Que el relanzamiento de distintos personajes DC, tales como The Creeper o los Freedom Fighters, despierte cierta y reconocida expectación, incluso en nuestro querido y confeso Marvel-zombie Benavente, es algo que debería hacernos pensar.
De hecho todos los personajes que ampara el evento Brave New World tienen bastante en común entre ellos, así como con los principales protagonistas de 52. Són los típicos personajes DC de segunda fila que por oscuras razones se ganan un puesto de primera en el corazón de algún sector más o menos amplio de público. Y eso es así porque son personajes con potencial… pero un potencial difícil de canalizar de manera viable.
DC es, de hecho, un pozo sin fondo de personajes estrafalarios, imaginativos, estrambóticos y sugerentes. Pero esos héroes, de tan personales, resultan difíciles de hacer cuadrar con las coordenadas típicas en las que se mueven las series mensuales con más o menos posibilidades de sobrevivir en el agitado mercado estadounidense.
El personaje Marvel tiene un origen que goza de cierta lógica, está bien ubicado en el mundo real en su identidad civil y suele tener un razonable elenco de secundarios que le arropan. El personaje DC… el personaje DC es una chispa creativa, una idea original, una ocurrencia genial de puro disparatada… que aguanta sólo tres rounds en una colección mensual. Ragman, Man-Bat, Adam Strange, Atom, Elongated Man, Red Tornado, Martian Manhunter, The Spectre, Jemm of Saturn… Detrás de estos personajes brillan los nombres de Joe Kubert, Michael Golden, Julius Schwartz, Gil Kane, Carmine Infantino, Kurt Busiek, John Ostrander, Gene Colan… Orígenes aberrantes, ambientación fantástica, un número limitadísimo de secundarios con los que por otra parte les resulta difícil interactuar. Seguramente por eso funcionan tan bien esos eventos tipo Identity Crisis en los que les vemos relacionarse entre ellos. Porque sus vinculaciones afectivas más significativas siempre son endogámicas. Entre Flecha Verde y Linterna Verde. Entre Hawkman y Atom. Entre toda la retahila de velocistas. Entre los distintos componentes de la Justice League of Giffen. Seguramente por eso DC es un plato que se sirve mejor en miniseries.
Porque las miniseries permiten esa interacción y, sobretodo, porque también permiten que sean autores destacados los que se ocupen de esos personajes. Unos Diggle/Ferry con Adam Strange, un Jeff Smith con el Capitán Marvel, unos Steve Niles/Justiniano con The Creeper, una Gail Simone con Atom, nuestro admirado Acuña y los fiables Gray/Palmitotti con los Freedom Fighters. Autores que atraen lectores y que, a su vez, parecen capaces de hacer algo interesante con personajes como esos. Autores capaces de capturar esa chispa que les hace únicos y construir con ella una historia que sea original, impactante y atractiva.
Porque a ver, por buena que luego resultase ser, ¿a quién le hubiera motivado darle una oportunidad a una nueva serie mensual de Creeper o de los FF hecha por el amanuense de turno? Sabio señor es Don Didio.