Tribunal Negativo: La Redención del Hombre de Hierro

Parece que fue hace una eternidad (2010 nada menos) desde que os traje el último Tribunal, pero las circunstancias no son siempre las que uno quisiera y el tiempo tampoco lo pone fácil negándose a dar más de sí. Soltado el rollo, mejor será ir directamente al grano, en esta ocasión con un nuevo debate centrado en la edición española y que atañe a uno de vuestros personajes favoritos. ¿Cómo? ¿Qué el vuestro era el otro bando? Más suerte la próxima vez.

Desde su creación a manos de los Hermanos Lieber, Anthony Edward Stark demostraría ser una rara avis entre el resto de los superhéroes Marvel de la época. Y es que mientras Spider-Man y compañía andaban siempre pelados sin un duro en el bolsillo y atormentados por sus inseguridades, nuestro acusado de hoy era un viva la vida forrado de pasta siempre con una copa en la mano, una frase irónica en los labios y una mujer en la cama. Si no fuera por el detalle de la placa metálica que le acompañaba en sus primeros años o el bigote a lo Clark Gable, a muchos seguramente nos habría gustado estar en su pellejo. Hablamos por supuesto del super-héroe mejor conocido como Iron-Man (o Robert Downey Jr si nos trasladamos al apartado cinematográfico) uno de los primeros iconos de la Casa de las Ideas además de miembro fundador de los Vengadores.

Piloto de pruebas del mañana nunca satisfecho consigo mismo, a pesar de su fachada de triunfador Stark se ha caracterizado por un largo historial como caballero dorado con pies de barro gracias a su largo currículo de decisiones controvertidas que en ocasiones han puesto gravemente en peligro a sus amigos y allegados por lo que él considerara un justo bien. Algo que le viene de familia si consideramos a su padre y el Proyecto Mañana pero que en su caso ha sido una constante demasiado habitual de decisiones autoritarias a espaldas de sus compañeros que en demasiadas ocasiones bordeaban lo éticamente cuestionable.

Iniciando su carrera como fabricante de armas sin apenas consideración en las consecuencias de sus actos, ni siquiera en los comienzos de su carrera como bienechor acorazado fue capaz de desprenderse de su tendencia a emplear métodos bastante cuestionables para lograr sus propios fines (recordar si no la rastrera artimaña con la que logró que Dínamo Carmesí cruzara el Telón de Acero renegando del gobierno soviético). Igualmente podría decirse de su epifanía que le impulsaría a abandonar la fabricación de armas y que, tras su crisis alcohólica y la recuperación de su fortuna de manos de Stane, esta devendría en una crisis paranoide que le impulsaría a atacar a héroes y villanos por igual en la llamada Guerra de Armaduras. Iniciando una purga contra cualquier superhumano con armadura que pudiera tener la más mínima traza de su tecnología en su equipo, el Vengador dorado ignoraría leyes y alianzas en pos de una poco diplomática cruzada. Aquel no sería sino el más celebre de los conflictos que han definido el carácter sibilino y a última instancia autoritario de un visionario tan empecinado en sus propias convicciones que es incapaz de ver sus fallas. Su postura durante la Operación Tormenta Galáctica, aprobar la disolución de los Vengadores de la Costa Oeste únicamente para convertirlos en su personal fuerza de choque, los acontencimientos de La Encrucijada (manipulado, eso sí)… una larga lista de antecedentes que nos conducen directamente hasta el caso que nos ocupa.

Hablamos por supuesto de Civil War, la macrosaga de Marvel Comics que en 2006 reconfiguraría por completo el panorama editorial marcando su dirección hasta mediados del pasado año. Ya desde antes de la misma, Stark emprendería una caída en picado que daría comienzo en Desunidos arrastrando consigo los principales logros de su vida a la par que ponía en entredicho su imagen y la transparencia de sus acciones. El brote psicótico de la Bruja Escarlata no solo acarrearía con la muerte de varios de sus compañeros Vengadores y la destrucción de su hogar, sino que pondría fin al reconocimiento internacional del grupo así como su carrera como Secretario de Defensa. Peor aún, uno de sus enemigos emplearía la imagen de Iron Man para perpetrar varios ataques contra su empresa poniendo fin a la vida de la mayoría de sus accionistas, su socio Kenjiro Fujikawa y la hija de este Rumiko, quien desde años atrás había mantenido un intenso romance con Stark. Que tras disolver a los Vengadores recreara el grupo sin contar con la mayoría de los antiguos miembros mientras daba cobijo a individuos de moral tan dudosa como la de Lobezno tampoco despertaría demasiadas simpatías hacia su persona.

Para colmo de males, en los albores de la Guerra Civil descubriríamos que desde la Guerra Kree-Skrull Tony había formado parte de los Illuminati, una cábala secreta a espaldas del resto de la comunidad superhumana. Formada por las figuras más relevantes de la misma (Richards, Xavier, Extraño, Rayo Negro y Namor para más señas) el sexteto tomaría parte por su cuenta en eventos de gran trascendencia que se cobrarían serias consecuencias sobre los habitantes de la Tierra (caso de la Invasión Secreta). También hay que decir en su favor, que Stark fue el primero en intentar impedir que el Acta de Registro Superhumano llegara a buen cauce cuando esta todavía era un proyecto de ley. Pero incluso esto lo haría de forma bastante cuestionable reclutando el servicio de supervillanos a sueldo para amedrentar el congreso.

Tras ser manipulado por el hijo de Yinsen para lanzar el Proyecto Argonauta de forma letal contra varios objetivos por todo el mundo, Stark decidiría que la única solución viable era respaldar al gobierno en caso de que la Ley fuera aprobada y, ya desde dentro, trabajar para un mejor entendimiento entre las comunidades humana y superhumana. Motivación loable donde las haya, se daría de bruces tras la cadena de sucesos desencadenada por el incidente de Stamford acelerara los procesos legislativos ante las presiones del pueblo americano. Cuando Steve Rogers renunciara a sus deberes con SHIELD poniéndose al frente de los héroes que se oponían al ARS, Stark se convertiría junto a Richards y Pym en el principal baluarte de los superhéroes que aceptaban cooperar con su gobierno aunque esto significara enfrentarse a sus antiguos compañeros.

Con el grueso de los superhéroes operando por su propia cuenta quebrantando los derechos civiles básicos, seguro que no somos pocos los que, a priori, habríamos valorado la opción de Stark como la más adecuada (lo contrario solo podría desembocar en un mundo como el que Garth Ennis nos muestra en The Boys). Sin embargo, el fin no justifica todos los medios y los empleados por Stark y compañía no fueron ni mucho menos los más loables. Con el objetivo de instaurar una implacable campaña relámpago que amedrentase a cualquier superhéroe dispuesto a quebrantar la nueva legislación SHIELD operaría con una brutalidad inusitada por medio de las unidades designadas con el poco amistoso nombre de Matacapas. Cualquier vigilante no registrado que fuera encontrado tomándose la libertad por su cuenta era inmediatamente aprehendido para ser internado sin proceso judicial alguno en una inespugnable prisión en la Zona Negativa (así somos, comemos gatitos para desayunar). Para colmo, Stark maquilló esta guerra del terror contra los superhéroes no registrados engatusando a aliados como Spider-Man para que se pusieran de su lado o revelaran su identidad pública con catastróficas consecuencias para ellos.

Pero lo cierto es que mientras orquestaba esta implacable caza de brujas, el creador del Hombre de Hierro construyó una sólida infraestructura mediante la que reforzar a los héroes que afiliados al gobierno de los Estados Unidos. Es cierto que se aprovechó su posición para asegurarse una vasta cantidad de contratos gubernamentales que levantarían las ventas de su compañía, pero también que usó dichos beneficios para dar cobertura en aspectos legales, sanitarios y de formación a la nueva comunidad superheroica americana. Estableciendo una red nacional de luchadores contra el crimen y unas instalaciones básicas en las que instruir adecuadamente a los jóvenes aspirantes, los pro-registro no descuidaron su deber con respecto a la delincuencia común logrando que las tasas de criminalidad se reduciera a límites nunca vistos. Bajo el mandato de Stark y sus compañeros, se daría luz verde al peleado Proyecto Thunderbolts destinado a rehabilitar a antiguos villanos brindándoles la oportunidad de reducir sus condenas si aceptaban a trabajar para su país. Sin embargo, esto conllevaría hacer ciertos pactos comprometidos. Algunos como el que haría como Helmut Von Zemo terminarían con buen resultado mientras que otros (como el caso de Kingpin y, sobre todo, Norman Osborn) se volverían en su contra.

Considerado un traidor por muchos de sus compañeros, Tony Stark sufriría duros reveses incluidas las muertes de algunos de sus mejores amigos, las cuales caerían como una dura losa sobre su conciencia persiguiéndole durante todo su mandato. Con tantos partidarios como detractores, se volcaría en mejorar cualquier fisura que pudiera albergar el sistema siendo implacable contra cualquier forma de corrupción y generoso con cualquiera dispuesto a tomar parte en la nueva Iniciativa de los Cincuenta Estados. Sin embargo, el cargo fue más de lo que pudo manejar y, tras lidiar con crisis como el regreso de Hulk, la guerra contra Atlantis, el regreso de Thor (quien tampoco guardaba los mejores sentimientos hacia su antiguo aliado después de saber que este construyó un clon suyo durante la Guerra Civil), los intentos de destruir sus industrias y desacreditarle ante el CAS o la bomba simbionte lanzada contra la isla de Manhattan, caería con todo el equipo como consecuencia de la Invasión Secreta.

Enfrascado en desenmascarar a los invasores que vivían entre nosotros, Stark no supo ver que ya se encontraba en sus redes y que estos se disponían a usar la infraestructura creada durante su etapa al mando de SHIELD para perpetrar sus planes. Y tal que así fue. Al contrario que otros invasores más apegados a los canones de H.G. Wells, los Skrulls emplearon la conexión de Stark a través de Extremis con toda la práctica totalidad de la tecnología terrícola (especialmente todos los sistemas distribuidos gracias a los contratos que obtuvo tras su nombramiento) para sumir en el caos a nuestro mundo mientras que, gracias a los agentes durmientes establecidos dentro de la Iniciativa comenzaron a dinamitar progresivamente a la comunidad superhuamana. Frustrándose la invasión gracias a un cúmulo de victorias que culminaron en la Batalla de Central Park, Stark fue inmediatamente puesto en el punto de mira como propiciador de que los Estados Unidos apunto estuvieran de convertirse en la nueva capital del Imperio Skrull e incluso como posible complice de los invasores.

Con toda su confianza sobre su control y su tecnología devaluadas al precio del aire, Stark sería relegado de su cargo y funciones como director de SHIELD propiciando que esta fuera sustituida por el más retorcido reverso que jamás hubiera imaginado. Reformado gracias a su intachable administración de la Iniciativa Superheroica de Colorado y vital en la defensa de Washington frente a los invasores, Norman Osborn se eregiría como héroe en la guerra contra los Skrulls tras acabar con la vida de su reina durante la batalla del conocido parque de Manhattan. Usando la histeria contra los invasores alienígenas para alentar a las masas con la diestra mientras que con la siniestra limpiaba discretamente su historial, solo era cuestión de tiempo que Obama le encomendara ponerse al frente de una nueva agencia de seguridad que mediante puño de hierro devolviera la confianza del pueblo americano hacia el gobierno de su país. Y así, con Stark convertido en un paria y Osborn aclamado por las masas, el antiguo archienemigo de Spider-Man se disponía a ocupar el asiento del primero con todo lo que esto conllevaba. Los recursos de SHIELD y todas las agencias asociadas, la gestión de todos los superhéroes adscritos al Acta de Registro Superhumano y, sobre todo, una puerta semi-abierta para adentrarse en los más intimos secretos de cualquiera a quien Osborn se hubiera enfrentado durante sus años como villano para usarlos como quisiera.

Un poder demasiado tentador para alguien que nunca ha dado muestra de una ética demasiado elevada. No hablemos ya de su estabilidad mental. Con la seguridad de que dejar esa información en manos de Osborn solo podría conducir al desastre absoluto, Stark daría la espalda a todo por lo que había luchado descargando toda la información del Acta de Registro en su cerebro para emprender un viaje redentor que pondría en peligro la integridad de su persona. Sin Extremis, con su empresa asediada por las fuerzas de HAMMER y convertido en la persona más buscada del mundo, Stark concebiría un alambicado plan que implicaba formatear todo el contenido de su materia gris eliminando cualquier rastro de los secretos estatales descubiertos durante su estancia como Director de SHIELD así como de su propia persona. Un plan tan extremo como demencial que le embarcaría en una odisea mundial para destruir paso a paso su cerebro mientras era perseguido por sus peores enemigos. Obligado a emplear modelos cada vez más rudimentarios de sus armaduras al paso que sus recuerdos, conocimientos e incluso las funciones más básicas de su cerebro se desvanecían una tras otra mientras se mantenía siempre a un paso por delante de sus perseguidores.

La huida terminaría con su enfrentamiento final contra Osborn en la misma localización que fuera testigo de su renacimiento como Iron Man, siendo declarado mentalmente muerto y entregado a las autoridades sanitarias cuando el Director de HAMMER fue consciente de que no podría extraer nada de su cerebro. Considerando que su estado vegetativo era suficiente condena por las molestias provocadas, Osborn lo dejaría sin saberlo en manos de sus amigos dando así inicio a la segunda parte de su plan.

En Stark Desmantelado, Tony dejaba a sus antiguos aliados la potestad para arreglar su devastada mente siempre que ese fuera su deseo. Esto incluía a gente a la que ha hecho mucho daño como es el caso de Steve Rogers, Thor o su asistente Pepper Potts. Con su destino en sus manos mientras Stark permanecía atrapado en su cerebro obligado a repetir la misma pesadilla una y otra vez, daría comienzo a la reconstrucción del Hombre de Acero cuyo final nos conduciría directamente a Asedio y el final que ya debéis conocer. En sus esfuerzos por preservar las identidades de antiguos amigos y aliados y para evitar que algunos de los más peligrosos proyectos de SHIELD cayeran en manos de un demente maníaco, Stark ha renacido como un hombre nuevo en los albores de la inminente Edad Heroica

Junto a El Más Buscado del Mundo, la macrohistoria forjada por Matt Fraction y Salvador Larroca nos ha mantenido en vilos durante casi año y medio hasta su reciente conclusión en su edición española. Ahora es vuestro turno, atribulados lectores, para decidir si el Hombre de Hierro ha hecho suficiente para enmendar todos los errores de los últimos años o todavía le queda un largo camino hasta llegar a ello.

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