Seguías su trabajo tanto dentro del mundo de la televisión, como del cómic? El hecho de que se publicara en forma de webcómic, ¿condicionó mucho el aspecto compositivo, o trabajaste de forma análoga a como lo haces en el resto de cómics?
Fábio Moon.- Trabajé igual que siempre y escribí del mismo modo que siempre he escrito cómics. Creo que la mayoría de webcomics se siguen haciendo con referencias y una sensibilidad especial hacia el material impreso, así que el procedimiento de trabajo puede ser el mismo.
En cuanto a Joss, he visto algunos capítulos de Buffy y otros de Angel con mi hermana, a la que le encanta la serie; y he leído sus cómics de (Astonishing) X-Men, que me gustaron un montón.
D.F.- Otro de los proyectos en los que participaste fue Smoke & Guns, creación de Kirsten Baldock. Imaginamos que debió ser todo un desafío desarrollar una ambientación noir teniendo en cuenta referentes clásicos del género, pero dotándola de cierta atemporalidad. En este sentido, ¿tuviste total libertad, o recibiste indicaciones expresas por parte de la guionista?
Fábio Moon.- Sí, disfruté de una libertad absoluta. Era el primer cómic de Kirsten, por lo que yo era el dibujante más experimentado y podía hacer un montón de sugerencias visuales acerca de cómo podía funcionar mejor en este aspecto. Como he dicho anteriormente, nos encanta el dibujo en blanco y negro, así que crear una historia noir fue una experiencia fantástica. El estilo pega con ese ambiente atemporal que mencionas y el resultado llamó la atención del editor de Image, Eric Stephenson, que nos puso en contacto con Matt Fraction para trabajar en Casanova.
D.F.- Gabriel, por tu parte, participaste en Casanova junto a Matt Fraction; una serie muy atípica en la que, aparentemente, has podido dar rienda suelta a tu afán experimental para plasmar el tono un tanto alucinógeno de esta historia de espionaje, ciencia-ficción, ladrones y universos paralelos. ¿Los guiones de Fraction eran muy específicos en este sentido –con alusión a inspiraciones pop, cinematográficas, literarias o del mundo del cómic–, o todo el desarrollo estético corrió enteramente por tu cuenta?
Gabriel Bá.- Los guiones estaban completamente llenos de referencias e indicaciones acerca de los sentimientos que debía evocar y los lugares en los que tenía que inspirarme para estar en sintonía con lo que quería transmitir a través del cómic. Lo cierto es que solo me enteraba de la mitad de lo que decía Matt, porque soy brasileño y me remitía a un montón de cultura de los años 60 y 70 estadounidenses que no he visto ni leído: por mucho que me documente e investigue, nunca podré verla a través de sus ojos. Al final, la historia tiene que funcionar para un lector que tampoco conoce todas esas referencias, así que creo que hice un buen trabajo a la hora de contar la historia lo mejor que pude..
D.F.- Fábio, tras el primer volumen de Casanova, tomaste el testigo de tu hermano, encargándote del siguiente arco argumental. ¿Te sentiste cómodo abordando un universo estético que ya estaba definido? ¿Cuáles son vuestros planes más inmediatos respecto a esta serie, ahora que ha pasado a formar parte del catálogo del sello Icon (Marvel Comics)?
Fábio Moon.- Me hubiese sentido mucho más incómodo si no fuese un universo creado por mi hermano. Fui testigo de cómo le daba forma desde el principio y durante ese proceso creativo yo le iba dando mi opinión, como siempre hacemos el uno con el trabajo del otro, así que por aquel entonces yo era el fan número uno de Casanova. Reemplacé a Bá para que pudiese trabajar en The Umbrella Academy y para asegurarme de que el dibujante sustituto no fuera un desastre y se cargase el cómic. Ahora que va a volver a publicarse, esta vez bajo el sello Icon, queremos asegurarnos de que el color conserve esa atmósfera particular y lo que quiere transmitir el dibujo original. Cuando nos embarcamos en el proyecto queríamos que Casanova fuese un cómic completamente distinto a cualquier otro, e intentamos que siga siendo así.
D.F.- Gabriel, dentro de los proyectos asumidos de forma individual, destaca por varios motivos The Umbrella Academy: en primer lugar, por la intensa campaña publicitaria orquestada por Dark Horse; y en segundo lugar, por el hecho de estar guionizada por Gerard Way, líder de la banda My Chemical Romance. ¿Qué supuso para ti la atención adicional que recibió la serie debido a ambos factores? ¿Te sorprendió el guión de Way, teniendo en cuenta que no tenía experiencia dentro del mundo del cómic?
Gabriel Bá.- Al principio estaba muy nervioso porque no podía pifiar semejante oportunidad. Iba a ser mi primer GRAN PROYECTO, con mucha atención por parte de los medios, y todo el mundo –incluido yo– tenía dudas acerca de Gerard por ser un músico metido a guionista de cómics. Pero en cuanto leí sus guiones, me encantaron y me resultó mucho más fácil trabajar con ellos, preocupándome exclusivamente de la calidad del dibujo..
D.F.- Pese a tratarse de una colección de género superheroico –por el que no sentís especial predilección–, presenta numerosas peculiaridades que la convierten en un cómic muy atípico. ¿Qué fue lo que más te atrajo de The Umbrella Academy? ¿Cuándo comenzaréis a trabajar en el tercer volumen de la serie, y qué podemos esperar del mismo?
Gabriel Bá.- Me encanta la dinámica entre los personajes: me enganchó desde el principio. Las escenas de pelea y cosas así son un homenaje a los cómics de superhéroes que solía leer cuando era joven, pero en mi opinión el gran logro de esta serie es cómo desarrolla la tensión emocional. En cuanto al tercer volumen, todavía no lo hemos empezado.
D.F.- La miniserie B.P.R.D.: 1947 os proporcionó la posibilidad de trabajar junto a uno de vuestros referentes artísticos –Mike Mignola–, además de “visitar” un universo de ficción que estéticamente se adecua a la perfección a vuestro estilo. ¿Cómo surgió esta posibilidad y qué recuerdo guardáis de la experiencia
Fábio Moon.-
Mignola es otro de los autores que nos ha influido en gran medida, como Jeff Smith y Terry Moore: siempre que íbamos a la San Diego Comic Con nos pasábamos por su puesto para ver sus publicaciones y para enseñarle lo que habíamos hecho nosotros. Con los años empezó a acordarse de nosotros de convenciones anteriores y a fijarse en nuestro trabajo, hasta que empezamos a hablar de la posibilidad de colaborar en algo juntos. Cuando Bá empezó a trabajar en Umbrella (Academy) con el editor Scott Allie –que también es el editor de Hellboy–, nos encontramos más unidos que nunca. Fue entonces cuando a Mike se le ocurrió una idea para 1947 que necesitaba dos estilos distintos con sensibilidades parecidas y así fue como surgió el proyecto. Fue una experiencia estupenda y todos acabamos con esa sensación de “esto hay que repetirlo”.
D.F.- Tras una serie de proyectos abordados de forma individual, Daytripper implicó vuestro reencuentro. ¿Qué aspecto de colaborar con otros autores ha resultado más gratificante, y qué echasteis más de menos durante vuestra “separación artística”?
Fábio Moon.- Hemos aprendido un montón de cosas acerca de cómo ser mejores artistas y narradores a partir de nuestro trabajo con otros autores, porque te obliga a hacer las cosas de un modo distinto al que estás acostumbrado. Tienes que dibujar situaciones, gente y lugares que no se te han ocurrido a ti y hacer que funcione, tienes que implicarte y esforzarte de un modo que los proyectos personales no suelen imponer. Hemos aprendido mucho acerca de cómo escribir, de lo que nos gusta y de lo que no, y utilizamos todo ese conocimiento en el desarrollo de Daytripper. Pero incluso estando implicados en proyectos separados seguimos trabajando en otros pequeños y personales, como Pixu y 5, así que nunca dejamos de trabajar juntos. Además, siempre ha habido una comunicación excepcional entre nosotros, no solo porque trabajemos en la misma habitación, sino porque llevamos 30 años juntos y nos conocemos muy bien: ninguna colaboración puede igualar ese dinamismo, esa conexión. Al ser gemelos es como si tuviésemos nuestro propio lenguaje, así que trabajar con cualquier otro autor supone hablar otro idioma.
D.F.- Daytripper parecía el proyecto perfecto con el que regresar: no solo pudisteis plasmar una obra muy personal, en la que se intuye el mimo y esmero que habéis puesto, sino que también contasteis con la maquinaria publicitaria de una gran editorial, sin por ello renunciar a la independencia creativa. ¿Os costó mucho convencer a los editores de Vertigo? Parece que a Bob Schreck le sedujo la idea desde un primer momento…
Fábio Moon.- Conocimos a Bob en 2001. Empezamos a hablar con editores de Vertigo entre 2002 y 2003. Las primeras ideas tuvieron lugar en 2006 hasta dar con la que acabaría convirtiéndose en Daytripper en 2007, tras lo cual tardamos un año más en terminar el proyecto. Ese fue el tiempo que nos llevó el cosechar cierto reconocimiento artístico, desarrollar una reputación como autores, no solo como dibujantes, y llevar a cabo suficientes proyectos como para demostrar que no solo éramos autores con algo que decir, sino también profesionales solventes. Bob fue testigo de nuestra evolución y creyó en nosotros: fue fundamental para la creación de Daytripper. También contribuyó el hecho de que hubiéramos ganado un montón de premios y a que tanto nosotros como nuestros proyectos llamásemos la atención de los medios, pero al final todo se reduce a cuánto has trabajado para conseguirlo. Nosotros trabajamos hasta que estuvimos preparados, creo.
D.F.- A través de la historia –las historias– de Brás, nos sumergimos en un relato trufado de existencialismo, una reivindicación del carpe diem que acentúa la sensación de que cada instante puede dar un giro radical a nuestra existencia. Y de algún modo, parece la demostración de aquello sugerido por John Lennon, cuando decía “La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.”. ¿Vivisteis alguna experiencia personal concreta que os invitó a reflexionar acerca de esta visión de la vida? ¿Cómo surgió Daytripper?
Gabriel Bá.- Nos gusta contar historias que se le queden grabadas al lector, que puedan provocar un «click» en sus cabezas, y cuyo recuerdo no se desvanezca en cuanto cierre el cómic. Esta idea de centrarse en torno a aquello que realmente merece la pena en la vida siempre ha sido un elemento central en nuestras historias, así que cuando llegó la hora de proponerle una historia a Vertigo, decidimos que esta era la que tenía más contenido que desarrollar. La verdad es que nos sorprendió lo personal y profunda que acabó quedando la historia… fue como si hubiésemos estado pensando en ella durante toda nuestra vida, preparándonos para contarla.
D.F.- La carga literaria de esta obra parece evidente; de hecho, reconocéis como determinante la influencia de novelistas como Jorge Amado, Machado de Assis y, muy especialmente, Joao Guimaraes Rosa. ¿Podríais especificar los aspectos de la obra de estos autores que de un modo u otro inspiraron Daytripper?
Gabriel Bá.- La forma en la que desarrollas a los personajes y su relación con los lectores difiere significativamente entre literatura y cómics: un escritor puede convertir hasta el momento más insignificante en un océano de emociones a través de sus palabras y la imaginación del lector. No se trata tanto de la acción en sí, sino de qué papel juega cada pequeña acción en el conjunto.
Buena parte de la cultura brasileña y sus costumbres se trasmitió y construyó gracias a la literatura, no a los libros de historia. Nuestra forma de vernos a nosotros mismos y de interactuar con los demás siempre es comparable a la de los personajes arquetípicos de las obras maestras de nuestra bibliografía, un fondo literario que forma parte de todos y cada uno de nosotros en mayor medida que los personajes e historias que se narran en los cómics. Por ello, queremos contar la clase de historias que solo encontramos en la literatura, profundas y con significado, pero en formato cómic.
D.F.- Daytripper es una historia de superación, vitalidad y amor, pero también de pérdida, apatía, e incapacidad de tomar las riendas de una vida. ¿Os resultó complicado encontrar el equilibrio entre los elementos dramáticos de este cómic?
Gabriel Bá.- Tenemos la convicción de que los elementos dramáticos nos permiten llegan a un público mayor, a todo el mundo, a gente que no suele leer cómics, ya que todo el mundo puede sentir esas emociones. Los conflictos que narramos en nuestras historias podrían tener lugar en cualquier parte, podrían implicar a cualquiera. Para que la historia alcance un grado de honestidad suficiente para implicar emocionalmente al lector, tenemos que ser fieles a nosotros mismos… y por eso la historia tiene lugar en Brasil. Fue un proceso complejo y delicado, pero creo que salió bien.
D.F.- Para esta obra renunciasteis al blanco y negro con el que tan cómodos os sentís; pero con el consuelo de saber que el encargado de colorear las páginas de Daytripper fue Dave Stewart, uno de los más reputados profesionales del medio. ¿Cómo valoráis la colaboración con Stewart? ¿Realizasteis indicaciones específicas en cuanto al coloreado?
Fábio Moon.- Por aquel entonces ya habíamos trabajado con Dave en The Umbrella Academy y Sugarshock, así que ya sabía que era un artista excepcional que se implica personalmente en cada proyecto. No nos preocupaba su trabajo, pero aún así le dimos un montón de referencias, fotos e indicaciones porque queríamos proporcionarle una visión muy clara de qué queríamos que transmitiese cada escena al lector… y ya que los colores juegan un papel tan importante a nivel emocional, le dimos unas indicaciones muy precisas a las que sacó todo el partido.
D.F.- ¿En base a qué criterios tomasteis la decisión de que fuera Fábio el encargado de dibujar esta historia? ¿Encontraste especialmente difícil traducir a viñetas la percepción de Brasil, y más concretamente de São Paulo, que tenías en mente? Y como curiosidad, ¿es sensación nuestra, o Gabriel dibujó el número 9 de la serie?
Fábio Moon.- Yo tenía más tiempo, Bá todavía estaba metido de lleno en la segunda miniserie de The Umbrella Academy y a esas alturas cada uno confiaba plenamente en el estilo del otro. A nivel visual, ha sido el proyecto más desafiante en el que he trabajado. Nunca he dibujado tantos esbozos ni he puesto tanto empeño en los detalles a la hora de recrear ese mundo tan cercano, un mundo que más que PARECIERA real, se SIENTIERA real. Al igual que en otros proyectos previos, jugamos con la idea de que algunas secciones de la historia se beneficiarían en gran medida de un cambio en el estilo; así que eso hicimos, alterando el estilo en las secuencias oníricas, algunas de las cuales fueron dibujadas por Bá.
D.F.- Con este tebeo también asumisteis la responsabilidad de dibujar las portadas, una faceta con la que, pese a los galardones y nominaciones recibidas, no os sentís demasiado cómodos. ¿Estáis satisfechos con el resultado final? ¿También os encargasteis de colorearlas?
Gabriel Bá.- Dibujar una portada es algo completamente distinto a dibujar la página de un cómic. El pilar fundamental es la composición, crear una imagen impactante que llame la atención del lector y le invite a ojear el contenido. Me llevó tiempo concretar el estilo de las portadas porque no quería que pareciesen la típica portada de cómic, quería hacer algo distinto, que destacase. Y tampoco quería que se pareciesen a las portadas que había hecho para Casanova o The Umbrella Academy. El resultado final nos gustó mucho a ambos, aunque el proceso fuese un suplicio.
D.F.- ¿Cómo valoráis la acogida que los lectores y medios especializados han deparado a Daytripper? ¿Creéis que marca un antes y un después en relación a la visión que tienen de vosotros los lectores americanos?
Fábio Moon.-Creo que la acogida fue muy positiva y nos alegramos un montón. Confiábamos en nuestras decisiones pero éramos conscientes de lo única que era la serie en algunos aspectos, así que nos sentimos muy aliviados cuando tanto el público como la prensa especializada aceptaron y disfrutaron de la serie tal y como era. Y sí, en cierto modo supone un antes y un después pero solo por el momento, ya que no deja de ser nuestro último trabajo: se te valora en base a lo último que publicas, así que esperamos que nuestro próximo proyecto esté a la altura de lo que hemos conseguido.
D.F.- ¿Vuestros planes de futuro pasan por alternar colaboraciones con otros autores y obras de calado más personal? Imaginamos que resultará tremendamente gratificante recibir tantas nominaciones a los galardones más importantes de la industria trabajando en los cómics que realmente os apetece hacer…
Fábio Moon.- Alternar colaboraciones con nuestros proyectos personales nos permite seguir trabajando sin desaparecer del radar de los lectores por mucho tiempo. Mientras trabajamos en cómics como The Umbrella Academy o Casanova tenemos tiempo de ir pensando acerca de qué escribiremos a continuación sin ninguna presión comercial. Hacer cómics lleva tanto tiempo que nos gusta elegir cuidadosamente nuestros próximos proyectos: nos involucramos mucho en ellos, así que para nosotros el hecho de que se recompense nuestra implicación a través de premios y nominaciones significa mucho; pero nos sentimos igualmente recompensados cuando un lector se pasa por nuestro stand en una convención y nos transmite que una historia le conmovió, o que le gustó mucho, o que para él o ella tiene un significado especial.
D.F.- Son ya cinco años de actividad en vuestro blog, donde desde un primer momento dejasteis patente vuestro amor por los cómics, la necesidad de contar historias en forma de tebeos, y lo mucho que disfrutáis durante el proceso. Una plataforma perfecta para que los lectores se hagan una idea acerca del proceso creativo implícito en el desarrollo de un cómic, y conozcan a las personas que se esconden tras el lápiz, el pincel y el procesador de textos. ¿Qué os ha aportado esta bitácora, y cómo valoráis el papel de las nuevas tecnologías en la promoción y difusión del Noveno Arte?
Fábio Moon.- Dado que tenemos un acercamiento muy personal a los cómics, el hecho de tener un blog nos ayuda a mantener un contacto directo con el público y con otros artistas. Podemos conversar acerca de lo maravilloso y, al mismo tiempo, lo duro que es el crear y contar historias, y hasta qué punto no dejas de aprender y de investigar nuevas y mejores formas de comunicación. Las nuevas tecnologías han influido positivamente en la promoción de nuevos artistas, pero el mejor modo de hacer el trabajo, de crear cómics, todavía es el de la antigua usanza. Al menos en nuestro caso.
D.F.- En cuanto a la aplicación de estas nuevas tecnologías a aspectos puramente creativos ¿soléis recurrir a herramientas informáticas? ¿Qué opinión os merecen tanto el formato digital como los webcomics?
Fábio Moon.- Como decía en la respuesta anterior, los formatos digitales hacen más sencillo promocionar tu trabajo, pero a nivel visual aún se encuentran en una fase muy primitiva. Rotulamos y coloreamos la mayor parte de nuestro trabajo con ordenador, pero todavía creemos que la versión en papel proporciona la mejor experiencia de lectura.
D.F.- Retomando aspectos relacionados con la difusión de la historieta, parece obligado referirse a las convenciones de cómic que, más allá del aspecto promocional, parecen haber sido de gran utilidad desde un punto de vista “asociativo”. Me refiero a los proyectos colectivos –5, Pixu– y antologías realizados junto a autores como Becky Cloonan, Vassilis Lolos o Rafael Grampá. Desde un punto de vista artístico, ¿cómo ha influido el contacto con estos autores en vuestro propio trabajo?
Fábio Moon.- Dado que somos gemelos, siempre nos hemos inspirado el uno al otro. El hecho de querer hacer las cosas mejor que el otro nos servía de motivación, impulsándonos a mejorar a la vez que nos desafiábamos para ver quién hacía la labor más impresionante. Cuando conocemos a alguien cuyo trabajo nos inspira, queremos colaborar para descubrir qué podemos conseguir juntos. Es la curiosidad lo que nos mueve a colaborar, ese elemento de misterio que hay en cada nuevo proyecto en el que los roles, al no estar tan definidos y “separados”, dan pie a que el resultado sea totalmente inesperado.
D.F.- Da la impresión de que también os sentís cercanos a autores como Craig Thompson or Paul Pope. De entre vuestros colegas generacionales ¿destacarías el nombre de algún otro historietista cuyo trabajo os ha impactado de forma especial?
Fábio Moon.- Con el paso de los años, esos dos se han convertido en alguien más que artísticamente cercanos a nosotro, ya que hemos llegando a conocerlos y hacernos amigos suyos. Los cuatro tenemos una sensibilidad especial que alimentamos a través de nuestros viajes por todo el mundo en busca de inspiración. También nos gustó mucho el trabajo de Guy Davis: creemos que su trabajo en la serie A.I.D.P. es fenomenal, hasta el punto de que fue su papel el que nos animó a introducirnos en el mundo de Hellboy y a dibujar cosas que solo parecían posibles cuando las dibujaba Mignola. También hay un autor llamado Kazu Kibuishi que organiza las antologías Flight: en sus novelas gráficas Daisy Kutter y Amulet hace gala de una narrativa visual excepcional.
D.F.- ¿Podríais comentarnos a grandes rasgos el tipo de materiales tanto artesanales –lápices, pinceles, papel de dibujo– como informáticos –software y hardware, en su caso–, que utilizas de forma más frecuente?
Gabriel Bá.- Ambos dibujamos con lápices 2B. Yo entinto con rotuladores de distintas marcas y tamaños, desde Sakura, a Staedtler, pasando por Faber-Castell… mientras que Fábio entinta con un único pincel Windsor and Newton serie 7, número 2. Trabajamos sobre cualquier papel, no nos fijamos ni en la marca, ni en el peso ni en nada parecido. En cuanto a programas informáticos, tenemos dos MacBook Pro con los que utilizamos Photoshop para colorear –con tabletas Wacom–, Illustrator para rotular e InDesign para maquetar los cómics completos cuando los autoeditamos.
D.F.- Teniendo en cuenta la importancia de la línea de tinta en vuestro estilo, ¿estaríais dispuestos a delegar esta fase del proceso creativo, si un proyecto concreto lo requiriera?
Gabriel Bá.- El dibujo solo está listo cuando está entintado. Entintar las páginas y darles un acabado realista es la experiencia gráfica definitiva. Es el paso que nos resulta más divertido, así que no dejaríamos que nadie más se ocupase de él. Encargarse solo de los lápices no es nada divertido.
D.F.- Por nuestra parte, nada más, salvo agradeceros enormemente vuestro tiempo, paciencia y amabilidad. Y por supuesto, desearos la mejor de las suertes en proyectos presentes y futuros. Si queréis decir algo a nuestros lectores, o vuestros seguidores, o incluso a quienes vayan a conocer vuestro trabajo por primera vez a través Daytripper, éste es el momento.
Fábio Moon.- Conservad vuestra curiosidad. Los cómics ofrecen tantas posibilidades que siempre se puede descubrir una historia interesante o un autor nuevo si uno es abierto y curioso.
- Comenzamos la sección de enlaces remitiéndonos a la presencia directa de los gemelos brasileños en la red de redes: blog oficial, cuenta de Flickr, Fotolog, Twitter (1 y 2), Facebook (1 y 2), MySpace (1 y 2), blog de 10 Pãezinhos (donde se serializa la tira Quase nada) y bio/bibliografía. Y si alguien quiere comprar un original de los trabajos en los que han participado Bá y Moon, nada mejor que pasar por el espacio que les reserva la web The Beguiling.
- Continuamos con una serie de links centrados en Daytripper, obra recientemente publicada en España: cuenta de Facebook dedicada a esta serie limitada, prepublicación del primer capítulo por parte de Planeta DeAgostini Cómics, entradas de su blog centradas en este tebeo, contenidos del blog de Vertigo relacionados con su desarrollo (incluídas referencias al proceso de preparación de las portadas, las influencuas literarias y un texto de «despedida»); y entrevistas publicadas en Newsarama y Comic Book Resources.
- Llega el turno de ofreceros una recopilación de entrevistas: para Comic Book Orange (vídeo), The Comics Journal (extracto de retrospectiva), Comic Book Resources (a todo el equipo creativo de Pixu 1 y 2), The Wall Street Journal, RT Book Reviews (vídeo), Comicdom (retrospectiva), Alter Ego Comic Cast (podcast), Brokenfrontier (acerca de Sugarshock); y unas cuantas centradas en The Umbrella Academy, publicadas en la web de Dark Horse, Fanboy Confidential, Comics Bulletin y Comic Book Resources.
- Y para finalizar recuperamos las entrevistas que pudimos realizar a diferentes autores mencionados por Fábio Moon y Gabriel Bá durante la entrevista: Jeff Smith (1 y 2), Terry Moore, Mike Mignola, y Paul Pope.
Excelente entrevista, David. Enhorabuena. Parecen 2 personas sencillas y accesibles, que no se les está subiendo el «éxito» a la cabeza. Me ha parecido interesante, sobre todo la información de los comienzos y la especial relación que tienen entre ellos los 2 gemelos. Ya de por sí, los gemelos tienen una conexión única entre ellos. Así que si trabajan juntos, ya tiene que ser la leche. Siendo hermanos, ¿por qué esa diferencia en apellidos, o son nombres artísticos? ¿O es que Moon y Bá son segundos nombres? Parece que Fabio es más hablador que Gabriel, porque es el que ha dado la mayoría de explicaciones.
Salvo Daytripper y Umbrella Academy no se ha publicado nada más de ellos en español, ¿no? A ver si las ventas acompañan, se les conoce mejor y las editoriales empiezan a publicar otras obras, como ese Casanova que también parece muy, muy interesante. Es de suponer que lo publicará Panini, ya que es de Icon. Tengo muchas ganas de comprar ese Daytripper de lo buenas críticas que estoy viendo.
Saludos a todos.
Una entrevista cojonuda, David. ¡Ya estoy deseando ver ese artículo sobre Daytripper que tienes en preparación! Y de paso, a ver si alguien se anima con Casanova (Panini, ejem, ejem).
Sí señor, enhorabuena por esta magnífica entrevista… No te has dejado nada en el tintero, y me ha ayudado a conocer la trayectoria artística de estos hermanos… A ver si esta misma semana puedo comprar Daytripper y quedo tan prendado de ella como vosotros. ¡Muchas gracias!
Gran trabajo David 🙂
K tal esta el cómic en si i la edición de Daytripper??
José, R.I.P., Nachof, muchas gracias 😉 Me alegro de que haya gustado.
Nachof, en realidad no son sus apellidos, sino seudónimos (creo haber leído que lo de Bá es por el modo en que Gabriel pronunciaba su nombre cuando era pequeño, y Moon, por el cómic Moonshadow, de J. M. DeMatteis, Jon J. Muth y Kent Williams). En cuanto a que Fábio haya respondido a más preguntas, tiene que ver con el hecho de que cuando preparamos la entrevista Bá andaba muy liado con la nueva entrega de Casanova.
Madboy, la edición es correcta: sin errores de bulto, con las portadas en el lugar que les corresponde y una buena presentación. El único pero en este caso es (paradójicamente) la premura con que han publicado la edición española, precisamente porque Vertigo está a punto de lanzar el tpb americano, que parece que incluirá extras. Pero vaya, en resumidas cuentas, es una edición pero correcta.
Y sí, a ver si hay suerte y vemos Casanova por estos lares…
Un saludo!
Anda, pensaba que eran gemelos de distinto padre.
Me leeré la entrevista en cuanto acabe el Daytripper, que lo llevo por la mitad. No creo que haya spoilers, pero por si acaso. A ver si me van a soltar que el prota muere al final y me chafan la lectura.
Si son gemelos, serán del mismo padre, digo yo. Porque si no, su madre se tendría que haber acostado con 2 señores distintos casi de forma seguida, y en ese caso, serían mellizos.
David, me sorprende eso que dices de que sacan en España el tomo antes que en USA. Yo creía que tenían que publicar aquí más tarde que allí. No sé porqué lo habrán sacado tan rápido, pero si está bien editado, bienvenida sea la publicación express.
Y yéndome a otra de las esperadas novedades, Joe the barbarian, ¿se sabe algo de cuándo se va a publicar? En la página de DC no aparece cuándo se va a publicar el número 8. ¿Alguien sabe qué está pasando para ese retraso?
Hola Nachof… en principio el plan era haberlo sacado en el primer semestre de 2011, creo; pero el inexplicable retraso del número 8 ha pospuesto los planes de su edición en España. Lo único que sé es que Sean Murphy recibió el guión del capítulo final (¡vaya también con Morrison!) el 22 de noviembre… ni idea para cuando lo podrá tener listo. ¡Un saludo!
Fabuloso trabajo (por la entrevista) y fabulosos artistas… todavía me quedo anonadado por algunas de sus obras
Ocioso, ya contarás qué te parece.
Nachof, sí, es raro que se hayan metido tanta prisa. Pero tampoco me quejaré de eso… aunque es una pena que nos quedemos sin los extras (sí, soy un poco inconformista).
Uruloki, muchas gracias 😉 Por cierto, mola el rediseño del blog (aunque se hace raro, después de tantos años…).
He leído los 5 primeros números y me está gustando un montón. Tanto que voy a esperar unos dias hasta que se me pase el catarrazo para seguir en condiciones. Los tebeos solo se leen por primera vez una única vez y no quiero estropear esa sensaciòn.
¡Pero ya puedo hacer críticas gruñonas y todo!
Me he dado cuenta de que a partir del tercer número, y conocida ya la pauta, me distraigo de la historia imaginando
como van a matar esta vez a kenny (¡Hijos de putaaa!)
No sé hasta que punto es esto bueno.
Y un posible error en la edición Planetosa. Ya que no han puesto un índice he curioseado y he visto que en los últimos no pone el título al empezar el capítulo. Vamos, que no puedes saber la edad exacta del personaje para encajar los hechos. De todos modos es algo facilmente subsanable: me fuí a la Wiki y apunté los títulos en un papelito que me sirve de marcapáginas para acordarme de donde estaba cuando se me quiten los mocos dentro de unos días.
(Que sí, que se puede leer teniendo mocos, pero luego se lo tengo que pasar a mi señora y si se encuentra páginas pegadas en según que pasajes, a ver como se lo explico)
Ocioso! Cuidado con los spoilers! 😛 Acabo de editar tu comentario. Curioso lo que comentas acerca de los títulos de cada capítulo… no me había dado cuenta, la verdad. Echaré un vistazo a la edición de Planeta.
Ah, vale, se tenía que comentar aquí….
Ups, perdón David. Como es algo de lo que te das cuenta al poco de empezar ni siquiera consideré que pudiera ser un spoiler.
Respecto a la falta de títulos, el problema solo existe en el capítulo 8 y el 9. Tampoco es que tenga mucha importancia.
Y ahora que por fín lo he terminado me hace gracia recordar lo que escribí en el comentario 6.
¡Lo pongo como spoiler!
Como ya había visto la pauta de la muerte al final de cada capítulo me dió por hacer ese chascarrillo.
¡Pues resulta que al final no muere!
Me ha encantado, a mi señora también, y cogiditos de la mano con los ojos llorosos mirando a la pantalla del ordenador hacemos un llamamiento: ¡Que nadie lo deje pasar! Leed Daytripper.
No pasa nada, hombre 😉 Me he fijado en los títulos de los dos capítulos… raro, la verdad. Y sí, es un tebeo que vale mucho la pena.
Me lo acabo de terminar y me ha parecido simplemente SUBLIME. La forma de narrar es deliciosa, sensible, delicada y a la vez terriblemente cruel. Me quedo especialmente con la historia de cuando es niño y visitaba la granja de sus abuelos, todo lo que hacían allí y la manera de contar la historia. Cuando empieza con lo de su nacimiento y al dar la vuelta a la página aparece la página doble persiguiendo a las pintadas. Estupendo, maravilloso. Me lo estoy volviendo a releer haciendo especial hincapié en los últimos capítulos, para no perderme nada.
Coincido con Ocioso en los 2 comentarios que ha hecho en Spoiler. A partir del tercer capítulo también me pasó lo mismo y me distraía. El final del primero me dejó impactado.
Y en cuanto a la edición de Planeta, vale que no tiene extras, pero esto es la ranciez personificada. Ni un miserable texto introductorio o una biografía de los autores. Nada de nada. La edición en sí no está mal, pero no comprendo cómo se han dejado los títulos de los capítulos 8 y 9, salvo que estemos metiendo la pata y no vengan en la edición original. Y aunque son tonterías, también me parece que hay que poner mejor los títulos de crédito que aparecen debajo de su edad en cada capítulo. Al principio lo ponen de una forma (fatal para mi gusto) y a mitad del tomo lo corrigen y lo ponen mejor. Además, Fábio Moon, en los créditos es Fabio Moon, ha perdido la tilde. Son pequeñas cosas que devalúan el producto y que a mí por lo menos, me perturban la lectura.
Recomiendo fervientemente su lectura. De alguna forma me ha recordado a la serie Magasin General, de Loisel y Tripp, en el sentido de que se narra la vida cotidiana, sencilla, son sus miserias y sus alegrías, con calma, sin estridencias.
A ver si pronto hay una reseña completa de esta obra. Saludos a todos