Gracias a una larga y esforzada carrera, Scott McCloud (Boston, 1960) es hoy en día una de las figuras internacionales relacionadas con el mundo del cómic más reconocidas dentro y fuera del medio. Autor notable gracias a su ambiciosa Zot! (1984, Astiberri), principal impulsor de la Carta de Derechos de Autor (1988) dentro de la industria del cómic, creador junto a Steven Bissette del reto 24 hour comic (1990) pero, sobre todo, teórico de referencia gracias a sus obras Entender el cómic (1993, Astiberri), La revolución de los cómics (2000, Norma Editorial) y Hacer cómics (2006, Astiberri) es respetado a partes iguales por compañeros de profesión, críticos, teóricos y aficionados al mundo del Noveno Arte.
Aprovechando su presencia en las jornadas Viñetas desde o Atlántico ’09 que tienen lugar desde hace años en A Coruña, el equipo de Zona Negativa tuvo a bien preparar una entrevista de cara a un eventual tête a tête que tuvo finalmente lugar la mañana del viernes 14 de agosto de 2009, y que fue conducido por nuestro redactor David Fernández, quien preparó la entrevista en colaboración con José Torralba (preguntas teóricas y maquetación parcial del texto) y Alberto Morán (traducción). Un documento que no habría sido posible sin el buen hacer de la organización de estas jornadas –nuestro más sincero agradecimiento a Carlos Portela y Melo– y por supuesto, al entrevistado: entusiasta y concienzudo conversador, todo un derroche de paciencia y amabilidad. En las líneas que siguen a continuación se desgranan los principales puntos de interés de la trayectoria de McCloud: su acercamiento al mundo del tebeo, la publicación de Zot!, el desarrollo de obras divulgativas, viajes por todo el mundo impartiendo seminarios centrados en el Noveno Arte, las nuevas tecnologías aplicadas al mundo del tebeo, su nueva obra de ficción, etc. Hoy y aquí podréis disfrutarla; esperamos que sea de vuestro interés…
Entrevista a Scott McCloud
Zona Negativa.- Ha comentado en numerosas ocasiones que si alguien tiene la culpa de su acercamiento al mundo del cómic, ese es su amigo Kurt Busiek. Su insistencia –unida a la de amigos de infancia muy interesados por el Noveno Arte como Ted y Brian Dewan o Chris Bing–, propició que pasara de aborrecer o despreciar los tebeos, a tomar la firme determinación de convertirse en dibujante profesional. De entre todos los tebeos que le prestó Busiek, ¿cuáles fueron aquellos que más le cautivaron? ¿Qué autores recuerda como principales impulsores de sus primeras tentativas artísticas?
Scott McCloud.- Recuerdo varios autores del género de superhéroes; cuando tenía catorce años me volvían loco. Pero si tengo que escoger aquellos cómics que cambiaron mi forma de entenderlos, entre ellos estaría el Warlock de Jim Starlin, que fue el primer cómic que compré. De él aprendí que una persona era capaz de todo: escribir, dibujar, incluso colorear su propio trabajo. Crear su propio trabajo, en definitiva. Además me gustó mucho porque era nuevo para mí. En cuanto al dibujo, me gusta mucho la labor de gente como Neal Adams, que ponen énfasis en el realismo, la profundidad e intensidad.
De todas formas, no tardé mucho en mirar más allá del cómic de superhéroes: cuando Kurt [Busiek] y yo estábamos a punto de ir a la universidad empezamos a interesarnos por el trabajo de Wendy Pini, [autora] de Elfquest. De ella aprendí que se puede contar historias de momentos pequeños y muy humanos, que se puede prestar atención a cosas como una expresión facial que cambia lentamente. Al poco descubrí a autores como Will Eisner y me di cuenta de la profunda historia del mundo del cómic. Luego, de la mano de Art Spiegelman conocí la corriente más avantgarde y experimental. Y todo esto durante los últimos años de instituto y los primeros de la carrera, mientras Kurt y yo hacíamos nuestros propios cómics.
Por otra parte, empezó a interesarnos qué se cocía en Europa a través de Heavy Metal, que era la versión americana de Metal Hurlant, gracias a la cual descubrimos a Moebius. Pero quizá el descubrimiento clave, el más importante, fue el cómic japonés. Todo aquello fue lo que dio forma a mi modo de entender los cómics durante aquel periodo.
Zona Negativa.- Curiosamente, salvando los primeros tebeos realizados de forma amateur –La Batalla de Lexington, o el crossover Marvel /DC titulado Pow!Biff!Pops!– no ha emprendido ningún proyecto profesional junto a Mr. Busiek. Teniendo en cuenta la amistad que les une y la sólida reputación de la que son acreedores, ¿nunca les han propuesto esa posibilidad?
Scott McCloud.- Kurt y yo llevamos varios años hablando de la posibilidad de hacer algo juntos, claro, pero como bien has dicho, ninguna de nuestras colaboraciones ha sido publicada profesionalmente. Eran cosas que hicimos durante el instituto y la universidad y fueron a más. Por ejemplo, hace décadas creamos a un equipo de superhéroes en el que vimos un gran potencial, pero no tuvimos tiempo de desarrollarlo. Pero creo que deberíamos hacer algo, después de todo lo que hicimos durante aquellos años tendríamos que plantearnos en serio el hacer algo profesional entre los dos.
Busiek & McCloud, colaboraciones amateur: páginas de Pow!Biff!Pops!
y Once more, with feeling (click para ampliar)
Zona Negativa.- Se podría hacer una continuación de La Batalla de Lexington… (Risas)
Scott McCloud.- ¡Qué va! No creo que quede nada de nuestra ciudad natal después de aquello (Carcajada).
Zona Negativa.- Su desembarco en el mundo del cómic profesional fue fruto de una sucesión de casualidades. Cuenta en la introducción del tomo recopilatorio de Zot! que cuando asistía a clases en la Universidad de Siracusa, preparó un currículum como parte de las tareas asignadas por el responsable de una asignatura. Para dotar de mayor realismo este ejercicio, debían enviarlo a un hipotético empleador, siendo su elección DC Comics. ¿Qué pasó por su cabeza cuando recibió una llamada de Bob Rozakis convocándolo para una entrevista laboral? ¿Cuál fue la enseñanza más valiosa extraída de su experiencia en el departamento de producción de DC?
Scott McCloud.- [Risas] Hablar con Bob Rozakis fue una experiencia muy interesante. Me llamó tan de mañana que todavía estaba dormido –por aquel entonces me levantaba muy tarde, a eso de las nueve y media de la mañana– y al principió pensé que se trataba de una broma. Peor no, era real: me estaba ofreciendo una entrevista de trabajo. Aún no había conseguido entrar, pero podía conseguirlo si daba una buena impresión en la entrevista.
Lo primero que pensé nada más colgar fue “vivo en Siracusa, estoy a horas en coche de Nueva York”. Era viernes por la mañana y la entrevista era a primera hora del lunes, así que tuve que dejarlo todo listo durante el fin de semana. Por supuesto, lo primero que hice fue cambiarme echando leches e ir a contárselo a Kurt; él estaba muy celoso porque me hubiesen llamado a mí primero, ya que él también había mandado trabajos a DC. Me llamaron a cuatro semanas de terminar la carrera, en mi último año, así que pensé “como me contraten, habré conseguido un trabajo antes de terminar los estudios”.
De modo que llegué a Nueva York, hice la entrevista y… je, creo que lo más gracioso de aquello fue que siempre me habían explicado que no tenía que decir “sí, quiero este trabajo”, sino cosas como “agradezco mucho la oportunidad que me ofrecen, les daré una respuesta mañana”. El caso es que llamé al día siguiente y me ofrecieron más dinero, ¡habían empezado a negociar el salario sin que yo se lo pidiese! ¡Me querían dar diez dólares más a la semana! Me encantó trabajar en DC, solo estuve un año y medio pero lo pasé de miedo, aprendí muchísimo sobre cómics.
En cuanto a lo mejor de trabajar en el departamento de producción, hice muchos amigos y me encantó poder hablar de cómics con profesionales. Pero lo más importante, la experiencia más valiosa, fue el poder manejar el trabajo de los autores a los que siempre había admirado. Si veía un fallo, como una falta de ortografía, era yo el que le ponía típex o una tira con la palabra correcta. Eso me acercó mucho –física y mentalmente– al cómic hasta el punto de desmitificarlo y verlo como la labor de hombres corrientes. Me hizo perderle el miedo y pensar “yo también puedo hacer esto”. Eso me dio mucha confianza. Muchos dibujantes aficionados creen que hace falta hacer magia, que hay un papel especial y que hasta que no conozcan el código secreto que les permita acceder a la sociedad secreta de autores de cómics no llegarán a nada. ¡Y eso no es cierto! ¡No hace falta dibujar bajo la luna llena con una tinta especial! Poder ver aquellas páginas de primera mano fue lo mejor de lo mejor. Por supuesto, yo todavía tenía mucho trabajo por delante, pero ya no me sentía intimidado ante la idea de dibujar profesionalmente.
Portadas y página interior del primer volumen de Zot! (click para ampliar)
Zona Negativa.- Pese a haber logrado un primer contacto profesional, su carrera no avanzaba al ritmo deseado, de forma que tomó la decisión de invertir más tiempo en la preparación de una propuesta de cómic –que más tarde se convertiría en Zot!–, que presentó a editoriales como Marvel, DC, Eclipse y First Comics. Lo curioso y loable es que incluso en sus inicios profesionales y pese a la urgencia por publicar su primera obra, ya mostraba una profunda preocupación por el mantenimiento de los derechos de autor. ¿Hasta dónde habría estado dispuesto a llegar? Tratándose de una obra claramente contracorriente (en blanco y negro, independiente y enarbolando una aproximación al género contraria a la seriedad imperante en la época), ¿vio peligrar en algún momento la posibilidad de que Zot! llegara a materializarse?
Scott McCloud.- Sabía que Zot! acabaría publicándose de un modo u otro. Por aquel entonces tenía mucha confianza, estaba convencido de que alguien lo publicaría: había compañías grandes, pequeñas y aún más pequeñas, y si tenía que pasar de las grandes a las pequeñas a las aún más pequeñas, lo haría. Estaba dispuesto a ponerme en contacto con la editorial más diminuta del mundo, a publicarlo por mí mismo incluso. Pero no era aquello lo que me preocupaba, sino hacer el mejor cómic posible y conservar los derechos. Los derechos eran muy importantes para mí porque conocía la historia de los cómics y no quería cometer el mismo error que Jerry Siegel y Joe Schuster cuando perdieron los de Superman. Años después conocí el caso de Kevin Eastman y Peter Laird, creadores de las Tortugas Ninja, y comprendí perfectamente lo importante que era retener los derechos de una obra. Sabía que Zot! jamás sería una marca tan importante, pero… ¡era importante para mí, caramba, era algo mío! Además, yo era muy, muy joven. Tenía 23 años y pensaba “no me hace falta ganar mucho dinero ni que Zot! se convierta en un éxito, solo quiero crear un cómic, que el resto de autores sepa que existo y, con suerte, ganarme algo de respeto”.
Zona Negativa.- Zot! parece una “carta de amor” al género superheroico, a un modo de hacer tebeos en aparente peligro; pero también se convirtió en un vehículo para reflexionar acerca del contraste entre el idealismo asociado a la juventud –representado por Zach en la serie– y el realismo / pesimismo más propio de la edad adulta –representado por Jenny–. ¿Sentía la necesidad de adentrarse en el género superheroico, o cree que éste era el más adecuado para reflejar sus intereses e inquietudes?
Scott McCloud.- Cuando escribí sobre la esperanza y su opuesta, la desesperación, lo que quería era dotar al cómic de una mayor profundidad. En cuanto al cinismo, lo gracioso es que por aquel entonces yo no tenía una pizca de cinismo… vivía en el mundo de Zot!, en Nueva York, haciendo cómics para ganarme la vida. Estaba viviendo en un mundo tan bueno que me resultó difícil retratar el malo. Tuve que usar mi imaginación para mostrar el mundo real, ya que me veía a mí mismo viviendo en el mundo interesante y emocionante del futuro. Sin embargo, quería ser un buen escritor y sabía que no era suficiente con historias de héroes contra villanos; quería que hubiese algo debajo. Era un método de creación poco natural porque yo no consideraba los sentimientos de Jenny como propios, mientras que un escritor mejor quizá si hubiese conseguido sentir el dolor de Jenny. Pero su vida era muy distinta a la mía: mis padres no estaban divorciados y nunca tuve problemas dentro de mi familia.
Variadas páginas interiores de Zot! (click para ampliar)
Zona Negativa.- Además de tratar el proceso de maduración de los personajes –e imaginamos que, de forma más disimulada o metafórica, el personal–, parece apreciarse en Zot! una constante evolución estilística, como si de su campo de pruebas y experimentación personal se tratara. De entre todas las influencias que absorbió mientras realizaba esta serie, ¿cuál cree que se hizo más evidente en las páginas de Zot!?
Scott McCloud.- La mayor influencia a la hora de crear Zot! –sobre todo en los primeros ejemplares, cuando era en blanco y negro– fueron los cómics japoneses. Por aquel entonces, en los 80, estaba empezando a desarrollar mis teorías sobre el funcionamiento de los cómics japoneses y el por qué de su éxito: ofrecían algo que no se podía encontrar ni en los cómics americanos ni en los europeos. Ese algo era la participación, el sentimiento de implicación que invade al lector. Para mí, los mejores cómics japoneses eran capaces de crear la impresión de que el lector estaba dentro de la historia, que ésta le rodeaba; así que cuando uno leía una historieta, en realidad la estaba viviendo desde el interior de los personajes. Para mí, como narrador, aquello era el reto principal y el aspecto más divertido. Mi influencia principal fueron artistas como Osamu Tezuka y muchos otros autores manga que ya acumulaban 20 o 30 años de carrera cuando se publicó Zot!. En cuanto al acontecimiento más influyente, probablemente sería el descubrimiento de la librería especializada Kinokuniya, en Manhattan, en la que encontré muchos de aquellos trabajos y pasé a estudiarlos con detenimiento.
Zona Negativa.- Ese proceso de maduración se refleja perfectamente en el progresivo alejamiento del género superheroico más puro, acaecido a partir del #28. Desde entonces, prescinde de los elementos más fantásticos para acercarse a la realidad, tratanto los temas más variados: la inseguridad ciudadana, crisis matrimoniales, el despertar sexual, la alienación / marginación, la homosexualidad, etc… ¿Eran éstos sus primer intentos como historietista de abandonar la “red de seguridad” y “comodidad” que proporcionaba el contexto fantástico de sus historias?
Scott McCloud.- Bueno, en realidad Zot! fue mi primer intento de ser un escritor. Tenía una idea muy básica, de aficionado, de lo que era ser un escritor, así que estos temas me daban la oportunidad de crear una obra que explotase las posibilidades de la narrativa, siendo los personajes el aspecto más importante. Para ello me alejé de lo fantástico, pero no era el primero: otros ya llevaban mucho tiempo haciéndolo. Por ejemplo, los hermanos Hernández llevaban varios años haciendo Love & Rockets y el panorama alternativo estaba lleno de autores muy implicados con el mundo real. Sentía que, por muy lejos que fuese mi obra en ese aspecto, otros ya habían andado ese camino y mucho más. Pero claro, la premisa tampoco daba para más. Reconozco que no me fue fácil mantener un equilibrio entre el aspecto fantástico y real de la obra: en ocasiones la balanza se inclinaba más a favor de uno de ellos y estaba contento con cómo quedaba, con las historias que surgían de ellas… pero yo no era más que un polluelo asomando el pico por el huevo. ¿Tuve éxito? Dejémoslo en “a medias”.
La pintoresca galería de villanos de Zot!: 9-Jack-9, Zybox, The Blotch y Dekko
Zona Negativa.- En la reciente recopilación de Zot! en un único volumen –dos, en la edición española, por cuenta de Astiberri– se han obviado tanto los números realizados por Chuck Austin y Matt Feazell, como la etapa publicada en color. ¿Por qué tomó esta decisión? ¿Es posible que en un futuro próximo se recupere este material?
Scott McCloud.- Hablamos de la posibilidad de publicar juntos los diez primeros números a color y los de Chuck Austin y Matt Feazell, pero después de hacer el volumen de 576 páginas estábamos tan agotados que necesitábamos un descanso (Risas). Además, en cuanto terminamos aquello empecé con la novela gráfica y estuve muy ocupado. Pero publicaremos ese material a su debido tiempo. Siempre hay tiempo para volver a visitar el pasado, pero a veces la construcción del futuro se interpone en el camino.
Zona Negativa.- ¿Cabe alguna posibilidad de que en algún momento retome las aventuras de este personaje, o cree que se trata de una etapa profesional completamente cerrada?
Scott McCloud.- No estoy seguro. Me gustan los personajes de Zot! y todavía hay unas cuantas historias que me gustaría contar, sobre las que pienso regularmente y de las que tengo muchas ganas de hablar. Zot! es un mundo interesante con personajes muy interesantes, me encantan sus villanos –siempre me he sentido muy orgulloso de personajes como Dekko y 9-Jack-9– y me gustaría contar más historias sobre ellos. Espero tener la oportunidad de hacerlo algún día.
Zona Negativa.- Más allá de su presencia en el medio en el campo ficcional, por lo que más es conocido es por su labor como teórico. Así, en Entender el cómic se atrevió a definir el medio, darle una identidad histórica, establecer un léxico, definir sus componentes, describir sus recursos… y lo hizo prácticamente de la nada, apenas con un puñado de obras (Eisner, Barbieri, secundariamente Eco) a modo de precursores. Mi primera pregunta es ¿cómo se enfrenta uno a este tipo de tareas? ¿Cómo se aseguró de ser exhaustivo (describir todo lo que “es”) y al mismo tiempo exclusivo (aislar y rechazar todo lo que no “es”)? ¿cómo estaba seguro de que al describir una serie de recursos (por ejemplo las transiciones que permiten los cerrados/clausuras), no se estaba dejando nada fuera?
Scott McCloud.- Hum… La verdad es que no estoy al cien por cien seguro de no haberme dejado nada por el camino, siempre contemplo la posibilidad de haber pasado algo por alto. De hecho, cuando elaboré aquellas clasificaciones (como las distintas transiciones), pensé que empezaría a aparecer gente por todas partes a decirme: “¡Ajá! ¡Te has dejado esto y aquello!”. Y lo cierto es que sí, han aparecido, pero al principio todo eran palmaditas en la espalda y palabras de ánimo, era evidente que había ganas de que alguien hiciese algo así. Lo cierto es que pensé que después de mí llegarían otras personas a rellenar aquellos huecos pero no, tristemente, no ha sido ése el caso. Algunas personas han sugerido, eso sí, que en los cómics hay elementos distintos a los que planteé. De todas formas, creo que quienes discrepan conmigo discrepan con mi idea de hacer y definir los cómics, lo cual ha dado lugar a muchas discusiones interesantes.
Las tres obras teóricas de Scott McCloud
Pero no, nunca pensé que sería la última palabra o que ya estuviese todo dicho, aunque durante unos cuantos años no hubo ninguna reacción. Por aquel entonces nadie discrepaba, aunque hoy día no se cortan en absoluto (Risas). Ahora discrepar conmigo se ha convertido en un deporte, en un pasatiempo.
¿De dónde vino todo? Pues si te fijas en Entender el cómic, lo cierto es que casi todo viene del mero acto de leer cómics, de pensar “eh, aquí está pasando algo… vamos a leer con detenimiento las páginas, hacer un listado e intentar buscarle un sentido”. Creo que una de mis mayores influencias fue un profesor que tuve en la universidad llamado Larry Bakki, cuyas conferencias trataban todo tipo de cuestiones, incluyendo ideas de gente como Marshall McLuhan. Su idea central era que todo el mundo tenía derecho a hablar de cualquier cosa el tiempo que quisiera (Risas). Aquello me dio la confianza de tirarme a la piscina y reunir todo en un solo libro.
Zona Negativa.- Efectivamente, una vez publicada, la obra tuvo un espaldarazo masivo por parte de profesionales muy reconocidos del medio: Spiegelman, Moore, Ellis, Gaiman, Eisner… ¿consultó con ellos durante la gestación del cómic? ¿Temía que, por ejemplo, se suscitase algún tipo de debate entre profesionales en el que sus conceptos quedasen en entredicho o se rebatiesen?
Scott McCloud.- ¡Ojalá otros profesionales hubiesen debatido sobre ellos! Lo que yo esperaba era publicar el libro y que apareciese otra persona con otro libro que replicase al mío. En cualquier caso, cuando envié el libro a autores como Will Eisner el libro ya había tomado forma, así que no me importaba que lo criticasen durante esa etapa del proceso. Sin embargo, mi amigo Kurt Busiek y otros amigos cercanos me dieron su opinión mientras lo escribía, mientras le daba forma, y sus comentarios me llevaron a hacer cambios enormes: llegué a cargarme capítulos enteros que no nos gustaban, a crear otros nuevos. Hacía unos cambios de entre 10 y 20 páginas como si tal cosa a partir de sus comentarios y sugerencias porque quería hacerlo lo mejor posible. Pero no hubiese tenido el valor de enviar ejemplares a gente como Spiegelman o Eisner durante aquella etapa porque el libro hubiese sido “suyo”, no “mío”. Así que me rodeé de amigos como Kurt Busiek, Neil Gaiman y Steve Bissette. El caso es que ahora Neil Gaiman es tan popular como Will Eisner, pero por aquel entonces era mucho más fácil contactar con él (Risas).
Gaiman y McCloud, jovencísimos, durante
la San Diego Comic Con de 1991
Zona Negativa.- Como hemos dicho, en Entender el cómic usted provee al medio de un léxico y una definición; de una entidad propia a nivel teórico. Como tal, es un cómic de estudio entre profesionales que se preparan para ser creadores dentro del Noveno Arte. Sin embargo, directa o indirectamente también proporcionó un corpus teórico para el estamento académico, descriptivo y crítico. ¿Cree que, por ejemplo, la crítica de cómics debería empezar a hablar más de recursos y menos de gustos? ¿Cree que faltan profesionales que sepan hablar de los cómics adecuadamente? ¿Alguna vez tuvo en cuenta este uso secundario de su obra?
Scott McCloud.- No creo que la crítica sobre cómics tenga que alejarse de la valoración personal. Es positivo que haya tanto críticas dedicadas a separar lo bueno de lo malo como artículos que analicen el cómic desde una perspectiva formal, analizándolos como símbolos o como representaciones sociales moldeadas según los aspectos imperantes en la sociedad. Creo que todos estos enfoques son útiles. El análisis crítico expande y amplía el medio, además de ser muy saludable el hecho de que cunda entre los lectores, ya que no me gusta la idea de una sola corriente crítica.
En cuanto a si hay suficientes profesionales aptos, la mayoría de autores se sienten apegados a su labor hasta el punto de no sentirse cómodos hablando de ella, pero hay otros que sí. Así, hay autores como Jessica Abel o David Chelsea que están escribiendo libros sobre cómics mientras que otros dan clases, como David Mazzuchelli, del que he oído que es un profesor magnífico, lo que no me sorprende en absoluto (Risas). Creo que cada vez hay más autores que se sienten cómodos tratando al cómic fuera del propio medio, ya sea escribiendo sobre él o dando clases. Pero siempre habrá otros que preferirán expresarse a través de su obra en vez de explicarla. Respeto mucho esa opción, en serio, si así trabajan de forma más apasionada, estupendo. Cada uno es como es: yo soy muy hablador, me gusta hablar de mi trabajo, del trabajo de los demás… pero hasta yo he descubierto, mientras trabajaba en mi última novela gráfica, que hay un límite sobre cuánto se debe hablar de un proyecto futuro. Ahora, mientras me encargo del apartado gráfico, prefiero no hablar mucho porque creo que así el dibujo resultará más natural, más espontáneo.
Zona Negativa.- En clara contraposición, y a pesar de considerarse una “secuela” de Entender el cómic, La revolución de los cómics tenía unos objetivos muy diferentes. El primero pretendía definir y describir el medio, mientras que el segundo nacía con la clara voluntad de reformarlo y plantear un debate en torno a él. En palabras de Gaiman, La revolución de los cómics era un manifiesto en toda regla y llegó a ser considerado como “peligroso”. Con el tiempo, ¿está satisfecho de cómo transcurrió la polémica que desató? ¿Dónde percibe la influencia de ese libro en el modelo contemporáneo de la industria?
Scott McCloud.- Sé que a mucha gente le influyó mucho La revolución de los cómics, pero yo lo considero un éxito y un fracaso a partes iguales. Creo que no tuvo tanto éxito a la hora de expresar a la gente cómo veía yo el futuro de los cómics; algunos lo entendieron pero otros lo encontraron confuso, raro o directamente erróneo. Creo que mis esfuerzos por convencer a los lectores de la importancia de las posibilidades que ofrecía no fueron suficientes. Parte de ello se debió a que en Entender el cómic hablé de lo fácil que era detallar el contenido de las viñetas, mientras que en La revolución de los cómics se planteaba el ver más allá de la viñeta, lo que lo hacía un poco más árido. En teoría suena atractivo, pero creo que a la gente le costó más leer La revolución que Entender, no lo encontró tan interesante.
Scott McCloud presentando sus «revoluciones» en
La revolución de los cómics (click para ampliar)
Con Entender el cómic, por ejemplo, la gente decía que más que leerlo lo inhaló. Creo que fue Frank Miller el que utilizó esa expresión de inhalarlo, como si se terminase en un santiamén. En cambio, mucha gente ha llegado a decirme que no se ha terminado de leer La revolución de lo denso que es, lo comparan con meterse demasiada comida en la boca (Risas). No está tan bien explicado y las ideas que ilustra son muy complejas, controvertidas… no tuvo tanto éxito como esperé.
Sabía que sería controvertido y provocador porque el tema que estaba manejando era muy radical, sobre todo en lo referente a los formatos digitales. El papel es un fetiche para mucha gente, pero lo que yo esperaba es que entendiese mi punto de vista y provocar, animar a participar en el debate. Pero lo que ocurrió es que discutieron sobre lo que creyeron que quería decir en vez de sobre lo que había dicho en realidad. Fue culpa mía por no haberme explicado correctamente y me supo muy mal. Pero bueno, me alegro de haberlo escrito. Además, muchas de las cosas que había planteado que tendrían lugar han acabado ocurriendo y otras todavía pueden hacerse realidad, así que mis predicciones no iban tan desencaminadas. El mundo está cambiado y me alegro mucho haber iniciado aquel debate. No obstante, cuando vuelva a escribir intentaré expresarme con más claridad.
Zona Negativa.- Y llegamos, claro está, a los webcomics… siguiendo con su tradicional sentido de la coherencia –que le llevó a escribir un libro teórico sobre cómic desde el propio medio– el apéndice de La revolución de los cómics, I can’t stop thinking!, se publicó en su web, donde también ha colgado numerosos webcomics que pueden leerse de forma gratuita. Sin embargo, La revolución de los cómics se publicó en el año 2000 y los webcomics aún no se han convertido en ningún estándar de publicación… ¿cómo evalúa la situación actual? ¿Ceguera antievolutiva o simplemente divergencia de opiniones (o de intereses)?
Scott McCloud.- Han pasado 16 años desde que nació el concepto de web gráfica. Por supuesto, Internet existe desde mucho antes, pero el concepto de web tal y como lo concebimos a día de hoy tiene alrededor de dieciséis años. Y sí, podría decirse que el movimiento webcomic no ha terminado de despegar, o que está un poco estancado, pero hay miles de webcomics que cuentan con negocios y públicos maduros, así que es innegable que ha crecido. No del modo que yo había esperado, pero claro, ¿quién podría predecir algo así? Escribí La revolución en 1998, habían pasado cinco años desde la web gráfica, así que en realidad tampoco es que haya pasado mucho tiempo. Por ejemplo, a los dieciséis años las tiras de prensa en EE.UU. aún estaban desarrollándose y tomando forma; podríamos esperar otros veinte años y aún habría pasado poco tiempo. ¿Cuánto se ha progresado? Creo que mucho. Hay miles de autores de webcomics probando nuevas ideas, fórmulas y negocios cada día. Penny Arcade, por ejemplo, pese a no ser el modelo de webcomics que yo tenía en mente en La revolución, se ha convertido en un fenómeno, que dona un dineral a caridad y atrae a miles de personas a su convención anual. Son un fenómeno surgido de un webcomic. Es un medio que crece, cambia, se transforma y evoluciona de forma impredecible… pero está creciendo.
Penny Arcade, webcómic sobre videojuegos
guionizado por Jerry Holkins e ilustrado por Mike Krahulik
Zona Negativa.- ¿Piensa usted que la propia definición de cómic que proporcionó en Entender el cómic ha podido jugar en contra de los webcomics? Cuando habla de “ilustraciones yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada, con el propósito de transmitir información y obtener una respuesta estética del lector” yo siempre me lo tomé como una especie de comicema, una unidad mínima con significado que define al cómic, y no como algo totalmente cerrado; pero entenderlo como algo estricto y no ampliable (que no excluyente) tal vez haya podido resultar contraproducente…
Scott McCloud.- No creo. Me mantengo fiel a la definición de Entender porque no decía nada sobre el papel o la reproducción, no hablaba del tipo de dibujo, historia o creadores y ni siquiera prohibía el sonido o el movimiento. Sencillamente planteaba: “si añades esta clase de cosas, ten en cuenta que no forman parte de la definición esencial; para ser un cómic, un cómic solo necesita una secuencia de imágenes”. Creo que, de hecho, abrió la puerta a los webcomics. Por otra parte, mucha gente considera que convertir los cómics en pequeñas películas y añadir efectos multimedia supone alejarse del concepto básico del cómic… ¡y tienen razón, realmente supone alejarse de ese concepto! Este nuevo formato de películas en miniatura puede llegar a ser muy popular en cuanto a que es una mutación curiosa del concepto de narrativa, pero tiene muy poco que ver con los cómics. Además, su público seguramente esté más interesado en las películas, que son una forma completamente distinta de arte. Algunos creadores pueden considerar que es un paso que hay que dar, que es una evolución necesaria o que es así como quieren contar sus historias hasta el punto de dejar de considerar importante que lo que hacen sea un cómic o no, pero para mí es importante.
Me mantengo leal al cómic: me gustaba su potencial como medio y me sigue gustando. Yo no quería ser un guionista de Hollywood o un novelista, yo quería hacer cómics, así que la definición de qué es un cómic y qué no me parece importante. No obstante, espero que en el futuro la gente vea que mi definición de Entender no va en la línea de qué no puede ser un cómic sino justo lo contrario, qué puede dar de sí y hasta dónde puede llegar. Cuando escribí Entender la gente pensaba que los cómics solo eran panfletos sobre superhéroes con un par de grapas. Yo dije “no, no son solo eso, pueden ser cualquier cosa mientras se utilicen imágenes para contar una historia”. Espero que Entender se recuerde como una obra que expande el concepto de cómic en vez de limitarlo.
Zona Negativa.- En cualquier caso, los webcomics parecen a simple vista muy rupturistas para con el corpus teórico que estableció en Entender el cómic. En uno de los capítulos de I can’t stop thinking! recomienda explorar las posibilidades que ofrece la web en términos de sonido y movimiento, mientras que, por ejemplo, el formato de uno de su webcomics –The Right Number– casi llega a romper con la idea de yuxtaposición y condiciona los ritmos de lectura a nivel temporal y no únicamente espacial (el título, por ejemplo, tiene una exposición automática)… ¿A la luz de sus trabajos y una vez explorados los webcomics en profundidad desde el 2000, no cree que el cómic, en la web, corre un serio riesgo de convertirse en un ente bastardo; de perder su identidad? ¿No es una ruptura de la definición de cómic/comicema de la que hablábamos antes?
Scott McCloud.- Bueno, creo que The Right Number es bastante consistente con mi definición del cómic. Por ejemplo, si tienes la viñeta uno, luego la dos, la tres, hasta la cinco, entiendes perfectamente que estás ante un cómic que lees de izquierda a derecha. En The Right Number lo único que hice fue girar ese orden noventa grados, de modo que la viñeta uno está enfrente de la dos, que a su vez está enfrente de la tres, etcétera. Mientras mantenga la idea central de lo que es un cómic, el formato puede ser radicalmente distinto.
Al mismo tiempo, hay muchos artistas probando nuevos formatos que contradicen mi definición, en los que haces click en la viñeta uno y es reemplazada completamente por la viñeta dos. “Ajá, ya no están juntas, ya no hay yuxtaposición. ¡Ya no es un cómic como lo concibe McCloud!”. De hecho, me pregunto por qué la gente no dirá eso más a menudo… En cualquier caso, cuando vi ese tipo de trabajos pensé “oh, vaya, no es mi definición… bueno, vale, supongo que mi definición no es perfecta porque a mí me parece un cómic”. Así que si a mí no me molesta que mi definición tenga agujeros, no veo motivos por los que los demás deberían molestarse.
Una vez abierta la puerta es normal que entren muchos formatos a la vez en tropel: películas/cómics, términos medios, ambigüedades… pero tenemos décadas por delante para agruparlos en categorías. Creo que al final serán los lectores los que decidirán qué es lo que les gusta y los autores quienes decidirán cuándo son los cómics el mejor método para contar las historias que quieren contar y cuándo no. Pero llevará tiempo.
Primera viñeta del webcomic The Right Number
Zona Negativa.- Por otra parte, ¿cree usted que el componente de coleccionismo inherente al aficionado al cómic –y a otras artes– es un motivo clave en el hecho de que los webcomics no se hayan diversificado? ¿Es tan fuerte nuestro sentido de la posesión con respecto a cómics, películas o libros como para estar deteniendo la evolución de todos estos medios y sus canales de producción y distribución?
Scott McCloud.- Creo que la mentalidad de coleccionista aún existe, pero cada vez es menos importante. A mediados de los 90 todo el mundo estaba obsesionado con el coleccionismo, pero la mayoría de aquellos coleccionistas lo han dejado, se han ido. Aquellos que de verdad amaban los cómics en EE.UU. (y en Europa y Japón, especialmente) nunca se sintieron atraídos por ese fetichismo hacia un objeto. Es una mentalidad que no tiene que ver con la historia, con el arte, con el cómic. Fue un error, una especie de locura colectiva (Risas). Me alegró mucho que los coleccionistas desapareciesen al darse cuenta de que los cómics que estaban conservando con tanto mimo no iban a valer lo que ellos pensaban que acabarían valiendo. Fueron reemplazados por lectores que ampliaron sus horizontes a través del manga, las novelas gráficas y los cómics buenos. Y hay lectores de sobra para reemplazarlos, de hecho hay unos diez lectores por cada coleccionista que se marchó.
Con las series de televisión y el cine pasa un poco lo mismo. No nos importa tanto poseer el objeto como disfrutar de la experiencia, el método de visionado no es tan importante: podemos tener una serie en DVD, verla en Internet, pedírsela prestada a un amigo… no necesitas poseer algo para que cambie tu vida. Y ese principio también se aplica a los cómics.
Zona Negativa.- Como obra escrita en el 2000, La revolución de los cómics no pudo tener en cuenta las posibilidades de la web 2.0 (basada en la interacción social). ¿Cómo modifica este nuevo status los contenidos de su obra? ¿veremos La revolución de la revolución de los cómics distribuida por Facebook?
Scott McCloud.- Respondiendo a la primera pregunta, parte de la importancia de la web 2.0 viene de cómo viaja un contenido de una persona a otra, ya que la tecnología tiene la virtud de separar la forma, la presentación, de su contenido. Sin embargo, en el caso de los cómics la presentación es el contenido: la distribución de las viñetas, por ejemplo, es un aspecto crucial porque afecta a la presentación, que a su vez es una parte fundamental del conjunto. Creo que la web social está más relacionada con la comunidad del cómic que con su formato, pero eso no hace que sea menos importante: la web está cambiando la forma de relacionarse, la relación entre lectores y autores, la presentación de la información… pero también es un problema potencial en lo referente a la presentación de los cómics, ya que en ese medio concreto los cómics son más accesibles hechos pedazos y servidos como trocitos de sushi. En ese contexto, crear cómics sería como crear un contenido web cualquiera, perderían aquello que los hace especiales. Pero no es algo que me preocupe en absoluto, esta clase de cosas siempre acaban solucionándose.
En cuanto a la segunda pregunta, trabajo con un diseño impreso en mente y así quiero que se publique. Nunca he creído en publicar algo en varios formatos. Si alguien quiere publicar cómics para teléfonos móviles, que cree un cómic desde cero con vistas a ese formato en vez de coger uno que ya ha hecho y adaptarlo. El formato importa, y mucho, más que en el cine, la televisión o las novelas, porque el cómic vive en el mundo de las líneas, los colores, los elementos visuales. Es lo que lo hace interesante. Soy partidario de crear un cómic para un formato. Eso de cambiarle el tamaño, recortarlo, pasar de blanco y negro a color… eso sí me parece un problema preocupante. Yo jamás adaptaría un cómic a otro formato.
Zona Negativa.- Teniendo en cuenta que ya lo advertía en su libro, ¿qué opinión le merecen los cómics, las previas o los archivos online de cómics (como el Marvel Digital Comics Unlimited) que aún estando disponibles en internet siguen encorsetados en el modelo expositivo del papel sin “romper la página”? ¿Qué le parecería la idea de hacer un remake de cómics clásicos para adaptarlos al nuevo formato expositivo (tela infinita, como usted la llama en La revolución) conforme a todas sus posibilidades?
Scott McCloud.- Creo que sería muy positivo tener acceso a toda la historia de los cómics, pero creo que también es necesario preservar la visión que los autores tenían de sus trabajos. Si los autores crearon el cómic para ser publicado en un formato impreso, con dos páginas una al lado de la otra, hace falta desarrollar un método capaz de mostrar los cómics de ese modo, tal y como fueron concebidos. Lo ideal sería contar con un sistema que permitiese acceder a toda la historia de los cómics y que a la vez conservase el formato original, el sentido de lectura original y la yuxtaposición original. Adaptar esas obras sería como proyectar una película clásica con anuncios cada dos minutos: consideraríamos que esa inclusión daña el producto original, y con razón. Me gusta que ese trabajo esté disponible pero no me gusta la idea de que se estropee, es así de sencillo. Retomando la respuesta anterior, no me opongo a nuevos formatos: me encantaría ver cómics publicados en teléfonos móviles, pero con ese formato en mente.
La tela infinita, en su representación icónica según McCloud
(click para la explicación)
Zona Negativa.- El formato expositivo de tela infinita implica, básicamente, que el artista que se dedica a los cómics tiene que dejar de pensar en términos de perspectiva clásica y aprehender las posibilidades que le ofrece la geometría. ¿Cree usted que los profesionales actuales están preparados para ello, especialmente en un medio en el que existe mucha autodidáctica y en el que incluso los artistas más hot presentan incoherencias anatómicas con frecuencia?
Scott McCloud.- (Risas) Aspectos como la composición siguen siendo relevantes en ese formato, un buen dibujo es relevante independientemente del formato en el que se publique. Creo que un aspecto importante que tendemos a olvidar es que el propósito de la tela infinita es estar al servicio de la historia. Al principio solo estábamos probando nuevos formatos, que es algo muy interesante, pero siempre con la idea de encontrar nuevas formas de contar una historia. El aspecto fundamental era la idea de que cualquiera pudiese darle un ritmo a la historia, componerla y escoger los momentos clave basándose en aquello que se quiere contar. Por ejemplo, que se pueda decidir libremente el número y tamaño de las viñetas en función de las necesidades de la historia, no de las restricciones de la página. Trabajando sobre papel uno siempre se encuentra con situaciones del tipo “aquí iría de maravilla una viñeta grande… pero no va a entrar, así que tendré que retrasar la entrega y reestructurar la página haciendo más pequeñas otras viñetas” o “no tengo páginas suficientes para contar aquello que quiero, así que tendré que recortar”. ¡Eso no tiene por qué ser así! Deberíamos poder elegir el tamaño, forma y composición adecuados para la historia, y eso es algo que la gente no entendió respecto a la tela infinita. Quizá algún día sea capaz de expresarlo con más claridad.
Zona Negativa.- En La revolución usted hizo una serie de predicciones sobre el impacto de Internet, pero nadie podía imaginar las consecuencias de la conjunción entre Internet y la tecnología de las redes P2P, por las que circulan ejemplares escaneados. ¿Cómo valora este fenómeno?
Scott McCloud.- El conflicto entre propiedad intelectual e intercambio de archivos es algo que está afectando a todas las expresiones artísticas: el cine, la música, la televisión… Quizá estemos viviendo los últimos días de la propiedad intelectual, quizá los artistas tengan que aceptar que su trabajo siempre estará al alcance de todo el mundo. No lo sé, la verdad es que no lo sé. Es una batalla que me pilla muy lejos, así que prefiero que la libren otros (Risas). Pero es evidente que va a afectar a los cómics. ¿Cómo? No lo sé. Puede pasar cualquier cosa.
Zona Negativa.- El éxito cosechado por sus diferentes obras teóricas ha propiciado la posibilidad de impartir numerosas charlas didácticas, en diferentes países y contextos, como seminarios profesionales o convenciones de cómics. Imaginamos que el intercambio de opiniones y pareceres acerca del cómic como medio de expresión artística ha resultado sumamente enriquecedor. ¿Cuál es la experiencia de la que guarda un recuerdo más positivo? ¿En qué país ha experimentado un mayor choque cultural circunscrito a este medio
Scott McCloud.- Buf… no podría elegir un país o una experiencia favoritos, no quiero caer en favoritismos. En cuanto al intercambio de opiniones, me gusta mucho leer las opiniones y críticas que se hacen cuando yo no estoy presente, por eso a veces prefiero no estar en la misma habitación en la que está teniendo lugar un debate. Me gusta que se pueda criticar mi obra con libertad, a gusto, sin tenerme delante (Risas). El caso es que cuando terminé Entender empecé a interesarme muchísimo por el medio web y no presté tanta atención a defender lo que postulé, pero descubrí que había gente que lo defendía por mí. Pero como he dicho al principio, prefiero no señalar.
André Juillard, Diego García, Scott McCloud y Carlos Portela
en Viñetas desde o Atlántico ’09
Zona Negativa.- ¿Cansa hacer tantos viajes, dar tantas conferencias.., y hacer tantas entrevistas?
Scott McCloud.- (Risas) No, no suelo cansarme y tampoco viajo tanto como para acabar harto. De todas formas, cuando viajo asumo que voy a tener que hacer entrevistas, que voy a tener que hablar con mucha gente… pero la mayor parte del tiempo lo paso dibujando en casa. Me alegro mucho de estar trabajando en una novela gráfica porque lo que lo más me gusta es estar enfrente de la pantalla, creando. En mi opinión, así es cuando más felices se sienten los autores: mientras crean. En ocasiones puedo acabar un poco tenso porque paso por una racha en la que paso más tiempo viajando que trabajando, pero me alegra ver qué proyectos relacionados con los cómics se están dirigiendo por todo el mundo. Además, me ayuda a ser un mejor autor, me hace comprender mejor las posibilidades del medio. Si me pasase el día en casa, sentado y trabajando, no aprendería nada.
Además, si no viajase me hubiese perdido un montón de obras y autores buenos que no han sido traducidos al inglés. Por ejemplo, el Arrugas de Paco Roca me encantó. No sé español, pero con ver las viñetas pude entender la historia y disfrutar de su narrativa, aprendiendo de ella durante la lectura. Si no hubiese viajado a Barcelona hace unos meses no hubiese podido leerlo, así que esa es otra de las ventajas que tiene viajar.
Zona Negativa.- En la actualidad, está preparando una novela gráfica de la que tan solo sabemos que será muy extensa y llevará por título The Sculptor. ¿Podría darnos más detalles acerca de esta obra?
Scott McCloud.- Será una novela gráfica de 400 páginas que tendrá lugar en Nueva York, es una obra de ficción original y es muy emotiva. Trata una cuestión muy dramática. Es una historia que lleva rondándome por la cabeza durante más de veinte años. Me ha encantado volver a hacer un trabajo de ficción y espero que la gente disfrute tanto leyéndolo como yo haciéndolo. No estaba tan ilusionado por un proyecto desde Entender el cómic.
Zona Negativa.- ¿Cuándo prevé su publicación? Tras tantos años centrado en obras de marcado carácter analítico / didáctico/ divulgativo, ¿le ha costado sumergirse de nuevo en el proceso creativo inherente a una obra de ficción?
Scott McCloud.- No, lo que me ha costado ha sido no volver hasta ahora. Pasaron dos años desde que me di cuenta de que era lo que quería hacer hasta que empecé a trabajar en ello. Me pasé esos dos años muerto de ganas por ponerme a ello. Y cuando empecé, tenía la historia tan bien estructurada y formada en mi cabeza que prácticamente se escribió sola, de forma totalmente natural.
Una tabla de dibujo como las que describe el autor
Zona Negativa.- Según se desprende de diferentes entrevistas, y de Entender el cómic y Hacer cómics, actualmente se ha decantado por herramientas informáticas, en lugar de las artesanales. ¿Podría comentarnos cuáles son las que emplea con mayor frecuencia (hardware y software) y cómo suele enfocar el proceso de realización de una página?
Scott McCloud.- Utilizo Adobe Photoshop, que tiene un montón de herramientas. Lo utilizo para dibujar como lo haría con papel y lápiz, a mano, porque dispone de pinceles, tinta… En cuanto al hardware, utilizo una tabla de dibujo Cintiq que funciona como una pantalla grande sobre la que dibujar directamente. Pero no utilizo ninguna herramienta avanzada: cojo el boli y dibujo capa sobre capa. La diferencia clave entre esto y la tinta es que puedo hacer todos los cambios que quiera. Me encanta hacer cambios, porque todas las ideas son plásticas: puedes cambiarlas hasta que queden como más te gusta. Así que este método mejora los aspectos positivos de la tinta y no tiene ninguno de los negativos, es el método que me resulta natural. Cuando empecé no disponía de medios así, de modo que ahora me alegro muchísimo de poner trabajar con ellos.
Zona Negativa.- A buen seguro que, teniendo en cuenta su curiosidad innata y pasión por el estudio del cómic como medio de expresión artística, por sus manos habrán pasado numerosas obras de autores procedentes de las más variadas tradiciones y estilos. ¿Podría comentarnos cuáles de sus lecturas recientes le han sorprendido de manera más grata?
Scott McCloud.- No tengo unos claros favoritos, prefiero hablar de tendencias. A día de hoy mi tendencia favorita es lo que yo llamo la metabolización del manga: los aficionados al manga llevan esa afición en la sangre hasta el punto de que la influencia japonesa se nota en los cómics europeos y americanos con mucha más naturalidad, frescura y claridad narrativa. Lo veo en las antologías, en los autores jóvenes… en los últimos 15 años se puede apreciar una mezcla entre emoción, claridad y eficiencia únicas en la historia. Los cómics ya no son tan densos, tan estáticos; esta vez la experiencia y las emociones del lector son lo primero y creo que eso va a dar lugar a muchas cosas buenas. Es una tendencia que aprecio en las nuevas generaciones, a las que deparo un brillante futuro.
Detalle de la página web de Scott McCloud (click sobre la imagen para acceder)
- Web oficial de Scott McCloud.
- Página oficial del 24 hour comics day.
- Webcómic oficial del navegador Google Chrome, a cargo del autor.
- Sección en la web de la editorial Astiberri dedicada al autor.
- Sección en la web de Norma Editorial dedicada al autor.
- Suplemento en internet de la obra Hacer cómics.
- Blog oficial de Viñetas desde o Atlántico.
- Crónica de David Fernández sobre Viñetas desde o Atlántico ’09.
- Videoentrevista a Scott McCloud en Entrecomics.
- Extensa entrevista a Scott McCloud traducida por Entrecomics.
- Reseña de Zot! en Bibliópolis.
- Concurso Zot! (ya inactivo) en Zona Negativa.
PRIMER!
Enhorabuena por la entrevista! Cuando acabe de leerla, os re-felicito 😉
Cosas así marcan la diferencia. Felicitaciones. Para leeer y releer.
Bueno, ahora sí. Magnífica entrevista, además con muy buenas preguntas. Es un placer leer las palabras de alguien tan importante dentro del mundo del comic, diciendo cosas tan interesantes y acertadas… y encima con una humildad asombrosa.
De 10 para vosotros y para el autor!
Pues muchas gracias por la parte que me toca… se agradece que se valoren esta clase de cosas y más os lo va a agradecer David, verdadero promotor de la entrevista y conductor de la misma. Trabajar con él ha sido como siempre una auténtica delicia. No imagino persona más seria, comprometida, formal y brillante que él.
¡Un saludo!
Muy buena entrevista, y me ha parecido muy de agradecer la autocrítica y la flexibilidad del entrevistado ante ciertos puntos. Lo que más me ha gustado de este hombre, a parte de tener un delicado gusto narrativo, es su capacidad no solo para estudiar el tebeo si no el intento de vislumbrar cuál es el siguiente paso, y estoy convencido que los webcomics tendrán mucha importancia en el futuro, dentro de la que tiene el comic, y en cierto modo decepcionado porque el formato imperante siga siendo el de la tira de los periódicos pero creo que esto está muy influenciado por la forma de trabajar de los dibujantes, es decir se dibuja la tira de forma tradicional en papel, y muchas veces pensando en su posterior impresión en papel, y luego se escanea se «procesa» y se introduce en la página.
Me ha hecho cierta gracia esto: » El formato importa, y mucho, más que en el cine, la televisión o las novelas, porque el cómic vive en el mundo de las líneas, los colores, los elementos visuales. Es lo que lo hace interesante. Soy partidario de crear un cómic para un formato. Eso de cambiarle el tamaño, recortarlo, pasar de blanco y negro a color… eso sí me parece un problema preocupante. Yo jamás adaptaría un cómic a otro formato.»
En una librería española le puede dar un síncope
Brillante entrevista, y simplemente impresionantes las respuestas de Scott McCloud. Seguid por esta linea por el amor de diox.
Muchas gracias a todos! Me alegro de que haya gustado la entrevista. La verdad es que fue un auténtico gustazo tener la ocasión de hablar con McCloud con toda la calma del mundo. Aunque no comparto todas sus teorías, esta entrevista resultó especialmente gratificante precisamente por lo que apunta x-ternon: McCloud es un tipo tremendamente abierto al diálogo y al debate, con una tremenda capacidad lucidez y capacidad reflexiva.
Sin lugar a dudas, un Viñetas desde o Atlántico inolvidable…
Y José, igualmente: es un placer trabajar contigo! como siempre, una colaboración sumamente fluída y natural. La entrevista sería otra muy diferente sin tu tremenda capacidad analítica (queda pendiente ese pata negra, por tus amables palabras ;D).
Un saludo!
Me he tomado el tiempo para degustar esta entrevista. Me ha encantado a pesar que estoy en desacuerdo con un par de puntos en lo que a web comics se refiere o en la adaptación de ciertas historias a varios formatos. (no puedo creer que esté en desacuerdo con McCloud, siempre he admirado su trabajo). Pero els felicito por esta entrevista muchachos. Me ha encantado.
Siempre recordaré los 10 primeros tomos de Zot que publicó Forum de Eclipse Comics, hasta que los leí no había visto tanto cariño puesto en cada viñeta, tanta…simplicidad, que de simple me encantaba, facilidad narrativa, composición de viñetas, cándidez a la hora de tratar temas peliagudos, diseño de personajes, el repertorio de villanos es magnífico, peculiar, las personalidades de todos y cada uno de los protagonistas…era como leer un comic hecho para niños pero por niños.
Maravillosa Entrevista!
Felicidades, me ha encantado la entrevista. La he encontrado muy meticulosa y profesional. Respecto a la opinión de McCloud y a su figura en general, me transmite una opinión ambigua. Es indudable que ama el género del cómic (tal vez hasta lo idolatra), pero también hay que reconocer que pertenece a una generación la cual, pese a tener grandes conocimientos teóricos, se ha ido distanciando gradualmente del cómic propiamente dicho. Incluyo en este mismo conjunto a Gaiman, McKean, o Bolland. Eisner y Kubert también han teorizado y dado clases, pero no dejaron (o dejan) de crear por ello.
Opino que está muy bien teorizar sobre la materia, pero tal vez sería mejor poner en práctica tales principios en una producción más cuantitativa. A ver si al final va a ser cierto el dicho de «El que sabe, no se dedica a enseñar».
Yo disiento totalmente, Raúl. McCloud ha seguido publicando todo este tiempo: en primer lugar sus obras teóricas, no lo olvidemos, son cómics. Son obras técnicas, desde luego, pero una de las cosas que siempre debemos tener presentes es que el cómic es un medio capaz de dar a luz no sólo ficción. En base a estas obras y a investigaciones posteriores da charlas y conferencias a lo largo de todo el globo, demostrando fehacientemente que sabe y sí se dedica a enseñar.
Pero es más: contrariamente a lo que se piensa McCloud ha tenido un ritmo de publicación relativamente aceptable a lo largo de los últimos años. Lo que pasa es que publica, en todo un ejemplo de coherencia, webcomics (sin llegar a cerrarse al papel, claro). Indudablemente no es un ritmo de publicación mensual en una regular, pero nadie le dice a Malick que no dirige películas sólo por hacerlas de tanto en tanto.
Siguen sin convencerme tus artumentos, José. Aunque contemos como «comics» sus obras teóricas, sus fechas de publicación son: 1993, 2000(siete años después) y 2006 (seis años más tarde). No es que se pueda considerar un ritmo muy intenso para un autor que no tiene ni 50 años.
Además, yo entiendo los webcomics al contrario que tú como un distanciamiento de la realidad del género y la industria. Igual que Neil Gaiman sigue haciendo cómics (uno por aquí, otro por allá, pocos y para nada al nivel que podría ofrecernos), McKean sigue publicando (la portada de la Vertigo Enciclopedia) o Bollan participa aún en el mercado (en alguna que otra portada).
En ese caso me has dejado sin argumentos, Raúl. Yo sólo digo que el ritmo de publicación nada tiene que ver con que se cree o no. Para mí McCloud nunca ha dejado de crear… lo ha hecho a su ritmo, indudablemente, pero lo ha hecho al fin y al cabo. Definir el acto creativo en base a una aproximación cuantitativa o a si se hace o no dentro de un concepto de industria basado en el comic-book mensual de 24 páginas –dejando fuera otras concepciones como la europea, por ejemplo– me parece demasiado reduccionista. Cada autor tiene su ritmo, sus ambiciones y sigue su proceso. Ahora, lo que desde luego no ha hecho es dejar de enseñar: precisamente por hacerlo «crea» (siguiendo tu definición) menos.
Respecto a los webcomics, más que un alejamiento de la realidad del medio –que lo es– yo creo que es una apuesta por expandirlo manteniéndose fiel a su esencia. Aunque claro, si los webcomics son o no cómics –incluso según la definición de McCloud– es no poca parte del quid de la cuestión. Sea como fuere, por su parte habría sido tremendamente incoherente después de La revolución de los cómics no haber apostado claramente por ese formato.
Muy buena entrevista! Muy interesante leer las opiniones del señor McCloud. Por otro lado, tengo que decir que aunque leo bastantes webcomics, nunca van a ser tan gratos de leer como el papel. Algo tan sencillo como pasar hoja o poder leer estirado en la cama o sentado en el sofá en vez de frente a la pantalla, eso es irremplazable.
Que conste que tengo un profundo respeto por la labor de McCloud. Sin embargo no por ello puedo dejar de criticar su escaso nivel de publicación. No niego que este autor pueda contar con una impresionante base teórica sobre la materia del cómic, pero considero que a nivel de experiencia profesional en el campo de lo «normalmente comprendido» como cómic no puede decir lo mismo. Es por ello por lo que creo interesante su mayor aportación al medio, porque también lo enriquecería a él a la hora de conocer con más profundidad el género que tan meticulosamente estudia.
Raúl, con todo el cariño, aplícate el cuento. A mi también me gustaría que McCloud publicase más, pero no a cualquier precio. Entiendo que cada obra y cada autor necesitan su tiempo para madurar las ideas y materializarlas. Torralba ha puesto el ejemplo de Malick y yo pienso en Víctor Erice. Ojalá Miller y otros muchos dedicaran más tiempo a reflexionar sobre el trabajo que acometen. Por otra parte, me parece que McCloud se sale con la suya si debatimos sobre esto en Zona Negatiza. Gracias a todos los que lo haceis posible. Tú incluído, Raúl, por supuesto.